El chico perfecto.
Era un día como cualquier otro, muy aburrido como siempre. La monotonía de las clases me tenía sumido en un sopor casi constante. Hasta que, de repente, llegó alguien que cambiaría mi perspectiva por completo. Ese alguien era Jesús, el chico nuevo. Cuando entré al salón, no pude evitar mirarlo, y su presencia me hipnotizó de inmediato. Con su cabello liso y unos ojos verdes que parecían tener el poder de atrapar la luz, era simplemente hermoso. Además, había algo en su actitud y su forma de caminar que denotaba confianza y una pizca de misterio. Además poseía una fortuna respaldándolo. Sin duda, era el chico ideal que parecía haber salido de mis sueños. Cuando entró al salón cruzamos miradas y, ¡sí!, me enamoré a primera vista, era tan emocionante que quería saber todo sobre él. Se presentó y tomó su asiento. A pesar de estar emocionado por verlo, tenía que tratar de mantener la calma y prestar atención a la clase. Sin embargo, mi mente divagaba constantemente, imaginando cómo sería hablar con él, conocerlo, y quizás, convertirnos en amigos. Esa idea me emocionaba más de lo que me hubiera atrevido a admitir.
Cuando la clase finalmente terminó, llegó la hora del receso. Fui directo al baño, me mojé la cara, me sequé, y fui a buscarlo. Estaba dispuesto a hablar con él, quería tener el valor de hablarle, de conocerlo más de cerca. Caminé por los pasillos, mirando a mi alrededor, pasé algunos minutos caminando y no lo encontraba, me di por vencido y me senté en una banqueta, miré hacia delante y finalmente lo vi al fondo, conversando con Elena, mi mejor amiga. Mi corazón se aceleró, y mi emoción se mezcló con un nerviosismo repentino. Fui hacia ellos con paso decidido, pero también tratando de parecer casual. Los saludé, Elena me presentó y hablamos un rato sobre que nos gustaba y que hacíamos, cuándo yo hablaba, me di cuenta de que Jesús me sonreía de manera encantadora. Era como si pudiera leer mis pensamientos y supiera el efecto que tenía en mí. La hora del receso pasó volando mientras seguía hablando con Jesús. Me sentí cautivado por cada palabra suya, por cada gesto que hacía. Al llegar al salón nos quedamos hablando un rato en lo que venía el profesor. Cuando llegó, nos sentamos en nuestros puestos y el profesor dio la clase.
A la salida me pidió ser su amigo y obvio le dije que sí, un cálido abrazo selló nuestro nuevo vínculo. Me sentí sonrojado y feliz, sin poder creer lo que estaba sucediendo. Además me pidió mi número de teléfono y lo compartí con emoción. Luego nos despedimos y partimos en direcciones diferentes. Él subió a su carro y yo tomé un taxi para regresar a casa. Mientras subía a mi cuarto, no pude resistirlo y llamé a Elena, mi confidente. Le iba a contar lo que pasó (ella ya sabe que soy gay). Estaba a punto de compartir mis emociones y lo feliz que me sentí, pero antes de poder decir una palabra, ella me interrumpió con una noticia que me cayó como un balde de agua fría. Jesús la había invitado a salir. Mis palabras se ahogaron en mi garganta y decidí posponer la conversación. Me sentí mal, pensando que yo era quien le gustaba y que el abrazo que compartimos había significado algo especial.
Al día siguiente Jesús solo hablaba sobre Elena. "¿Qué le gusta a Elena?, ¿ella tiene novio?, ¿a dónde le gusta ir?"
Me desilusioné aún más y me empecé a sentir mal, mi insomnio de la noche anterior no ayudaba. Aunque traté de disimular, Jesús se dio cuenta de que algo no andaba bien.
—¿Qué tienes? Estás como triste, ¿Te sientes bien? ¿Puedo comprarte algo para que te sientas mejor?—
—No gracias, solo es dolor de cabeza... no te preocupes—
Jesús se fue por un momento y volvió con una botella de agua. Y Luego sacó una pastilla de su bolso.
—Toma, es para el dolor de cabeza—
—muchas gracias— le sonrío
Me sonrojé un poco y me tomé la pastilla, le devolví la botella de agua y me dejo solo para que se me pasara el dolor de cabeza. Su amabilidad me conmovió, pero en mi interior, estaba confundido y herido. No podía evitar sentirme un poco distante de él. Me recordaba a mi exnovio Lukka, quien después de meses de noviazgo me abandonó sin dar explicaciones.
Llegó el receso, compré un jugo y Elena me llamó. Fui donde ella y entramos a la biblioteca.
—Como te decía ayer, Jesús me invitó a salir, y yo lo vi muy interesado en mí, ¿crees que le gusto?—me preguntó Elena con una mirada pícara.
Bajé la cabeza y me quedé en silencio por un corto rato.
—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien?—
Después de algunos segundos de silencio traté de hablar.
—Me...me gusta... Jesús—.
—¿!Qué!? No lo puedo creer... Oh, ¿Crees que Jesús y yo vamos a tener algo? Por favor, sabes perfectamente que él no es mi tipo, y además sabes que me gusta Antonio. Te amargas la vida porque quieres—
Luego me da un abrazo y yo le correspondo sintiendo una calidez en mi corazón al tener una amiga como ella.
—Eres mi mejor amigo, y te amo mucho, además no me metería con alguien que te gusta, primero es la amistad ¿ok?—
—Je, je, je, yo también te quiero—
Nos abrazamos durante un rato más y luego reímos.
—No iré a la cita con él. Estaré toda la noche viendo películas en mi casa y tú estás invitado—
—Allí estaré, no me lo perdería por nada—Dije con más calma.
En la salida de la biblioteca nos topamos con Jesús, lo saludé, pero me ignoró por completo, ¿Qué habrá pasado? ¿Qué le habré hecho para que se ponga así? ¿Escuchó algo?
•NOTA DEL AUTOR•
Hola chicos, me presento: Mi nombre es Maiker, soy de Colombia y el autor de esta hermosa novela. Espero que les haya gustado mucho y se hallan divertido leyéndola.
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