PREFACIO.
Cada uno lleva el peso de una historia sobre sus hombros. Sin embargo, llega el momento en el que la historia es demasiado pesada, y termina derramandose en el suelo como agua, mostrando cada uno de sus sucios y turbios secretos.
Pero, ¿qué es una historia realmente sin complicaciones ni subtramas?
Es ahí a donde debemos llegar.
Pero antes de llegar a esa parte, primeramente debemos empezar por alguna parte.
Y ese es el principio.
...
13 de Julio, Universidad de Northwester.
Alice vuelve a suspirar antes de mirar nuevamente la pantalla de su móvil. Tenia una nueva notificación de su novio, que consistía en un simple emoji de una carita con corazones en el lugar de los ojos. Casi automáticamente, como si sus dedos pulgares tuviesen vida propia, escribió una respuesta acorde.
Se sentía una idiota haciendo este tipo de cosas, pero no podía evitarlo. Era su novio y por muy simplón que fuese, debía soportarlo porque sabía perfectamente que nadie más la querría tal y como es.
Solo debía soportar un año más.
Un año más para graduarse y no ver a nadie más de esta maldita universidad de mierda que lo único que ha traído a su vida son malos recuerdos.
Apagó el móvil con eso en mente y volvió a tumbar su cabeza en su cómoda almohada. Tirada a todo lo largo en su estrecha cama, en su pequeña habitación que pronto compartiría con alguna nueva estudiante de primer año, con la vista fija en el techo y los audífonos a todo volumen, reproduciendo Enemy de Imagine Dragons. No pudo evitar que su mente deambulara por lugares que se había prometido a sí misma olvidar.
Que todos habíamos prometido olvidar.
Todo su cuerpo se encogió con el recuerdo de la sangre en sus manos y tuvo que incorporarse de nuevo, arrancandose los audífonos de un tirón.
Después de todo el esfuerzo y el trabajo que habían pasado, no podía sentirse culpable ahora. No cuando por fin había llegado tan lejor.
Pronto se graduaria y al fin haría feliz a sus padres que tanto habían trabajado y luchado para conseguirle una beca a su hija.
Si su secreto saliera a la luz, no podría soportar ver la decepción reflejada en sus ojos. No podría soportar ver sus sueños e ilusiones aplastados en el suelo basura.
En ese instante, la puerta se abrió bruscamente y Alice por poco se cae de la cama con el brinco del susto que había tenido. Una chica de cabello negro largo hasta la espalda baja tan lacio, entró sonriente a la habitación arrastrando una enorme valija. Era hermosa, su piel era de un singular color que no pudo evitar asemejar a la leche con café. Además de que sus ojos tenían una forma almendrada que le indicó su notable etnia indígena.
La chica al darse cuenta de la presencia de Alice detuvo su paso a la habitación y su sonrisa titubeó, un tanto apenada por irrumpir sin tocar primero.
—Lo siento, no me había dado cuenta de que había alguien más aquí.— Explicó incómoda.
—No pasa nada.— Dijo Alice sintiéndose inferior repentinamente. Hasta su voz era hermosa.
No podía creer que existiese una belleza tan exótica como ella. Literalmente parecía una India amazónica o algo así. Por primera vez en su vida deseó que su piel no fuese tan pálida, y que su cabello no fuese tan pelirrojo y rebelde. Odiaba terriblemente las pecas que adornaban su nariz y mejillas, además de que era muy bajita y su cuerpo terriblemente rechoncho.
Al contrario que esa chica, la cual tenía pinta de ir todos los días al gimnasio.
—Entonces... tu debes ser mi compañera de habitación ¿no?— Preguntó la chica, la cual aún no conocía su nombre.
Alice asintió con la cabeza y se puso en pie para extenderle la mano a su nueva compañera. Ella se acercó con una sonrisa aún más radiante en sus labios y agarró su pequeña mano pálida con fuerza.
No sintió dolor, pero debía admitir que la chica tenía un buen agarre, además de que su piel era anormalmente cálida. No hasta el punto de ser alarmante pero lo suficiente.
No pudo evitar fruncir el entrecejo:
—Mi nombre es Alice.— Se presenta y luego pregunta.— ¿Tienes fiebre o algo?
La chica nueva frunce el entrecejo extrañada por su pregunta:
—No. ¿Por qué?
—Tu mano... se siente muy caliente.
Al escuchar aquello rápidamente la suelta abruptamente como si Alice tuviese algún tipo de enfermedad infecciosa. Se mordió el labio inferior con incomodidad a la vez que ocultaba la mano en el bolsillo de su chaqueta.
Ese acto la extrañó mucho, pero decidió dejarlo pasar. No era su problema en absoluto.
—¿Cuál es tu nombre entonces?— Dijo rompiendo el hielo.
La chica respondió:
—Apryl... soy Apryl Young. Encantada de conocerte...
En ese mismo instante son interrumpidas nuevamente con la llegada de otra chica. La puerta volvió a abrirse con brusquedad y una chica delgada pero esbelta se abrió paso como si estuviese en su propia casa. Esta impresionaba incluso más ya que era muy esbelta y su piel pálida pero sin imperfecciones. Pero lo que más impresionaba no era su notable ascendencia asiática, si no sus ojos de un color anormalmente azules que bien podrían confundirse fácilmente con el lapislázuli.
—No vas a creer esto Apryl, hay baños mixtos en esta pocilga...— Pero al notar la presencia de una tercera persona en la habitación paró en seco.— Oh, no sabía que había alguien más aquí.
—Es nuestra nueva compañera de habitación Emory.— Dijo Apryl señalando a la pelirroja igual de incómoda que su amigo.— Se llama Alice.
—Oh. Los folletos no mencionaban que eran tres personas por cuarto.— Dijo la chica asiática soltando el gran bolso que colgaba de su hombro con desdén. Vestía un par de pantalones negros de cuero y una camisa blanca, junto con unos botines del mismo color y material que el pantalón. Su estilo era claramente diferente al de su compañera la cual vestía unos simples vaqueros viejos, una blusa negra y una chaqueta del mismo color.
—Antes no era así, pero esta es una de las lamentables consecuencias del recorte de presupuesto entre otras cosas.— Dijo Alice con un suspiro cansino, volviéndose a sentar en su cama.
La tal Emory se dedicó a observar con cierto desdén el lugar. La habitación tenía una forma rectangular con apenas una ventana en el fondo y dos literas pegadas a la pared. Apenas había un escritorio justo debajo de la ventana, lo cual no entendía porque como iban a estudiar tres universitarias con un solo diminuto escritorio. Además de eso, había una puerta justo al lado de la puerta principal, que al abrirla se encontró con un armario desorganizado pero lo suficientemente grande para guardar sus cosas. Aunque claro, antes de eso debía hacer una buena limpieza.
No pudo evitar soltar un gruñido de molestia.
—Genial, esto es simplemente genial.— Murmuró entre dientes claramente enojada y sintiéndose engañada.— Nada de esto lo mencionaban los folletos.
Por alguna razón a Alice le molestaba la actitud de Emory. Sentía como si la estuviese criticando a ella misma, después de todo esta había sido su habitación y todo lo que había en ese armario era de ella por lo que se sentía criticada y juzgada además de eso.
Tuvo el impulso de decirle que se fuera si no le gustaba nada de esto pero fué salvada a tiempo por el sonido de su móvil vibrando encima de su cama destendida.
Cuando vio el nombre de Paul en las notificaciones de WhatsApp, literalmente sintió que su mundo giraba. El mensaje era claro y conciso, pero eso no le quitaba importancia en ningún momento.
《Alguien más lo sabe》
Decía claramente en la pantalla y de repente todo su mundo parecía más oscuro y nubloso.
Paul, ella y los demás habían pautado claramente que jamás volverían a contactarse al no ser que fuese explícitamente necesario. Después de aquel dichoso día de julio, habían quedado en olvidarse de todo y vivir sus vidas como di nada hubiese perfecto. Pero al final su historia no fue capaz de aguantar el enorme peso del secreto que cargaban sobre sus hombros.
Y esto definitivamente era más que una necesidad. Era una emergencia.
Mientras su mente divaga en todas las posibilidades de lo que podría suceder, su móvil volvió a vibrar resbalandose de sus manos hasta impactar en el suelo agrietandose levemente la pantalla.
—Mierda.— Chilló molesta consigo misma y con manos temblorosas volvió a agarrar el móvil que afortunadamente funcionaba a pesar del rayón.
《Nos encontraremos en el lugar de siempre para ver lo que haremos》
Leyó rápidamente y las ganas de gritar no le faltaban.
¿Por qué le pasaba esto de nuevo? ¿Por qué ahora que por fin había logrado continuar con su vida?
Su cuerpo se sobresaltó al sentir la mano anormalmente cálida de Apryl en su hombro y sin dejar de temblar se dió la vuelta rápidamente encontrándose con el rostro preocupado de la chica.
—¿Estás bien?— Le preguntó Apryl, pero Alice apenas podía oírla.
Un intenso pitido envolvía toda su cabeza impidiendola pensar con claridad. Tenia que hacer algo... si, tenía que salir de ahí.
Rápidamente se puso los primeros zapatos que encontró y sin mediar palabra con sus nuevas compañeras, salió de la habitación como si el diablo la estuviese persiguiendo. Lo cual en cierta forma, de una manera retorcida, podría ser verdad.
Prácticamente corrió por todo el campus sin importar las miradas que todos los jóvenes le dedicaban, hasta llegar finalmente al estacionamiento donde no tardó en reconocer el auto de Paul estacionado en la entrada.
Abrió la puerta del copiloto y se metió adentro.
—Dime la verdad...— Dijo ella actuando prácticamente como una psicótica.— Fuiste tu ¿verdad? ¿Tu nos delataste?
Paul desde el asiento del conductor, miró a Alice como si estuviese mal de la cabeza.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? Claro que no.
—¿Entonces dime quién es el soplón?— Prácticamente grita.
Paul le dedica una mirada cargada de rabia que la hace encogerse en su sitio como un animalito asustado, después de todo no estaba acostumbrado a verlo así. De todo el grupo el siempre había sido el más centrado e inteligente, pero en ese momento parecía una rata asustada encerrada en un cubo de metal. Así mismo como ella.
Fue entonces que se dedicó a observar mejor su aspecto y se dió cuenta de que lucia tan mal como ella, por no decir más.
Una barba incipiente de varios días adornaba gran parte de su menton y unas enormes ojeras pintaban los alrededores de sus ojos ambarinos de un color oscuro enfermizo, además de que su cabello tenía un aspecto grasoso. Parecía no ser lavado desde hace bastante.
Hace ya un tiempo que no lo veía, pero había cambiado totalmente para peor.
Hasta estaba más gordo, y tenía un olor raro.
—Yo no soy el soplón, Alice.— Dijo con mucha seriedad. Encendiendo el auto y saliendo del estacionamiento para adentrarse en la carretera.— Ni tampoco ninguno de nosotros. Alguien más descubrió nuestro secreto.
Al escuchar aquello Alice no pudo evitar tragar en seco. Un silencio abrumador se extendió por toda la cabina del auto. Un silencio que parecía durar eternamente.
—¿Y que fue lo que sucedió entonces?— Pregunta Alice al cabo de un tiempo.
—Tenemos que hacer lo que el diga.— Dice Paul con un tono de voz agrio que le dió mala espina.
—¿Como que "él"? ¿De qué estás hablando Paul?
Sin embargo el no mencionó nada más, hasta que finalmente al cabo de un buen tiempo, detuvo el auto y se bajó cerrando la puerta con un fuerte portón.
Al verlo, extrañada Alice salió del auto y lo siguió hasta alcanzarlo, sin molestarse a observar su entorno.
—¿Qué está pasando Paul?— Le grita con todas sus fuerzas.
—Mira tu alrededor y lo entenderás.— Espeta él encogiéndose de hombros.
Alice está a punto de volver a cuestionar, pero se detiene en seco al observar mejor em lugar en donde estaban.
Se encontraban en la misma carretera con entrada al bosque, en dirección a aquel maldito lugar donde toda su vida había cambiado por completo.
—¿Por qué estamos aquí?— Pregunta con un hilillo de voz y se abraza a si misma con un frio repentino.
—Tenemos que hacer lo que él dice.— Repite Paul y ambos escuchan el sonido de un claxon que los asusta por unos segundos, pero al darse cuenta que se trataba de la camioneta de Zoë, suspiraron aliviados.
Era una camioneta de última generación y apenas emitía algún sonido, exceptuado el de los neumáticos al pasar por el suelo de gravilla.
Cuando esta se estacionó, las dos puertas delanteras se abrieron casi a la misma vez y de su interior se bajaron dos jóvenes.
La primera persona que Alice vio bajarse de la camioneta fue la misma Zoë del asiento del conductor. Vestía un ajustado vestido rosa pálido y un par de tacones muy poco acordes con el ambiente, lo cual le decía que seguramente debía venir de alguna fiesta. Su cabello rubio y sedoso parecía tener vida propia y sus ojos azules no de dejaban de escudriñar el lugar con suspicacia.
Si Paul era el inteligente del grupo, y ella definitivamente sería el banco viviente. La encargada del encubrimiento y los sobornos en si. Su familia era bastante adinerada por lo que no tenía problemas, además, era posible que de entre todos ellos ella sería la que más mal saldría de todo esto. Después de todo, si el escándalo se hiciera público, la empresa de sus padres se vendría completamente abajo.
Por otro lado del asiento del copiloto salió Ed, el novio de Zoë, el cual también estaba metido hasta el cuello en la misma mierda.
Lucia como el típico de Ken de Barbie, ademas de que era sumamente alto y fuerte. Pertenecía también a una familia adinerada y Alice notó que aún vestía el uniforme del equipo de rugby de la universidad. Seguro debía venir directamente de la competencia.
Alice tragó en seco al verlos.
No podía evitar sentir un mal sabor de boca al verlos. No dejaba de tener la sensación de que en la menor oportunidad la traicionarían.
—¿Ustedes también recibieron el mensaje?— Pregunto Zoë al llegar al lugar, sin siquiera saludar o mirar a Alice.
—Si...— Respondio Paul.
—¿Qué mensaje?— Interrumpió Alice alarmada, llamando la atención de la rubia.
—Tu no recibiste el mensaje...— Cuestionó Zoë mirándola con el entrecejo arrugado.
—No, el único mensaje que recibí fué el de Paul diciéndome que nos habían descubierto.
Zoë asintió con la cabeza lentamente, cerciorandose de lo que ya sabía y miró a Ed con complicidad.
Alice se sintió aún más alarmada y la alerta vibró en todas sus células.
—¿Qué está pasando?— Volvió a preguntar.
Ya que nadie tenía intención de decir nada, Paul dio el primer pasó y comenzó a hablar:
—Desde hace algunos días, hemos estado recibiendo extraños mensajes con pruebas donde se nos vinculan en este lugar. Al principio creíamos que se trataba de una broma, pero con cada mensaje que era enviado, las pruebas eran cada vez más verídicas.— Paul metió la mano en su bolsillo y sacó su móvil, mostrándole a Alice la imagen de los cuatros con palas en las manos enterrando lo que parecía un bulto envuelto por una lona negra.
Al ver aquello Alice se cubrió la boca impactada.
—¿Pero cómo es eso posible? No habíamos tenido cuidado.
—Sospecho que de seguro alguien nos siguió sin que nos diéramos cuenta.— Refutó Ed con seriedad, el cual se había mantenido callado desde su llegada.
Alice retrocedió varios pasos con las piernas repentinamente débiles y recostó su espalda en la corteza de un árbol, incapaz de cargar con su propio peso.
—No puede ser.— Dijo al borde del llanto prácticamente.
Recordaba aquella noche como si hubiese pasado ayer.
Era pleno verano, pero Alice recordaba sentir frío aquella vez.
Recordaba también haber estado en una fiesta con sus amigas y haberse quedado dormida en una de las habitaciones de la hermandad, por lo que se imaginarán su sorpresa al despertarse debajo de un cielo estrellado en el medio del bosque oscuro y frío.
Afortunadamente no estaba sola. Había despertado con tres personas más que resultaron ser Zoe, Paul y Ed por supuesto. Todos al igual que ella estaban confundidos y no recordaban haber llegado a aquel inhóspito lugar, pero todo empeoró para ellos al notar que tenían la ropa completamente llena de sangre y sus manos manchadas con aquel líquido rojizo.
No tardaron en identificar de quién era la sangre porque no muy lejor de todos, yacía en el pasto el cuerpo inmóvil de una mujer que ni siquiera conocían, completamente destrozada y rodeada por un charco de sangre enorme.
Guiados por el pánico y el miedo, tuvieron el impulso de hablar con la policía pero Zoë se negó rotundamente al igual que Ed. Un cadáver no les traería nada bueno, además, sería difícil probar la inocencia de todos, después de todo cada uno estaba manchado con la sangre de la mujer y de seguro el ADN de cada uno debía impregnar el cuerpo de pies a cabeza.
Estaban en total desventaja y no tenían más opción que enterrar el cadáver, deshacerse de todas las pruebas y hacer como que nada sucedió.
No podrían estar más equivocados.
—¿Y si la persona detrás de todo esto es la mente maestra que nos puso en este lugar con el ccadáver? — Cuestionó Alice haciendo memoria de todo lo sucedido anteriormente.— ¿Y si este... fué su plan desde el principio?
Paul, Zoe y Ed intercambiaron miradas extrañas y el entrecejo de Alice se arrugó aún más.
—Pasa algo más ¿verdad?— Dijo ella irguiendose lentamente.— ¿Hay algo que no me estén diciendo?
En ese mismo instante los móviles de todos los presentes vibraron a la misma vez y enseguida Apryl revisó el suyo al igual que los demás.
《Si quieren salvarte, debes matarlos a todos. Solo el vencedor tendrá oportunidad de llegar al paraíso》
Al leer aquello todos los músculos de su cuerpo se tensaron y lentamente levantó la mirada a quienes pensaba que eran sus compañeros. Los cuales la miraban a ella también con la misma intensidad.
—¿Que les escribió a ustedes?— Preguntó Alice pausadamente sospechando la respuesta.
La cual no tardó en llegar de la boca de Paul:
—Que para poder salvarnos... debíamos matarte.
En el momento de escuchar aquello, Alice apenas pudo moverse cuando de la nada recibió un fuerte golpe en la cabeza que la dejó aturdida por un minuto. Su cuerpo cayó casi sin fuerzas al suelo y al levantar la mirada se encontró con Zoé sosteniendo una enorme piedra por encima de su cabeza, con la intención de volver a golpearla. Pero al ver aquello, Alice logró reaccionar a tiempo y sacar el revólver que tenía oculto en sus pantalones, por debajo de su camisa.
Un solo disparo se extendió por todo el bosque alborotando la aves a su alrededor. El proyectil impactó en el hombro de la chica provocando que derramará una gran cantidad de sangre y con un fuerte grito retrocedió soltando la piedra en el proceso y cayendo de culo en la tierra, sosteniendo su hombro herido con su mano sana.
—¡Duele, Duele...! ¡Maldita puta de mierda!— Grita cegada por la ira y el dolor.
Ed se mueve con la intencion de socorrer a su novia pero Alice le chilla apuntando el arma hacia él:
—¡No te muevas hijo de perra!— Enseguida Ed aterrorizado hace lo que dice ella y levanta ambos manos.
Paul, el cual se agarraba con fuerza el cabello sin deja de gritar también, le espeta:
—¡¿Qué... qué demonios hiciste Alice?!
—¿Cómo que qué hice?— Brama ella enojada— La puta Barbie me golpeó la cabeza. ¡Intentaba matarme!
Los gritos de Zoe continuaban escuchándose con fuerza y no dejaba de mal decirla a la vez que intentaba detener el sangrado.
Alice se puso en pie lentamente sosteniendo su cabeza adolorida, la cual empezaba a sangrar en su costado derecho.
—¡Puta traidora!— Vuelve a chillar sin dejar de mover el arma como loca, intercalando entre ellos.— ¡Todos son unos putos traidores! ¡Planeaban matarme desde el principio!
—¡No íbamos a matarte!— Grita Paul también.— Zoe actuó por su propia cuenta. Habíamos creado un plan para descubrir el verdadero culpable de todo esto... pero Zoe la arruinó dejándose llevar...
—¡¿Y qué querías que hiciera?!— Interrumpió Zoe gritando también. Tenia todo el maquillaje corrido debido a las lágrimas pero eso no borraba la mirada desquiciada en sus ojos.— La empresa de mi familia esta bajo investigación federal y el juicio de mi padre es mañana... ¡No puedo arriesgarme a que este escándalo salga a la luz y arruine mi vida y la de mi familia por completo! ¡No voy arriesgarme por esta puta horrible!
—Maldita...— Jadea Alice llorando a mares y a punta el cañón del revólver hacia ella dispuesta a matarla, pero Ed se lanza hacia ella intentando quitarle el arma de las manos.
Otro disparo atraviesa el bosque como un eco y Ed cae arrodillado al suelo con su estómago sangrante. El cañón del revólver humeante permanece en las manos temblorosas de Alice.
—¡Ed!— Grita Zoe con todas sus fuerzas, llena de dolor.— ¡Maldita zorra!
Otra lágrima se derrama de los ojos de Alice y envuelta en el llanto apunta a Zoe que no deja de gritar como loca y le dispara directamente en el pecho callandola de inmediato.
Luego apunta a Paul el cual se había quedado completamente paralizado por lo sucedido.
—Alice, por favor...
—Lo siento...— Dice ella antes de apretar el gatillo y liberar otro proyectil que impacta justo en el corazón de Paúl.— Lo siento mucho... lo siento.
Lentamente baja el arma y cae sin fuerzas de rodillas, incapaz de mantenerse en pie.
—Lo siento, lo siento... lo siento mucho... lo siento...
Lo siento...
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