U N O
Primer mes.
— ¡Buaaaaa! —empieza el juego Kazuo.
— ¡Buaaaaaa! —le sigue Natsuki.
— ¡BUAAAAAAA! —y termina Kasei.
— ¡KAT NO SÉ QUÉ HACER! —explota Shōto corriendo de un lado a otro sin saber a qué bebé atender. Por un lado carga a uno y por el otro a otro y quiere sostener a un tercero pero le da miedo de tirarlo así que suelta a uno para sostener a otro y sigue aquel extraño ciclo con sus hijos.
— ¡ARRÚLLALOS! —grita Katsuki desde la cocina picando la verdura. Tiene que comer una buena cantidad de nutrientes y consumir agua. Los vegetales eran buena opción.
— ¡KAAAAAAAAAT! —grita Shōto al borde del llanto.
— ¡BUAAAAAA! —explotan los tres niños en llanto asustados.
— ¡SHŌOOOOTO! —grita Katsuki dejando de picar aquello y andar a donde está su pareja.
— ¡NO ME GRITES ASÍ! —exclama Shōto dejando a cada bebé en su lugar correspondiente.
Los tienen en un futon en la sala, los tres acostaditos uno al lado del otro. Comprar camas separadas sería un gasto innecesario cuando tenías ingenio para resolver cada cosa.
— ¿Ya revisaste por qué lloran? —se acaricia las sienes tratando de no moler a golpes a su pareja. Sólo lo había dejado cinco minutos cuidando a los niños y ya estaban llorando.
— Creí que los bebés lloran porque sí. —Katsuki pone los ojos en blanco.
Suspira.— Bebé, ve a leerte tus libros de paternidad otra vez.
— Cualquier otra persona consideraría romántico que le llamen bebé pero a mí me da miedo viniendo de ti... —confiesa Shōto asustado.— ¿Tan feo la he cagado?
— Amor, haz lo que te digo. —uh, pies para qué los quiere. Ha corrido a su habitación y encerrarse en ella.
Katsuki sabe que siempre tuvo la razón. Él estaba a cargo de cuatro bebés.
— Bien... —Katsuki toma a Kasei en brazos y lo olfatea. Uh.— Si es que el idiota de tu padre no te estuvo jalonenando de aquí a allá, si no te batió, no tendré porqué tirarte a la basu... ¡Ugh! —le da la vuelta. Ve que hay heces fecales en la espalda. De inmediato quita a los otros dos bebés del futón.
Al diablo, compraría otro. Ni de chiste lavaría eso.
— Kasei, ¿qué comiste? —niega con la cabeza.— Si no fuera porque me saliste bonito, te tiro a la basura.
— Bubu... —va tranquilizando el llanto. Katsuki suspira. Necesitaba la ayuda de Shōto.
— ¡Todoidiota, trae tu culo para acá!
— ¿Ya se te pasó el enojo, am...? ¡Joder! —exclama Shōto a su hijo todo cagado.— ¿Qué le pasó?
— ¡De tanto que lo estuviste cargando se batió! —exclama Katsuki y le extiende el bebé. Shōto lo toma y lo mantiene alejado de él.
— Uh... Qué linda sorpresa para mamá. —Katsuki le dirige una mirada de odio puro.
— Tú lo batiste, tú lo bañas.
— Pe-pero tenemos otros dos.
— Amor, ve a bañar al pequeño Kasei.
— ¡Sí, capitán! —y va a paso rápido al cuarto del baño.
— Ahora... —va al fregadero de la cocina y de inmediato se limpia los brazos con bastante jabón.
Existía la posibilidad de que Kasei lo haya manchado de su popó. Regresa a la sala. Encuentra a Natsuki adormeciendose y parando de llorar. Aparentemente estaba harta de estar en una misma posición. Bien, uno menos.
— Veamos, Kazuo... —toma al bebé en brazos y al igual que con Kasei lo olfatea. No apesta a popó pero igualmente revisa el pañal. Nada, limpio.— ¿Qué tienes, mi amor? —le habla en voz bajita. No quería que Shōto le descubriera siendo tierno con los niños.— ¿Tienes hambre? —voltea a ambos lados. Su novio no está. Suspira.
Se sienta en el sofá y se levanta la playera negra. Aquello le avergüenza después de todo. Acerca el bebé a su pezón izquierdo y este se limita a chupar con rapidez.
— Uh, mi amor, tenías hambre. —le acaricia la poca cabellera que tiene. Mira el puño que hace con la mano y una vez que la relaja, lo aleja. Esa era la señal de que estaba satisfecho. Lo acomoda en su espalda y le da palmaditas hasta hacerlo eructar. Poco después le arrulla y le deja en el sofá, justo alado de Natsuki quien está boca arriba aparentemente roncando.
Aquello le hace sonreír. No podía dejarlos en el sofá así que los toma y con cuidado se lleva a ambos a la habitación, los deja en su correspondiente cunero y les deja descansar ahí.
Ahora a vigilar que Shōto no haya matado a Kasei.
Bueno, está siendo demasiado cruel, pero supone que es parte de tener hijos y vivir con el hombre que lo preñó antes de los veinte.
Va al cuarto de baño y se encuentra con su novio delante de la tina limpiando a Kasei.
— Ya casi se va toda la popis. —ríe Shōto al bebé. Kasei parece sonreír tontamente.
Katsuki suspira con ganas.— Deja, ya lo hago yo.
— No, quiero demostrarte que sí puedo. —hace un puchero. El agua tibia recorre el cuerpo regordete del bebé en un eficiente enjuague satisfactorio. Kasei parece disfrutar del baño.— ¿Ves? Huele a jabón. Y a bebé.
Katsuki rueda los ojos sonriente.— Lamento haberte gritado.
— Estabas molesto. —Shōto saca al bebé de la tina y lo envuelve en una toalla. La ropa embarrada de popó está en el piso del baño a un lado de ellos.— Yo me encargo de limpiar la ropa.
— Ugh, no, bótala. Perro asco. —Katsuki niega con la cabeza. Shōto le pasa el bebé para que pueda levantarse, después de todo, no hacer ejercicio en todo ese tiempo estaba generando a su cuerpo más flojo.— Bestia de caca, ¿mira lo que haces?
— No llames así a Shōto dos. —toma al bebé envuelto en la toalla y se lo lleva a la habitación. Ahí le vestiría.
— No llames Shōto dos a la Máquina de matar. —contesta Katsuki detrás de él. Shōto ríe.
— ¿Máquina de matar? —pregunta entrando a la habitación. Los otros bebés están despiertos pero no hacen nada, están completamente tranquilos.
— Sí, él es la Máquina de matar, el otro es el Tumor. —señala a Kazuo.— Y la niña esta es la Gastritis.
— ¿Qué pasó con María? —los tres bebés se remueven.
Katsuki ríe por ello.— Uno es María la del Barrio, otro es María Mercedes y por ultimo está Marimar, la costeñita.
— ¡Ja! —ríe Shōto. Pone al bebé en la cama. Katsuki va a por la ropa del bebé y se la da a su novio heterocromático. Este la coge para después vestirle tras haber puesto el pañal.— Ahora, Shōto dos, no vuelvas a hacer popó. O bueno, no así.
— Idiota. —ríe Katsuki.— Dentro de una hora les toca comer así que estate al pendiente. Compra otro futón. Unos tres por si acaso. Dile a tu viejo que nos haga el favor de comprar uno por ahora.
— Tengo aún la tarjeta de mi padre, dejame ir a comprar algo con ella. —hace un puchero. Katsuki rueda los ojos.
— Tu padre la congeló cuando lo endrogaste de tanta cosa que comprabas.
— Pero mira, los bebés lucen bonitos.
— Ellos van a crecer, la ropa no les va a durar mucho tiempo.
— Pero mientras no vestirán lo mismo y puedes darte el lujo de tirar la ropa cuando las embarren de popó.
— ... Buen punto.
Y así, Shōto usa la tarjeta de su padre número dos.
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