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4. Pocky |Parte 2|

Draken y Chifuyu rieron ante la ocurrencia. Draken se sumó porque era una novedad y se apuntaba a cualquier tontería con ellos; Chifuyu aceptó porque lo proponía Baji, no porque realmente midiese lo que iba a acontecer.

Mikey decidió tomar la delantera, quitándole de la mano el paquete de Pockys a Baji. Sin importarle en lo más mínimo la mirada cargada de ira que le perforó las costillas, retiró un dulce de la caja y arrojó esta última sobre la mesa para que se deslizara nuevamente hasta su dueño. Mirando a Draken fijamente colocó la punta del dulce entre sus dientes y lo dejó colgar; apoyó su mejilla en su mano y su codo en la mesa, mirándole. La mirada de Mikey, lejos de estar vacía como solía mostrarse, se encontraba cargada de emociones, de anhelos. Sin embargo, lo que sobresalía ante la vista de Draken era un claro desafío, como si la oscuridad de aquellos ojos le dijera a que no te animas.

Draken se apoyó en la mesa de la misma manera que Mikey luego de moverse para acortar la distancia entre ellos. Sin achicar ni aflojar, le siguió el juego sin amilanarse ni un poco, bajando su cabeza para tomar entre sus labios la otra punta del Pocky que Mikey había dejado colgando, para luego volver a acomodar su mejilla sobre su puño.

Se miraron con una sonrisa incipiente en sus rostros. Ambos en la misma posición y con la atención centrada enteramente en el otro, se miraban como si estuviesen solos, no en la mesa ni en el restaurante, sino en el universo. Y por ello, a pesar de su confianza y su postura retadora, el corazón de Mikey chocaba vivaz contra su pecho y sus manos sudaban. Porque le gustaba Draken, su sonrisa, su mirada astuta y corajuda, su actitud que gritaba que podía voltearse a cien tipos en una pelea él solo. Le fascinaba estar bajo el foco de su atención, así fuese por un ratito.

A Draken también le galopaba el corazón en el pecho aunque fuese imposible de adivinar, porque en el momento en el que aceptó participar supo que Mikey no se iba a echar atrás.

Baji y Chifuyu fueron atacados por una extraña sensación que quería echarlos. Sobraban ahí, y lo sabían. Sin embargo, en medio de aquella tensión, Baji recordó que aquello seguía ostentando el título de juego, por lo que comenzó a emitir sonidos con la intención de ser oído aunque no supiese lo que quería comunicar.

—Bueno —pronunció al cabo de unos segundos de intercambiar miraditas rápidas con Chifuyu—. Contaré hasta tres para que comiencen a comer el... bueno, lo que sea que estén pretendiendo comer ustedes.

El número tres sonó con claridad una vez que él acabó el conteo, mas nadie se movió. Ni siquiera Chifuyu. Draken y Mikey, englobados en su propio terreno, habían hecho caso omiso de sus palabras. Permanecían encapsulados en los ojos ajenos, lo suficiente para querer verse reflejados en los mismos. Mikey podía perecer mirándole y no encontraría cansancio en ello; Draken disfrutaba de verse embelesado ante la fiereza de Mikey, y poder apreciar sus ojos cargados con algo más que tristeza era un tesoro para él.

Sin embargo, a pesar de lo mucho que le gustaba a Mikey mirar a Draken, más le gustaba divertirse con él, por lo que comenzó a masticar su punta con delicadeza para comenzar a deslizar su cabeza hacia adelante. Draken amplió su sonrisa y le siguió, como siempre lo haría.

La vista de cada uno saltaba de los ojos a los labios ajenos. Sumidos el uno en el otro, se acercaban sin mayor temor, con una lentitud que hacía que la incertidumbre fuese un suplicio. Los mordiscos con tintes de sutileza que daban al principio habían dado paso a mordiscos repletos de seguridad y ansiedad. Mikey deseaba llegar al centro lo antes posible y, a su vez, pretendía que aquello nunca cesara.

Mientras tanto, Chifuyu se moría de vergüenza y Baji observaba con la boca abierta de par en par.

Cuando Draken y Mikey llegaron al medio del Pocky, aún sin llegar al punto crucial en el que sus labios se rozarían, frenaron. Draken se mantuvo sonriente; no se había acobardado, simplemente quería poner a prueba la determinación de Mikey, observándole con cautela. Guiado por el hijo de la curiosidad y la intensidad, movió su boca medio centímetro más, a lo que Mikey respondió sin dudar haciendo lo propio.

