Capitulo 13- Repercusiones (Parte 2)
Al principio, tan solo guardó silencio pero una acuciante necesidad de querer saber más, le llevó a continuar hablando. Aunque no sabía ante que se iba a hallar. Ni siquiera si iba a ser algo bueno.
— ¿Está viva?— preguntó petrificada.
Carville asintió de forma afirmativa. Ella no podía creérselo.
— Se encuentra comatosa. La tienen en atención especializada pero lo más probable es que la vayan a trasladar a la Base Omega— le informó el capitán—. Aquí no tenemos el material suficiente para poder mantenerla.
Dos lágrimas cayeron de los ojos de Sonya. No podía creer que Tina estuviera viva. Recordó sus ojos tras ser arrojada por esa maldita Valquiria. Sin vida, solo dos azuladas perlas en lo que se mostraba completa inercia y muerte. El hecho de que ella hubiera muerto fue un golpe tan duro y devastador que a Sonya ya no parecían quedarle más fuerzas por vivir. Sin ella no.
El capitán pareció captar algo de emoción en la forma de actuar de la sargento mayor. Parecía como si haberle revelado que la cabo estuviera viva le estuviera devolviendo las fuerzas y los ánimos. Carville empezó a percibir que aquella chica le importaba más a Walker de lo que creía. Y de un modo diferente a como era la amistad que él mantenía con Strickland.
De repente, la chica intentó levantarse.
— Eh, ¿¡pero qué haces?!— dijo sorprendido el capitán mientras la agarraba para que no se incorporarse.
Al mirarla a su rostro, pudo notar la desesperación y la angustia en ella.
— ¡Tengo que verla!— exclamó impaciente—. ¡Quiero verla!
— ¡Cálmate, vale!— trató de decir Jason aunque la chica oponía mucha resistencia.
Los dos forcejearon, haciendo que la cama y el soporte con suero se moviesen. Jason se sorprendió de la fuerza que tenía Walker. Le apretaba con fuerza la mano derecha mientras empujaba beligerante, haciendo que se tambalease hacia atrás. Sin embargo, aún seguía débil. Las heridas, además, hicieron que un resonante dolor urgiera, provocando que Walker tuviera que recostarse, irritada por el molesto daño en su cuerpo.
El capitán gimió un poco mientras se recuperaba de la breve lucha. Vio como Sonya lloraba, dejando caer copiosas lágrimas de su rostro. Le alcanzó un paño para que se las secase pero ella lo rechazó. Jason ladeó su cabeza y suspiró.
— Aun no estás en condiciones de ponerte en pie. Deberías de reposar por dos semanas, al menos— dijo con tono paternalista. Sonya lo miró con poco agrado—. Sufriste quemaduras en la mejilla, el brazo izquierdo y la pierna derecha. También has perdido varios de tus tirabuzones— Esto lo señaló algo divertido pero pronto notó que la chica no tenía muchas ganas de reír. — Por otro lado, tienes una grave perforación en tu cadera izquierda. Eso fue lo más preocupante. Te dificultará mucho al moverte. Por eso, deberías reposar.
— ¿Cómo esta ella?— fue lo único que dijo la sargento mayor. Se la notaba apagada y quejumbrosa.
Guardó silencio. Miró sus manos, las cuales había entrecruzado. Sus dedos, tanto los metálicos como los de carne y hueso, estaban enredados. Pretendía evadirse de aquella cuestión pero supo que no tenía otra alternativa. Notaba como ella lo miraba, tensa y expectante.
— Muy grave. La mantienen viva con máquinas de soporte vital en un coma inducido.
— Eso ya me lo has dicho— exclamó ansiosa.
Estaba claro que la mujer estaba muy cabreada y con ese temperamento, más valía no jugar.
— Su organismo está en mal estado por el horrible golpe. Muchos órganos están dañados y apenas puede realizar muchas de sus funciones vitales— Le costaba hablar notando la angustiosa mirada de Walker sobre él—. De seguir en ese estado, la podrían declarar en estado de muerte cerebral.
Aquellas palabras terminaron de minar la poca esperanza que Sonya tenía. Si, Tina estaba viva pero no se hallaba en el mejor estado que pudiera imagina. Se encontraba en coma, prácticamente muerta. Bajó la mirada mientras sentía su respiración bloquearse. Se estaba alterando solo de imaginar todo el horror por el que estaba pasando la joven chica ahora. Y todo por su culpa.
Carville percibió el malestar que atravesaba a la sargento al escuchar lo que le acababa de contar. Se acercó un poco a ella y posó su mano en el regazo de ella. Sonya se inquietó un poco pero al mirar al hombre, se mostró algo recelosa.
— Tranquila, sé que esto es duro para ti— comentó Jason de forma calmada—, pero ella está viva. Eso es lo importante. Tenemos que tener la esperanza, aunque sea remota, de que sobrevivirá.
Primero escuchó cosas terribles, muy duras y difíciles de encajar. Ahora, él le estaba dando la vuelta a todo para que pareciera mejor pero en el fondo, sabía que la situación de Tina era muy mala. Eso la destrozaba por dentro aunque por su bien, debía seguir adelante. Al menos, estaba viva. Al menos.
— Lo que tienes que hacer ahora es descansar— le dijo Jason con tono paternalista. Le acarició con suavidad en la cabeza. El tacto de esa mano en su frente y pelo la calmó mucho—. Tienes que recuperarte.
Cerró sus ojos y respiró hondo, buscando relajarse. Era lo que necesitaba ahora. Descansar. Y no solo por sus heridas, las cuales eran graves y le dolían todavía un poco, sino por su propia alma. Estaba destrozada por dentro, endeble por todos los acontecimientos acaecidos. Tanto los de un pasado remoto como los cercanos. Deseaba más que nada poder olvidarlo pero era inútil. Seguirían allí, por mucho que luchase contra ellos. Le costaría mucho habituarse a la presencia de estos pero era la única alternativa.
— ¿Cómo está el resto del equipo?— preguntó Sonya con voz calmada aunque algo preocupada. Se había olvidado de los otros.
Al recibir esta pregunta, Jason posó su mano en la mejilla derecha de la argento y la tocó con uno de sus dedos, pasándolo con delicadeza.
— Bien, dentro de lo que cabe.
Recordó que Habib tenía una herida muy fea en la espalda. Que el médico, Estrada, sufrió un horrible corte en su ojo derecho. Y la otra soldado, Carter, parecía estar bien. No los recordaba mucho. Su memoria estaba algo distorsionada.
— El sargento Habib le han curado de la grave quemadura en su espalda. Se pondrá bien. — Sus palabras sonaban esperanzadoras—. El médico, Román Estrada, le han dañad el ojo derecho. Es probable que se lo sustituyan por uno artificial. — Oír eso último la entristeció un poco—. En cuanto a Carter, ella está perfectamente. Incluso vino a verte un par de veces.
Se sorprendió con lo de Carter. En ese instante, recordó cómo fue a por la Valquiria que pretendía matarla. La rabia que sintió en ese momento era algo más que mero odio. Era el instinto de protección, el deseo de querer evitar que hicieran daño a esa chica. Se acordó también de como las miraba a ella y a Tina mientras iban en el tanque de camino al campamento. No entendía esa actitud tan rara pero prefirió no comerse la cabeza con ello. No era el momento. Ni siquiera la justificación.
— Gracias por decirme esto, capitán— le dijo la chica.
Él sonrió con ternura. Le dio un pequeño beso en la frente, lo cual sorprendió a Walker.
— No hay de que— respondió este con voz suave—. Ahora quédate aquí, vale. Yo cuidaré de ti y de tu equipo.
Reconfortada por sus palabras, Walker se arrellanó en su cama. Intentó relajarse pero le costaba trabajo. Jason se levantó y se dio la vuelta, listo para marcharse.
— Vendré en unas horas. Cuatro como máximo— le informó el capitán.
Se dispuso a andar cuando de forma repentina, sintió una mano aferrando la suya con fuerza. Se volvió para ver a Sonya, mirándole con melancolía.
— Sálvela — le suplicó—. No la deje morir, como hice yo.
El hombre asintió de forma clara. Tras esto, se fue de allí mientras Walker lo miraba esperando que Jason fuera capaz de hacerlo mejor de lo que ella intentó.
Carville caminaba por el amplio pabellón del hospital mientras recordaba las últimas palabras de Sonya. Se sentía cohibido con aquello, la importancia de evitar que la cabo muriese. Para ella era muy importante esa chica, Tina Hughes, hasta un punto que ni él mismo podría imaginar. Se sorprendió de la exacerbada preocupación de la sargento mayor por ella. ¿Acaso era posible que se hubiera enamorado de ella? Prefirió no recordar lo de Stalios pero era evidente que lo único que buscaba esa mujer no era más que ser feliz. Aunque solo fuera por una vez.
Prosiguió su camino y acabó en el exterior. El campamento se estaba reconstruyendo poco a poco tras la horrible batalla. De aquí a allí, soldados iban y venían colocando nuevas piezas metalizadas en las barricadas mientras se reparaban los edificios gravemente dañados. Robots transportadores, provistos de cuatro patas, portaban herramientas y material de construcción que se necesitase. Eran de color amarillo fuerte y portaban el material en grandes plataformas circulares. Un robot soldador de color blanco se ocupaba de ensamblar cada parte de las láminas que conformaban el muro de un nuevo edificio. Las chispas saltaban por todas partes y los ingenieros se apartaban para que estas no les diesen en los ojos. El robot de unos 3 metros de altura iba subiendo su largo brazo para terminar de sellar el hueco. Una vez acabó, se desplazó con ayuda de sus ruedas de oruga para pasar al siguiente. Jason observaba todo aquello con el único deseo de que el campamento se recuperase lo más rápido posible. El enemigo no dudaría en volver y por ello, debían estar preparados. Siguió observando la reconstrucción del lugar, cuando una voz lo sacó de su ensimismamiento.
— ¡Capitán Carville!— llamó con fuerza alguien a sus espaldas.
El hombre de Vanguardia se dio la vuelta para darse de bruces con un chaval asiático. Debía hallarse en la veintena y llevaba el pelo corto de color negro que junto a sus rasgados ojos oscuros y la cinta en su cabeza, le daban un aspecto metódico y centrado. Su uniforme de color blanco y azulado de ingeniero estaba sucio, lleno de polvo, aceite y algún leve quemazón de las maquinas soldadoras.
— ¿Que desea?— preguntó Jason.
— Soy el ingeniero Ryo Takahashi, señor– le informó el chico mientras levantaba la mano para realizar el saludo militar. Se le notaba un poco alterado—. Serví en la compañía Lobo.
Ese detalle le llamó la atención.
— ¡La compañía Lobo!— exclamó el hombre con sorpresa— ¿Creí que ese pelotón militar había desaparecido tras las negociaciones?
— Algunos sobrevivimos, señor— le dijo resuelto el ingeniero—. Bueno en mi caso, más que sobrevivir, nunca partí hacia esa misión. Me dedicaba a reparar los vehículos y me necesitaban en los garajes de la base Omega.
Carville lo miró de arriba abajo. Tenía prisa pero le llamaba la atención aquel muchacho.
— ¿Y qué es lo que quieres?— Decidió ser directo. No tenía tiempo para largas explicaciones.
Takahashi, notando la urgencia en los ojos de Carville, decidió no demorarse demasiado con explicaciones.
— Verá, como ya habrá podido saber, la compañía Lobo desapareció en el intercambio de rehenes que se pretendía llevar a cabo por esta zona. — Apretó los dientes al decir esto. Se notaba la dificultad para explicar aquellas cosas. — El caso es que muchos de mis compañeros estuvieron en aquella operación y no se sabe actualmente nada de ellos. Sé que el coronel los ha dado por muertos y por eso me uní a esta ofensiva. Quiero saber que les ha ocurrido.
— Entiendo— le dijo Carville—, ¿pero no sería mejor que te dedicaras a seguir aquí? Veo más seguro que te quedarás reparando vehículos y manteniendo las defensas.
El rostro de Ryo se contrajo en una clara expresión de indignación ante las palabras del capitán. El chico japonés no parecía muy conforme con las palabras de Jason y se notó cierto dejo de molestia en este. El capitán supo que esto iba a derivar en otra discusión y no estaba en estos momentos para más enfrentamientos. Más con lo que se le venía encima.
— Señor, entiendo su postura pero esa gente eran mis amigos y el coronel Maddox no ha dado ninguna maldita explicación de que les ocurrió. — Takahashi se mostraba convencido y tajante en su discurso— lo único que deseo es saber que les ha pasado y que de ese modo, sus familias puedan quedar tranquilas tras esto. Es lo único.
El capitán miró hacia otro lado, sin saber muy bien que pensar. De todos modos, no es que tuviera mucho tiempo. El ingeniero japonés lo miraba expectante, deseando una respuesta. Dejó salir un suspiro. Estaba cansado y lo de Walker casi lo llevó al límite.
— Está bien, puedes venir— contestó resignado. Takahashi se mostró muy alegre al decir aquello–. Necesitamos gente para las siguientes ofensivas y quizás tu ayuda como ingeniero nos viene perfecta para reparar vehículos, además del apoyo necesario que nos puedas brindar durante el combate.
La respuesta ilusionó al ingeniero. Con una amplia sonrisa dibujada en su rostro, no dudó en afirmar que lo haría lo mejor que pudiera.
— Eso sí, esto será una batalla muy dura— le dijo Carville muy serio—. Más vale que estés preparado.
— Así haré— contestó seguro de sí mismo Takahashi.
Una vez terminaron de hablar, el capitán continuó con su avance. Miró una última vez al ingeniero. Lo que le había dicho, no era una reprimenda o advertencia, sino un consejo. Realmente no deseaba que a ese soldado le ocurriera nada malo. Después de lo de Walker, no podía permitir más perdidas. Ya eran suficientes.
Avanzó hasta la base central, aquel edificio que Button y sus soldados defendían con ahínco cuando él y su equipo lograron llegar al campamento Infierno. Todo ahora estaba siendo reconstruido y no había ni rastro de heridos o muertos. Pero los recuerdos de la horrible batalla seguían profundos en su mente. Caminó hasta la puerta, donde dos guardias le recibieron con el habitual saludo. Entró a la sala y dentro, vio el caos reinante.
Un gran número de técnicos y oficiales trabajaban desde ordenadores coordinando toda la operación, supervisando que todo estuviese en orden. Muchos eran sargentos que se ocupaban de recopilar información de la confrontación realizada, enumerando el número de caídos tanto en un bando como en otro, además de hacer un recuento del número de armas, vehículos y munición que tuvieran. Todo esto era indispensable, pues a partir de esos días, se iniciarían las siguientes incursiones en territorio enemigo y también tendrían que defenderse de posibles futuros ataques. Era indispensable para todos. Carville esquivó a varios técnicos y llegó a la siguiente sala, donde se hallaban reunido variado personal de Vanguardia. Entre ellos, Strickland y Harkness. También les acompañaba la capitana Eloise Button de la compañía Toro y el soldado Stewart Gordon, la mano derecha del francotirador fantasma. Todos estaban allí presentes para hablar de cuál sería el siguiente movimiento en el tablero. De hacia dónde irían ahora.
— Muy bien señores, es hora de ver las repercusiones de esta victoria— exclamó el capitán, nervioso y algo asustado. Asustado ante el incierto camino a recorrer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro