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ꕥ• ❁ཻུ۪۪⸙ •ꕥ

Su pequeña boquita hacía cualquier tipo de sonido mientras jugaba con varios de sus muchos juguetes a la vez. No había reglas en el mundo imaginario de su cabecita, por lo que podía combinar autos, caballos, naves espaciales, animales y casi cualquier cosa que tuviera, para poder desarrollar la increíble historia que se imaginaba, lo que sin él saberlo, era lo único que le daba una ligera brisa de paz a la casa.

La mujer que apenas podía mantenerse de pie, estaba siendo sostenida por otra, pero se negaba a borrar la sonrisa de su cara y a recostarse, aunque sabía que eso era lo mejor.

Al final de un largo rato por fin tomó asiento con mucha dificultad y ayuda, entre lágrimas. Debido a su propia petición, después de haberla dejado reposando, la otra mujer iba a cumplir con la orden que se le había dado, lo que significaba que tenía que interrumpir al niño que estaba demasiado ocupado jugando como para notar que no estaba solo igual que siempre.

— Espera... —la detuvo la mujer recostada— no lo hagas ahora...

— Señora... —le contestó la apesarada mujer— no siga posponiendo las cosas.

Aquellas palabras tenían más significado de lo que podía parecer, así que aceptando su realidad, acabó por soltar el leve agarre que mantenía en el brazo de la mujer, quien no dudó en avanzar hacia el niño.

— ¿Hyungwon? —le llamó con una sonrisa, consiguiendo su atención a la primera— saluda a mamá... —la mujer señaló a quien estaba recostada en el sofá de la sala, el cual tenía meses de no ver— los dejaré solos... —tuvo la intención de irse, pero antes se detuvo y puso una mano en el hombro de la débil mujer para finalmente susurrar cerca de su oído— no se preocupe demasiado, él va a estar bien... —suspiró— comparta tiempo con él, no haga que la recuerde así de triste, sonría... y sobre el secreto... —sonrió levemente— Yo misma se lo diré cuando tenga una edad adecuada.

La mujer asintió con tristeza y se obligó a sonreir a su hijito que caminaba con precaución hacia ella.

— ¿Mamá? ¿Que haces aqui? —preguntó escondiéndose detras de su oso de peluche— ¿Por qué no estas en tu habitación? —de repente su rostro se iluminó y aquel semblante decaído fue reemplazado por uno increíblemente alegre— ¿Te sientes mejor? —se acercó a ella corriendo y mirandola con la esperanza sincera que solo un niño podía tener, entonces asintió tocando la rubia cabellera del pequeño que era casi idéntica a la suya— Entonces... ¿puedes jugar conmigo en el suelo como antes?

Sus inquietas manos tomaron las de la mujer con la intención de tirar de ella, animandola a cumplir su petición, pero antes de que pudiera hacerlo, la mujer lo detuvo temiendo no poder ponerse de pie y solo acabar preocupando al niño.

— Hyungwon, estoy aqui porque tengo una pregunta importante que hacerte... —el niño posó su atención en ella, temiendo por un momento que había hecho o dicho algo malo, ya que siempre eran muy estrictos con él, diciéndole que no debía comportarse de forma hiperactiva cuando estaba cerca de ella— Sé que ahora eres muy pequeño, pero me gustaria saber si en tu pequeña cabecita hay una respuesta... —el niño la escuchó atentamente— Tú... ¿tienes algún sueño?

Las palabras parecieron arder en su garganta, pero se contuvo muy bien las ganas de llorar para mirar a su ángel detenidamente.

— ¿Uh? —preguntó desorientado— Yo siempre tengo sueño.

La mujer se rió inevitablemente. Su bebé era inocente, un dormilón y en general un chico bueno que odiaba tener que dejar a cuidados de alguien más cuando era su deber.

— No ese tipo de sueño, quiero saber que quieres ser cuando seas grande... —explicó notando que en el rostro del niño por fin había entendido— ¿Hay algo que te guste? Seguramente tus compañeritos de clase ya lo han decidido, quiza quieren ser maestros, doctores... O quien sabe, quizá hasta astronautas.

Sonrió esperando una respuesta de su pequeño hijo de rubia cabellera, pero su rostro estaba bañado en confusión e indecisión.

— Mamá... Yo... —se rascó la cabeza pensativo— no sé que quiero.

Al ver aquella reacción donde el niño estaba prácticamente obligándose a sí mismo a obtener una respuesta solo para contestar a su pregunta, supo que quizá, por más que quisiera conocer el rumbo que tendría la vida de su pequeño, él no estaba listo para perseguir una meta.

Quería decirle tantas cosas, enseñarle lo que le faltaba aprender de la vida, conocer a sus descendientes y sobre todo tener más tiempo para amarlo porque nunca sería suficiente.

— ¿Eres feliz ahora? —cuestionó cambiando de tema y atrayendolo hacia ella.

Hyungwon no dudó en abrazarla con cuidado y acurrucarse en su pecho.

— Mamá está aquí y se siente mejor, estoy muy feliz... —respondió con una sonrisa de ojos cerrados que solo aumentó el tamaño del nudo de su garganta.

No se contuvo de abrazarlo con las pocas fuerzas que tenía y besar su cabello una y otra vez, derramando un par de lágrimas que no pudo retener por más tiempo.

— Hyungwonnie... Mamá va a mudarse pronto... —susurró con la voz rota— tienes que prometerme que serás feliz aún cuando me vaya...

El desesperado niño se separó de ella, buscando su mirada para buscar la verdad en sus ojos, pero al verla, supo que ella no le estaba mintiendo. Iba a irse.

— ¡No quiero que te vayas, quiero irme contigo! —la abrazó fuertemente provocando que ella soltara un quejido— n-no lo entiendo... ¿Por qué mamá se va a mudar sin mi? —su voz se rompió y comenzó a llorar aferrado a ella, subiéndose al sofá— voy a ser bueno mamá, lo prometo... —sollozó mientras su pequeño cuerpo temblaba, asustado por la soledad que veía en su futuro— voy a recoger mis juguetes, tampoco haré ruido y no volveré a dormir mas en clases, pero no me dejes...

Volvió a apretarla, esta vez logrando que ella rompiera en llanto por el dolor físico y emocional.

— No puedo llevarte mi amor... —sollozó— y no es porque no seas un buen chico, mi Hyungwonnie es un bien chico... Definitivamente lo es... —volvió a sollozar— por eso debes ser bueno y prometer a mamá que siempre siempre serás feliz, entonces yo también seré feliz por ti en el lugar donde esté.  —su corazón se partía al escuchar a su pequeño llorar de aquella manera— No tienes que preocuparte por nada, Soyi va a cuidarte bien y mamá va a pagar por todo lo que quieras... —susurró acariciando su espalda, sabiendo que por algun motivo, esa acción tenía un efecto casi mágico en su hijo, dándole una tranquilidad casi instantánea— Sin importar qué, prométeme que harás las cosas que te harán feliz.

Recibió a cambio solo silencio, que era levemente interrumpido por sollozos que con el pasar de los minutos se volvían cada vez mas pausados gracias a las caricias que ella estaba proporcionándole en la espalda.

El aura de aquel lugar se torno gris en medio del silencio, podía olerse la melancolía de la mujer a causa de los buenos años que recordaba y la profunda tristeza que sentía al pensar un mañana. El dolor físico no ayudaba, pero el emocional era más fuerte.

— Mamá... —susurró el niño entre sus brazos, con la voz ronca— cuando sea grande... Quiero ser como tú, eso me haría feliz.

Ella sonrió obligándose a retener las pocas lágrimas que le quedaban, entonces volvió a besar la frente de su pequeño hijo.

— Entonces cumple tu sueño... —le susurró notando que los ojitos hinchados de su hijo estaban cerrandose— Y no hablo de ser modelo como yo, hablo de ser feliz... —pasó una mano por su mejilla— ¿lo harás Hyungwonnie?

El niño asintió, sonrió y cerró sus ojitos con pesadez sin saber que esa sería la última enseñanza que le daría aquel cansado y dolido corazón que esa misma noche, aún sosteniendo a su hijo en brazos, perdió la batalla contra una fuerte enfermedad, pero que lo protegió y lo amó hasta el último suspiro de su corta vida.

Y bueno, saben que Clari no es Clari sin alimentarse de sus lagrimas, así que aquí el prólogo de esta historia, dando un vistazo al pasado de nuestro personaje principal: Hyungwonnie 💙

Volveré pronto con el primer capítulo de esta historia, esperenlo 😊

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