En aquel momento en que sus labios chocaron se olvidaron del Pocky diminuto que aún quedaba escondido entre ellos. Se limitaron a estudiar el rostro del otro; Mikey se maravilló con aquello que le encantaba desde hacía mucho tiempo, y Draken reconoció para sí por milésima vez lo atractivo que podía ser Mikey, que en aquel momento le pareció innegable. Que Mikey fuese un imán de gente no era únicamente gracias a su apabullante carisma, y lo sabía perfectamente.

El corazón de Mikey latía tan fuerte que temía que Draken lo escuchase debido a la cercanía. Le miró por una última vez y dio un pequeño salto de improvisto, provocando que su par aflojara el agarre del Pocky que aún sostenía entre sus dientes; aprovechando ello, utilizó su lengua para tomar el trozo completo en su boca y unir sus labios aún más a los ajenos, sintiendo el sobresalto de Draken, dejando un beso veloz para proclamar su victoria.

Chifuyu se dio cuenta claramente más temprano que tarde que aquello nunca fue un juego, y sus piernas comenzaron a temblar en cuanto recordó que aquel cierre significaba que le tocaba jugar con Baji.

Mikey se acomodó en su lugar con la satisfacción de una victoria doble esculpida en su rostro. Baji lo acusó de tramposo con la mirada, mas aún permanecía anonadado por los huevos de hierro que tenía. Draken, por su parte, también se había acomodado en su asiento mirando hacia la pareja cuyo turno había llegado, mas su estupefacción seguía intacta; sabía de antemano que Mikey no se escurriría del reto y que le haría frente hasta el final, y estaba dispuesto a atravesar aquel momento de intimidad que conllevaba el juego, pero aquel beso avalentonado del final había estado fuera de cálculo y lo había volteado.

Decir que Baji moría de ganas de jugar era algo muy alejado de la realidad; su auténtico sentir era que estaba abrumado por lo que acababa de presenciar, y el pensarse así con Chifuyu le ponía los pelos de punta. Si él hiciese lo que Mikey había tenido la osadía de hacer, Chifuyu se caería de la silla.

—¿Qué esperan? —atizó Mikey, sonriente en demasía. Ante la mirada que le otorgó Baji de deja de apretarme los huevos, porque te mataré, Mikey se inclinó sobre la mesa para tomar la caja de Pockys y abrirla. Tomó uno y se lo ofreció a Chifuyu—. Vamos, tómalo.

Chifuyu hizo su mayor acopio de fuerza sobre su mano para que no temblara a la hora de tomar el dulce de su mano. La intensa mirada de Baji sobre él no le aportaba ayuda alguna. Una vez que lo sostuvo entre sus dedos, comenzó a sudar más que antes y a sentir que el pecho le dolía por los nervios de sus latidos. Al sentir la mirada curiosa de Draken sobre él, bajó la suya al Pocky, sabiendo que era el momento. Él había aceptado, ya fuese por conveniencia o el ligero temor a oponerse, pero lo había hecho; por lo que solo le quedaba colocárselo entre los dientes con suma delicadeza, con la inseguridad adornando cada temblequeo de sus dedos.

Con el Pocky entre los dientes se torció hacia su derecha para mirar a Baji. Levantó su mirada con timidez, como si le rogase que contribuyera a acabar con aquella situación engorrosa. Pese a lo mucho que le gustaba Baji, se sentía apenadísimo. Él no podía manejarlo con la soltura que tuvieron Draken y Mikey.

Baji observó el rostro enrojecido de Chifuyu y sintió que podía estallar de ternura. Observó el dulce entre sus labios con ansias y, al ver su mirada de súplica, se apresuró a acercarse para tomar el otro extremo entre sus dientes. Una vez que ambos estuvieron listos se mantuvieron conectados en la mirada del otro. Chifuyu respiraba com dificultad, mas lograba encontrar consuelo en los ojos frente a él; un consuelo que era intermitentemente reemplazado por más nerviosismo, ya que los ojos de Baji le encantaban. Le fascinaba su apariencia, la determinación, la bravura y la honestidad que siempre nadaban en ellos.

Los gestos inconscientes de Baji le gritaban a Chifuyu lo mucho que lo quería; se lo gritaban tan fuerte que Chifuyu era incapaz de entender el significado de esas palabras, aturdido.

Y esos mismos gestos que Baji le daba sin darse cuenta y que Chifuyu no lograba interpretar, eran vistos por Draken y Mikey como los de un lobo mirando a un conejito.

—Muy bien, a la cuenta de tres, empiecen —dictó Mikey, viendo innecesario otorgarles más tiempo. Quería que corriera sangre. Observó a Draken y cruzaron miradas cómplices. Las sonrisas en sintonía adornaban sus rostros.

—¡Tres! —exclamó Draken.

Chifuyu se sobresaltó y comenzó a morder como una ardilla. Baji hizo lo propio, incapaz de quitar sus ojos de encima de él. Sentía su corazón latir con mucha fuerza ante la duda de qué haría. Si él no hacía una jugarreta como Mikey no llegaría a nada, pero no podía hacerle eso a Chifuyu, y menos aún con la cara de pánico que llevaba. En aquel tipo de situaciones era donde Baji dudaba del criterio de Mikey acerca de que Chifuyu estuviera enamorado de él; parecía ser que la mera idea de acercársele le diera repelús.

Chifuyu, por su lado, poseía el conocimiento de lo mucho que a Baji le gustaba competir con Mikey y cómo disfrutaba de ponerle contra las cuerdas en situaciones así, pero dudaba completamente de que le gustase la idea de besarle. Temía que todo aquel asunto del Pocky fuese solo un juego para Baji; por parte de Mikey y Draken no había sido un juego, y para él besar a Baji era cualquier cosa menos un juego.

A medida que se acortaba la distancia entre ellos, Chifuyu se enrojecía a la par que sus dudas se abalanzaban sobre él. Las piernas le temblaban al ver a Baji cada vez más cerca, al sentir su aroma, su colonia, la fragancia de su cabello.

Cuando ambos llegaron al medio del Pocky, en aquel momento previo al roce, ambos se detuvieron, tal y como había hecho la pareja anterior. Chifuyu sentía a su corazón apunto de aguijonearle el pecho, completamente a la expectativa del accionar de Baji; este último, a su vez, especulaba con seriedad lo que haría a continuación. El siguiente paso inevitable era avanzar y chocar sus labios y, si tenía el descaro de su amigo, podía aventurarse a robar un beso. Miró a Chifuyu con el anhelo pintado en sus ojos, viéndole tan frágil y dulce como era. Le quería tanto. Decidió entonces, arriesgarse. No le haría lo que Mikey le había hecho a Draken, mas sí iba a avanzar ese último tramo para que Chifuyu decidiese.

Sin embargo, el momento en el que Chifuyu comprendió lo que Baji había elegido, aquel milisegundo que tuvo, él también decidió. Se moría de ganas de besar a Baji, pero no deseaba que fuese de esa manera. En el momento en el que su acompañante movió su boca para rozar los labios ajenos, Chifuyu se echó hacia atrás en el asiento, golpeándose contra la ventana por el frenesí de su movimiento, soltando el Pocky.

Mikey y Draken quedaron boquiabiertos, y Baji se congeló en el lugar, con el pequeñísimo trozo de Pocky en sus dientes. La sensualidad de la atmósfera que había esculpido la primera pareja había sido brutalmente asesinada y enterrada, siendo sustituida por una sumamente incómoda.

—Bueno —exclamó Mikey, estirando la palabra con duda, mirando a Draken en el camino en busca de aprobación—. Gana Baji, ¿no?

—Sí, gana Baji —le secundó Draken, asintiendo con falsa convicción.

Chifuyu se acomodó en su asiento, arrepintiéndose a medias, mientras sentía la mirada afligida de Baji clavarse en sus costillas. Se armó de valor y lo miró para sonreírle y así expresarle que se encontraba bien, que no había odio ni resentimiento saliendo por sus pupilas.

Mikey y Draken se miraban denotando una clara incomodidad. Por lo tanto, este último decidió tomar la batuta y salvar el culo de la situación, como siempre hacía.

—Muy bien —dejó caer en el medio del agobio, frotando sus manos frente al reguero de fuego que iba a dejar—. Ahora que hay dos ganadores queda el desempate, ¿no?

Baji, que había estado en blanco durante todo ese rato, despegó su vista de la mesa para apuñalar a Draken con ella. En su desesperación buscó cobijo en Mikey.

—No es necesario —negó Mikey, sorprendiéndose de que Draken insistiese en eso—. Como yo gané por victoria verdadera y él ganó por abandono, está claro que quedo como el coronado.

—No es así —se mofó Draken. Él también quería que corriese sangre—. En el juego del Pocky tiene que haber un ganador.

—Yo coincido con Mikey, Draken —intentó persuadir Baji. Luego de su rotundo fracaso, lo último que deseaba era besar a quien le había ganado el primer round.

—Ah, ¿ahora se han acobardado? —les cuestionó. Aquella renuencia le informaba bastante de la situación. Se dirigió a Mikey—. Tú hiciste una salvajada recién, pero ahora temes jugar con Baji. ¿De qué va esto, Mikey?

Mikey era tan franco como un niño; mantenía sus secretos y ocultaba sus sentimientos, pero si alguien, en especial Draken, le preguntaba aquello que quería saber Mikey se lo diría. Él nunca diría que estaba preocupado, mas si se lo preguntaban de manera directa quizás vomitase todo aquello que le atormentaba. Lo mismo pasaba en aquel momento. Sin problema alguno podía haberle respondido que quería besarle a él, pero aquello dejaría a Baji a la deriva, y si bien era una apuesta, su amigo ya había tenido un mal momento minutos atrás. Ni siquiera Mikey le patearía estando en el suelo. Además, gran porcentaje del actuar de Draken era para salvar la situación. Tuvo que tragar duro y responder tomando el paquete de Pockys.

Baji comprendió que era eso o la muerte, por lo que disimuló un suspiro y, al tener a Mikey sentado en el asiento frente a él, se inclinó sobre la mesa y se apoyó sobre sus codos y antebrazos, a la espera de que Mikey se acercara. Mikey, quien se encontraba sacando el Pocky para acomodárselo entre los dientes, le miró como si le dijese me besas y te arranco un labio.

Con el dulce en los labios, Mikey se acercó y se puso en la misma posición que Baji frente a él. Chifuyu, que aún seguía alterado por los sucesos de unos minutos atrás, observaba con curiosidad junto a Draken.

—A la cuenta de tres —se rio Draken. Verdaderamente estaba disfrutando aquello—. Uno.

—Dos —murmuró Chifuyu, siguiéndole el juego que había despertado un gran interés en él súbitamente.

—¡Tres!

En aquel turno no había razón para perder tiempo en ñoñerías. Ni bien oyeron el conteo, comenzaron a roer el Pocky como ratas hambrientas y furibundas. Más que querer encontrarse en el medio, querían devorar la mayor parte para ganar por ese lado. Sin embargo, nadie le ganaba a Mikey cuando se trataba de comer.

Cuando Baji había comido un cuarto, Mikey ya había comido todo el resto. Cuando sus narices se rozaron, Baji abrió los ojos con violencia y Mikey tiró hacia atrás y le arrancó el trozo que tenía en la boca.

—Eso cuenta como otra victoria mía —finalizó Mikey, acomodándose en su asiento con la tranquilidad que le otorgaban todas sus victorias y el hecho de no haber besado a Baji.

Chifuyu, quien se sentía estafado por el show que esperaba y el que recibió, seguía pasmado por la velocidad de Mikey para comer, mientras que a Draken eso no le sorprendía en lo más mínimo; lo que le sorprendía era lo distinto que había sido con él.

—Muy bien, si ya no queda nada más que puedan ofrecer, me iré a descansar —anunció Draken, desperezándose y ligeramente satisfecho por haber hecho que esos dos jugaran—. Mikey, ¿necesitas que te lleve a casa?

—Me agradaría —le respondió con una sonrisa.

—Pero si tú has venido en tu propia moto, Mikey —soltó Baji con una inocencia descarada—. No me digas que pretendes dejarla aquí olvidada.

Mikey lo observó con detenimiento, jurando que le arrojaría una bola de boliche en el pie la noche siguiente.

—Bueno, nos veremos mañana, entonces —saludó Draken, encogiéndose de hombros y pasando frente a Mikey para salir de los asientos.

—Baji-san, ¿nos vamos? —Chifuyu le indicó con la cabeza la salida. El aludido se volteó a verlo y asintió aliviado, sintiéndose reconfortado al saber que lo que había sucedido minutos atrás no era determinante, pidiéndole que le espere afuera.

—Si hubieses sido Mitsuya, te habría besado —le dijo Mikey una vez que estuvieron solos, a modo de declaración de guerra.

—Yo también.

Iba a subir este cuando tuviese terminado el 5, pero bueno, no llegué y sentía que el capítulo de la segunda parte del Pocky no podía retrasarse mucho más, jé.

Más que seguro que actualice el fin de semana, pues la uni no se aprueba sola(?) *cries*

En fin, mucho amor pa ustedes❣️

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