Capitulo 27- Escapar (Parte 2)
23 de Junio de 2665. Sistema Aciansi. Asgard. 22:34.
Zeke estaba ansioso. Desde la primera conversación que mantuvo con Kvasir, el joven no había dejado de pensar en todo lo que había sucedido desde que llegó a Asgard. Lo peor no era lo que ya llevaba vivido, sino el hecho de que esto no era nada en comparación con lo que se aproximaba, el Gran Colapso. Solo escuchar ese nombre hacía que la sangre se helase más de lo que ya estaba. Para el joven Ralston, la guerra en la que se hallaba inmerso y para la que tanto se había preparado no era nada en comparación con lo que se cernía. Ese miedo fue alimentado por los interrogatorios a los que le sometía el asesino, haciendo que cada vez sintiera mayor incertidumbre ante su destino como al del resto de formas de vida de esta galaxia.
No le había contado a ninguno de sus compañeros nada de sus reuniones con Kvasir. Cada vez que regresaba de alguna y le preguntaban, les respondía con el silencio. De momento, prefería no decirles nada, no solo para no ponerles en peligro, sino también, porque dudaba que pudieran entender todo por lo que estaba pasando. Si, ellos también vieron a Estilvius en aquella cueva y escucharon todo lo que dijo, aunque solo él comprendía la importancia de aquellas palabras. Sonaba a algo típico sacado de una novela barata, pero era consciente de la gravedad del asunto. En cierto modo, parecía haber establecido un fuerte vínculo de comprensión respecto al horror que acechaba desde el otro lado de la galaxia. O a lo mejor, simplemente divagaba estúpidamente.
El capitán Oliveira estaba de nuevo dando vueltas de un lado a otro. Seguía empeñado en escapar de allí. Ya había inspeccionado cada rincón de la celda y no perdía de vista a los guardianes, pendiente de cuando acababa cada turno y contando el tiempo que tardaban en darle el relevo alguno de sus compañeros. A Zeke le apenaba verlo tan centrado en esa idea. Él era quien más preguntas le hacía sobre el exterior, de si había visto alguna salida segura o si había mucha presencia de Gélidos. Su respuesta siempre resultaba igual, nada. Eso enfurecía mucho al hombre, pero el joven soldado sabía como terminarían de intentar escapar: muertos. Sin embargo, Ralston no estaba tan de acuerdo en ese pensamiento para su propia sorpresa.
No se lo había contado a nadie, ni tan siquiera a Miranda. Había sido su mayor apoyo en todo este tiempo. Le dolía estar ocultándole esa información, pero consideraba que era necesario. Ella siempre estaba muy atenta a como se comportaba. Parecía sospechar y, conociéndola, seguro que así era, aunque Zeke prefería ignorarla y fingir, por mucho que le doliese. A veces, en algún rincón de la celda o fuera, apoyado en los barrotes, podía ver a su difunto amigo Kyle sonriéndole con aire siniestro. Como siempre. Era una señal clara de esa locura que tanto lo carcomía. No tan agresiva, aunque latente, acechando el momento oportuno para regresar.
El viento soplaba fuerte ahí afuera. Los pasos del capitán de un lado a otro resonaban en la celda. Zeke respiraba un poco alterado, notándose cada exhalación retumbando dentro de su traje. En la pared del lado izquierdo, como siempre, Kingston dormía. El muchacho ya estaba más recuperado de la herida que le causó Loki. Los Gélidos, para su sorpresa, lograron curarlo a tiempo y tras otra revisión, parecía estar mejor. Burrows estaba a su lado, pendiente de que estuviera bien. Al igual que Zeke y Miranda, entre ellos dos se había establecido una suerte de estrecho vínculo. Había una confianza enorme entre ambos y eso, hacía sentir alegre a Ralston. Siguió mirándolos por un poco más hasta que notó un tirón en su brazo izquierdo. Al volverse, se encontró con Cruz, quien lo observaba en silencio.
—¿Como estás? —preguntó la cabo.
Le encantaría poder volver a ver sus ojos. Hacía tanto que no los contemplaba que se estaba volviendo loco. Delante tan solo tenía ese casco marrón oscuro con una pantalla de cristal. Ese era el rostro de Cruz en esos momentos y lo detestaba con todas sus fuerzas. Al menos, había visto a Freyja. Se sentía reconfortado por ello, pero solo un poco.
—Si —contestó de forma seca.
El silencio se volvió a formar entre ellos dos. A Zeke le seguía importunando ser así. Deseaba decírselo todo, darle a ella y al resto algo de esperanza, pero era mejor así. De otra forma, sería un riesgo muy peligroso. No estaba dispuesto a perder más vidas amigas.
De repente, la puerta de las mazmorras se abrió. Sonaron varios pasos cruzando el pasillo. Oliveira, que aún seguía de pie, se volvió enseguida al escuchar a quien se acercaba. El resto también se percató. Enseguida, frente a la puerta apareció un Gélido muy misterioso. Llevaba una armadura blanca recorrida por franjas negras. Ninguno de los allí presentes parecía saber quien era, pero Zeke lo tenía mas que claro. Era Kvasir y no podría haber aparecido en mejor momento.
El Gélido se quedó mirando a los humanos por lo que parecía un minuto. Pareciera estar evaluándolos con detenimiento. Se movió de un lado a otro junto a las rejas, emitiendo sonoros golpes con cada paso dado. Zeke no entendía muy bien a que venía tanta ceremonia. Sabía claramente a por quien venía, no comprendía que pretendía con tanto espectáculo. Así siguió hasta que se acercó a los guardias.
Ninguno podía entender lo que decían, pero Zeke intuía que era lo que le estaba pidiendo. En nada, la pareja de guardias se dirigió hacia la celda y abrió su puerta. El capitán Oliveira se incorporó un poco, como si tuviera intención de aprovechar el momento para tratar de atacar a los guardias y así escapar de allí. Sin embargo, estos no tardaron en apuntarles con las lanzas de plasma, clara señal de que sabían lo que hacían al abrir la celda. No permitirían que nadie saliera de allí. Entonces, uno de ellos señaló a Zeke.
El joven soldado quedó un poco reticente a levantarse, pero las insistentes señas del guardia hicieron que se incorporarse. Sus compañeros lo miraron llenos de extrañeza. Seguían sin acostumbrarse al hecho de que lo estuvieran reclamando tanto. En un momento dado, cuando comenzó a andar, notó que alguien lo agarraba del brazo. Al mirar abajo, supo de quien se trataba.
Miranda no quería que se marchase. Lo aferraba con fuerza, tratando por todos los medios de retenerlo. Eso dio un vuelco al corazón de Ralston. En verdad, apreciaba toda aquella preocupación y le destrozaba ver a sus amigos de esa manera, pero no tenía otra alternativa. Esta era la única forma de poder salvarlos a todos. No había otra.
—Lo siento —dijo en voz baja.
Desde el otro lado, el guardia gritaba enfurecido en su idioma. No hacía falta entenderle para saber que reclamaba al humano que viniera con ellos. Así lo hizo.
Llegó hasta la puerta y miró una última vez a todos los que dejaba allí. Un nudo se formó en su garganta. No podía creer lo que estaba a punto de hacer y el miedo de pensar que los abandonaba a su suerte, sin saber que negro destino podría esperarles lo atemorizaba. No obstante, se dijo que esta era la única opción que tenía. Debía aprovecharla por el bien de todos.
Tras esto, salió de la celda y se dirigió hacia Kvasir, quien lo observaba paciente. El soldado ya no sentía ningún miedo hacia el Gélido, pues tantas conversaciones les habían permitido conocerse. En cierto modo, era como Thor, solo que mucho mas siniestro y hostil, pero en el fondo, tenían un mismo objetivo. Y ese era parte de su plan. Sin decir nada, se marcharon de allí, listos para dar inicio al plan de escape.
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Zeke y Kvasir recorrían los pasillos de Valajskalf con sumo cuidado, atentos de que nadie les viese. Ni siquiera Vintras, el Huskarl personal de Loki, sabía que el asesino había ido en busca de Zeke. También debían de tener en cuenta que era de noche y se suponía que todos estaban durmiendo. De momento, estaba saliendo a la perfección, pero cualquier intromisión, por pequeña que fuese, lo podía echar todo a perder.
Avanzaron con sumo cuidado hasta que el Gélido vio venir a tres Alfars por el otro lado del camino. Obligó al muchacho a retroceder y fueron por otra parte hasta acabar en uno de los halls que había al oeste del palacio. Allí, se detuvieron para evaluar como iban a continuar.
—¿Ocurre algo? —preguntó el humano un poco nervioso.
Kvasir caminó de un lado a otro, cavilando sobre como debían proceder en aquellos momentos. El chico no le quitaba ojo de encima, muy tenso ante lo que pudiera suceder.
—Muy bien, creo que ya se lo que vamos a hacer —dijo al final el asesino, tras detenerse.
Zeke estaba muy alterado y ver a ese ser de armadura blanca lo ponía aún peor. Pese a que sabía cosas terribles como él, no llegaba a fiarse del todo de aquel extraterrestre. No era para menos, se suponía que se trataba de su enemigo.
—Se acabó, usaré el segundo plan —dijo de forma repentina el Gelido.
El humano, muy tenso al escucharlo, dio un par de pasos adelante, colocándose justo frente a él, mirándolo con mucha preocupación.
—Oye, dijiste que me sacarías en tu nave del maldito planeta —le habló desesperado—. Ese era el trato si yo te decía todo lo que sabía.
—Ya, pero ahora las cosas han cambiado —dijo Kvasir—. Hay demasiada vigilancia y no podría llevarte hasta el hangar. Es demasiado arriesgado. Será mejor usar la otra vida de escape.
Respirando intranquilo, Ralston no dejaba de pensar en que la otra opción suponía no poder abandonar el planeta tal como tenía planeado. La idea era huir en la nave de Kvasir y que este le dejase en alguna de las colonias fronterizas para después, ser recogido por fuerzas aliadas y partir al ataque en Asgard. Eso, al menos, suponía que haría el ejército, ya que la batalla en Midgard parecía ganada. Sin embargo, nada de esto iba a ser posible.
—Quedate aquí un momento —le avisó Kvasir—. Voy a comprobar si es ya el cambio en el turno de la guardia.
No tuvo más remedio que esperar. Cuando lo vio desaparecer por una de las puertas, se lamentó de haber accedido a algo así. Ya no solo por el riesgo que corría si los descubrían, sino por dejar atrás a sus compañeros. Le enfurecía hacer algo así y, pese a decirse que era la única manera de salvarlos, sentía que era un grave error abandonarlos. Siguió allí esperando, sin dejar de pensar en todo lo que estaba haciendo, cuando escuchó unos pasos detrás. Asustado, pensó que alguno de los Alfars había entrado en la estancia, y se dio la vuelta, dispuesto a confrontarlo. Sin embargo, se encontró a alguien muy distinta.
—¿Freyja? —dijo el humano.
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Pues nada, ya lo tenéis. He tenido unas semanas un poquito agitadas, así que siento haber tardado tanto. Vamos a ver si puedo terminar la tercera parte de este capitulo, que la cosa anda muy emocionante. Gracias por todo.
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