Capitulo 12- La visita (Parte 3)
Apretó con más fuerza el puñal y Eph se contrajo. Oliveira gritó con horror y Katie se apegó a Miranda, quien tan solo podía contemplar con horror la dantesca escena. Zeke simplemente cerró sus ojos esperando que aquella pesadilla acabase. Era lo único que deseaba.
Loki siguió presionando con fuerza, infligiendo el mayor dolor posible a Eph, quien trataba de evitar gritar, apretando con fuerza sus dientes en una mueca de horror terrible. Aunque esto no se apreciaba al tener su cara oculta. Entonces, alguien apartó al Gélido con fuerza del humano.
Thor se interpuso entre ambos, separándolos para que aquella horrible agresión finalizase. Loki quedó impactado al ver a su hermano actuar de ese modo. No podía creer lo que veía.
— ¿¡Qué demonios haces?!— gritó furioso—. ¡Estaba castigando a una de mis mascotas por desobedecerme!
— ¡Estoy tratando de poner fin a esta locura!— dijo Thor aún más embravecido que él.
Ambos hermanos se miraron fijamente el uno al otro, desafiantes y listos para atacarse sin piedad. Mientras, Eph cayó al suelo mientras respiraba con dificultad. Su cuerpo temblaba como si hubiera entrado en shock. Zeke lo vio horrorizado y se acercó a su amigo para ver si estaba bien. Se lo quedó mirando sin saber qué hacer.
Loki se acercó más a Thor hasta quedar a apenas centímetros de distancia.
— Así que quieres ayudar a estas patéticas criaturas, ¿eh?— dijo mientras se oía desenvainar su espada.
— No cometas ninguna estupidez, Turak— le advirtió con rudeza Thor.
— ¡A mí no me tienes que decir nada!— exclamó el hermano pequeño con aires de grandeza.
— ¡Ya basta!— La estruendosa voz de Odín resonó en toda la sala con gran escándalo.
Justo antes de que ambos hermanos se dispusieran a luchar, la inesperada reacción de su padre los paró en seco. No solo a ellos, sino a absolutamente todos los que había en el banquete.
Miranda y Oliveira aprovecharon la coyuntura para mirar cómo se encontraba Eph. Al llegar a su lado, la cabo miró con preocupación al chico. Este le respondió con aún mayor estupor al colocar sus manos sobre su pecho. A su amigo le estaba cada vez más costando respirar. Todos tenían un miedo atroz a que muriera pero no sabían que hacer.
— ¡No os he criado para que os matéis los unos a los otros! Y menos por criaturas tan insignificantes como los humanos— El tono de voz de Odín sonaba aterrador. Ni su avezado hijo Heimdall le respondía al hablar.
— Padre, yo solo trataba de terminar con esto— intentó explicarse Thor—. Lo que Turak está haciendo es un sobre abuso.
— No eres más que un patético debilucho— insultó hiriente Loki. Su hermano mayor le devolvió la respuesta con una mirada llena de odio.
Odín se levantó con las manos colocadas por detrás, unidas por la zona de la cadera. Sus hijos le miraron con cierto temor, sobre todo Loki, quien más temía las represalias de su progenitor. Se colocó delante de Thor y puso una de sus manos sobre su hombro.
— Hijo, entiendo tus intenciones pero con estos seres, no vale la pena.
Miró a los humanos, que permanecían al lado de su compañero caído. Estaba tan indignado con lo que Loki había realizado. Para él, no eran más que imples juguetes que destrozar como todo lo que caía en sus manos. Se divertía a costa del sufrimiento ajeno.
— Eso es, padre— dijo envalentonado el susodicho—, enséñale que los humanos no valen para nada.
El monarca se volvió hacia su otro hijo y por su mirada, no denotaba estar nada contento. Se acercó hasta él y de repente, le dio un fuerte golpe en su rostro. Todos se tensaron al oír el sordo golpe de la mano impactando en su mejilla.
— No eres un maldito niño para dedicarte a estos jueguecitos. ¡Y encima delante de los Vanir, te atreves a hacerlo!— Sus ojos parecían a punto de salírsele de las orbitas. Sus dienes rechinaban como los de una fiera deseosa de cazar—. Al menos, Galvar muestra lealtad y obediencia pero tú te crees con derecho pleno de hacer lo que desees.
Loki, cuya mano estaba posada en la mejilla dolorida, miraba atónito a su padre. De hecho, sus ojos estaban vidrioso, casi a punto de llorar.
— Padre, yo....yo...— El Gélido buscaba explicarse—, tan solo deseaba complacerle. Esto era un regalo para usted.
Odín miró a los humanos y por su expresión no denotaba ni alegría ni emoción ante ellos.
— Para mí no son nada. No los quiero.
Al oír aquello, casi estaba a punto de estallar. Pero no lo hizo. Tan solo se limitó a agachar la cabeza lleno de vergüenza. No quería que su padre lo viera llorando.
— Vintras— dijo con voz agrietada—. Llévate al humano herido a la sala de oxígeno. Que lo curen. — Guardó un pequeño silencio antes de volver a hablar. — Dronan, llama a unos Alfar y devuelve al resto de vuelta a las mazmorras. Ya.
Sus subordinados hicieron caso enseguida de las órdenes. Vintras separó a Eph de sus amigos y lo cogió en brazos para llevarlo al lugar donde lo curarían. El chico emitió un gemido de dolor agudo. Parecía grave pero eso era algo que solo se podía atisbar. Zeke y el resto fueron obligados a abandonar la sala por Dronan y los Alfar. Pese a que querían saber si Eph se salvaría o no.
Loki miró fijamente a su padre, quien seguía mirándolo de forma severa. Se sentía avergonzado y humillado. Él solo deseaba demostrarle que era tan fuerte y poderoso como sus hermanos Thor y Heimdall. Los humanos eran su preciado regalo para él pero vista su reacción, no era asi. Decidió retirarse sin decir nada más. Los que estaban allí, lo miraban como si de una criatura rara y poco vistosa se tratase. Y así es como se veía el propio Loki.
Afuera, el Gélido se quedó mirando el gran trono donde su padre se sentaba. Sabía que nunca iba a ser elegido para convertirse en el gobernante de Asgard ni de los Gélidos. Era evidente que ese puesto lo ocuparía su preciado hermano Thor. Heimdall seguiría siendo el guardián del mundo, un puesto que no desdeñaba pero era el segundo hijo quien tendría el privilegio de dirigir todo el vasto imperio que estaban forjando. Y no habría nada para él. Si su padre supiera lo que su preciado Thor hizo, el gran pecado que cometió, cambiaria de opinión tan rápido como le había abofeteado antes.
Pasó de largo y vio sobre una repisa de marmolea superficie una estatua del gran Odín. La observó con indignación y sin dudarlo, la tiró contra el suelo, rompiéndola en varios pedazos. Furioso, desenvainó su espada y comenzó a golpear los trozos que había desperdigados, rompiéndolos en más fragmentos. Siguió y siguió, descargando toda su ira y rencor. Rencor que sentía por su propio padre. Continuó hasta que se cruzó con una sirvienta. Eta le miraba aterrorizada. Loki se volvió hacia ella y le apuntó con la espada.
— ¡Recoge esto ahora mismo o haré que desuellen a tus hijos ante a tus propios ojos!— La amenaza sonaba absurda pero era real—. ¡Vamos!
La Gélida se puso en ello sin dudarlo y mientras lo hacía, Loki se alejó sintiendo como la rabia carcomía su cuerpo.
El banquete pasó sin más altercados. Todos prosiguieron hablando, aunque ya no con el mismo ánimo que el previo. Incluso Thor acabó marchándose un poco después de que lo hubiera hecho Loki, seguramente aun indignado por la escena que habían protagonizado. Tras esto, Skaoi quiso pasar algo de tiempo con sus hijos Frey y Freyja. Se notaba que la Gélida, como madre que era, ansiaba ver a sus hijos y estar con ellos. Odín no dudó en ser misericordioso y así hizo. Frigg también decidió acompañarles y fueron a una de las amplias terrazas que había en la parte superior del palacio, desde donde se podían ver los impresionantes paisajes de Asgard. Mientras, en la parte de atrás del palacio, Njoror observaba el paisaje. Inmensas llanuras nevadas se superponían con el gran bosque que el Gélido contemplaba con serenidad. El viento soplaba suavemente, meciendo los pliegues de la capa que el Vanir vestía. Todo se veía tan tranquilo y calmado. Le costaba creer que su peor enemigo, el hombre detrás de la caída en desgracia de su clan, viviera aquí. Y lamentablemente, su inesperada aparición le sirvió para recordarlo.
— ¿Que, Barden, observando el panorama que nos rodea?— preguntó el monarca mientras se colocaba a su lado.
El Vanir se mostró un poco receloso de encontrarse allí con Odín. Se había alguien con quien menos deseara estar a solas, ese era él.
— Sí, es hermoso— le respondió ocultando su rabia en lo más profundo de su ser.
— Ya lo creo— exclamó Odín mientras observaba maravillado el lugar—. Mi ancestro Galvar I decidió edificar Welqia en este sitio precisamente por la belleza que emanaba del lugar. Creía que eso le acercaría a nuestro antiguo creador.
— Si, decían que escuchaba al Dios del Hielo Perpetuo en sus sueños. Afirmaba que fue este quien le trajo aquí— señaló Njoror.
— Así es. — comentó sorprendido al descubrir que le Vanir conocía de la historia de su pueblo.
Ambos se quedaron mirando el ampuloso horizonte. Este presentaba un color rojizo, producto de la luz descendente de la gran estrella que ya se iba a poner, dando paso al descomunal Yggdrasil, el gigante gaseoso a cuyo alrededor orbitaba Asgard, y que en plena oscuridad, se mostraba como una sombría esfera.
Njoror suspiró un poco. Mirando aquel paisaje, la frustración y el miedo le invadieron de forma súbita.
— Me gustaría que mis hijos pudieran venir ya con nosotros. — Su voz parecía perderse con el viento que soplaba levemente.
Sorprendido, Odín se giró para mirarle. Permaneció en silencio mientras el silbido del viento sonaba más fuerte, como si quisiera enfatizar el incómodo momento que se estaba creando entre ellos. Sin saber que decir, el monarca no le quedó más remedio que hablar.
— Sabes que eso no es posible. — Su tono de voz sonaba contundente y claro.
— ¿Por qué?— preguntó Njoror, aunque ya sabía la respuesta.
— Lo sabes muy bien— dijo adusto Odín—. Hicimos un trato. Lealtad, tierras y tus dos hijos a cambio de paz. Fue lo que acordamos. ¿De verdad querrías romper tan buen trato?
El Vanir se volvió con una más que evidente expresión de enojo. Estaba harto del despacio y la humillación pero podía soportarlo. Lo que no consentía era el hecho de que sus hijos no pudieran estar con él ni con Skaoi.
— Tus hijos han crecido a tu lado. Los has educado, protegido y amado disfrutando de todos los buenos momentos. — Se notaba la enorme tristeza que arrastraba con sus palabras—. Yo, en cambio, no he tenido nada de eso.
El monarca Gélido permaneció en silencio. Continuaba mirando las indómitas llanuras que tenía frente a sus ojos, viendo como la oscuridad poco a poco iba devorando la superficie helada al retirarse la luz. Parecía hallar cierta conjunción entre aquel momento y las palabras de Njoror. Este seguía pendiente de él, a la espera de alguna respuesta, aunque era evidente que no tenía ninguna intención de contestar. Había momentos donde Odín, simplemente se cerraba en banda.
— Fue tu clan quien perdió en la Pugna— respondió al fin el Aesir—. Tú hiciste un trato para que pudierais salvaros los supervivientes. Acepté el trato. Si estás dispuesto a estropearlo todo por querer pasar más tiempo con tus hijos, haya tú.
Un gran malestar inundaba a Njoror. Estaba furioso, con ganas de atacar a Odín y matarlo allí mismo. Pero se lo replanteó todo. En el fondo, llevaba razón. Si sus hijos estaban allí era para proteger al clan Vanir de la aniquilación que los Aesir habrían llevado a cabo. Pero los había separado de él y de su esposa. Fue un precio muy alto que pagar y ya era hora de la retribución.
— Han pasado muchos años, Ulthar— Se sintió un fuerte resuello por parte de Njoror mientras hablaba. Estaba enfadado. — No hay motivo para que sigan aquí. Ya te he demostrado tu gran lealtad y lo único que deseo es que mis hijos vuelvan a casa. Eso es todo.
— Y yo te lo repito— dijo Odín mientras se le acercaba— . Hicimos un trato. Porque si quieres, ahora mismo podemos romperlo y traigo a tus hijos aquí para que vemos como yo mismo los degüello. ¿Es eso lo que quieres Barden? Porque estoy dispuesto a hacerlo.
Agachó la cabeza. Era evidente que con Odín no se podía negociar. Simplemente se alejó de él y volvió su vista al horizonte, cansado e inútil ante todo.
— Soy benevolente. — La voz de Odín resonaba por detrás como un espectro que susurrase cosas siniestras. — Leva y tú podéis quedaros por una temporada. Así podrás disfrutar de tus hijos un poco más.
Escuchar aquello del responsable de la muerte de su hermano y muchos de sus familiares le pareció extraño pero a la vez, esperanzador. La invitación era interesante aunque Njoror no se fiaba. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer?
— Es una buena oferta. Tengo que pensarlo— contestó tratando de mostrar gratitud. Pero le costaba.
El Aesir sonrió. Lo hizo con una mueca extraña, casi forzada. Era evidente que fingía.
— Podéis quedaros en el palacio hoy. Si mañana te decides, tengo una vivienda aparte para invitados en donde tú y tu esposa podréis quedaros.
Tras decir esto, Odín se dio la vuelta y puso rumbo de nuevo a su palacio. Njoror decidió quedarse allí, pensando en lo desdichada que era su vida y en la pesada carga que debía portar. Aquella responsabilidad por mantener la paz entre los Gélidos, sin que estallara ninguna nueva guerra, pese a que muchos Vanir deseaban derramar sangre Aesir. Todo ello, sacrificando lo que más quería: su propia descendencia. Se preguntaba si él habría sido capaz de hacerle a Odín algo parecido de ser su clan quienes hubieran vencido en la Pugna Tribal.
Siguió con sus divagaciones sin llegar a escuchar los pasos a su espalda. Para cuando se dio cuenta, ya tenía a Kvasir a su lado. Al principio, ninguno dijo nada. Tío y sobrino podrían ser del mismo clan. La misma sangre correría por sus venas. Pero el respeto era algo olvidado entre ellos.
– ¿Cuánto tiempo has estado pendiente de la conversación?— preguntó Njoror.
– El suficiente para ver lo patético que eres— comentó el asesino con plena seriedad, pese a que parecía querer despreciar a su tío con aquellas palabras.
Llevaba su traje blanco de combate. Ese que usaba para sus misiones de infiltración y asesinato. Dividido en varias placas perfectamente ensambladas con su cuerpo, esa armadura no solo era perfecta para protegerle de golpes y ataques, también era cómoda, permitiéndole moverse con soltura y facilidad. Analizó cada centímetro de este aunque prefirió no preguntarse donde guardaba sus armas.
— ¿Sigues todavía con tu ambicioso plan?— fue lo siguiente que Njoror preguntó.
Kvasir giró su cabeza al oír aquella pregunta. Pese a llevar su máscara, pudo notar cierto alboroto en la brusquedad de sus movimientos.
– No vuelvas mencionar nada de eso- dijo cortante y amenazador—. Mucho menos, aquí.
– Entonces tu no vuelvas a burlarte de mí— replicó su tío con seguridad.
El asesino se cruzó de brazos mientras observaba el paisaje que tenía ante él. Nunca le gustó este sitio. Rodeado de llanuras desérticas y silenciosos bosques. Prefería el sonido del embravecido mar y los inmensos glaciares extendiéndose sobre este. Había nacido entre ellos. Eran sintomático.
— Postrarte ante el monarca para dejarte llevar a tus hijos. Je, ¿en serio crees que él lo permitiría?
Aquella frase tan hiriente hizo ahora girar a Njoror su cabeza. Sus ojos ambarinos se clavaron en Kvasir, mostrando su enfado y odio.
— Solo deseo volver a tenerlos a mi lado. ¿Es mucho pedir?
El asesino negó con su cabeza.
— Nunca te los devolverá. — Aquel comentario sonaba devastador—. Son su propiedad ahora. Puede hacer con ellos lo que quiera.
Deseaba contenerse. Respiraba profundamente mientras buscaba en sus pensamientos algo que le calmara. Si había alguien con quien menos desease pelear, ese era su sobrino.
— Ni siquiera tienes idea de las terribles calumnias que les hace pasar.
— Se suponía que tu estarías allí para protegerles— puntualizó con mucho desagrado Njoror, tratando de detener el resabiado tono con el que su sobrino hablaba—. Aunque parece que has preferido unirte a ellos.
Ese comentario resultó hiriente para Kvasir. Encaró a su tío con beligerancia, acercándose. Delante de él, le habló de forma floja.
— No es fácil cargarse a cualquiera en este maldito palacio sin que te estén mandando de misión en misión. — La presencia de esa mascara le daba un toque escalofriante al Gélido. — Además, no es fácil. Este sitio está muy bien protegido. Me costaría trabajo acabar con alguno y huir sin que me pillaran.
— Y no olvides que mis hijos están aquí. Tus primos. — Esto último Njoror lo resaltó como si pretendiese ablandar aunque solo fuera un poco a su sobrino—. Si matas a algún Aesir, sabrán que has sido tú y las cabezas de Leva y Rut rodaran por los flamboyanes suelos de este lugar.
— Si tú ayudaras.
El asesino aun creía que su tío se alzaría en armas. Que todavía estaría dispuesto a enfrentarse con Odín y provocar una nueva guerra. Pero Njoror nunca sería capaz de algo así. Él no era un guerrero, no un fiero estratega. Ni siquiera tenía madera para líder. Solo se trataba de un simple comerciante. Solo sabía negociar. Y eso fue lo que hizo para poner fin a la Pugna Tribal.
— Jamás podré llevarlo a cabo. No sin tu apoyo— dijo con algo de desesperación.
— Mis hijos están aquí— le explicó cabreado y frustrado Njoror—. No puedo hacer eso.
El viento amainó. Kvasir apoyó su brazo en el hombro de su tío, como si pretendiera darle algo de confianza y mostrarse más agradable. Pero solo pretendía tener mayor control.
— Yo perdí a toda mi familia. Tu hermano, tus sobrinas. Todo desapareció. A ti aun te queda algo pero yo, — Se calló por un instante. —, ya no tengo nada. Ellos me los arrebataron.
— No puedo permitir que ocurra de nuevo. Es lo único que puedo hacer. — Njoror inclinó la cabeza tras decir esto, como si no quisiera mirarlo.
— Claro— contestó resolutivo Kvasir—. Tú que vas a hacer, tío. Sigue besando sus pies. Es lo mejor que se te da hacer.
El asesino se marchó tan rápido como apareció. Sintió un gran alivio al verlo desaparecer. Pero Njoror no pudo aguantarse. Un par de lágrimas cayeron por sus ojos mientras no dejaba de pensar en la humillación constante para su clan. El solo hizo lo que tuvo que hacer pero se sentía responsable de cómo habían terminado. ¿Pero acaso había otra posibilidad?
Volvió la vista al ya oscurecido paisaje, esperando alguna respuesta. Pero no encontró nada.
Encerrados en las mazmorras, los cuatro humanos no podían dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir en aquel banquete. Eph apuñalado por Loki. Era una escena que no podían dejar de quitarse. Por más que lo intentaran, les era imposible.
Katie estaba pegada contra la pared de la izquierda, con las piernas retraídas y los brazos rodeando estas. Se mecía con de un lado a otro mientras que tenía su cabeza gacha, como si pretendiera ocultarse del horrible mundo que la rodease. Apoyado a la pared lateral, el capitán Oliveira permanecía sentado con la espalda recta, observando el techo, aunque más bien no observaba nada. Solo buscaba vaciar su mente de todo lo ocurrido. A su lado derecho, Zeke y Miranda también estaban allí, mirando cada uno a un lado.
Zeke aún no podía olvidar el horrible momento. Lo que le había ocurrido a Kingston fue en cierto modo culpa suya pero se dijo que el realmente no era culpable de nada. No, los auténticos responsables eran los Gélidos. El maldito Loki. Deseaba matarlo. Si pudiera tenerlo delante, le clavaría la espada en su vientre y la iría subiendo poco a poco, hasta llegar a su cabeza. Rajarlo de abajo a arriba para ver cómo se dividía en dos perfectas mitades....
Sintió un leve golpe en su hombro derecho. A girarse, vio como mirando le acariciaba con suavidad. Se estremeció un poco, preguntándose que querría. Ella volvió a tocarle y apoyo su cabeza contra el brazo.
— Miranda, ¿qué quieres?— preguntó algo nervioso.
Ella emitió un leve gemido. Lo miró pero con aquel casco, costaba ver que le pasaba.
— Zeke— dijo con entristecida voz-, tan solo abrázame.
Todo su ser se descompuso ante aquellas palabras. La atrajo a sus brazos, abrazándola con fuerza mientras que la cabo no dejaba de llorar. Respiró hondo. No se sentía mejor pero tenerla entre sus brazos hacía que aún se sintiera vivo. Y en aquellos momentos, eso era lo mejor que podía tener.
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Ya lo tenéis. No quería retrasarme mucho, así que este fin de semana me he puesto las pilas. Espero que os guste. Trataré de tener el siguiente listo pronto. Para este fin de semana o principios de la siguiente.
Por cierto, publiqué una nueva historia de ciencia ficción titulada Enemigo Desconocido. Me encantaría que os pasaseis y me dieseis vuestra opinión. Tiene un estilo parecido a La Guerra Interestelar aunque el tono es mas oscuro y violento. Mas que este, si cabe. Aquí os dejo el enlace para que lo leáis:
https://www.wattpad.com/story/65706692-enemigo-desconocido
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