Capitulo 2- Agotado (Parte 1)
21 de Mayo de 2665. Sistema Solar. Tierra. 12:30.
El brazo era de color gris cromático. Un color inusual para la extremidad de un ser humano. Pero ello tenía una explicación. El brazo era una prótesis robótica. Dos extensiones metalizadas conformaban este brazo, unidas por un disco automatizado redondo que era la articulación del codo. En el extremo se hallaba una mano mecanizada capaz de coger y manipular cosas con una naturalidad sorprendente. De hecho, en esos instantes, la mano sostenía una pequeña botella de cristal cuyo contenido era bebida alcohólica. Este mismo brazo, se encargó de elevarlo para que el hombre pudiera beber de la botella. Lo hizo con la misma precisión que un brazo natural.
El que aquella prótesis robótica se moviera de forma tan fluida e incluso elegante, se debía a unos sensores que esta incorporaba en su extremo superior. Eran electrodos que detectaban el movimiento de contracción del hombro, de forma que un software incorporado en la prótesis calculaba el movimiento a llevar a cabo. La mano incorporaba un programa independiente que detectaba el objeto y calculaba la presión y fuerza necesarias para cogerlo. Pero todo ello no terminaba de conformarse si el brazo no conocía la función de ese acto. Un sensor especial detectaba los impulsos nerviosos del cerebro, reproduciendo la función que este ordenaba al brazo. De esa manera, aquella prolongación de plástico y metal funcionaba como un miembro real humano de forma perfecta.
Tras beber un trago de la caliente cerveza procedente de factorías establecidas en la Luna Terrestre, el hombre continuó viendo la televisión. Esta era una pantalla de fino cristal que emitía un fotogénico brillo que iluminaba de forma leve la oscura estancia. Era la única fuente de luz de la habitación. La ventana estaba cerrada gracias a una chapa metalizada que la recubría y no dejaba pasar ni un solo hilo de luz del Sol. Eran las 12:30 del mediodía, así que el astro rey brillaba con su mayor plenitud. Pero él no deseaba nada de claridad. Quería estar sumido en la mayor negrura posible, pues, en ella se sentía mas seguro. Y feliz.
Aburrido de la película que emitían, un clásico del siglo XX llamado Ciudadano Kane, agarró el mando de la televisión con su mano derecha, la que era natural y cambió a otro canal, en busca de algo interesante. Tras pasar por programas de turismo intergaláctico, series animadas sobre antropomorfizados animales, noticias sobre las heroicas gestas de la Infantería Básica en varios conflictos de la Guerra Interestelar, programas de cocina sobre como hacer sopa de algas grises con grillos rebozados y telecomedias sobre familias atrapadas en el planeta a donde iban de vacaciones, por fin encontró lo que quería ver.
Se trataba de un reality show llamado "Ultimo hombre en pie". Consistía en asistir a las desventuras de un grupo de humanos atrapados en un hostil y salvaje planeta. 5 hombres y 5 mujeres eran abandonados en la superficie de ese mundo. Cada uno de ellos recibía un pequeño kit de supervivencia que podía variar dependiendo de cada persona. Una linterna, comida, armas, un GPS con la localización de más provisiones y cualquier otro utensilio o herramienta esencial para sobrevivir en aquel desolador lugar. Ganaba el que encontrase las distintas piezas para formar un transmisor que emitiría una señal de socorro a un satélite que orbitaba alrededor del planeta. El satélite mandaría la señal hasta los aparatos de seguimiento del estudio del canal y estos enviarían una nave de rescate para llevarse al concursante ganador. Pero para lograrlo, el concursante tendría que luchar contra los peligros que habían en el planeta, ya fueran el clima, la escarpada geología del lugar o los animales que lo habitaban y como no, a sus propios compañeros. Raras eran las alianzas y en caso de hacerse, solían acabar en traiciones. A veces, las confrontaciones eran tan violentas, que terminaban en muerte. Pero como los concursantes firmaban un acuerdo de responsabilidad en el cual la cadena era exculpada de cualquier incidente al exponerse los concursantes por su cuenta y riesgo, los hechos nunca trascendían. Además, las muertes siempre conseguían grandes audiencias. Por ello, era el reality más exitoso y longevo. Emitido en más de 175 planetas durante 200 años y orgullosos de ello.
El programa que veía el hombre mostraba a una atractiva mujer de unos veintipocos años de edad como la presentadora del programa. Llevaba un ceñido vestido de color azul oscuro provisto de un redondeado escote que mostraba los voluminosos pechos de la joven. Obsequió a la cámara con una cálida sonrisa que parecía perfectamente fingida y se dispuso a hablar.
- ¡Bienvenidos a la 16ª edición de la nonagésima octava temporada de Ultimo hombre en pie!- dijo la mujer de carrerilla, como si se lo hubiese aprendido de memoria- Hoy estamos pendientes de cómo Daniel Graves está tratando de escapar del amplio cañón hacia donde fue para recuperar la baliza de socorro pero que Silvia Mendez le robó en plenas narices.- En la pantalla, se mostraba a un hombre tratando de escalar un escarpado risco. En un punto, se ve que el hombre va a resbalar pero al final, consigue aferrarse al filo y salir. Tras esto, la pantalla vuelve a mostrar a la mujer.- Por otro lado, Yusef Gadafi ya está recuperado de la quemadura con bengala que recibió y listo para vengarse de Tao Hae Park, quien le arrebató parte del transmisor cuando se cruzaron en el arroyo- A continuación, se muestran imágenes de un hombre árabe y otro asiático encontrándose frente a un rio y como el asiático le arrebata un aparato metálico al árabe. Luego, el video vuelve a la presentadora.- Y estas no son más que una pequeña parte de las múltiples historias que están teniendo lugar en estos momentos en Epsilon Tauri de la constelación Taurus. Y se las mostraremos en este resumen de la semana.- La chica se detuvo por un instante para tomar algo de aire- Y ahora, damos paso a unos espacios publicitarios. ¡Volveremos enseguida!
La pausa para los anuncios se inició en ese momento. El hombre, al ver que ya no le quedaba cerveza, decidió levantarse para ir a por una mas a la cocina. Al incorporarse, aquella figura desgarbada se vio alumbrada por la luz del aparato electrónico, revelando como poseedora de mayor porte y fortaleza. El hombre era de estatura media pero poseía una gran musculatura. No es que tuviera el cuerpo de un culturista pero se le veía en buena forma. Su piel era morena pero sin llegar a oscura, con algo de vello en su pecho y desde su abdomen pasando por el tórax y la espalda, se notaban cicatrices que recorrían su cuerpo de forma sinuosa. Desde alargadas líneas a amorfas manchas. Todas ellas, muestras de un violento pasado que aun no se había desvanecido. Estaba rapado aunque en su cara lucía una barba de cinco días de color marrón claro. Mientras comenzaba, se giró un momento.
En la televisión se mostraba uno de las promociones del cuerpo militar de Infantería Básica. Orgullosos soldados lucían sus armas y uniformes mientras se colocaban uno al lado del otro, conformando una fila para acto seguido hacer el saludo militar mientras una azulada bandera de la Confederación de Naciones Aliadas de la Tierra ondeaba al viento. Su símbolo era un globo terráqueo que pretendía representar al planeta. Al mismo tiempo, una voz hablaba de las grandes hazañas llevadas a cabo por tan orgulloso ejército e instaba a los más jóvenes a alistarse. No hacía falta demasiado aleccionamiento, pues al estar en guerra contra extraterrestres, cualquiera no dudaría en unirse. Observó el anuncio hasta que este acabó y algo en su interior, resonó con fuerza. Un aciago recuerdo que pretendía olvidar pero que por más que hiciese, jamás le abandonaría. Sus ojos brillaban en la oscuridad, revelando esa rabia interna que reverberaba en su ser.
Tras finalizar el anuncio, continuó hasta la cocina. Al ser automatizada, las luces se encendieron al entrar. Se sintió cegado ante tanta estridente luminosidad. Apenas podía ver. Aun con todo, logró habituarse y entró en la estancia. La cocina era de un impoluto color blanco. A la derecha estaban la encimera con una gran pantalla en su centro que al accionarse te permitía programar la cocina para decirle que deseabas comer aquel día, ocupándose de hacerlo todo ella. Allí todo estaba bien integrado. Microondas, lavavajillas, horno, un robo integrado que se ocupaba de preparar los platos, la placa de cocción y por último lugar, el frigorífico. Siguió su camino hasta llegar a donde quería.
Al acercarse, el electrodoméstico se abrió y una voz femenina de sonido agradable le preguntó que deseaba. El hombre se detuvo por un leve instante, dubitativo ante qué hacer. Al final, decidió ser el mismo quien cogiera la bebida. Tras eso, se marchó de vuelta al oscuro salón. La voz, perteneciente a un programa de software que controlaba todos los aparatos de la cocina, se despidió de él. Ni le hizo caso. Tan solo se limitó a sentarse de nuevo en su sillón y empezar la nueva botella con ayuda de un cuchillo militar que había sobre la mesilla que tenía a su derecha, en vez de usar el abrebotellas electrónico. Mucho mas cómodo y eficiente, o eso decían en el programa de teletienda que lo anunciaba.
Prosiguió viendo aquel programa. Lo veía, no por interesarle saber quién iba a ser el ganador o si sobrevivirían a todas las adversidades que hallaban si no tan solo, porque se notaba que todo era falso. Los métodos de supervivencia usados por los concursantes eran erróneos y las supuestas peleas entre estos eran falsas. Se sabía desde hace tiempo que el programa era una completa farsa, que incluso las muertes eran fingidas pero el morbo de ver gente sufriendo era lo que hacía que tuviesen tan buenas audiencias. No era ninguna mentira que en tiempos desesperados la gente buscaba los entretenimientos más banales e inmediatos para desvanecerse de la cruel realidad. Y en una época donde la humanidad se hallaba acorralada ante un enemigo alienígena con claras intenciones aniquiladoras, era normal que programas basura como este triunfasen.
Veía el concurso tranquilo. Se reía, aunque de forma algo seca, ante cualquier acto de los supuestos supervivientes. Luego bebía un trago de la fría cerveza. El helado líquido recorría su garganta y penetraba en su cuerpo con su gélido aliento, haciéndose que se revolviese. El alcohol sin embargo, le proporcionaba una lenta sensación de calor que lo iba aletargando poco a poco. Eran dos sensaciones tan contrarias pero a la vez, tan placenteras, que deseaba convivir con ambas hasta la eternidad. Entonces, dos secos golpes en la puerta de entrada hicieron que se pusiese en guardia.
No esperaba a nadie. De hecho, ninguna persona sabía donde se encontraba. Aquello le puso en guardia. Otros cuantos golpes sonaron en la puerta y eso fueron suficientes para él. El capitán del cuerpo de Vanguardia Jason Carville se volvió hacia la mesilla. Allí encima estaba su arma, un revolver Colt calibre 45 de cañón largo. De gris metálico desde el redondeado tambor hasta la punta y de color marrón oscura la culata, era ya una antigua reliquia de tiempos pasados. Pero seguía siendo un arma letal. Cogió la pistola con su brazo izquierdo robótico y abrió el tambor con la derecha, revisando que contuviesen balas. Tras contarlos, vio que tenía 4 balas. Serían suficientes.
Apuntó el arma hacia la puerta. Estaba algo nervioso y el revólver le temblaba en la mano pero respiró hondo y se calmó. Apuntando bien, retiró con el pulgar el percutor y deslizó el índice sobre el gatillo. Estaba listo para disparar.
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Antes de nada, disculpas por tardar tanto. Entre trabajos, estudios, charlas y una cita al medico, no he podido subir el capitulo antes. Y el que viene no se presenta mejor. Intentare subirlo lo mas pronto posible pero ya veremos. Os he dejado una imagen arriba que os muestra el aspecto del nuevo personaje, el capitan Jason Carville. Buscare de otros para que tengáis una mejor idea de como son. Saludos!!!
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