Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 23

Dedicado a Clei91

***

Sus pies no dejaban de moverse bajo el escritorio y el bolígrafo entre los delgados dedos de su mano. Llevaba casi dos días sin ver a ninguno de los primos, pues apenas ponían un pie en la empresa. Temía que eso significara que ya habían hecho su próximo movimiento con la mafia y ella no se hubiera enterado. 

«No, es demasiado pronto», se dijo, intentando tranquilizarse. Barnes le había explicado que esas cosas tomaban algunos días.

Miró de reojo a su bolsa en el extremo del escritorio. Ahí llevaba el arma, oculta en el fondo, aunque esperaba no necesitarla en ningún momento. Ansiaba que se le presentara una oportunidad para descubrir qué tramaban, entregarlos a la policía y luego no volver a verlos en el resto de su vida.

—Buenas tardes.

La voz de Haru la hizo dar un pequeño salto en la silla. Sin embargo, no se dirigía a ella, sino a todos los trabajadores del área.

—Me complace venir a darles una muy buena noticia —continuó él con una voz calmada. No obstante, había algo en su rostro que, lejos de calma, le daba la impresión de que ocultaba algo. Quizás solo estaba demasiado paranoica—. Como ya todos deben de conocer, el contrato que acabamos de firmar será muy beneficioso para nuestra empresa. Por lo tanto, debemos celebrar que estamos un paso más cerca del triunfo. Y el éxito de la empresa es, a fin de cuentas, lo que todos más deseamos, ¿no es cierto?

Los demás trabajadores asintieron y un par de ellos aplaudió al escucharlo. Los ojos negros de Haru se encontraron con los de ella en un instante fugaz. Pero a Hana le pareció que, de alguna manera, sus palabras iban dirigidas a ella.

«Estás volviéndote loca —pensó—. Él no sabe nada. Es imposible». 

—Por ese motivo quiero invitarlos a un pequeño brindis que realizaremos Tadashi y yo para celebrar. Será esta misma tarde cuando la jornada laboral termine, en el primer piso del edificio. Espero verlos a todos allí.

Sus compañeros de trabajo se emocionaron mucho al escucharlo y no dejaron de hablar en el resto de la tarde de la suerte que tenía de tener un jefe como Haru. No obstante, para Hana los minutos parecieron convertirse en horas. Quedarse no le parecía un buen plan en lo absoluto. Podía inventar cualquier excusa e irse temprano, pero corría el riesgo de perder la oportunidad de conseguir información. 

Justo cuando llegó la hora de terminar y los demás comenzaron a bajar, maldijo por lo bajo y se restregó el rostro con las manos. ¿Por qué cada segundo en ese maldito lugar se sentía más pesado que el anterior? Estaba harta de respirar el mismo aire que los Miyasawa. Los odiaba, en especial a Haru. Siempre había sabido que Tadashi era un odioso engreído, por lo que sus actitudes de mierda no le sorprendían en lo absoluto. Sin embargo, se había equivocado por completo al pensar que Haru era un poco mejor. Ambos eran la misma basura, solo que el mayor se ocultaba tras una sonrisa aparentemente cálida. 

Luego de pensarlo por un instante, decidió bajar y acompañar a los demás. No le quedaban muchas opciones. 

Abajo todos brindaban y sonreían, aunque el clima de la celebración estaba lejos de ser informal. Ella no se sentía demasiado comunicativa, así que se limitó a tomar una de las copas de champaña de la gran mesa y caminó hasta la esquina más apartada de la habitación, casi al borde de las escaleras. Ahí estaba lo suficientemente lejos de la vista de los demás como para tomarse la copa sin necesidad de hablarle a nadie. No se sentó ni soltó su bolsa. Quedarse hasta tarde no estaba entre sus planes.

Sin embargo, la persona que menos esperaba decidió irrumpir en su espacio personal: el maldito Tadashi. La miró de pies a cabeza sin variar su expresión neutra. Era la primera vez que incluso la miraba luego de que lo había dejado plantado en la cena con los accionistas. 

—Me pregunto qué haces aquí tan lejos del centro de atención, Hana.

—Quizás solo necesitaba cederle el foco a alguien más —respondió ella con la misma naturalidad con la que él le había hablado y se encogió de hombros—. No todo puede tratarse de mí, ¿no lo cree?

Una sonrisa ladeada apareció en el rostro de Tadashi que, combinada con sus intimidantes ojos negros, resultaba siniestra. Dio un paso hacia adelante y se acercó mucho más a ella. Había menos de medio metro entre ambos y Hana comenzó a sentirse algo incómoda. No obstante, no lo demostró ni desvió la mirada.

—A veces diera cualquier cosa por saber qué diablos pasa por esa cabecita —musitó él, sin dejar de escrutarla—. Pero siento que cada día estoy más cerca de comprender tus verdaderas intenciones, Hana.

—Mis intenciones no son un secreto, señor Tadashi —respondió ella con firmeza—. Solo quiero volverme una abogada rica e influyente.

—En ese caso, ¿por qué apostaste entonces por una empresa extranjera que recién comienza?

—Quizá porque pienso que los japoneses son lo suficientemente inteligentes y habilidosos como para hacerla triunfar, y a mí con ella...

—¿Sabes qué pienso yo? —dijo él con un tono de voz lleno de pretensiones—. Pienso que las mujeres tan atractivas son lo suficientemente peligrosas como para confiar en ellas. 

—¿Peligrosas? —replicó con algo de ironía—. ¿Me considera usted un peligro entonces?

—Solo mira a mi primo, Hana. —Señaló con un gesto que mirara por encima de su hombro. Hana lo hizo y pudo ver a Haru. Estaba al otro extremo de la habitación rodeado de personas, pero no dejaba de mirarlos fijamente a ellos dos. Era muy difícil descifrar qué significaba la seriedad en su rostro—. ¿Lo ves? Está a punto de venir y sacarme los ojos solo por estar tan cerca de ti... Muere por hacerte suya, lo hiciste perder la cabeza.

Hana sintió una opresión en el pecho muy extraña al escucharlo. ¿Acaso era cierto que Haru se sentía tan atraído hacia ella? ¿Por qué había actuado como un imbécil entonces? Decidió obviar esas ideas y centrarse en Tadashi y en su mirada amenazadora.

—Pues yo solo tengo una pregunta —dijo en un tono desafiante y fue ella quien dio un paso hacia delante en esa ocasión—. ¿Es Haru el único que muere por hacerme suya? Hasta donde puedo recordar fue usted el primero en dar un paso e invitarme a ser su acompañante.

Tadashi volvió a sonreír de una manera torcida.

—Puede que no sea el único, pero... quizás simplemente soy un poco más inteligente que él... Al menos yo sé que tramas algo.

—¿Ah, sí? Si está tan seguro de eso, ¿por qué no me ha echado de la empresa?

—Es simple, más de lo que crees, Hana. Hay que mantener a los amigos cerca... 

Dio un paso más y eliminó la distancia que los separaba. Los rostros de ambos estaban a menos de dos centímetros de distancia y los tacones de Hana casi igualaban la altura. Sus respiraciones se cruzaban y la de Hana se aceleró ligeramente sin que pudiera evitarlo.

—Y a los enemigos mucho más... —terminó, atravesándola con sus fríos ojos.

—Estamos en un lugar público, señor Tadashi. Cualquiera puede vernos y malinterpretar la situación.

—Me importa una mierda —repuso él—. Te haré una primera y última advertencia: no intentes nada contra nosotros, o yo mismo me encargaré de que te arrepientas de haber puesto un pie en esta empresa...

Hana no cedió ante sus palabras, pero, inconscientemente, sostuvo su bolsa con más fuerza

—No intentaré nada, señor, está totalmente equivocado conmigo.

—Eso, Hana, es algo que aún está por verse —dijo él. Luego se alejó de un modo abrupto de ella y se perdió entre los demás en la habitación. 

Hana tomó una enorme bocanada de aire e intentó calmar el ligero temblor de su cuerpo. Por primera vez, ese bastardo había logrado intimidarla de verdad. Pero su odio no hacía más que aumentar. 

«Ya fue suficiente por hoy», se dijo, decidida a marcharse de una vez de allí. Pasó por el lado de Haru sin mirarlo siquiera, a pesar de que sabía bien que él no había dejado de observarla. Podía irse al mismísimo infierno si quería. De hecho, lo haría cuando ella lograra su objetivo.

El viento frío de la calle removió sus cabellos apenas salió. Esperaría un taxi para marcharse al hotel. No obstante, vio algo que la hizo cambiar totalmente de idea. Era Tadashi, que se alejaba caminando con paso apurado de la empresa. Jamás lo había visto salir en la calle sin su auto, y eso le llamó la atención. 

¿Era esa la oportunidad que tanto había esperado o solo una falsa alarma?

No tenía idea, pero no se detuvo a pensarlo. Cruzó la calle y, en cuestión de minutos, estaba siguiéndole los pasos en medio de la oscuridad de un callejón adyacente al edificio. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro