6. Sentimientos (Parte 1)
Alma:..... Me gustas Axel... Y Quisiera ser tu novia
Axel estaba impactado por lo que su amiga acababa de decirle. Que una chica se te declare de la nada no es precisamente común, y menos una tan cercana como Alma.
Axel: *Confundido, rascándose la nuca *Emm... ¿qué?
Alma: *Ruborizada, esquivando su mirada* Sí, Axel... desde hace meses me he enamorado de ti. He tratado de darte señales, pero creo que eres un poquitín distraído.
Axel: *Nervioso, esbozando una sonrisa tímida* Sí... bueno, la verdad, a veces lo soy.
Alma: Pero, en fin, dejando eso de lado... ¿qué dices? ¿Te gustaría intentarlo? Prometo que será divertido. *Sonríe cálidamente, con una chispa de esperanza en sus ojos.*
Axel se quedó pensando un rato. No podía negar que Alma era una chica increíble: linda, con una energía contagiosa, y sí, a veces un poco intensa y hasta hiperactiva. Pero siempre estaba allí para ayudar, era aplicada, amigable y tenía esa calidez que hacía que cualquiera se sintiera bienvenido.
Sin embargo, sabía que él no estaba enamorado de ella. Le gustaba alguien más, y aunque siempre había sido malo para rechazar a alguien cuando se le confesaban, sabía que decir que sí, solo por pena, terminaría siendo más doloroso para ambos que decir la verdad.
Axel: *Respira hondo y la mira directamente a los ojos* Alma, eres una persona increíble, y créeme que valoro mucho que te hayas abierto de esta manera conmigo. Pero... *hace una pausa, buscando las palabras correctas* No quisiera que, por intentar algo cuando mis sentimientos no están en el mismo lugar, termináramos lastimándonos los dos. Tú mereces alguien que te vea de esa manera especial, y yo... no quiero hacerte daño.
Alma: *Baja la mirada, tragando el nudo en su garganta* Lo entiendo, Axel. *Fuerza una sonrisa débil* Supongo que solo tenía que intentarlo...
Axel: Con una sonrisa amable, colocándole una mano en el hombro. Eres importante para mí, Alma. Y te prometo que esto no va a cambiar nada entre nosotros, si tú no quieres. Nuestra amistad es algo que valoro mucho.
Alma: Asiente, recuperando algo de su habitual energía. Claro, Axel. Amigos... siempre, ¿no?
Axel asiente, aliviado, pero aún con una sensación extraña en el pecho. Sabía que había hecho lo correcto, pero también entendía que aquello no hacía las cosas menos dolorosas.
Tras ese momento incómodo, ambos adolescentes decidieron que ya era hora de regresar a sus respectivas casas. Alma, de regreso al hotel donde se estaba hospedando, y Axel, a la guardería donde vivía. El adiós fue breve y algo torpe; no hacía falta decir que fue un momento incómodo para ambos. Sin embargo, al final, Axel se subió al autobús que lo llevaría a casa, mientras Alma caminaba en dirección opuesta, sus pasos resonando con cierta tristeza en el pavimento.
Durante el trayecto, Axel no podía dejar de preguntarse si había hecho bien en rechazarla. No era porque no apreciara a Alma o porque no se sintiera halagado; simplemente, sus sentimientos apuntaban a alguien más. En realidad, la única persona que había capturado su corazón era Lira.
Pero, a pesar de estar seguro de sus sentimientos, no podía evitar sentirse culpable por el dolor que sabía que había causado a Alma. Además, la idea de confesar sus propios sentimientos a Lira lo llenaba de dudas y nerviosismo. ¿Y si Lira no lo veía de la misma manera? ¿Y si, en vez de aceptarlo, lo rechazaba y la situación se volvía aún más incómoda?
Mientras imaginaba los posibles escenarios en los que Lira podría rechazarlo, se dejó llevar por una serie de pensamientos cada vez más humillantes y exagerados. Se imaginó a Lira riéndose o sintiéndose incómoda, distanciándose de él para evitar cualquier incomodidad. Estas ideas le hicieron encogerse de hombros, incómodo en su asiento, pero luego respiró profundamente, intentando calmarse.
Finalmente, decidió que lo mejor sería no adelantarse demasiado. Quizás Lira sentía algo por él, o quizás no, pero lo que sí sabía era que tenía que ser sincero consigo mismo y darle tiempo a todo. Por ahora, tenía que aclarar sus propios pensamientos y tomar las cosas con calma.
Miró por la ventana del autobús, viendo cómo el paisaje se deslizaba mientras el cielo comenzaba a oscurecerse, sintiendo que las luces parpadeantes de la ciudad le ofrecían un poco de consuelo.
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