Capítulo 45
Dedicado a RocioRodriguezTamayo
***
Todo parecía parte de una pesadilla para Haru. En lugar de regresar a casa con Hana, estaba tirado en una cama de hospital luego de una cirugía.
Y su primo estaba muerto.
Ni sabía qué le dolía más, si su traición o el hecho de que nunca más lo vería. Tadashi había sido como su hermano durante toda su vida. ¿Qué había hecho tan mal para ganarse su odio? No había sido su culpa nacer primero. Él nunca había elegido ser el líder de la familia, no le habían dado otra opción que no fuera el deshonor.
Su tía ya sabía sobre la muerte de su único hijo y estaba devastada, ni siquiera había podido irlo a ver al hospital. Todos en la familia comprendían la deshonra de Tadashi por su traición, pero eso no hacía que su muerte doliera menos, aunque nadie se atreviera a decirlo en voz alta.
Haru escuchó voces fuera de su habitación y luego uno de sus hombres abrió la puerta. A su lado estaba Hana, hermosa como siempre a pesar de las ojeras y de su evidente conmoción por todo lo que habían vivido.
Él le hizo una señal a su hombre para que la dejara pasar y ella corrió hasta llegar a su lado.
—¡Dios! —exclamó y tomó su mano con fuerza—. No puedo creer que estés vivo. Lo siento tanto.
Sus vibrantes ojos azules se llenaron de lágrimas.
—Todo estará bien —dijo él, intentando tranquilizarla. Su voz sonaba algo débil.
Con dificultad se incorporó en la cama. Aún se sentía muy adolorido y le costaba incluso respirar. Hizo una pequeña mueca de dolor al sentarse.
—Hiciste lo que debías —dijo. Ella asintió entre lágrimas.
—Tuve mucho miedo de perderte...
—Pero no me perdiste, sigo aquí.
Haru llevó sus manos al rostro de la chica para secarlo. Sus dedos acariciaban con delicadeza sus mejillas mientras hacía un enorme intento por sonar seguro. En realidad, él también había pensado que moriría en aquel cuarto de hotel. No había dejado de pensar ni un segundo en ella cuando todo se estaba apagando a su alrededor.
—No te vayas nunca de mi lado, por favor —suplicó ella. Se veía más frágil y vulnerable que nunca antes.
—Descuida, no pienso irme a ningún sitio... —respondió él en un susurro y clavó los ojos en su boca húmeda y sonrosada.
Tenerla tan cerca era la mayor prueba de autocontrol a la que pudiera someterse alguna vez. Lo que más deseaba en ese momento era probar sus labios y besarla hasta que ambos olvidaran todo lo que había ocurrido. Pero había jurado no tocarla hasta que ella tomara una decisión.
Quizás por eso lo sorprendió tanto cuando ella se abalanzó sobre él y fundió sus bocas en un beso. Le tomó un instante reaccionar a lo que estaba ocurriendo, pero respondió de inmediato con la misma intensidad. Había esperado tanto por ese momento que apenas podía creerlo.
Enredó una de sus manos en el cabello de Hana y la acercó mucho más para profundizar el beso. Casi no lograba respirar y el cuerpo le dolía por el esfuerzo. No obstante, valía la pena sufrir por cada milímetro de los labios de esa chica rebelde y obstinada.
—Lo siento... —susurró ella con una pequeña sonrisa cuando se separaron un poco.
—No te preocupes —dijo él y apoyó la frente sobre la de ella—. Me siento mejor que nunca antes.
—¿Y ahora qué?
—Pues es simple: haré todo lo que esté a mi alcance para que olvides todo lo que has sufrido y para hacerte feliz.
Hana sonrió de un modo tan genuino que le hizo olvidar todo el dolor físico que sentía por un instante.
—Me refiero a un futuro más cercano...
Él se alejó un poco para recostarse en la almohada y suspiró profundo.
—Por ahora debemos aplazar nuestros planes. Necesito quedarme aquí por un par de semanas hasta mejorar y hasta que mi tía supere un poco esta situación.
Ella asintió ligeramente.
—¿Decidiste quién se quedará aquí por ti?
—Sí, dejé a cargo a uno de los amigos más cercanos de mi tío. Lo único que me preocupa es su edad, en un tiempo alguien tendrá que relevarlo. Y también tendré que estar viajando constantemente, no puedo perderme por largas temporadas.
—Supongo que podemos vivir con eso.
Haru observó a Hana por un momento y no pudo ocultar su emoción a pesar de todo. Se levantó muy despacio y depositó otro beso pequeño en sus labios. Moría de ganas por decirle todo lo que sentía por ella casi desde que había llegado a la empresa, pero sabía que no debía presionarla. Ya tendría tiempo de demostrárselo.
Los días siguientes le parecieron eternos sin poder levantarse de esa cama y sin poder ver a Hana más que unos minutos al día. Ella se estaba quedando en otro hotel cercano al hospital, pero esa vez bajo la custodia de sus hombres. No permitiría que nadie más se acercara a ella. Le hubiera gustado presentársela a su tía y darle el lugar que le correspondía como su futura esposa y la madre de su hijo. No obstante, sabía que el momento no era el más indicado.
Hana comenzó a reponerse del trauma poco a poco, y los doctores supervisaron su embarazo hasta que tres semanas después finalmente lograron regresar. Tenían mucho que hacer respecto a la empresa y a la nueva casa en la que vivirían, a pesar de que él se había esforzado por mantenerlo todo bajo control por teléfono. No era lo mismo sin la ayuda de Tadashi.
Sin embargo, había algo que no podía ser pospuesto ni un día más.
—¿Estás lista? —le preguntó mientras se bajaban del auto.
—Sí —respondió ella y tomó una bocanada de aire—. Llegó el momento de reparar el mayor error de todos los que he cometido.
Haru asintió al escucharla y caminó despacio tras ella hasta atravesar el jardín de rosas amarillas y llegar a la entrada de la casa. Probablemente él estaba mucho más nervioso por lo que estaban a punto de hacer. Jamás había imaginado que pondría un pie allí.
Hana llamó a la puerta. Haru sintió su pecho oprimirse y sus manos sudar mientras esperaban. Ese minuto le pareció el más largo de toda su vida.
Hasta que la puerta se abrió y unos ojos color miel los observaron a ambos con sorpresa e incredulidad total.
—¿H-hana?
—Hola, mamá...
Holaaaa. Espero que les haya gustado el capítulo, ya solo nos queda uno y el epílogo 😁. Un besooooo 😘
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