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Culpa

Historia Relatada Por Jesús

MOMENTOS DESPUÉS DE LA DISCUSIÓN

Cuando David terminó nuestra relación, me sentí devastado. Salí corriendo para buscarlo y pregunté al guardia de seguridad si lo había visto. Me informó que un joven se había ido hace poco, por lo que le pedí que abriera la puerta. Salí apresurado, buscándolo por todos los rincones, pero fue en vano. La vía estaba desierta y mi estado de ánimo oscilaba entre la furia y la tristeza. Al buscar mi teléfono, me di cuenta de que lo había dejado en el apartamento. Al entrar en el edificio, justo cuando iba a tomar el ascensor, el guardia de seguridad me detuvo. 

—¿Y ese señor Parker... es... su novio? ¿No me diga que es del otro bando?— comentó con indiscreción. 

—Cállate y haz tu trabajo. No te entrometas en asuntos que no te importan. No seas chismoso y no digas nada de esto a nadie, o te aseguro que te despedirán. ¿Entendido? Conoce tu lugar— le reprendí. 

—Cállate y has tu trabajo. No seas tan sapo, no te metas en lo que no te importa. Y ni una palabra de esto a nadie porque hago que te despidan ¡¡¿entendiste?!!! Que no se te olvide tu lugar— 

—S-señor, disculpe— balbuceó, visiblemente incómodo. 

Subí al apartamento aún más enojado. El ascensor se tardó en llegar, así que tomé las escaleras con desesperación. Al entrar a mi hogar, busqué el teléfono y llamé David, no me respondía. Lo volví a llamar unas diez veces, pero nada, era inútil. Le envié mensajes, ya en última lo volví a llamar y me enviaba a buzón. Me encontré con la devastación causada por mi ira, destrozando cuadros y objetos de vidrio. Me dejé caer en lo que quedaba de la cama, respirando profundamente, y decidí llamar a mi mejor amigo, Steven, solicitándole que viniera de inmediato. 

Al rato alguien tocó la puerta, era el estúpido del guardia.

—señor Parker, señor Parker. Abra la puerta—  insistió. 

—¿No te advertí que no te entrometieras en asuntos que no te competen? Lárgate de aquí y considera que estás despedido— interrumpí, frustrado. 

—Pero señor, yo... 

—¡¡¡Que te vayas!!!— lo interrumpí nuevamente, enfatizando mi deseo de no querer verlo más. 

Pocos minutos después, Steven tocó la puerta y al ver la destrucción, se alarmó. 

—¿Qué... pasó aquí?— preguntó preocupado. 

—Ayúdame, por favor— no pude contener las lágrimas y lloré, mi amigo, al momento de observar la situación corre a abrazarme. 

—¿Q-que pasa? ¿Estás bien?—  inquirió mientras nos sentábamos en la cama. 

—No... en realidad, no estoy bien. Me siento abrumado por una avalancha de emociones y... un profundo vacío me consume por dentro...— confesé. 

—Cuéntame todo ¿sí? Confía en tu mejor amigo— me instó con amabilidad, y mis palabras fluyeron. 

—Paso el tiempo ocultando la realidad, hasta el punto de perderme a mí mismo. Mis padres me ven como un extraño por confesarles la verdad. Miento todo el tiempo porque no quiero perder lo poco que me queda.  Y... es la verdad, amo a David con todo mi ser. Desde el preciso instante en que nuestros caminos se cruzaron, comprendí que mi atracción hacia él era innegable. Ya me cansé, ya no quiero seguir ocultando quién soy realmente. Yo... soy gay—confesé con un nudo en la garganta, mientras Steven me abrazaba con firmeza.  

—No me perderás por eso. No soy tu mejor amigo porque te gusten o no las mujeres, sino por tu valiosa forma de ser. Te apoyaré en todo, ¿vale?— aseguró con sinceridad. —Ahora, vayamos a arreglar todo y luego tomemos algo. Hoy me quedo aquí contigo, ¿de acuerdo? Te acompañaré.— 

—Está bien— me sequé el rostro y nos levantamos para comenzar a recoger los vidrios y las cosas rotas. —Gracias por todo, gracias por ser mi mejor amigo— 

No te preocupes, nunca te cambiaría por nada. Y... recoge rápido porque el que recoja menos invita las cervezas— bromeó. 

—Pero si llevas más que yo— 

—Esa es la idea— comenzamos a recoger los objetos rotos, riendo mientras nos divertíamos en el proceso. Él siempre sabe como sacarme una sonrisa. 

Cuando ya habíamos recogido todo, desechamos las bolsas en el contenedor de basura del edificio. Luego fui a comprar unas cervezas para nosotros, ya que había perdido la apuesta. De vuelta al apartamento, nos tomamos las cervezas. 

—y... ¿Qué piensas hacer con David?— preguntó Steven. 

—Pues... decirle la verdad y... tratar de recuperarlo—  respondí con determinación. 

—Suerte... Por cierto, vi a una chica muy hermosa. Siempre está con Paula— mencionó. 

—Ah, ella se llama Emilie. Es la mejor amiga de Antonia— 

—Mmm, tengo una oportunidad entonces... Oye, no tomemos mucho, mañana tenemos que ir a la preparatoria— sugirió con sensatez. 

—Tienes razón— asentí. Luego vimos una película, aunque admito que me quedé dormido a la mitad, mientras Steven, probablemente, la terminó.  

Al amanecer, desperté y tomé mi teléfono para llamar a David, pero seguía sin contestar. Al mirar el reloj, me di cuenta de que eran las 6:20 am. Me levanté rápidamente y desperté a Steven. Luego, nos apresuramos a bañarnos y compramos empanadas y bebidas para llevar. Solo teníamos 3 minutos antes de que comenzara la primera clase.

Al llegar a la escuela, estacioné el auto y nos dirigimos velozmente hacia nuestros respectivos salones. Me despedí de Steven y me dirigí al salón en donde el profesor ya había empezado la clase. 

—Buenas tardes, perdón por llagar tarde, Profe, el tráfico estaba pesadísimo— me disculpé al entrar. 

—Sí, sí. Los temas de tránsito no me importan, tome asiento señor Parker. Todos abran sus libros de química en la página 92— respondió el profesor, serio y sin miramientos. 

Me senté y avisté a David en el salón. Aunque intenté saludarlo, él me ignoró, lo cual comprendo después de todo lo sucedido entre nosotros. 

Durante la clase, mi atención se mantuvo centrada en él; su mirada me cautivaba de manera irremediable. Cuando finalmente sonó la campana, David salió. Dispuesto a seguirlo y hablar con él, Paula se interpuso en mi camino.  

—Necesitamos hablar, es de suma importancia —me tomó de la mano. 

—No tenemos nada de qué hablar —le pedí que me soltara. 

—Es sobre la foto —susurró cerca de mi oído. 

La tomé de la mano y la conduje hacia la biblioteca, buscando un espacio discreto para conversar. Deseaba aclarar algunas cuestiones sin interrupciones. 

—Antes de que digas algo, ¿por qué me escribiste ayer? ¿Qué fue lo que acordamos? —le inquirí. 

—Lo siento, quería hablar contigo; supuse que ya habían concluido —se disculpó con aparente inocencia. 

—No, no terminamos. Y por tu culpa, Jesús me odia —repliqué con frustración. 

—¿Y a quién le importa él? Estamos tú y yo. Así debería ser mejor —intentó besarme, pero me resistí y me aparté. 

—No intentes besarme de nuevo, no me busques, ni me escribas, ni me llames. No quiero saber nada de ti, ¿entendido? —me dirigí hacia la salida. 

—Está bien, lo comprendo... solo concédeme un último deseo, ¿serías mi novio? Es que me siento un poco solita últimamente.— Sus palabras sonaron casi suplicantes. 

—¿Qué? Estás loca, no seré tu novio. Sería asqueroso— susurro eso último con disgusto. 

—¿Hablas enserio? — me muestra la foto en donde me estoy besando con Jesús. Quedé paralizado. 

—¿De dónde sacaste eso? Yo tenía la única foto—  pregunté sorprendido.

—¿por qué tienes esa expresión bomboncito?— me preguntó con hipocresía. —¿Tienes miedo de ser objeto de burlas por gustarte los hombres? Te repito, ¿serás mi novio?—  

—Esta perra— Susurro. 

—¿Qué? No escuché muy bien tu respuesta, ¿me repites, por favor?— insistió. 

—Que sí, sí lo seré —respondí con una mezcla de angustia y frustración, pero al menos él estaría a salvo. Tenia que hacerlo por él, para protegerlo. 

—Perfecto — de golpe, en su rostro se le dibujó una sonrisa arrogante mientras me tomaba del brazo. — Y ahora vamos, hay que decirles a todos las buenas noticias.— 

—Vale... pero espera un momento que voy al baño, no tardo— intenté soltarme y me dirigí hacia la salida. 

—Está bien cariño, no tardes— dijo con un tono irritante que me hizo sentir aún más enfadado. 

"Tranquilo, hazlo por él" me susurré a mí mismo, tratando de encontrar algo de paz. 

Caminé hacia los baños. Al llegar, me mojé un poco la cara y respiré profundamente. Ahora, ¿Cómo le pediré una oportunidad a David? Me pregunté. Después de eso, fui a la cafetería, tenía mucha hambre. Prácticamente, se había acabado todo, solo quedaban algunas galletas de chocolate y avena. De las cuales pedí dos y un vaso de avena, pagué con algo de dinero que llevaba. Había una mesa sola a pocos metros de distancia, así que me senté y, al rato, Steven se unió a mí.

—Eso te pasa por llegar tarde. Estaban vendiendo pizzas— Comentó. 

—¿Qué?... puta Paula. Qué día tan jodido— añadí frustrado. 

—¿Qué? ¿Por qué?— mostró una cara de preocupación. 

—En la casa te cuento, ¿va? No podemos hablar aquí— pedí disimuladamente. 

—Vale, no hay problema— me puso la mano en el hombro con apoyo. 

La campana sonó anunciando que era hora de volver a clases. Me levanté de mi asiento y me despedí de Steven, quedamos de vernos en mi apartamento. Subí al salón y me topé con Paula, quien me tomó del brazo y me llevó hacia el salón. Cuando llegamos, ya estaban sus amigas y algunos conocidos. Agradecí internamente que David, Elena o alguno de sus amigos no estuvieran allí, lo cual me dio un poco de tranquilidad. Paula me tomó del brazo y llamó a todos.

—Chicos, chicas. Tengo una información que darles, habrá fiesta nuevamente. Inviten a quien quieran, todos son aceptados, la ubicación se las mandaré por las redes.— Lo expresa de la forma más alegre posible. 

—¿Y qué motivos hay para celebrar esta vez?— preguntó Emilie. 

Sin pensarlo, Paula me dio un beso, yo solo me quedé quieto, sin correspondencia ni emoción.

—Jesús y yo... somos novios— gritó con euforia, desatando una mezcla de emociones en mi interior. 

Miro hacia la puerta para ver si llegaba la profesora y terminaba con esta estupidez. Pero a quien me encuentro es a David mirándome fijamente, sin decir ni hacer nada, solo toma asiento. 

—Felicidades, me alegro por ustedes dos— dice Emilie. 

—Por supuesto, los más ricos y hermosos del instituto debían estar juntos— Añade Karla, otra amiga de Paula. 

—Sí, sí. Gracias— Respondo un poco distraído. 

Después de un rato, David me llama. Paula frunce el ceño, pero sin dudarlo dos veces, me dirijo hacia donde él está. No me importa lo que piense o diga Paula. Ahora él me llama, y si lo hace, yo obedezco y voy.  

—Hola, esto es un malentendido— intento explicar. 

 —No me importa lo que hagas o dejes de hacer. Solo te quiero decir que borres la foto ya— susurra con firmeza. Lo que es normal después de lo que pasó. 

—¿Cuál foto?— respondo en un susurro, intrigado. 


—No te hagas el estúpido que ese papel no te queda. Sabes perfectamente de qué foto estoy hablando.— susurra aún con más furia. 

—Ah esa foto... Y ¿Cómo sabes sobre eso?— pregunto para seguir el hilo y que se enoje aún más. Me encanta el rostro que hace cuando está así. 

En ese instante, irrumpe la maestra de inglés. 

—Perdón por llegar tarde, chicos, tenía unos problemitas, pero todo está solucionado— Empieza a escribir en el pizarrón. —Por favor ubíquese en sus asientos— 

—Nos vemos en la salida— rozo su cabello y percibo una mezcla de ira y ternura en su mirada. 

A lo largo de las clases, mi atención se enfoca en él. Me resultó difícil concentrarme en las explicaciones de los maestros. 

El timbre suena, indicando el final de la jornada escolar. David abandonó untos el aula tan rápido que sentí que estaba escapando de mi. Por otro lado la cansona de Paula me toma del brazo y me insta a marcharnos. 

—Aguárdame en la salida por favor, necesito arreglar un problemita.— Obviamente solo era una excusa para verme con David. 

Lo seguí, estaba junto a Elena por la cafetería cuando un chico la llamó y se la llevó. Mejor, así será más fácil hablar con David. 

Tomé un atajo y, al doblar una esquina, me encontré con él. Sin pensarlo, lo acorralé contra la pared, poniendo mis brazos a los lados para evitar que escapara.

—¿Qué haces? Quítate— me preguntó con cierto enojo. 

—No me quitaré hasta aclarar todo lo que paso ayer. Y... lo que pasó hace rato— lo miré a los ojos, decidido. 

—No hay nada que aclarar, todo lo está para mí. Además, solo quedamos de vernos para hablar de la foto, no de esto— respondió de la forma más seca posible. 

—La foto... Pues no te diré nada hasta que me escuches...me gustas de verdad— intenté besarle, pero él colocó sus manos en mis labios.  

—Es ridículo pensar eso, y lo sabes— afirmó. 

—Ridículo es no admitir que cuando estoy contigo no puedo parar de sonreír— ya había pensado en esa frase hace tiempo y era el mejor momento para usarla. 

Se sonrojó intensamente con esas palabras y cerró los ojos al instante. 

—Pues no te creo. Y quítate por favor,  me están esperando— dijo, tratando de liberarse. 

—Vale...— bajé los brazos y lo miré a los ojos. 

Él me devolvió la mirada durante unos segundos y luego apartó la vista antes de marcharse. 

—¡Por lo meno discúlpate, ¿no?!— le dije, deseando provocar su enojo y que se quedara un rato más. 

David volteó y caminó hacia mí. Se notaba que estaba furioso por lo que había dicho. 

—¿Cómo que disculparme? — 

—Ja, ja, ja, te ves muy tierno cuando estás enojado.—  me miró con ira y puso sus dedos en el puente de la nariz.

—Ríe, porque estas son las últimas palabras que cruzaremos tú y yo.—  Dejé de reírme y adopté una expresión seria. —Y... dicen que lo mejor para un buen adiós es... disculparse y perdonar lo que causó dolor. Así que... te perdono.—  

— O-ok...— parecía apenado y quería decir algo más. —Mmm... gracias. Me encarguéde que Paula no publicara la foto. — 

—Que bien, es lo mínimo que debías hacer.— dijo mirando hacia otro lado, de seguro se sintió incómodo, al igual que yo. —Vale, ya me voy.— 

David se dirigió hacia la salida, y yo me quedé allí unos segundos, reflexionando sobre todo lo ocurrido. 

—Adiós... Te amo— susurré, dejando que las palabras fluyeran desde lo más profundo de mi corazón. 

Me dirigí a la salida para encontrarme con Paula, pero al salir, divisé a David junto con Antonio. Los observé durante unos minutos, mientras Paula intentaba hablar conmigo sin éxito ya que no le presté ni la mínima atención. Luego, David y yo cruzamos miradas por un breve instante. 

Podía ver como Antonio besaba a mi chico, y yo solo me quedé ahí quieto, sin decir ni hacer nada. Después Antonio lo volvió a besar, pero esta vez fue en los labios. Por dentro estallaba de celos, pero me tuve que aguantar. 

Antonio lo besó de nuevo, esta vez en los labios. Aunque ardía de celos, me contuve. Luego se marcharon en un auto.

Me dirigí a la salida para encontrarme con Paula, pero al salir, divisé a David junto con Antonio. Los observé durante unos minutos, mientras Paula intentaba hablar conmigo sin éxito ya que no le presté ni la mínima atención. Luego, David y yo cruzamos miradas por un breve instante. Ver a Antonio besando a mi chico me dejó paralizado, sin poder decir ni hacer nada. Sintiendo celos arder por dentro, me contuve mientras lo veía besarlo de nuevo, esta vez en los labios. Fue difícil aguantar la tormenta emocional que me embargaba. 

—Mmm... Perdón, tengo que irme, mis padres me están esperando.— dije, aunque era solo una tonta excusa para irme lo más pronto de allí. 

—Oh, no te preocupes.— respondió David dándome un beso en la mejilla —Nos vemos mañana, o te llamo luego, no sé.— Dice con un tono tan hipócrita que me causan dolor en los oídos. 

—Bueno, adiós.— me despedí por cortesía antes de subir a mi auto y marcharme. 

•NOTA DEL AUTOR• 

¡Hola a todos los apasionados lectores de esta historia cautivadora! En este emocionante capítulo, decidí presentarles a Jesús desde la perspectiva más íntima posible, mostrando algo de su trasfondo y revelando uno de sus secretos ocultos. Pero esto es solo el inicio, pues aún hay inesperados giros y revelaciones por desentrañar en los próximos capítulos, no se los pierdan. 

❤ Agradezco de corazón sus valiosos votos y comentarios, los cuales me inspiran a seguir tejiendo esta maravillosa trama. ¡Los aprecio muchísimo y espero que disfruten del viaje literario! ❤  

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