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Cuando la Verdad Sale a la Luz

El ambiente estaba cargado de tensión, como si el aire mismo se hubiera vuelto denso y pesado. En mi pecho, un torbellino de emociones difíciles de controlar se agitaba, haciendo latir mi corazón con fuerza. La confusión se mezclaba con el dolor, formando una amalgama de sentimientos que amenazaba con abrumarme por completo.

—¿Qué haces aquí, Lukka? ¿Por qué besas a David? — Jesús preguntó, con la voz ligeramente temblorosa.

Mi sorpresa se entremezcló con un alivio momentáneo al ver a Jesús allí. A pesar del difícil momento que estuve enfrentando, una pequeña parte de mí se alegró de que estuviera a mi lado. 

—Jesús— respondí, tratando de sostener su mirada, para que no note nada extraño. —Bueno, es algo que he querido decirte hace muchos meses atrás, pero por miedo no lo hice. Perdóname. Comprendo la situación que pasaste en casa, y perdón por no defenderte más esa noche—

— ¿Meses? No me digas que... — sus ojos se llenaron de asombro y tristeza. 

—Sí, David y yo tenemos una historia juntos, de hecho somos novios —contesté, sintiéndome halagado pero a la vez con un tono de tristeza en mis palabras. 

—Pero... eso no puede ser, él y yo también somos novios— 

—¿Qué... qué estás diciendo? No es posible, él... él me amaba —dije quebrantado— o me amaba —susurré. 

La mirada de Jesús se llenó de dolor y confusión. En ese momento, yo no tenía fuerzas ni ganas para discutir con él. Sabía que cualquier palabra que dijera sería como echar más leña al fuego de nuestras emociones desbordadas. 

—No puedo hacer esto ahora. Necesito tiempo para procesar todo esto —respondí con sinceridad, dándole la espalda antes de que pudiera decir algo más. 

Sin respuesta esperar, me di la vuelta y me alejé del lugar. No quería enfrentarlo en ese momento, ni a él ni a la avalancha de sentimientos que nos embargaba a ambos. Me sentí abrumado por la situación. A pesar de mi determinación inicial de intentar recuperar a David, la realidad golpeó fuerte, como un torbellino de emociones que amenazaba con arrastrarme. A través de la confusión y el dolor, recordé las palabras de David involucrando a mi madre en esto. Esta situación nos estaba poniendo a prueba a todos, y no sabía cómo enfrentarla sin lastimar a alguien.   

A medida que me dirigía hacia mi casa, me sumí en algunos pensamientos y sentimientos encontrados. El dolor por saber todo lo que David había hecho en mi ausencia, y la duda sembrada sobre mi madre me debilitaban a cada segundo que pasaba. 

Las calles de la ciudad se desdibujaban ante mis ojos mientras caminaba, sumergido en una profunda reflexión sobre mi pasado, mis decisiones y la responsabilidad que tenía en la situación presente. Cada paso que daba hacia casa estaba cargado de un peso emocional que me hacia sentir agotado, pero a la vez determinada a confrontar a mi madre. 

Finalmente, llegué a la puerta de mi hogar y, con una mano temblorosa, toqué el timbre. Al abrirse, me encontré con la doña de la limpieza que estaba de turno, entré y empecé a gritar y a buscar a mi madre. Aunque intenté mantener la calma, sentí cómo mi corazón latía acelerado en mi pecho. 

Después de buscar infructuosamente a mi madre en toda la casa, la preocupación y la ansiedad se apoderaron de mí. Sabía que tenía que encontrarla y enfrentarla por todas las cosas de las cuales se le acusan. Necesitaba saber si en verdad esa persona que siempre consideré mi mejor amiga me había traicionado.  

Con el corazón acelerado, salí corriendo hacia el jardín trasero, un lugar donde a veces solía encontrarla cuando necesitaba tiempo para reflexionar. Sin embargo, esta vez no estaba allí. Llamé a su nombre una y otra vez, pero solo el eco de mi voz respondía. 

Decidí revisar su cuarto, pero tampoco estaba allí. Mi angustia aumentaba con cada minuto que pasaba sin encontrarla. 

Fui a la cocina, la sala, revisé cada habitación una y otra vez, pero mi madre seguía sin aparecer. Mi mente se llenó de preocupaciones y escenarios oscuros. ¿Dónde podría estar? ¿Qué estaba pasando por su mente? ¿Era capaz de realizarme daño? 

Finalmente, me dirigí a la puerta principal, sintiendo una extraña sensación de urgencia. Tenía que encontrarla, tenía que confrontarla. Salí corriendo de la casa y me encontré en el jardín delantero, donde solíamos pasar tiempo juntos cuando éramos más cercanos. 

El sol se estaba poniendo y la luz anaranjada del atardecer bañaba el lugar con una calidez nostálgica. Me detuve un momento, tratando de controlar mi respiración agitada, y me dispuse a continuar mi búsqueda. 

Finalmente, decidí dirigirme a su lugar de estudio, el lugar donde pasaba horas perdidas en sus pensamientos y creando sus obras de arte, esperando tal vez encontrar alguna pista allí.  

Al abrir la puerta, una sensación de nostalgia me inundó al contemplar el lugar donde solía pasar horas junto a una mamá, compartiendo momentos de alfarería poco detallados pero llenos de significado. Sin embargo, mi atención se centró rápidamente en un objeto que llamó mi curiosidad: una hoja de papel sospechosa asomándose por debajo del closet de desechos. Con cautela, me acerqué y mi corazón se detuvo al reconocer la caligrafía en cada una de las cartas que se encontraron allí. Eran las cartas que yo había enviado a David, aquellas que habían esperado con ansias que le llegaran, pero ahora estaba claro que nunca lo hicieron. 

En ese instante, mi mente se llenó de incomprensión y dolor. Si mis cartas estaban allí, eso significaba que alguien más las había recibido y, peor aún, que esa misma persona había escrito las respuestas haciéndose pasar por David. Las emociones se agolparon dentro de mí, mezclando la confusión, la decepción y la ira. 

El engaño se presentó frente a mí como una cruda realidad. Esas cartas, que creía llenas de amor y esperanza, habían sido solo una farsa. Una representación de afecto fabricada por alguien a quien descubrí recientemente que no poseía los sentimientos genuinos que yo creía haber compartido. Ese alguien, por obvias razones, era mi madre. 

Me sentí devastado y traicionado. Todo lo que creía saber y sentir se desmoronaba en ese momento. Aquella persona, a quien siempre había confiado y amado, resultó ser la responsable de este doloroso engaño. 

Sin poder contener la avalancha de emociones, tomé las cartas en mis manos, sintiendo la rabia arder en mi interior. No sabía cómo confrontar a mi madre en ese momento, pero sabía que debía hacerlo. Esta revelación me afectó a un nivel profundo y no podía ignorarlo. 

Con las cartas en mi mano, me dirigí hacia la puerta. Mi mente estaba nublada por la tormenta de sentimientos, pero una cosa estaba clara: necesitaba hablar con ella, exigir respuestas y enfrentar la verdad que había estado ocultando durante tanto tiempo. Aunque no sabía qué depararía el encuentro, estaba decidido a buscar la verdad y enfrentar las consecuencias de esta revelación que había sacudido mi mundo por completo. 

NOTA DEL AUTOR•

Hola queridos lectores, Tensión ¿no? 

En este capítulo, quise explorar el tema de la confianza y la decepción, así como la complejidad de las relaciones humanas. Lukka debe enfrentar el dolor de la traición y decidir cómo confrontar a su madre ante esta revelación. 

Lo que nos podría llevar a reflexionar sobre la importancia de la sinceridad y la autenticidad en nuestras relaciones con los demás. También plantea preguntas sobre el perdón y la búsqueda de la verdad, incluso cuando esta puede ser dolorosa. 

Espero que este capítulo haya capturado su atención y los haya llevado a sumergirse aún más en la historia. A medida que avancemos en la travesía de nuestros personajes, verán cómo enfrentan sus miedos, se descubren a sí mismos y lucharan por encontrar la verdadera felicidad y aceptación. 

 Espero que disfruten de los próximos capítulos, con cariño: Maiker. 

No se olviden de votar ni comentar, me ayudarían muchísimo

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