Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✥ 19 ✥

Por las noches, con frecuencia, el hombre tocaba su guitarra, y Ciel unía su voz de soprano ligera a la de barítono melódico de Sebastián.

Otras veces, él se limitaba a acompañarlo con su guitarra, escuchando su voz clara y dulce.

Había noches que se leían el uno al otro las obras de la pequeña biblioteca que Sebastián llevaba con él, entre las que se encontraban una colección de Shakespeare, un volumen de Ben Jonson y un libro de tragedias y poesías griegas.

A Ciel le encantaba oírle leer.

Su voz era muy rica y llena de expresiones.
Poseía el talento de un actor dramático para dar a las palabras los adecuados matices y expresión, y suave acento de Virginia prestaba musicalidad a sus fraces.

Una noche, cuando estaban sentados a la reducida mesa el uno al lado del otro, Sebastián estaba leyendo un poema de Jonson.

Su voz había bajado de volumen y Ciel, inconscientemente, fue acercando su cabeza a la de el para oírla mejor.

" La sed que del alma brota
Saciarse en lo divino quiere;
Aunque beber el néctar de Zeus yo pudiera,
No le cambiaría por el tuyo".

Los ojos de Sebastián eran suaves y cálidos, y sus labios casi rosaban con los del joven.

- Quiero probar su néctar divino - su vos era seductora y sus labios se unieron a los del doncel.

Ciel sintió como si sus miembros se hubieran convertido en agua.

No podía resistir aquel beso.
Los brazos de el hombre lo rodearon y el beso se hizo mas intenso.

Temblaba al verse entre aquellos brazos; este hombre ejercía sobre él un efecto hipnótico.

« Esto es una locura », pensó, sabiendo que si no ponía inmediatamente fin a aquel abrazo acabaría perdiendo sus fortalezas.

Jamas quebrantaría el voto que le hizo a su padre moribundo.

Se maldijo a si mismo por su debilidad, y realizando un esfuerzo supremo se arranco materialmente de entre los brazos de Sebastián.
En sus ojos se reflejaba el conflicto interno que había en él.

- Por favor, no - suplicó el doncel -. No puedo romper mi promesa. Le ruego que no me obligue a ello.

- ¿ Esta dispuesto a guardar fidelidad a su matrimonio ? - esta pregunta llevaba una insinuación de asombro y respeto.

El hombre no podría entender el verdadero significado de aquellas palabras.
Pero no quería decirle que no se trataba de ninguna promesa hecha a su marido.

Para tranquilidad de Ciel, él no insistió.

Pensó haber encontrado el arma apropiada para mantenerle a distancia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro