La foto
Aún seguía llorando, Elena me volvió a abrazar muy fuerte.
—Ven, ahora sí, cuéntame todo lo que pasó, confía en mí— me dijo con voz comprensiva mientras acariciaba mi espalda.
—Él... Él me engañó Elena, me engañó con Paula— bajé la mirada, sintiendo un nudo en la garganta —No estaba enamorado de mí, todo fue un plan para vengarse. Cree que por mi culpa lo rechazaste— confesé entre sollozos, sintiendo cómo mi corazón se rompía en mil pedazos.
—Ese hijo de...— me abrazó con fuerza, y pude sentir la rabia en su voz —Ósea que... ¿Todo es mi culpa?— preguntó preocupada.
—No —la miré a los ojos —Tú no tienes nada que ver, él confundió las cosas, y se obsesionó mucho— intenté explicarle para no hacerla sentir mal por algo que no tiene que ver.
Después de esas palabras hubo un silencio que inundó la habitación, los padres de Elena ya se habían acostado y solo se escuchaba el tenue sonido de mis sollozos.
—Gracias. Eres la persona más valiosa que tengo en mi vida, que sabe consolarme y me comprende a la perfección. Gracias por ser mi mejor amiga— le dije con gratitud, sintiendo cómo su apoyo me daba un poco de alivio en medio del dolor.
Los ojos de Elena se llenaron de lágrimas y me miró con ternura.
—No agradezcas, tú también has hecho lo mismo conmigo— me acaricia el cabello con dulzura —Pero cambia esa cara, te ha pasado lo mismo con distintas personas mil veces mejores que él y los has superado, ¿por qué no harás lo mismo con él?— Me acaricia la mejilla y me sonríe tiernamente. —Has superado muchos obstáculos y créeme, este es solo una piedrecita en tu camino. Eres el mejor y podrás lograr todo lo que te propongas, confío en ti—
Me alentó, y sus palabras me dieron fuerzas para enfrentar la situación.
—Tienes razón, yo puedo con esto, gracias— respondí, sintiéndome más aliviado al saber que no estaba solo en esta derrame emocional.
—Además, tienes que ser fuerte, estoy segura de que mañana irá a la preparatoria para arreglar las cosas y pedirte perdón—
—No...no quiero verlo. Al menos no por ahora— admití con tristeza, sintiendo una mezcla de enojo y dolor.
—Tarde o temprano tendrás que hacerlo. A él le dolerá que lo ignores y tiene que probar una cucharada de su propia medicina, además yo te acompañaré. ¿va?—
Después de un corto rato rogándome, acepté ir. También quería verlo sufrir, aunque fuera solo un poco. Nos abrazamos nuevamente y quedamos profundamente dormidos. Estaba exhausto emocionalmente, pero ahora tenía un plan para afrontar la situación.
Al día siguiente nos despertamos temprano, ya que teníamos que ir a clases. Elena se bañó primero y después yo. Bajamos a desayunar, luego nos despedimos de sus padres y pedimos un taxi para ir a mi casa a buscar mi uniforme y esperar durante unos minutos a que fuera la hora de irnos a la preparatoria.
Cuando llegamos a casa, mi teléfono sonó y vi que era Jesús llamando, pero lo ignoré y lo silencié. Entré a la casa y saludé a mis padres, intentando aparentar normalidad.
Me fui a cambiar, luego bajé y me despedí. Me monté en el taxi junto a Elena y nos dirigimos a la preparatoria. Al llegar, no me quería bajar del taxi, me daba mucho miedo enfrentar a Jesús y a toda la situación. Elena me dio ánimos y finalmente bajé. Al entrar al salón, mi alivio fue momentáneo al darme cuenta de que Jesús no se encontraba presente. Sin embargo, mi paz se desvaneció al ver a Paula, quien me miraba con desprecio y rencor. Su mirada intensa me hizo sentir incómodo e inseguro.
El profesor llegó y la clase estaba a punto de comenzar, pero en ese preciso momento, Jesús entró al salón.
—Perdón por llagar tarde, Profe, el tráfico estaba pesadísimo— dijo Jesús, tratando de justificar su retraso.
—Sí, sí. Los temas de tránsito no me importan, tome asiento señor Parker. Todos abran sus libros en la página 92— respondió el profesor, visiblemente poco impresionado por la excusa de Jesús. A leguas se nota que solo quería llamar la atención.
Cuando Jesús se sentó, me miró y me saludó con una sonrisa, pero yo decidí ignorarlo. No quería darle el gusto de recibir mi atención después de lo que me había hecho. Mis sentimientos estaban enredados entre el enojo, la tristeza y la confusión, pero no me iba a rebajar a tanto.
Aún así, durante las primeras clases, mi concentración era nula. Mis pensamientos se dispersaban constantemente entre las explicaciones del profesor y las imágenes de la noche anterior. Me sentía invadido por la angustia y la impotencia.
Finalmente, sonó la campana del receso y bajé al patio con Elena. Decidí alejarme de todo y tomar aire fresco para intentar calmarme. En ese momento, Esteban, el mejor amigo de Antonio, se acercó a Elena y comenzaron a conversar. Me alegré de que ella tuviera a alguien en quien apoyarse, mientras yo lidiaba con mis propios problemas.
Decidí darles su propio espacio y me fui a sentarme en una banqueta. Sin embargo, no vi a Antonio cruzar y chocamos accidentalmente. caí arriba de él, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me levanté rápidamente, sintiendo que todos los ojos estaban puestos en nosotros.
—Perdón por atravesarme, no vi hacia donde iba— me disculpé apresuradamente, tratando de ocultar mi incomodidad.
—No te disculpes, solo fue un accidente— sonrió levemente, pero pude notar que también estaba un poco nervioso.
Luego me fui a los baños con Antonio para arreglar nuestras camisas manchadas (en el choque se derramó una bebida). Estar cerca de él me ponía aún más nervioso, considerando lo que ha pasado últimamente.
—David, tengo que decirte algo muy importante... Jesús te engaña con mi hermana— confesó con seriedad.
—sí, ya lo sé, ayer me enteré. Pero gracias, eres un gran amigo— Salí del baño a buscar a Elena.
—Si... amigos— susurró. —¡¡La foto!!—
Antonio salió corriendo detrás de mí, llamándome a gritos.
—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas?— pregunté preocupado.
.
—Mi hermana... te tomo una foto... cuando te besaste con Jesús— explicó él con la voz entrecortada por la falta de aire. —Y la va a publicar... en las redes sociales—
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar sus palabras, y la ansiedad se apoderó de mí. No podía permitir que esa foto se difundiera por las redes sociales. En ese momento, sentí cómo toda la confusión y los problemas se multiplicaban. No podía creer que que esos imbéciles hubieran llegado a tales extremos.
—Y ¿Cómo sabes eso, y que me besé con él?—
—Estaba buscando las fotos de la fiesta y me topé con ella. Intenté borrarla, pero no pude hacerlo a tiempo, porque Paula llegó y me pidió su teléfono—
—¿Cómo se les ocurrió hacer algo así? ¡Esto es demasiado!— expresé, sintiendo cómo la rabia y la frustración me invadían.
Antonio asintió, comprendiendo mi angustia. —No lo sé, pero tienes que hacer algo para evitarlo. No podemos dejar que se salgan con la suya— me instó, ofreciéndome su apoyo incondicional.
Al rato sonó la campana, era hora de volver a los salones, a lo que Antonio sugirió esperar a que ellos mismos subieran al salón, lo cual me parecía la idea más factible.
—Guau, es una gran idea, te lo agradezco mucho Antonio—
—No tienes que agradecerme. Solo asegúrate de detener esa publicación y no dejes que te afecte más de lo necesario— respondió con sinceridad. —Ya tengo que irme al salón, nos vemos en la salida—
—Vale, nos vemos. Por favor le cuentas a Elena que la necesito.—
Nos despedimos, y mientras subía al salón, me di cuenta de lo irónico de la situación: escapaba de Jesús y Antonia hace un momento, pero ahora los buscaba desesperadamente. Las emociones seguían agitadas en mi interior, pero sabía que tenía que enfrentarlos.
Cuando llegamos al salón, me llevé la sorpresa de ver a Jesús tomado de la mano con Antonia. Ella se acercó a él y lo besó lentamente frente a todos, declarándose como su novia. Esas palabras me cayeron como una cubeta de agua helada. Quedé paralizado y sentí cómo un nudo se formaba en mi garganta, queriendo llorar, pero me contuve para no hacer el ridículo frente a todos.
Intenté aparentar indiferencia, moviéndome hacia mi asiento y haciendo como si no me importara lo que estaba pasando. Pero por dentro, me sentía destrozado. Los comentarios de sus amigas "Felicidades" "ya era hora" "eso se veía venir" solo acrecentaban mi dolor.
Después de un rato pensando, tomé la decisión de enfrentar la situación de una vez por todas. Llamé a Jesús, y aunque Antonia frunció el ceño, él no dudó en acercarse hacia mí.
—Hola, esto es un malentendido— intentó explicar con una excusa tan barata.
—Ya no me importa lo que hagas o dejes de hacer. Solo te quiero decir que borres la foto ya— susurré, tratando de mantener la calma, aunque mi corazón latía con fuerza.
—¿Cuál foto?— preguntó con fingida inocencia, lo cual solo me hizo sentir más irritado.
—No te hagas el estúpido que ese papel no te queda. Sabes perfectamente de qué foto estoy hablando— continué susurrando, sintiendo cómo la tensión entre nosotros aumentaba.
—Ah, esa foto... Y ¿Cómo sabes sobre eso?— preguntó, tratando de ocultar su culpabilidad.
En ese momento, llegó la profesora de inglés interrumpiendo la conversación.
—Perdón por llegar tarde, chicos, tenía unos problemitas, pero todo está solucionado— comenzó a escribir en el tablero —Por favor ubíquese en sus asientos—
—Nos vemos en la salida— dijo mientras me acariciaba el cabello. Lo miré con ira, en ese momento, todo lo que él hacía me molestaba.
Durante el resto de las clases, Jesús me miraba constantemente, lo que me hacía sentir sumamente incómodo. No lograba concentrarme en las explicaciones de los profesores.
Finalmente, sonó la campana anunciando la hora de ir a casa.
—Jesús, vamos— instó Antonia esperándolo en la puerta.
—Espérame en la salida, voy al baño— respondió.
Encontré a Elena durante el camino y salimos juntos, y la incomodidad seguía presente. Cuando llegamos a la cafetería, Esteban la llamó, y ella fue tras él, por lo que acordamos encontrarnos en la salida del instituto. Caminé solo durante unos minutos, abrumado por el aburrimiento. Al girar en una esquina, Jesús me acorraló, poniéndome contra la pared y bloqueando mi escape con sus brazos.
Caminé unos minutos solo, estaba muy aburrido, al girar en una esquina Jesús me acorrala y hace que me recueste en la pared poniéndome sus brazos a los lados para que no me escape.
—¿Qué haces? Quítate— exigí, tratando de liberarme.
—No me iré hasta aclarara todo lo que pasó ayer. Y lo que pasó hace rato — dijo, mirándome a los ojos.
—No hay nada que aclarar, todo lo está para mí. Además, solo quedamos de vernos para hablar de la foto, no de esto— respondí, tratando de mantener mi distancia.
—La foto... Pues no te diré nada hasta que me escuches... Me gustas de verdad— intentó besarme, pero rechacé su acercamiento colocando mis manos frente a sus labios.
—Es ridículo pensar eso y lo sabes— afirmé, sintiendo cómo el rubor invadía mi rostro.
—Ridículo es no admitir que cuando estoy contigo no puedo parar de sonreír— confesó Jesús, lo que me tomó por sorpresa y aumentó mi incomodidad. El poeta le dicen, imbécil.
Me sonrojé muchísimo con esas palabras. Cerré los ojos durante unos instantes, intentando mantener la calma.
—Pues no te creo. Y quítate por favor, me están esperando— insistí, deseando alejarme de esa situación lo más rápido posible.
—Vale...— bajó sus brazos y me miró a los ojos, con una mirada triste que me dejó perplejo.
También lo miré a los ojos por un momento, pero rápidamente desvié la mirada y me alejé de él, se lo merece.
—¡Por lo menos discúlpate, ¿no?!— exclamó Jesús, lo que solo aumentó mi molestia.
—¿Cómo que disculparme?— lo miré con ira y frustración.
Volteo a verlo. Tenía mucha rabia por lo que acababa de decir. ¿Tenía que disculparme? Si es él quien tiene que pedir perdón.
—¿Cómo que disculparme?— Lo miré a los ojos con ira y frustración.
—Ja, ja, ja, te ves muy tierno cuando estás enojado— lo mire con mucha más ira, y puse mis dedos en el puente de la nariz.
—Ríe, porque estas serán las últimas palabras que compartiremos tú y yo.— Su risa se extinguió abruptamente, y su semblante se volvió serio, lo cual me reconfortó. —Y... dicen que lo mejor para un adiós es... disculparse y perdonar lo que causó dolor. Así que... te perdono.—
—O-ok... mmm... gracias... me encargué de que Paula no publicara la foto—
-—Que bien, es lo mínimo que debías hacer— respondí, desviando nuevamente mi mirada para evitar el contacto visual. —Vale, ya me voy— ¡Bien!, hasta nunca baboso.
Caminé hacia la salida. Afuera estaba lloviznando, y a lo lejos, entre la multitud, vi a Antonio con un paraguas mirando hacia todas partes, al parecer me estaba buscando. Cuando me vio se me acerco rápidamente.
—Hola, te estaba esperando— me saludó.
—Ah, disculpa, no me acordaba de que quedamos de vernos— respondí, todavía afectado por el encuentro con Jesús.
—No te preocupes. Elena se fue con Esteban, dijo que te llamaría luego para que le cuentes todo. No sé a qué se refiere— explicó Antonio, notando mi falta de atención.
No podía dejar de mirar a Jesús y Paula a lo lejos. Cruzamos miradas. Nos quedamos así durante unos segundos, un extraño sentimiento de incomodidad me invadió. El lugar había tomado un ambiente tenue y frío. A lo lejos escuchaba una voz que repetía constantemente mi nombre.
—David, David, ¿David?—
—...Sí... ¡¡Si dime!!— respondí, tratando de encajar con calma la extraña situación.
—¿estás bien?— preguntó Antonio, mirándome con preocupación.
—sí, ¿por qué lo dices?— contesté, intentando disimular mi turbación.
—Lo digo porque pareces absorto, mirando fijamente a Jesús y Paula— expresó con inquietud.
—Ah... sí, perdóname— balbuceé, dándome cuenta de lo obvio que resultaba mi comportamiento.
Un suspiro escapó de los labios de Antonio, mientras tomaba mi mano suavemente y depositaba un beso en mi mejilla.
—¿Qué crees que haces?— susurré, sintiendo mi corazón latir con fuerza en el pecho.
—Solo déjate llevar, confía en mí— respondió, con una voz que me confundía aún más.
—Pongámoslo celoso, ¿va? — propuso, acariciando suavemente mi mejilla antes de besarme lentamente.
Fue extrañamente sencillo dejarme llevar por la atracción que sentía hacia él. Aquel beso me había gustado, provocando que mi rostro se ruborizara intensamente. Desde la distancia, pude notar cómo Jesús nos miraba, mientras Paula le hablaba sin recibir su atención, sus ojos parecían centrados únicamente en nosotros.
Luego, tomándome de la mano, caminamos juntos hacia su auto y entramos en él. Desde el interior del vehículo, pude observar cómo Paula besaba a Jesús antes de partir cada uno por su lado.
—¿No te molesta que alguien como él salga con tu hermana?— Pregunté.
—La verdad no. Ella y yo no nos llevamos tan bien que digamos, sé que solo le gusta aparentar. Siento que tiene celos de mí, ya que mis padres me adoptaron y eso no le agrada del todo— sonríe.
Al cabo de un rato, Antonio me llevó a mi casa y nos despedimos con un tierno beso en la mejilla. Sin embargo, en mi interior, algo había cambiado. Sentía que estaba empezando a enamorarme de él o, quizás, ya lo estaba, pero lidiar con mis emociones se volvía una tarea compleja. Ahg, qué difícil es todo esto...
•NOTA DEL AUTOR•
Hola, ¿todo bien? ¿Todo correcto? En este capítulo, las emociones se han vuelto más intensas y las relaciones entre los personajes han dado un giro interesante. En este hizo un poco de calor, ¿no? *Se abanica con la mano* ¿ardiente? 7w7
Me encantaría saber qué opinan sobre el desarrollo de la trama y la conexión entre Antonio y David. ¿Han pensado en un nombre para su ship? ¡No duden en compartir sus ideas en los comentarios! 👇👇 Estoy emocionado de conocer sus impresiones y teorías sobre lo que vendrá en el futuro.
Agradezco enormemente su apoyo y sus votos, son una motivación invaluable para seguir adelante con esta historia. ¡Ustedes son geniales!
❤ Y no se olviden de votar. Los quiero ❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro