—David, Necesito hablar contigo. Es muy importante. Es sobre algo que pasó en los baños—Mira a Jesús muy serio. 

—¿Tiene que ser ahora? Estoy un poco ocupado —respondí, tratando de evadirlo.

—Tal vez sea algo importante, solo escúchalo por un momento — intervino Elena, desviando  su mirada hacia el suelo y apretando sus manos. 

Lo pensé un poco y creí que Elena quería estar sola un rato con él, qué estupidez, no sé cómo llegué a esa conclusión. 

—Sabes qué, iré a una fiesta. Elena y tú podrían conversar un rato y después me lo cuentan todo, ¿sí? — propuse, dando un paso atrás y permitiéndoles espacio para hablar. 

Elena pareció asustada y se sonrojó intensamente. 

—Adiós, espero que se diviertan conversando— dije antes de irme en el carro de Jesús. Aunque inicialmente no estaba emocionado por la fiesta, mi ánimo cambió rápidamente. 

En el camino, el tráfico estaba pesado, pero finalmente llegamos a la casa de la fiesta. Era un lugar grande y abarrotado, con mesas llenas de cerveza y música atronadora. Al principio, me sentí incómodo y nervioso, pero poco a poco me fui acostumbrando al ambiente y las luces. 

En el camino, el tráfico estaba pesado, pero después de unos largos minutos finalmente llegamos a la casa en donde se realizaría la fiesta. Era un lugar grande y lleno de muchas personas, con mesas llenas de cerveza y música un poco irritante. Al principio, me sentí incómodo y nervioso, pero poco a poco me fui acostumbrando al ambiente y las luces, y más más aún cuando Jesús me agarró del hombro para calmarme.

—Relajante y disfruta la fiesta, vinimos a divertirnos, ¿no?— lo dice mientras agarra un vaso de cerveza y me lo da. 

—Perdón, yo no tomo alcohol— rechacé con una dulce sonrisa. 

—Solo un poco— Me coloca el vaso en los labios y hace que lo tome. 

Al principio rechacé la idea de beber alcohol, pero ante su insistencia, acepté. El sabor amargo no me gustó y decidí no seguir bebiendo. 

—¡¡Ahg!! Que asco. Esto sabe horrible, no quiero probarlo más— 

—Ja, ja, ja, cuando comienzas a beber casi siempre pasa eso. No te preocupes— Comentó en un intento de calmarme. 

Después de un rato aburrido, Jesús me llevó a un lugar más oscuro y solitario. Me tomó de la cintura y me besó.

—¿Quieres pasar la bien esta noche mi amor?— Lo dice mientras me mira los labios. 

—Obvio, a eso vinimos ¿No?— Lo miré con una cara muy sonrojada. 

Me recuesta en la pared y me besa. Sentí una mezcla de emociones y excitación mientras disfrutaba el momento. Sin embargo, mi teléfono sonó interrumpiendo el momento. Era mi mamá, tenía que contestar. 

—¿En dónde estás? ¿Se te olvida qué estás castigado?— me preguntó mi mamá preocupada.

—No mamá, estoy... En la casa de Elena. Hoy me quedaré, Elena se siente muy mal, tiene mucha fiebre y no le baja la temperatura. Quiero estar con ella un rato.— mentí, intentando ser convincente. Todo sea por disfrutar lo máximo posible. 

—¿Y esa música tan escandalosa? — insistió. 

— Es el vecino... La mamá de Elena ya le está pidiendo que disminuya el volumen.— Dije, improvisando otra pequeña mentira más. 

—Está bien, salúdame a Elena, y espero que se mejore. Te quiero mañana muy temprano en la casa, te amo.— Se despidió mi mamá. 

—Está bien mamá, también te amo, adiós.— Dije antes de colgar y apagar mi teléfono para que no volvieran a llamar. 

—Tenemos la noche para estar los dos solitos— dije, mirando los labios de Jesús con deseo. 

—Mmm, me encanta la idea— respondió, besándome y deslizando su mano hacia mi entrepierna. 

—Estás loco— Me sonrojé muchísimo y Jesús soltó una risita juguetona. 

—¿Tantas ganas tienes? No lo haremos aquí, lo haremos en mi apartamento— dijo, provocándome aún más. 

—Vale, esta bien. Lo que digas— Me sonroje aún más. 

Me tomó del brazo y nos dirigimos hacia la salida. Jesús se detuvo a despedirse de sus amigos antes de salir a su casa. Luego de unos minutos, salimos y nos montamos en el carro. Una vez dentro, Jesús tomó mi mano en la suya.

—Te quiero, y siempre lo haré— dijo, mirándome a los ojos antes de besarme nuevamente. 

—Yo también te quiero muchísimo— respondí, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. Era tan hermoso que me volvía loco. 

Jesús condujo hasta su apartamento. Cuando llegamos, me sentí un poco avergonzado y me escondí un poco. El guardia saludó a Jesús y él estacionó el carro. Mantuve la mirada hacia abajo, nervioso por lo que vendría a continuación.

Entramos al apartamento y Jesús se fue al baño. Aproveché la oportunidad para pedirle prestado su teléfono, ya que se me había acabado el saldo y necesitaba llamar a Elena. Llamé tres veces y no contestó, pero en el cuarto intento, su mamá respondió.

Conversación...

—Aló— contesta la mamá de Elena. 

—¡Hola, señora Alexandra! ¿Cómo está? ¿Me puede hacer el favor de pasarme a Elena?—pregunté con educación. 

—Ah, sí, espera un momento— respondió. 

Después de unos segundos, Elena contestó el teléfono.

—Aló— dijo ella. 

—Oye, si llama mi mamá dile que estoy en tu casa, ¿va?— pedí, esperando que Elena me ayudara con la mentira. 

—¿Sí? Está bien, en unos minutos estoy en tu casa— dijo Elena. Al instante entendí que igual quería que la cubriera. 

—Ja, ja, ja, está bien, yo te cubro— 

—Bueno, te llevaré algo para que te mejores— añadió ella con tono de preocupación para añadirle drama a la situación. 

Cuando colgué, vi que Paula le estaba escribiendo a Jesús y mi curiosidad me llevó a revisar los mensajes. Leí que Antonia le preguntaba cosas extrañas "¿Cómo va el plan?" No entendí nada, así que revisé los mensajes anteriores, me di cuenta de que ellos tenían una relación desde hace mucho tiempo. Fue entonces cuando descubrí que vi que no estaba enamorado de mí, que todo había sido una farsa para lastimarme.

Las lágrimas brotaron en mis ojos mientras enfrentaba la dura realidad. Jesús salió del baño listo para seguir con "nuestros planes", pero yo ya no podía seguir adelante con esa farsa.

—"¿cómo va el plan?", "termina rápido con él", "te extraño". ¿Es en serio, Jesús? ¿Por qué me haces esto?— exclamé, con el corazón destrozado 

—Eso es una confusión, eso no es cierto, te lo puedo explicar— Jesús intentó explicarse, pero ya no podía soportarlo. Me sentía traicionado y herido. 

—¿Qué explicación tiene esto? A espera, Paula se equivocó de número y hay otro Jesús que esta saliendo conmigo. Sabes que... Terminamos— 

—Perdóname, por favor. Te sonará extraño pero, en serio me gustas— 

—Aléjate y olvídate de mí, como yo lo haré. Eres un asco de persona Jesús, esperaba más de ti. Eres... un maldito imbécil.— grité antes de salir corriendo del apartamento, con la voz quebrada y las lágrimas recorriendo todo mi rostro. 

Salí del apartamento con el corazón hecho pedazos. Le pedí al de seguridad que me abriera la puerta, tomé un taxi y me alejé lo más rápido posible. Mi mente estaba inundada de confusión y dolor, y cada recuerdo con Jesús se mezclaba con la amargura de su traición.

Le pregunté al taxista si tenia saldo, y afortunadamente si. Llamé a Elena y le conté todo lo que había sucedido. Como siempre, ella estaba disponible para escucharme y me brindó su apoyo incondicional. Me sentía devastado, pero su amistad me reconfortaba. Ella no salió, la persona con quien iba a salir la dejó plantada. Hasta en el amor nos parecemos. somos igual de salados.

Jesús comenzó a enviarme mensajes pidiendo perdón y declarando que me amaba de verdad. "Lo siento, perdóname, yo te amo en serio". Sin embargo, decidí bloquearlo en todas partes, no quería saber nada de él por un buen tiempo. Al rato me empezó a llamar y puse en silencio el teléfono. Necesitaba espacio para procesar todo lo ocurrido y sanar mi corazón herido nuevamente. 

Después de unos minutos en el taxi, llegué a la casa de Elena. Cuando bajé del vehículo, ella me recibió con un cálido abrazo. Me sentía vulnerable y necesitaba ese apoyo más que nunca. 

—Entra y cuéntame todo... Desahógate conmigo— dijo Elena, preocupada por mi estado emocional. 

Antes de entrar, me sequé las lágrimas para que sus padres no se dieran cuenta de que había estado llorando. Saludé con una sonrisa forzada y subimos a su cuarto. Elena ya le había contado a sus padres que me quedaría a dormir en su casa, así que no hubo preguntas incómodas. Una vez en su cuarto, no pude contener las lágrimas nuevamente. Todo el dolor y la decepción salieron a flote, y Elena me abrazó para reconfortarme.

— Tranquilízate, aquí estoy— Me dijo mientras me estrechaba entre sus brazos. —Cuéntame todo, ¿Qué te hizo ese estúpido bueno para nada?—

Y así, entre sollozos y palabras entrecortadas, le relaté toda la farsa que había sido nuestra relación, cómo Jesús me engañó y utilizó para sus propios fines. Elena me escuchó atentamente y me brindó su apoyo incondicional, convirtiéndose en mi hombro en el que podía apoyarme en esos momentos de dolor. 

•NOTA DE AUTOR•

¡Hola de nuevo chicos! ¿Qué tal les pareció este capítulo? ¿Lleno de emociones intensas, no? Porque a mi si, fueron muchas emociones y por fin la verdad salió a la luz,. Quería transmitir toda la angustia y el desencanto que David está experimentando en este momento de su vida, y espero haberlo hecho de la manera correcta.

Es inevitable sentir empatía por David, quien ha sido traicionado por alguien en quien confiaba plenamente. Sus sentimientos de desilusión y enojo son comprensibles, y su reacción al descubrir la verdad fue devastadora. ¿Qué les pareció su enfrentamiento con Jesús? ¿Cómo reaccionarían ustedes en una situación similar? En cuanto al papel de Elena, es maravilloso ver cómo se convierte en un verdadero apoyo para mi pobrecito David en estos momentos difíciles. La amistad verdadera es una joya invaluable, y Elena está demostrando ser una gran amiga para él.

En el próximo capítulo, exploraremos cómo David intenta lidiar con todo lo sucedido y cómo continuará su vida después de esta dolorosa revelación. También conoceremos si el destino les depara alguna sorpresa a nuestros personajes. ¡No se lo pierdan!

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