En los días que siguieron, Ciel vio muy poco a Sebastián.

Para huir de la soledad de su camarote frecuentemente se iba solo a cubierta.
En cuanto hacia acto de presencia, Lord Joker y el hijo del conde, el Vizconde Druitt, rivalizaban por ser los primeros en ponerce a su lado.

Ciel, naturalmente, se sentía alagado por el interés de Lord Joker hacía el.
Cuanto le habría gustado a su padre verlo con el hijo del conde de Blandshire.

Siempre que estaban juntos revoloteaba al rededor de él y le rociaba de cumplidos extravagantes.

- ¿ Como pueden haber permitido mis necios compatriotas que una joya tan rara y valiosa como usted se la lleve un americano ? - llego a decir un día -. Si yo lo hubiera conocido antes...

Al día siguiente, mientras estaba en la borda contemplando un mar que parecía infinito, Lord Joker declaro:

- Su belleza eclipsa al mismo sol.

El doncel se ruborizó y le hizo una leve inclinación de cabeza en señal de gratitud.

El continuó:

- Su esposo es un hombre afortunado. ¿ De que parte de América es ?.

- Virginia - respondió el joven.

- Que curiosa considencia. Yo pretendo comprar allí una plantación llamada Willowmere. Ya le escribí al propietario comunicando mi intención. Tal vez su esposo le haya hablado de esa plantación. Fue construida por un ingles, Lord Scott Leigh, hermano del viejo marques de Pelham, y posee una de las mansiones mas bellas de América -. Dirigió a Ciel una sonrisa sugestiva que él no encontró particularmente incitante -. ¿ Querría ir a visitarme alguna vez ?. Aquella belleza sería un buen marco para la suya propia.

Pero en aquel momento el interés de Ciel por Lord Joker y Willowmere quedo roto ante la vista de Sebastián y Lady Chatwin paseando juntos por cubierta, ella agarrada de su brazo.