Capítulo 44
Dedicado a chofii26
***
Hana sintió que su cuerpo comenzó a ceder poco a poco y que su ansiedad se fue controlando. Las píldoras que le habían dado eran sin dudas calmantes, debido al estado en el que había llegado al hospital.
Estaba acostada en una camilla mientras los doctores hablaban frente a ella. Nunca se había sentido tan frustrada e impotente en toda su vida como ese día. No comprendía nada de lo que decían. Con mucha dificultad había logrado indicarle al médico que la había atendido que estaba embarazada.
Solo recordaba pequeños fragmentos de todo lo que había ocurrido. Miró a sus manos y palpó con delicadeza las vendas sobre sus muñecas. Estaban quemadas y heridas por el roce con la tela intentando liberarse. Sabía que había logrado escapar y también que le había disparado a Tadashi. Recordaba su cuerpo ensangrentado en el suelo y el horror que había sentido en ese instante.
Pero también recordaba a Haru sangrando y cayendo inconsciente al suelo. Luego todo estaba demasiado borroso. Al parecer alguien había escuchado los disparos y había llamado a emergencias. Lo último que sabía era que Haru había llegado con vida al hospital, nada más. Nadie podía darle información, ni los oficiales ni el personal médico. Ninguno de ellos hablaba español y ella apenas conocía un par de palabras en japonés.
El temor de perderlo se había instalado en su pecho. Él no podía dejarla sola luego de todas las promesas que había hecho. No podía morir porque su hijo lo necesitaba en su vida. Ella lo necesitaba. La simple idea de que muriera era demasiado dolorosa como para poder soportarla.
Un sollozo se escapó de sus labios y las lágrimas volvieron. Llevaba más de una hora en ese lugar sin poder hacer nada más que llorar y esperar.
Había sido su culpa. ¿Para qué había recibido lecciones de cómo disparar si en el momento adecuado lo había hecho todo mal? Quizás habían sido los nervios del momento. O quizás simplemente era una incompetente total.
La primera bala había herido a Tadashi en la espalda. Pero la segunda había atravesado su cuello y había continuado su trayectoria hasta impactar en el pecho de Haru, que estaba demasiado cerca de él. En su patético intento por salvarlo lo había herido de un modo posiblemente fatal.
«Lo siento tanto», pensó y sollozó. ¿Acaso solo iría por ahí dañando a todos los que amaba? ¿Nunca sería capaz de hacer las cosas bien?
Una joven enfermera entró a la habitación y se acercó a su camilla.
—Hola —dijo la chica con un marcado acento.
—¿Hablas español? —preguntó ella con desesperación y se incorporó hasta sentarse.
—Un poco. ¿Sentir bien?
—Sí, estoy bien —se apresuró a decir—. Haru, ¿cómo está él?
—¿Esposo?
Hana asintió sin reparar siquiera en la pregunta.
—Vivo —respondió la chica y sonrió—. Cirugía exitosa.
—Oh, Dios —exclamó Hana con emoción—. ¿Cuándo puedo verlo?
—Esposo dormido, ver después.
—Gracias —dijo y sintió su rostro humedecerse nuevamente, pero en ese momento eran lágrimas de felicidad—. Muchas gracias.
La joven volvió a sonreír.
—Descansar. Bebé necesitar.
Hana asintió y se recostó nuevamente. Todo su cuerpo se relajó por el gran alivio que le causaba esa noticia. Comenzó a sonreír en medio del llanto. Quizás ya había perdido la cabeza, pero no podía controlarse.
«Estás vivo, Haru Miyasawa. Estás vivo —pensó—. Cumpliste tu promesa de no dejarnos solos».
Solo de ese modo pudo descansar. Todo había terminado y muy dentro tenía la esperanza de que estarían bien. Lo lograrían.
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