Capitulo 7- Llegada a Midgard (Parte 3)
Carville y Strickland siguieron al teniente Kessler hasta el centro de operaciones, la base más grande del campamento Alfa. Tenía forma de disco y era de color gris claro. Los tres hombres avanzaron hasta la entrada. Las puertas automáticas se abrieron para darles paso e ingresaron a una sala con mostrador. Varios pasillos conectaban con esta estancia y unas escaleras a la derecha llevaban al siguiente piso.
- Por aquí- señaló Kessler.
Pasaron al lado del mostrador, donde un hombre estaba muy concentrado mirando su ordenador.
- Thomsen, deje los juego y al trabajo- espeto de repente el teniente.
El hombre se revolvió un poco y como si le hubiese entrado un ataque de pánico, aporreó el teclado y volvió a su actividad laboral.
Subieron la escalera y caminaron por un largo pasillo. Había unos cuantos despachos allí. Todos permanecían cerrados. Carville y Strickland miraban todo aquello. Jason sentía algo raro, una enigmática sensación, como si él y su amigo estuvieran acercándose a un lugar, no peligroso, sino más bien extraño y poco agradable.
Siguieron avanzando y una mujer se cruzó con ellos. La chica, de largo pelo rubio recogido en una coleta en forma de espiral y ojos verde añil, miró a los tres hombres. Carville y Strickland quedaron muy impresionados con ella. En cambio, Kessler la ignoraba. La mujer se quedó embobada viendo a Jason, quien no sabía que hacer o decir al ver como ella le miraba. De hecho, se inquietó un poco.
- ¿Te acuerdas de mí?- preguntó ella de forma sorpresiva.
Carville vio con sorpresa a su amigo Dave. Este puso completa expresión de desconcierto mientras que la chica le obsequió una bella sonrisa.
- Te conozco- dijo la fémina en ese instante-. Tú eres el capitán Jason Carville.
El hombre se inquietó un poco más. Strickland y Kessler miraban a escena en silencio como si no estuvieran allí.
- Ya- dijo Carville mientras tragaba saliva y buscaba algo de serenidad-. Y tú eres...
- No me recuerdas- comentó la chica divertida.
El capitán permanecía con los ojos abiertos, incapaz de ubicar a la mujer. El caso es que le resultaba familiar pero no sabía de qué. Tenía un fugaz recuerdo de ella pero era borroso y distante.
- Oficial Hynes- dijo de forma repentina el teniente Kessler-, el capitán Carville no está aquí para firmar autógrafos así que si no le importa, debería retirarse y dejarnos ir a nuestro destino.
- Como desee, teniente- dijo la chica.
Pero antes de irse, la chica se volvió a Carville.
- Me ha encantado verte, Jason- le dijo con su dulce voz mientras le guiñaba con un ojo. El capitán sintió un escalofrío recorrer su espalda al contemplar a la tan provocativa mujer.
Mientras la veía alejarse, no tardó en reparar de quien era. Hynes. Ese era el apellido de aquella recluta que conoció cuando acababa de alistarse. Esa chica a la que le rompió el corazón hace mucho tiempo. Volvió con Strickland y Kessler y emprendieron la marcha.
- ¿Qué tal ha sido tu reencuentro con Jessica Hynes?- preguntó Dave mientras miraba a su amigo con una poco deseable sonrisa de burla.
- Ni siquiera la recordaba, tío- contestó Carville confuso.
- Pues los años le han sentado muy bien- Strickland se carcajeó un poco-. Podrías reclutarla para la misión.
El capitán prefirió guardar silencio No estaba para bromitas ahora. Ambos siguieron a Kessler hasta que llegaron al final del pasillo, donde había una puerta. Este la abrió y entraron dentro.
El despacho era circular y en él, se encontraba el coronel Thomas Maddox. El hombre se hallaba en su mesa, escribiendo sobre el ordenador que había allí, una pantalla de cristal pegada a la mesa. Al verlos, alzó la cabeza y una amplia sonrisa se formó en su rostro. Carville supo enseguida que aquella expresión tan alegre no era por él y Strickland, sino por Kessler.
- Capitan Carville. Sargento Strickland- saludó Maddox-. Pasen y pónganse cómodos.
Ambos hombres hicieron caso a la invitación del coronel y tomaron asiento frente a este. Escucharon como Kessler cerraba la puerta a sus espaldas. Luego, oyeron varios pasos que fueron sonando más cercanos hasta que se detuvieron. El teniente estaba justo detrás de ellos, tan solo a un metro de distancia.
Todos quedaron en silencio. Un silencio sobrecogedor, que parecía adentrarse en sus cuerpos para engendrarles un miedo atroz y convulso. Tanto Carville como Strickland notaban la mirada afilada del coronel. Sus pupilas parecían contraerse como las de un depredador que acechase a su presa. Ambos, capitán y sargento, sabían que Maddox estaba furioso. Por mucho que buscase ocultarlo tras esa fachada de confortable líder, estaba lleno de ira hacia los dos. Hacia lo ocurrido en aquella reunión con el Mando Militar. Después de todo, Jason era el que le sustituiría en su cargo como jefe de la operación.
De repente, el coronel decidió hablar. Y eso, no era nada bueno.
- Sabéis, cuando vosotros no erais más que unos niños de teta, yo era sargento en las fuerzas de Infantería Básica. Serví en la compañía Guepardo. Unida 2-4, creo recordar- Rememoraba todo aquello con cierta devoción, disfrutando de cada detalle del que se acordaba-. El caso es que nos mandaron a una colonia del cuadrante 8 llamada Aeris 1. Era una zona de extracción minera que fue llevada por la empresa Blackstone Manufactures pero ahora era controlada por la Confederación- Tomó un poco de aire y bebió algo de agua. Se le notaba tranquilo-. El caso es que se había perdido contacto con la colonia y esto fue unos años después del ataque a Arcadia, que dio inicio a la Guerra Interestelar, así que el por aquel entonces coronel Coriolis me envió a mí y a mi unidad a investigar el sitio, por si hubo algún ataque. Dos días tardamos en llegar y para cuando aparecimos, todo estaba arrasado- La expresión de su rostro se volvió más sombría-. Rastreamos el lugar en busca de supervivientes pero no hallamos a nadie. Entonces, uno de mis soldados detectó en su radar algo moviéndose a unos cien metros de nuestra posición. Ordené a mi unidad que se moviera hasta ese lugar que era una pequeña casa de chapas metálicas. La rodeamos y nos preparamos para lo peor. Y así fue.- Se inclinó sobre la mesa, como si quisiera parecer más intimidante-. De dentro surgieron dos Centuriones, los soldados más temidos del ejército Inmortal. Totalmente acorazados y armados con cuchillas afiladas, se abalanzaron sobre nosotros. Les disparamos con todo lo que teníamos. Balas, explosivos. Nada parecía dañarles. Y avanzaban imparables, dispuestos a masacrarnos. Eso fue lo que hicieron.- Su voz se iba volviendo áspera conforme avanzaba la narración-. Vi como mis hombres eran mutilados, destrozados y aniquilados por esos bastardos. Hice lo que pude, todo lo que estaba en mi mano por salvar aunque fuera a uno de esos pobres muchachos. No lo conseguí. Logré escapar porque los Centuriones iban a cebarse en la única mujer de la unidad. Ya sabéis que a los soldados de la Casta Eterna les encanta violar a las hembras de otra especie. Yo no llegué a verlo, no tenía cuerpo para presenciar algo así.
El coronel se sumió en un silencio sepulcral que parecía envolverlo como si quisiera usarlo como protección. Bajó su cabeza un instante, como si estuviera ocultándose a la vista de Carville y Strickland. Estos dos volvieron a mirarse sin saber que decir o hacer. Ninguno entendía aun por qué Maddox les había contado esa historia. Lo que si notó el capitán era la lacerante mirada del teniente Kessler, quien estaba a su lado, vigilándolo con atención. El coronel volvió a alzar su cabeza y miro con firmeza a ambos militares de nuevo.
- Como habréis podido escuchar, he pasado por una experiencia terrible y esa, no es más que la primera de muchas. Llevo 40 años sirviendo a este ejército y concretamente a la división de Infantería Básica- Respiró profundamente y se preparó para decir lo que tenía guardado-. Así, que si creéis que un par de mierdas como vosotros me van a joder mi carrera y el control de esta operación, la lleváis clara. He soportado muchas jodiendas y he sobrevivido, así que no penséis que no podré con vosotros.
La tensión aumentó de forma repentina. Carville y Strickland se alteraron bastante y el capitán no dudó en mirar desafiante a Maddox.
- Coronel, ¿con quién coño se cree que está hablando?- preguntó tenso.
- Con el hijo de puta que pretende arruinarme- bramó furioso Maddox mientras le miraba los ojos.
Carville se levantó en ese mismo instante y de forma repentina, Kessler se le adelantó. Se puso a su lado y sacó su cuchillo
- ¿Qué cree que hace teniente?
- Proteger al coronel de esta unidad.
Antes de que las cosas pudieran desmadrarse más, Maddox llamó a su subordinado.
- Kessler, basta- dijo con voz más calmada-. Esto no es necesario.
El teniente hizo caso al coronel y envainó el cuchillo pero no apartó la mirada en ningún momento de Carville. Podía notar sus ojos inyectados en sangre y una clara determinación de matarlo. El capitán volvió de nuevo a sentarse y notó como en el rostro de Maddox se formaba una sonrisa.
- Es evidente que está tomándose ciertas licencias, coronel- dijo en ese momento Strickland.
- ¿A qué se refiere?- preguntó el líder de la operación Tormenta de espadas.
- No estamos aquí para relevarlo de ningún cargo- explicó Dave resolutivo-. Solo vamos a hacernos cargo de determinadas ofensivas pero usted conservará el control de las bases y de las tropas estacionadas.
Maddox miró sorprendido a ambos hombres. Carville aún estaba algo resentido pero decidió intervenir para que no se notara su malestar.
- El general Coriolis no ha autorizado su destitución- dijo algo bloqueado, pues la inesperada situación de antes lo tenía algo conmocionado-. Solo fue una mera treta.
- ¿No comprendo?- preguntó confuso el coronel.
- El Mando Militar deseaba una cabeza de turco por esta desastrosa operación- volvió a hablar Strickland-. Ya sabe que hubo reticencias por parte del Mando y del Consejo de los Siete a autorizar Tormenta de espadas y como sabrá, los últimos eventos están poniendo las cosas muy difíciles. Quieren resultados y desean verlos ya.
- ¿Y que tengo yo que ver en esto si se supone que estoy relevado de mi cargo?- gruñó Maddox disconforme.
- Todos estamos en el mismo maldito barco- dijo esta vez Carville-. Sabe que está aquí por el general Coriolis. Fue quien le designó para dirigir esta operación y es consciente de que si el general cae, nosotros vamos detrás.
El coronel permaneció reflexionando por un leve rato pero no tardó en responder. Se reía incluso antes de hablar.
- Ya veo, solo quieren echarme la mierda encima para desviar atención y seguir con sus operaciones encubiertas- comentó antes de recostarse en un sillón. Parecía más relajado.
- Solo queremos una cosa, coronel- habló Carville.
Maddox sabía muy bien de que se trataba. Jason lo observaba con atención pues era claro que el coronel estaba al corriente. Él fue quien lo descubrió y se jactaba de ello. Si no fuera por las circunstancias, le golpearía hasta la extenuación, pues no eran más que un enorgullecido bastardo.
- El Conducto- dijo el hombre en un leve suspiro.
- Así es- aseveró Carville-. Solo queremos unas tropas, una base y su autorización para atacar el lugar donde los Gélidos lo ocultan. No serían más que unos días. Luego, las bases. El planeta. Todo quedaría bajo su control.
El coronel volvió de nuevo a callarse. Para Jason, era como tratar con un mafioso. Haciéndole proposiciones y tratos en busca de que cediera. De que les dejase trabajar allí sin ninguna presión o vigilancia. Era un asunto complicado y más valía manejarse con suma estrategia. Ya había visto lo temperamental que resultaba el coronel.
- ¿Y el asalto contra Asgard?- preguntó Maddox.
Jason se mantuvo callado. Pensaba en que decir. Sabía que esta era la parte fundamental del plan. De cómo desarrollaran los acontecimientos ahora, dependería el destino de la guerra.
- No puedo decirlo de forma concluyente pero creo que Coriolis estaba pensando en usted.
La expresión en el rostro de Maddox cambió de forma repentina. Parecía sorprendido e incluso, emocionado.
- ¿Está en lo cierto?- preguntó nervioso a Carville.
Este se mantuvo en su sitio sin hablar. Tan solo miraba como el coronel parecía cambiar su carácter. Eso era lo que quería. Ganarse de nuevo su confianza y que no resultase problemático.
- Y para eso, quiere un ejército y luz verde para acabar con los Gélidos y recuperar el artefacto de la Primera Raza- dijo Maddox haciendo énfasis en la última parte de la frase-, ¿o me equivoco?
- Sabe que no- le respondió raudo el capitán.
Strickland y Kessler miraban impacientes. Aquella conversación estaba tomando matices importantes y lo que se sacase en claro de ahí, sería lo que decidiese el devenir de aquella guerra. Esperaban que ambas partes llegaran al acuerdo más correcto y cordial posible. No estaban para más enfrentamientos.
Maddox se quedó pensativo ante lo que se le ofrecía. Reflexionaba el plan que Carville le había propuesto. Al menos, eso era lo que el capitán deseaba creer. Sabía que el coronel era un tipo muy ambicioso y esta situación le estaba resultando humillante. Finalmente, la conversación se retomó.
- Hay una base al norte- dijo Maddox-. La instalamos tras lo ocurrido con la negociación. Se llama campamento X-05 aunque muchos le han apodado campamento Infierno.
- ¿Por qué no se nos informó de esto?- preguntó Strickland con sorpresa.
- No creí que fuera relevante- habló Maddox mientras miraba a los ojos al sargento. Parecía que su aire desafiante estaba regresando.
- Cualquier movimiento de tropas debe ser informado- le comentó incisivo Strickland-, pero veo que ya carece de importancia.
- Eso parece- aseguró el coronel. Luego, se volvió a Carville, ignorando por completo a su amigo Dave-. Si quieren, pueden instalar a sus soldados en ese lugar y usarlo como base de ataque. La capitana Eloise Button, líder de la compañía Toro, se encarga de dirigirlo. Es con ella con quien deberán hablar si desean organizar el ataque.
- Así haremos- dijo con seguridad el capitán-. ¿Algo más que debamos saber?
Una malévola sonrisa se transfiguró en el ya agotado rostro de Maddox. Carville sabía que jamás podría fiarse de un hombre como él.
- Bueno, al campamento no lo llaman Infierno por su calor precisamente.- Su voz sonaba de repente insidiosa y hasta tétrica.
Strickland sintió un leve escalofrío recorrer su cuerpo y llegó a dar un pequeño respingo en su asiento. Kessler se echó a reír. Pero Carville permaneció estoico.
- Cuénteme algo que no sepa- le dijo.
El coronel se le quedó mirando divertido. Le sorprendía la seria reacción de Jason y no creyó que fuera a impresionarlo.
- En estos últimos días, nos han llegado informes de ataques por parte de los Gélidos- le informó Maddox-. El último mensaje, de hecho, hablaba de unas 20 bajas. Si parten ahora, puede que lo encuentren todo en ruinas.
- No me extraña que la operación este siendo un desastre- habló en ese repentino momento Strickland-. Los deja ahí fuera solos, a merced del frio y de esos putos alienígenas. Resulta increíble coronel.
- Estaba esperando a que vosotros vinierais- dijo sarcástico Maddox-. Lo grandes héroes.
- Ya basta- interrumpió Carville. Todos le miraron con sorpresa-. No quiero más peleas. Coronel, partiremos ahora mismo. Le enviaremos esta noche un mensaje con la información.
- Si van en aeronaves, será mejor que desembarquen en la zona este. Los vientos soplan muy fuertes y van a desequilibrarlas- le aconsejo el coronel.
Carville se levantó y miró al coronel.
- No hará falta, iremos a pie- dijo ante la sorpresa de todos.
Se dio la vuelta y marchó hacia la puerta. Viendo que iba a quedarse solo en esa habitación, Strickland se puso en pie también y fue donde su amigo. Ambos se despidieron de forma cortes de Maddox y Kessler y acto seguido, salieron de allí.
- Te juro que estaba dispuesto a apuñalarle en un ojo- dijo con desdén el teniente.
- Te has comportado como un imbécil- le espetó de repente Maddox.
Kessler le miró sorprendido. Notaba mucho enfado a través de esas ásperas palabras.
- Yo...- El teniente quedó dudoso ante que decir-, pensé que le haría daño.
- Somos militares, idiota- Las palabras de Maddox sonaban hirientes-. Jamás me atacaría.
- Solo, me preocupaba por usted.- Se notaba que Kessler estaba algo triste.
- Anda, ven.
Acudió a la llamada de su coronel. Y también novio. Este le estrechó con su brazo por la cintura atrayéndolo, haciendo que se inclinase sobre él. Quedaron cara a cara. Acto seguido, se besaron. Fue un beso lento, dulce y lleno de cariño. Se miraron a los ojos. Kessler sabía muy bien que lo amaba y que estaba dispuesto a morir por protegerlo.
- Me gusta que des la cara por mí- dijo Maddox y ambos se echaron a reír.
El teniente se incorporó y caminó un poco por la habitación. Maddox comenzó a ojear en su monitor algo de información. Miró un par de veces a su amado, quien iba de un lado a otro.
- ¿Cuánto crees que tardaran en llegar al campamento?- preguntó en ese instante.
- Tres días- respondió enseguida el coronel.
Kessler se acercó de nuevo a la mesa y quedó cara a cara frente a su pareja. Se miraron de forma intensa.
- ¿Sabes que esto nos va a joder todo?- preguntó sin apartar sus ojos de los de Maddox.
- Es el precio que hay que pagar- respondió cauto el coronel.
El teniente se levantó y volvió a recorrer la sala de un lado a otro. Estaba muy cabreado pero sabía que no valía la pena discutir con Maddox. Él no era el culpable.
- Hicimos un trato- dijo en un suspiro-. No iban a pagar mucho dinero por el Conducto y ahora todo se va a ir a la mierda.
- No digas eso- le dijo Maddox.
- ¿Por qué no?
- Yo lo veo de otro modo- le explico el coronel-. Ahora ellos se irán a ese campamento. Tardaran días. Perfectos para requisar todos los artefactos que hemos recuperado y enviárselos. Quedarán encantados.
- ¿Y el Conducto?- La pregunta de Kessler sonaba con ansiedad.
Maddox guardó un poco de silencio pero la sonrisa que enmarcaba su rostro daba a entender su respuesta.
- ¿Por qué crees que los mande a ese campamento?
- ¿No crees que sobrevivan?
El coronel titubeó un poco pero no tardó en responderle.
- Es poco probable- especuló-. Conozco a Carville y sé que no desfallecerá ante esta situación pero aun así, con los informes enviados, parece que los Gélidos están atacando de forma despiadada. Cualquier cosa puede pasar.
- Yo lo único que quiero que pase es que el Legado del Antiguo Culto nos pague mucha pasta por esos objetos y así podamos los dos largarnos tranquilos de esta locura.
Ambos quedaron en silencio.
- Lo harán.- Aseguró Maddox-. No hice tratos con fanáticos para nada.
Jason y Dave ya estaban fuera de la base de operaciones cuando este último decidió hablar.
- Sabes perfectamente que Maddox nos oculta muchas cosas.
Carville le miró por un instante. Luego, volvió su cabeza y miro la amplia base.
- Claro que lo sé- dijo seguro-. Han desaparecido artefactos. El retraso de la campaña no es por culpa del enemigo. Es evidente que hay otros intereses tras esto-. Dejó de hablar por un instante y sintió la brisa fresca contra su rostro-. Pero eso no es lo importante ahora. Necesitamos el Conducto. Lo necesitamos ya o estaremos todos jodidos.
Su amigo asintió ante estas palabras.
- Busca a la sargento Walker y dile que se preparen. Yo voy a los garajes. Nos harán falta vehículos y armamento.
- Quieres llegar allí haciendo ruido, ¿eh?- le dijo Strickland divertido.
- ¿Ruido?- se carcajeó Carville ante esto-. Vamos a hacer tanto que toda Midgard se va a enterar de nuestra presencia. Quieren guerra. Pues la van a tener.
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Pues nada, ya tenéis la conclusión de este capitulo. Logre terminarla entre el lunes y ayer. De una sentada, ademas.
Como veis, al guerra se esta acercando y se avecina una gran batalla de hecho. No os digo mas pero sera espectacular. Aunque siguen habiendo oscuros intereses ocultos tras estos.
Este fin de semana publicare el siguiente en el que volveremos con Zeke y Asgard. En el, resolveremos una de las grandes incógnitas que tanto os están desesperando. Prometo no ser tan malo como los guionistas de The Walking Dead. Los que sigáis la serie, sabréis a que me refiero.
Y nada mas. Solo daros las gracias por seguir mi historia y comentarla. Saludos!!!
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