Capítulo 43
Dedicado a 4LL1ZZ212
***
A pesar de todo lo que estaba ocurriendo, Haru se sentía ansioso y emocionado porque estaba a punto de regresar con Hana y su futuro bebé al hogar que estaba forjando al otro lado del océano. Estaba convencido de que lograrían ser felices y mantenerse a salvo los tres.
No obstante, vio todos sus planes esfumarse frente a sus ojos apenas se abrió la puerta de la habitación.
—Traidor de mierda —exclamó con ira al ver a su primo.
Intentó tomar el arma del interior de su chaqueta, pero Tadashi se lo impidió al apuntarle a la cabeza con un movimiento rápido.
—Ni siquiera lo pienses.
Haru observó a Hana y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Ese bastardo la tenía atada a una silla y sus ojos azules reflejaban su pánico.
Tadashi le hizo un gesto con la mano para que entrara y él lo hizo de una forma muy cautelosa. Luego su primo se movió sin dejar de apuntarle hasta la puerta y la cerró de un tirón.
—¿Qué mierda haces aquí? —preguntó Haru con rabia, intentando ocultar el enorme temor que la presencia de Tadashi en esa habitación le causaba.
—Vine a visitarte, ¿qué más? —respondió su primo con ironía—. Y ya que no puedo acercarme a mi propio hogar tuve que buscar una alternativa. Pensé que sería más difícil, pero cuando te vi salir del cementerio y conducir hasta este hotel supe de inmediato de qué se trataba. Con un poco de dinero fue bastante fácil averiguar que tenías una habitación a tu nombre.
—Podrías ir a casa si no fueras una rata traicionera.
Tadashi soltó una risa burlona que hizo su sangre hervir.
—De lo único que me arrepiento es de haber hecho trato con esos incompetentes. Solo por su jodida culpa no logré hundirte a tiempo y demostrarle a mi padre que estás lejos de ser un líder digno para nuestra familia.
—Ni siquiera te importa su muerte —soltó Haru con odio. Tadashi suspiró audiblemente sin borrar su expresión de burla.
—Nunca tomó las decisiones correctas al mando. Ya era hora de que alguien lo remplazara. Es una lástima que haya sido otro inepto.
—Maldito... —respondió él entre dientes y apretó los puños a ambos lados de su cuerpo. No podía creer que estuviera refiriéndose así a su tío.
—Siempre fuiste su favorito de los dos. Todo lo que decías se convertía en un hecho para ambos, sin importar lo que yo pensara al respecto.
—¡Eso es mentira!
—¡¿Mentira?! —Las venas del cuello de Tadashi se marcaron al gritar—. ¿Por qué diablos me obligó a dejar mi hogar y seguirte por el mundo como tu mascota? ¿Y por qué diablos te hizo su sucesor si yo soy su maldito hijo?
—¡Porque eres un imbécil y jamás llegarías a ser un buen líder para nuestra familia! ¡Solo tú no pareces notarlo!
—¿Un imbécil? —cuestionó y soltó una risa descontrolada—. Lo dice el que perdió la cabeza solo por una puta blanca.
Haru dio un paso hacia delante por instinto, pero Tadashi lo miró de un modo amenazante y le apuntó al pecho. Estaban a casi dos metros de distancia.
—No hagas nada de lo que puedas arrepentirte —lo amenazó.
—Podías haber sido mi mano derecha... Podías haberte quedado aquí y haberme ayudado a consolidar nuestro imperio... Pero preferiste clavarme el puñal por la espalda. Eres un ser despreciable, no vales ni el aire que respiras.
—Y me hubiera mantenido siempre bajo tus órdenes. Tú nunca me has considerado un igual, siempre me has visto como alguien inferior.
—¿Inferior? ¡Siempre te vi como mi hermano!
—Sí, como tu hermano el que debía permanecer oculto a la sombra de tu brillo cegador. Me harté, Haru, me harté de toda esa mierda. No nací para seguir a nadie ni para obedecer siempre como un cordero. Yo debo ser el único heredero de nuestro apellido... —Lo atravesó con sus ojos negros llenos de odio y empuñó con más fuerza la pistola—. Y ese es un problema que pienso resolver hoy mismo.
—Eso es lo que siempre has querido, ¿no? —dijo Haru con amargura. Nunca nada había dolido tanto como la traición de la persona en la que más confiaba—. No sé cómo pude ser tan estúpido...
—Simplemente estabas demasiado ocupado en la cima como para mirar hacia abajo... Pero no siempre quise matarte, Haru, no me dejaste opción al no quitarte del medio de una forma menos radical. Siento que no haya otra vía para que tome lo que por derecho me pertenece. Aunque antes hay algo que debo hacer... —Se volteó a mirar a Hana con una sonrisa siniestra y le habló—: No es nada personal, maldita zorra.
El tiempo pareció detenerse para Haru cuando vio a su primo desviar el arma y apuntarle a Hana. El terror nubló sus sentidos y su cuerpo reaccionó por sí solo abalanzándose sobre Tadashi.
Logró derribarlo y cayeron sobre la mesa frente al sofá. Comenzaron a forcejear por el arma. El florero se hizo pedazos al caer y las patas de la mesa se partieron con el peso. Ambos rodaron por el suelo.
—¡Jamás permitiré que le hagas daño! —gritó Haru. Logró sentarse a horcajadas sobre él, pero Tadashi no soltaba la pistola.
—¡Ambos están muertos! —replicó Tadashi y le propinó un fuerte codazo en el pecho.
Haru perdió el control por un instante y su primo aprovechó para revertir la situación. Lo derribó y trató de levantarse, pero Haru no se lo permitió y volvió a caer a su lado.
—¡Eres un bastardo de mierda! —gritó Haru—. ¡No mereces nada del amor que te dieron tus padres!
—¡Yo soy su hijo, maldita sea! ¡Siempre te eligieron a ti!
Ambos estaban llenos de cortes por los pedazos de vidrio en el suelo. Sus trajes y el piso comenzaron a mancharse de rojo. Ninguno de los dos cedía el control del arma ni un segundo.
Haru presionaba cada vez más el agarre de ambas manos, intentando arrancarle la pistola. De él dependían la vida de Hana y de su hijo. No podía darse por vencido.
No obstante, Tadashi optó por darle un rodillazo en la entrepierna. La punzada de dolor hizo que Haru perdiera fuerza.
—¡Desgraciado! —exclamó con voz entrecortada.
Ya era demasiado tarde, Tadashi le había quitado el arma. Luego se incorporó con rapidez hasta quedar de rodillas frente a él y volvió a apuntarle.
Haru sintió una oleada de adrenalina y de rabia recorrerlo. No podía permitir que ese bastardo lograra su objetivo. Intentó levantarse de inmediato para enfrentarlo.
Pero fue imposible: dos disparos hicieron eco en la habitación antes de que lo consiguiera.
Todo quedó en silencio, como si la escena hubiera sido pausada. Solo escuchaba el sonido de su propia respiración y unos gritos lejanos provenientes de afuera. Logró incorporarse y ponerse de rodillas. Le tomó un momento comprender lo que acababa de ocurrir.
Tadashi se desplomó hacia el frente y la pistola rodó por el suelo. Un charco espeso de sangre comenzó a formarse bajo él. Hana estaba de pie tras el cuerpo de su primo. Sus manos temblaban sosteniendo el arma que él mismo le había dado días antes. Las lágrimas bañaban su rostro, pero el pañuelo que aún le cubría la boca ahogaba sus sollozos. Sus ojos azules lo observaban con pavor.
Quiso levantarse para abrazarla y decirle que todo iba a estar bien; que la pesadilla había acabado y que jamás permitiría que alguien le hiciera daño. No obstante, el dolor punzante en su pecho se lo impidió.
Entonces bajó la mirada hacia su camisa blanca y pudo ver lo mismo que ella: la mancha roja que se extendía con rapidez en medio de su pecho.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro