Capitulo 19- Juego de niños (Parte 3)
En cuanto se encontraron, Frey fue directo a por el humano. Se lanzó sobre él, colocándose encima de su cuerpo y rodeando su cuello con sus manos. Comenzó a gritar y a proferir amenazas en su idioma. Zeke intentaba zafarse pero el joven Gélido mostraba una mayor fuerza de la habitual y le estaba costando trabajo. Finalmente, fue Freyja quien se interpuso para evitar algo peor.
— Rut, ¡basta!— le gritó la princesa—. ¡Le vas a hacer daño!
— ¡Y él pretenderá hacértelo a ti!— le replicó su hermano—. ¡Aléjate mientras acabo con su miserable vida!
El Vanir se notaba desatado, con ganas de querer llevar a cabo tan terrible acto. Sin embargo, su hermana no tardó en empujarlo a un lado, haciendo que se apartase del indefenso Zeke. Cuando vio la reacción de Freyja, el joven extraterrestre no supo que decir. Estaba impactado, sin poder creer que ella estuviese defendiendo a un humano, uno de sus más terribles enemigos.
— ¡Déjalo en paz!— le gritó con furia—. ¡Él no me ha hecho nada! Es más, ¡me salvó la vida en Midgard!
Tanto madre como hijo quedaron asombrados ante semejantes palabras. Zeke, por su parte, asistía confuso al momento, sin saber muy bien que ocurría. No podía entender lo que Freyja y sus familiares estaban diciendo. Lo único que el humano comprendía es que aquella era la familia de la Gélida y que por lo visto, estaba en problemas. De hecho, miró con temor hacia Frey, cuyos ojos refulgían un fuerte brillo amarillento, señal de lo enfadado que estaba. También la expresión fuertemente contraída de su grisáceo rostro indicaba que el Vanir parecía dispuesto a querer acabar con él.
— ¡Maldición, Leva!— farfulló el joven con agresividad—. ¡Esa criatura es uno de nuestros peores enemigos y tú le defiendes!
— Ya te he dicho que me salvó la vida en Midgard— trató desesperada de explicarse Freyja—. No es malo, de verdad.
— ¡Ya basta!— interrumpió en ese mismo momento Skaoi.
Los dos hermanos se detuvieron de forma repentina ante la inesperada intervención de su madre. Avanzó hasta ponerse a la altura de ambos jóvenes y los miró con la severidad con la que solo una madre podría hacer.
— Rut, eres el único varón de esta familia ahora que tu padre ha sido encerrado por nuestros enemigos Aesir. Deberías comportarte como tal y no hacer esta clase de locuras— le regañó a Frey con bastante enfado. Luego, posó su vista en Freyja—. Y tú, Leva, no sé qué hace confraternizando con una de las criaturas que amenazan con exterminar nuestra especie. ¿¡Es que te has vuelto loca?!
— Mama, este humano me protegió allí— le contestó la joven extraterrestre desesperada—. De no ser por él, habría muerto. Estuvo conmigo, cuidándome y protegiéndome de todo el que me amenazaba. Le debo mi vida.
La princesa Vanir estaba ya al borde del llanto. Zeke no sabía qué hacer, pues seguía sin entender que era lo que pasaba. Tan solo veía a Freyja muy asustada y aunque supuso que estaría intentando explicarle a su madre todo esto, le resultaba difícil saber si era así o no. Temía que fueran a llamar a los guardias para que le hicieran algo terrible. Como fuere, volvió la vista hacia su hermano Frey, quien lo observaba con bastanteo dio. Estaba claro que el joven no dudaría en matarlo si tuviera la mínima oportunidad.
— Es suficiente— dijo la madre a sus dos vástagos—. Quiero que os comportéis como los Vanir que sois, nosotros no somos bestias como los sádicos Aesir. — Tanto Frey como Freyja quedaron en silencio ante las severas palabras de su madre. Luego, Skaoi volvió sus ojos hacia su hija— Leva, necesito entender, ¿quién es este humano?
Zeke notó en Freyja una cierta reticencia a la hora de contestar, como si tuviera miedo ante la reacción de lo que su madre fuese a decir. Y observándola con atención, se fijó en que tenía motivos para temerla, pues resultaba imponente. Pese a su frágil aspecto, se la notaba fuerte y sólida en su forma de ser. Resultaba hermosa como Freyja, con su pelo largo y blanco y unos intensos ojos casi anaranjados. En cierta manera, madre e hija se parecían muchísimo. Tan solo se diferenciaban en que Skaoi poseía un toque más maduro, debido a su edad, y eso la mostraba como alguien más fuerte y decidida. Su hija, en cambio, tenía un toque más joven e introvertido. Eran muy diferentes, y eso que podrían ser hermanas de forma perfecta.
— Zeke es el humano que ejerció como guardián cuando fui capturada por su bando— explicó Freyja con cierta reserva mientras miraba al muchacho. Este, al notarse observado por la Gélida, se inquietó un poco—. A diferencia de sus congéneres, él fue muy respetuoso conmigo y estuvo siempre a mi lado, animándome y haciendo que mi estancia en ese lugar fuera lo mejor posible— Se detuvo un momento y ahogó un pequeño—. Le debo mucho, madre. Sé que es parte de nuestro enemigo pero te aseguro que no es como los otros e incluso cuando los suyos quisieron hacerme daño, me defendió de ellos, prestándose a que le condenasen por eso. No espero que lo comprendas, pero es así.
Acto seguido, empezó a llorar y Skaoi no tardó en abrazar a su hija, estrechándola entre sus finos brazos mientras ella se derrumbaba, incapaz de contener toda su tristeza.
— Cariño, sé que has pasado por una experiencia terrible— dijo su madre mientras acariciaba con amor su blanco pelo—. Y comprendo que te sientas en deuda con este humano por haberte protegido, pero las cosas ahora están muy mal. — Freyja la miró, con el rostro cuajado en lágrimas y una expresión de dolor dibujado en él—.Tu padre ha sido hecho prisionero por los Aesir, acusado de alta traición, hay una rebelión puesta en marcha y el peligro inminente de que otro Conflicto Tribal estalle. Por ello, invitar a este joven a tus aposentos, no ha sido una buena idea. No deseo traer más problemas a los que ya hay.
Freyja asintió al escuchar las palabras de su progenitora. Lo comprendía a la perfección pero aun así, la joven Vanir no estaba de acuerdo con ella.
— ¿Crees que a él le va mejor aquí, madre?— dijo mirándola fijamente, omo si de repente estuviera surgiendo de ella una inesperada valentía, aunque resultaba bastante dudosa—. Desde que están aquí, les han maltratado. Los tienen encerrados como si solo fuesen más que malditas alimañas. Turak se zafa con ellos. ¿Acaso no recuerdas cuando apuñaló a uno de sus amigas en aquella comida?— Parecía que iba a llorar pero la extraterrestre se contuvo y siguió hablando— Por lo que a mí respecta, están al mismo nivel que nosotros en esta situación, pese a que Rut y tú no queráis verlo.
Su hermano, al oír cómo le mencionaba, se adelantó con intención de contestar pero su madre le hizo un gesto para que no dijese nada.
— Me parece muy bien que digas todo eso, pero el humano debe regresar de donde vino. — La decepción se reflejó con claridad en la cara de Freyja—. Y vosotros, debéis de empezar a madurar. Esto no es un juego de niños. Las cosas se están poniendo mal y si vuestro padre muere, no lo quiera nuestro gran Dios del Hielo Perpetuo, sus vástagos deben estar preparados ante lo que acontezca, como heredar el reino o liderar una nueva guerra.
Esas palabras hicieron estremecer a ambos Gélidos pero mientras que Freyja se mostraba atemorizada, Frey parecía mucho más decidido.
— Yo ya lo estoy, madre. Desde hace tiempo me he mentalizado para lo que pueda pasar— dijo el joven envalentonado—. Sea lo que ocurra al final, estoy preparado para ello.
— Así me gusta, Rut— dijo la matriarca Vanir con orgullo—. ¿Tú también lo has entendido, Leva?
Se limitó a asentir. No tenía fueras para continuar discutiendo con sus familiares. Se notaba bien claramente, cuál de los dos hijos era el más favorecido en todo aquello.
— Si, madre. Llamaré a Dronan para que se lo lleve de vuelta a su celda— dijo resiganda Freyja.
— Ya me ocupo yo— le comentó Skaoi.
Ella fue quien se ocupó de llamar al Huskarl y cuando Zeke lo vio, supo enseguida que ya no iba a estar allí por más tiempo. Miró a Freyja, y aunque no comprendió de qué habló con su madre y hermano, supo que no fue algo muy bueno. Seguramente, era por su culpa. Ella lo miró por un instante y antes de que Dronan fuese a agarrarlo para llevárselo de allí, la princesa se abalanzó sobre él y le dio un fuerte abrazo. Le pilló de improviso, así que no supo que hacer, pero no tardó en estrecharla entre sus brazos. La apretó con fuerza, como si no deseara que ninguno de los dos fuese separado. Pero cuando el guardia lo agarró para llevárselo, supo que lo único que quería era tenerla a su lado.
— Nos veremos pronto, Zeke— le susurró al oído.
La princesa Gélida vio como el joven soldado se alejaba, saliendo por la puerta de su habitación mientras se quedaba con su madre y hermano. Entristecida, tan solo pudo agachar l cabeza y volverse al lugar donde estaba entada antes de que Ralston apareciese. Trataba de olvidar todo el infierno por el que estaba pasando y recordó la cálida sonrisa del humano, el más bello recuerdo que poseía de cuando estuvo en Midgard. Eso era lo único que le podría acompañar en esos momentos y lo que lograba calmarla.
El humano avanzó por los pasillos de Valajskalf en dirección a las mazmorras, donde volvería a reunirse con sus amigos. El encuentro con Freyja había sido al final más grato de lo esperado. Al menos, eso logró que recuperase algo de su decaído ánimo y le permitió reunirse con la princesa, a la que casi tenía como una imagen ya olvidada. Incluso, había apaciguado la sombría presencia de Kyle, la cual, pensó que le sorprendería mientras estuviera con ella. Pero no fue así y por eso, se mostró más reconfortado. Siguió dando bandazos con el Huskarl empujándolo hasta las celdas cuando de repente, chocaron con alguien de camino.
— ¡Mira por dónde vas!— espetó con furia Dronan mientras zarandeaba a Zeke para que no se le soltase.
Enseguida, vio de quien se trataba.
Lo había visto cuando fue a reunirse con Thor y después, cuando asistieron a la comida entre Aesir y Vanir. Al igual que en ambas ocasiones, portaba su armadura blanca de franjas negras. Su cabeza estaba oculta bajo un casco con una máscara que tapaba su rostro, dándole ese perfecto toque de siniestralidad con el que seguramente atemorizaría a todos sus enemigos. Con Ralston, ya lo estaba haciendo. Y no era para menos. Kvasir era todo un asesino y debía de hacer honor a sus víctimas cuando les llegaba la hora de matarlas.
El Vanir miró fijamente tanto al humano como al Huskarl. Este, volvió a tironear al chico, lastimándole un poco y obligándole a volver a andar.
— Vamos, estúpida alimaña— le gruñía con furia.
Tanto Kvasir como Zeke, se miraron por un instante, uno en el que ambos sintieron algo, no una conexión o revelación pero si una extraña familiaridad. Como si de alguna manera, alguien hubiera decidido que sus caminos se cruzasen para poder desencadenar algo mayor. Y no había sido la primera vez que les había pasado. Este era ya el tercer encuentro entre ambos. No podía ser más obvio. Al ver como el humano se alejaba, el Gélido sintió todo aquello con una fuerza mayor.
— ¡Espera!— le gritó al Huskarl.
Este giró de forma brusca nada más escucharlo.
— ¿Qué quieres, escoria Vanir?
Ignoró esas insultantes palabras y se dirigió al guardián con clara severidad.
— ¿Podrías dejarme al humano?— peguntó.
Dronan carcajeó un poco. Parecía divertirle la propuesta del asesino y pese a mostrar ciertas reservas, quiso continuar la conversación.
— ¿Para qué lo quieres?— Se notaba por sus palabras tanto la burla como la insidia que sentía por él—. ¿Es que vas a divertirte con él a base de tortura? ¿O pretendes follártelo?
— Lo que yo haga con esa criatura no es asunto tuyo— le dijo con claridad.
El Huskarl se mostró receloso de sus palabras. No parecía muy convencido de entregárselo y no era para menos. Él, como los del resto de su casta, era poco menos que patética escoria. No había motivos para cederle a una criatura como el humano, por poca simpatía que despertasen estos últimos.
— Me ordenaron que lo mandase de vuelta a su celda— exclamó Dronan—. Y ahí es adónde irá.
Notando que el guardián no iba a ceder con facilidad, decidió ser más diligente.
— Lo llevaré yo cuando termine lo que tengo entre manos— le comentó con tranquilidad—. Así te ahorraré trabajo.
— Je, si, seguro— exclamó el Huskarl de forma burlona.
— Vamos, puedes tomar mi palabra— dijo tratando de convencerlo—. Te prometo que en muy poco tiempo lo tendrás de vuelta en su prisión y sin ningún rasguño.
El sirviente Aesir seguía sin estar convencido. Sin embargo, ya se percibían ciertas dudas en él. Parecía dispuesto a ceder pero necesitaba algo que terminara de convencerlo. Un buen argumento. Uno bueno de verdad.
— ¿No se enteraran mis jefes?— preguntó dudoso—. Si te ven con él, me caerá una buena. Ya lo he sacado a petición de esa princesa caprichosa de tu casta. Me la estoy jugando, ¿sabes?
— Descuida, conmigo ni se darán cuenta de que ha salido de su celda.
Reticente, Dronan no parecía dispuesto a entregar a Zeke. Pero era evidente su deseo de querer irse a descansar. Estaba muy harto de andar vigilando y transportando humanos que necesitaba un respiro con desesperación. Al final, agarró al soldado del hombro y el dio un suave empujón para dirigirlo hacia Kvasir. Este sonrió satisfecho con una pantagruélica mueca, aunque no se percibió al tener oculta su cara.
— Gracias amigo— dijo muy satisfecho.
— Devuélvelo enseguida— le ordenó el Huskarl mientras iba alejándose—. Como no esté en su celda, te cortaré en mil trozos y se los daré de comer a los nadadores de la Banquisa.
— No temas, estará allí antes de que des tu primera cabezada.
En cuanto Dronan desapareció de vista, Zeke sintió un fuerte zarandeo y como lo agarraban con fuerza de los hombros. Antes de darse cuenta, el joven notó su espalda chocando contra la pared y vio Kvasir se le acercaba de forma lenta y tétrica. Parecía una sombría figura que surgiese de las entrañas de la oscuridad. El joven respiró intranquilo y por un instante, el miedo le inundó de nuevo como no lo hacía desde hace tiempo. Ni siquiera frente a los rebeldes se notaba tan atemorizado.
— ¿Tu estuviste en Midgard?— preguntó con cierta dificultad el asesino.
El muchacho tembló horrorizado al escucharlo hablar en su idioma. Lo hacía de forma un poco torpe pero aun así, se le entendía bien.
— Te he hecho una pregunta— le dijo furioso al ver que no contestaba—. ¡Habla!
No deseaba estar allí. Cerró sus ojos y pensé que se hallaba en Zanzíbar, esa inmensa metrópolis del sudeste africano, junto a su familia y amigos. Se acordó de Kyle y eso le llevó a recordar a Freyja. Pensó en la Gélida y en todo lo que tenía que pasar. Ahora, él también era indemne testigo y víctima de tan horrenda tortura. De repente, escichó como se desenvainaba una espada o cuchillo y comenzó a escuchar un suave roce contra la dura capa de su casco. Al abrir sus ojos, vio de qué se trataba.
Kvasir había sacado una afilada cuchilla que había surgido de la parte superior de su brazo, sobre la muñeca. Seguramente, la había desplegado de su armadura. Vio como la larga extensión metálica acabada en punta y de color gris oscuro acariciaba su casco, con clara intención de cortar la superficie de cuero. Zeke se estremeció al ver como aquel monstruosos ser jugueteaba de forma tan infantil con él.
— O empiezas a hablar ya mismo o te lo clavo en el ojo— amenazó con alevosía el ser enmascarado.
Tomó algo de aire y decidió hablar. Era lo mejor en esas circunstancias.
— Si, serví en Midgard— respondió con palabras que se atragantaban en su boca.
El asesino lo presionó mas contra la pared y al joven pensó que no le quedaría mayor tiempo en ese lugar. Quizás fuera lo mejor.
— Continua— le solicitó con desalmado interés Kvasir.
Torturado por el tenso momento, el chico no tuvo más remedio que proseguir.
— Yo era parte de la compañía Lobo. Casi todo el pelotón en el que servía fue masacrado y yo, junto con otros cuatro, fuimos capturados por ese tal Turak. Él fue quien nos trajo aquí.
Lo dijo muy angustiado, como si con cada palabra que soltase, se aproximara su inminente muerte. Veía el filo de la cuchilla rondando su rostro de un lado a otro y eso le alteraba mucho.
— ¿Lo viste?— preguntó repentino el Vanir.
— ¿El qué?— dijo Zeke confuso.
— ¿El Conducto?— sentenció Kvasir—. ¿Lograste verlo?
Un chispazo de sorpresa iluminó a Ralston. ¿Qué hacía un Gélido como ese preguntándole sobre algo como el Conducto? Que supiera, tan solo Loki, Odín y unos pocos más conocían la existencia de ese artefacto perteneciente a la Primera Raza pero desconocía quien era este ser que lo interrogaba. Lo cierto es que, pese a lo amenazante que resultaba, le llamó mucho la atención. Parecía saber cosas, o al menos, eso sospechaba.
— Si, lo vi— declaró con alivio, como si le reconfortase confesarlo.
— ¿Que viste?— preguntó ansioso el Gélido.
— Una Inteligencia Artificial nos habló del peligro inminente que se cierne sobre esta galaxia. Una amenaza que según afirma opaca a todo este conflicto— relató lleno de mucha tensión.
— ¿Qué más?— le incitó a seguir el asesino.
— Un mapa, con muchos puntos indicando donde se encuentran distintos artefactos de vital importancia para esta gran amenaza.
— ¿Me dirías dónde están?
Con miedo, pero percibiendo el gran ansia que invadía a Kvasir, Zeke asintió.
— Perfecto— sentenció el Gélido y le soltó.
Ralston notó como un gran peso se le quitaba de encima. Y no era tan solo por ya no verse atrapado.
Al mirar a ese ser de armadura blanca, Zeke se dio cuenta de que había más individuos conscientes de ese gran peligro que se acercaba inminente hacia ellos. El sueño que tuvo, el medallón azul, el Conducto, Estilvius. Todos ellos estaban conectados en un entramado mayor de lo que podían imaginar. Aunque lo consideraba peligroso, lo cierto es que empezaba a verlo como un inesperado aliado, sobre todo si las cosas iban a suceder como sospechaba. Ahora, todo cobraba un sentido mayor. Al menos, un poco más que antes.
— Vamos, he de devolverte a tu celda antes de que se percaten de que no estás en ella— le llamó el Vanir—. Pero no creas que tardaré en volver a por ti.
Ambos se pusieron a caminar cuando Zeke lo miró. Entonces, fue cuando se lo dijo. No sabía se era una buena idea pero necesitaba saberlo.
— ¿Sabes que el Gran Colapso viene por nosotros?
Kvasir se detuvo y le miró a él. Por la forma en la que lo observaba, creyó que lo estamparía contra la pared de nuevo y lo dejaría colgando con su cuchillo clavado en la cara, pero lo único a lo que se limitó, fue a volver a andar. Él lo siguió y por un instante, pensó que no le contestaría pero entonces, se volvió y de perfil, le dijo:
— Créeme, es peor de lo que imaginas.
No hubo nada más, pero eso fue suficiente, para saber que esta guerra no era más que el principio del gran mal que se cernía sobre todos ellos.
17 de Junio de 2665. Sistema Aciansi. Asgard. 18:57.
La oscuridad lo envolvía como si fuera su nuevo hogar. Tosía repetidas veces, pues le faltaba aire después de tantas patas y puñetazos que le habían propinado en su torso. Cada respiración se hacía más dolorosa con cada bocanada. El sabor de su morada sangre recorría su boca, dejando un gusto dulzón pero a él le parecía muy amargo. Apoyado contra una fría pared y sintiendo la soledad de aquella fría habitación, Njoror tan solo podía añorar a su amada esposa y a sus dos hijos. Tan solo esperaba que estuviesen bien, eso era todo. pero ansiaba volver a estar con ellos.
Una puerta se abrió justo frente al líder Vanir y la luz entró con agresividad en la estancia.
— ¿Vas a decirnos quien es el líder de esta rebelión?— preguntó una distante voz.
A duras penas, Njoror habló.
— Ya os lo he dicho todo— exclamó muy débil—. ¡No lo sé! ¡No sé quién está detrás de todo esto!
— Muy bien, sigue así— concluyó la misteriosa voz—. Quizás otra nueva paliza te permita recordar.
La puerta se cerró con un estruendoso golpe. La negrura volvió a hacer acto de presencia y Njoror no pudo resistir más. Empezó a llorar, no solo por su familia, también por su estirpe y por haberles fallado. Lamentándose de su dolor, el Vanir dejó que la oscuridad de la gran fortaleza Frykart le devorase de nuevo, como llevaba haciendo desde hacía muchos días.
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Siento haber tardado casi un mes en publicar. He estado liado con unas cuantas cosas. Espero que lo entendáis, lo siento de verdad. Pero esto ya no se para. En el siguiente, vuelven las Quimeras y muy pronto los Inmortales, ademas de mucha guerra. Esto no se detiene. Un saludo a todos!!!
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