Verdad
—Elena, necesito hablar contigo sobre algo importante... —le digo, notando cómo mi corazón se acelera ante la idea de revelarle mis inquietudes.
Ella me mira con atención y asiente, mostrando su disposición a escucharme.
—Por supuesto, David. Puedes confiar en mí, siempre estaré aquí para apoyarte — responde con cariño.
Respiro hondo, buscando las palabras adecuadas para expresar mis pensamientos.
—Verás, además de lo que te conté sobre Jesús, hay algo más que necesito decirte. Antonio... él está enamorado de mí —confieso, sintiendo cierta incomodidad al revelar la verdad.
Elena parpadea sorprendida y su rostro refleja un atisbo de tristeza que intenta ocultar.
—¿Enamorado de ti? ¿Estás seguro? —pregunta con curiosidad.
Asiento, sintiendo la responsabilidad de ser honesto con mi amiga.
—Sí, me lo confesó hoy en una app de citas en la que me contactó. Obviamente le dije que no sentía lo mismo, ¿sabes? Nunca andaría con el crush de mi amiga. —Explico, procurando transmitir mis emociones sin lastimarla.
Elena escucha mis palabras con atención, y aunque trata de mantener una expresión normal en el rostro, puedo percibir una tristeza oculta en sus ojos. Se esfuerza por ser fuerte y apoyarme, pero sé que mi confesión le ha afectado.
—David, entiendo que no puedas corresponder los sentimientos de Antonio por lo de la amistas. Y aprecio tu apoyo, pero... me duele un poco saber que a él le gustas. Es complicado ver cómo alguien más puede despertar el interés de la persona que amas— dice, con voz entrecortada, luchando por contener sus emociones.
Sus palabras me impactan y me doy cuenta de que, sin querer, he añadido una carga adicional a nuestra amistad. Me siento culpable por haberle generado este dolor.
—Lo siento mucho, Elena. No quería lastimarte. Aprecio muchísimo nuestra amistad, y no quiero que nada la afecte —le respondo, acercándome para abrazarla.
Ella me corresponde al abrazo, y ambos nos damos fuerza mutuamente. Comprendo que es difícil para ella, pero también aprecio su honestidad y su manera de enfrentar la situación.
—Gracias por ser sincero conmigo, David. Sé que puedo contar contigo para cualquier cosa, y eso es lo más importante —dice, intentando sonreír nuevamente.
Asiento con cariño, reconociendo lo valiosa que es su amistad en mi vida.
—Lo sé, Elena. Siempre estaremos aquí el uno para el otro, pase lo que pase —le aseguro.
—Bien, se acabó la tristeza. No necesito a un hombre a mi lado para sentirme completa.— Trata de ocultar tristeza. —¿Y cómo que una app de citas?, ¿en dónde estabas, pícaro?
La seguí en su intento por cambiar de tema, comprendiendo que necesitaba distraerse y sentirse animada. Sabía que Elena era alguien que solía ocultar sus sentimientos, y ahora más que nunca, sabía que necesitaba mi apoyo. Y no, no quise contarle que tuvimos una "pequeña cita", no quiero perderla.
Como ya era demasiado tarde, Elena tuvo que quedarse a dormir, al rato me escribe Jesús, quería desearme buenas noches y decirme que la había pasado súper, y lo había disfrutado mucho. Nos quedamos hablando un rato y cuando nos íbamos a despedir me dice: —buenas noches, amor, que descanses, te quiero—. Me sonrojé muchísimo, y Elena comenzó a reírse y a molestarme, me despedí de él y me acosté.
Al despertar, me bañé y bajé a la sala para desayunar. Mamá, papá y Elena ya estaban en la mesa desayunando. Me senté y desayunamos. Acompañé a Elena a tomar un taxi, ya tenía que irse a su casa, me despedí de ella y volví a casa, al rato Antonio me escribe y me pregunta si quería volver a salir. Decidí ser honesto y le dije que no, que me gustaba otra persona. Aunque no obtuve respuesta, sabía que había tomado la decisión correcta para proteger a Elena, a Jesús y a nuestra amistad, creí que era la mejor manera de mantenerlo alejado, no quería perder a nadie por su culpa. SIn más vueltas me bañé para ir a la preparatoria.
Al llegar, me encontré con Elena y subimos juntos al salón en donde doy clases, ella esta un curso por debajo de mi. Ahí estaba Jesús, el chico que me hacía sentir como si estuviera en las nubes. Para tener un momento a solas con él, Elena utilizó la clásica excusa y se dirigió al baño.
Una vez a solas, Jesús no esperó más y se lanzó sobre mí, besándome apasionadamente. Era una sensación maravillosa, pero también una mezcla de excitación y temor por ser descubiertos. Me tomó de la cintura y me montó sobre el escritorio, sin dejar de besarme. Sin embargo, el riesgo era latente, y cuando escuchamos pasos, nos separamos rápidamente. Era Paula, quien entró al salón acompañada de sus amigas, saludaron y comenzaron a hablar.
Con una sonrisa en los labios, Jesús y yo nos sentamos juntos, disfrutando de nuestra complicidad. La llegada de Elena nos hizo bajar un poco el tono de nuestro romance, pero la felicidad en mi corazón era innegable. Hablamos unos minutos, y aunque traté de ocultar mis sentimientos por Jesús, sabía que Elena podía leerme como un libro abierto.
El tiempo pasó, la clase empezó, Elena se fue a sus clases y Jesús y yo nos ubicamos en nuestros puestos. Luego llegó el descanso, y fui a comprar algo con Jesús, mientras Elena se retiraba, aparentemente incómoda con nuestra cercanía.
Nos sentamos en la banqueta, luego Jesús me pidió que lo esperara, ya que tenía una sorpresa, accedí emocionado. Pero mientras pasaban los minutos, la necesidad de ir al baño me hizo cambiar de rumbo. Allí me encontré con Antonio, quien de manera sorpresiva me acorraló contra la pared e intentó besarme. Rápidamente, puse mi mano en su boca para evitarlo.
—¿Qué crees que haces, estúpido? Alguien nos puede ver —susurré, con una mezcla de enojo y vergüenza.
—Que crees que haces estúpido, alguien nos puede ver— susurré.
Me soltó y bajó la mirada, me sentí incómodo.
—Perdón, no debí llamarte estúpido—
—Me muero por ti, quiero estar a tu lado, te amo desde hace mucho tiempo— confesó, con una mirada sincera y conmovida. Me sonrojé ante sus palabras, pero sabía que tenía que ser claro y directo.
—No puedo estar junto a ti, entiende, no me gustas—
Antonio se marchó sin decir ni una palabra, y yo me sentí culpable y preocupado por su reacción. Pero tomé la decisión de olvidarme de él, creyendo que era lo mejor para ambos. Después fui hacia Jesús, estaba en la banqueta esperándome con una sonrisa dulce en el rostro.
—Perdón por tardar, los baños estaban llenos— me disculpé.
—No te preocupes— me sonríe, se ve muy tierno cuando hace eso. —Mira lo que tengo—
Me muestra una cadena de plata con nuestras iniciales, colocándola en mi cuello.
—Muchas gracias— lo abrazo fuertemente y él me corresponde.
-—De nada, sabes que es con mucho amor. ¿Quieres ir hoy en la noche a una fiesta?—
—No sé, mis padres me castigaron—.
—Es un ratito, volveremos temprano, tus padres no se darán cuenta, por favor, acompáñame—
—Está bien, pero solo un rato—
Se acabó el descanso y Jesús fue a los baños, yo subí al salón.
Mientras tanto, en los baños...
Paula y Jesús se encontraban de los baños, manteniendo una conversación en voz baja para que nadie más escuchara.
—Jesús... ¿Cómo va el plan?— preguntó Paula, ansiosa por saber más detalles.
—Va a la perfección. Solo falta enamorar a Elena y listo, pronto me vengaré de David por hacer que Elena no se fije en mí— respondió Jesús con cierto dejo de rencor en su voz.
—Y ¿Cómo harás para que Elena se fije en ti?— inquirió, curiosa. mientras él sonreía confiado.
—Ya lo verás Paula, este plan no tiene fallas. Lo lograré— afirmó, lleno de confianza en sí mismo.
Ambos salieron de los baños y, al rato, Antonio también salió y se lavó las manos. Había escuchado parte de la conversación entre Paula y Jesús y se preguntaba qué tramarían. Decidió mantenerse alerta y observar de cerca la situación.
—Con que ese es tu plan, veamos si lo logras hacer realidad— dijo Antonio con cierta ironía.
Sin decir nada más, Antonio salió de los baños y se dirigió a su salón. Sabía que cuando acabaran las clases, iría hacia el salón donde se encontraba David para contarle todo. Aunque Antonio no sabía a ciencia cierta si Jesús tenía malas intenciones, no quería arriesgarse a que algo malo sucediera a David.
Mientras tanto, en el salón de David...
Jesús subió al salón y se sentó a mi lado. La profesora no iba a llegar, así que tuvimos dos horas libres, y como era de esperar, los demás estudiantes se dispersaron por el aula, algunos jugando y otros charlando animadamente.
Jesús y yo aprovechamos el tiempo para conversar. Aunque tratábamos de disimularlo, ambos sabíamos que estábamos emocionados por pasar ese tiempo juntos. Compartimos risas y confidencias, fortaleciendo aún más el vínculo que había surgido entre nosotros. Pero en medio de nuestra charla, noté que Paula, nos observaba con una mirada de celos y descontento. ¿Será que le gusto a Jesús y eso la hace sentir envidia? O tal vez solo sea mi imaginación y esté exagerando las cosas. Sacudí la cabeza, tratando de no darle importancia, aferrándome a la idea de que Jesús y yo estábamos disfrutando de ese momento.
El tiempo pasó volando, y cuando las clases finalmente llegaron a su fin, nos preparamos para irnos a nuestras casas. Jesús y yo bajamos juntos con Elena, quien parecía estar de mejor ánimo. Sin embargo, al llegar a la salida, noté que Antonio estaba allí esperándome, y su mirada mostraba una mezcla de nerviosismo.
•NOTA DEL AUTOR•
Hola chicos, ¿Cómo están? La verdad es que me emociona ver cómo reaccionarán ante los giros inesperados que están por venir. Los sentimientos, los conflictos y los deseos ocultos de los personajes se entrelazan, y estoy seguro de que habrá muchas sorpresas en el futuro. Por otro lado, me alegra que Antonio haya escuchado la confesión de David, pero también el, pobrecito, enfrentando un amor no correspondido 😔👌. Todos los personajes están enfrentando sus propias luchas internas, y como autor, mi objetivo es mostrar su humanidad y cómo las decisiones que toman pueden afectar sus relaciones.
Espero que sigan acompañando a estos personajes en su viaje y que disfruten cada momento lleno de emociones y suspenso. No puedo esperar para llevarlos al próximo capítulo, donde las cosas tomarán un rumbo inesperado.
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