Capítulo 14
Dedicado a EstefanyD26
***
Las puertas del ascensor se abrieron y Haru salió casi corriendo. Tenía varias cosas que hacer aún en la oficina y no podía quedarse hasta muy tarde pues tenía una reunión importante en la noche. No sería solo una cena con los accionistas de la empresa, sino también el punto de encuentro marcado para recibir una información sobre sus verdaderos negocios que no debía ser entregada por teléfono.
No obstante, el resto de sus pensamientos pasó a un segundo plano cuando vio a Hana acercarse. Llevaba prisa y cargaba con su bolsa y algunos documentos. ¿Se marchaba acaso?
—Hola —la saludó—. ¿Te vas a casa? ¿Ocurre algo?
—Hola… —respondió ella y le sonrió. Le pareció que estaba algo inquieta por algún motivo—. Eh… en realidad sí me voy, pero solo porque el señor Tadashi me autorizó…
—¿En serio? —preguntó, extrañado. Su primo no solía ser generoso con los trabajadores a menos que quisiera obtener algo en su beneficio.
Ella suspiró profundo y miró sus zapatos un instante. Parecía dudar sobre lo próximo que diría.
—Pues, sí. Verás, él me… invitó… a la velada de esta noche. Me dijo que podía irme antes para prepararme. Imagino que será un evento bastante formal.
A Haru pareció cortársele la respiración por un momento. ¿Tadashi la había invitado? Mil ideas pasaron por su mente. ¿Qué mierda se traía ese cabrón entre manos?
—Haru, ¿está todo bien? —La expresión de preocupación de Hana lo hizo volver a la realidad.
—Eh… sí, solo… tengo mucho trabajo por hacer. —Se aclaró la garganta y agregó—: Nos vemos en la noche entonces.
Ella asintió y continuó su camino. Sin embargo, él había olvidado por completo lo que planeaba hacer antes del encuentro. Solo una frase se repetía una y otra vez en su cabeza: «Voy a matarlo».
Caminó por inercia hasta la oficina de Tadashi y ni siquiera se molestó en llamar a la puerta. La abrió de un tirón y luego la cerró tras de sí con la misma violencia.
Tadashi estaba sentado en su sillón hablando por teléfono y no se sorprendió al verlo en ese estado. Eso confirmaba sus sospechas de que lo estaba haciendo a propósito.
—Te llamaré luego… —le dijo a la persona al otro lado de la línea y colgó. Con mucha calma, se recostó en su asiento y cruzó ambas manos en su regazo—. Y bien, ¿a qué se debe tu visita?
—¿Qué diablos estás planeando? —cuestionó Haru, evidentemente enojado, y avanzó con rapidez hasta apoyarse en el escritorio y mirarlo a los ojos. Su primo ni siquiera se movió.
—No tengo idea de que hablas.
Su total indiferencia solo lograba aumentar la ira de Haru.
—No estoy jugando, Tadashi —exclamó. Estaba haciendo todo lo posible por mantener la calma—. Aléjate. De. Ella.
—¿Ella? —Fingió pensarlo por un momento—. ¿Hablas de Hana?
—¡Déjate de estupideces!
Haru se acercó más a Tadashi. Su respiración estaba agitada y sentía su rostro arder. No obstante, su primo se levantó y lo enfrentó cara a cara. Solo el mueble se interponía entre ambos.
—Y tú deja de formar una escena en medio de la empresa por causa de esa zorra —replicó con dureza.
Haru lo tomó por el cuello de la camisa violentamente.
—¡Deja de llamarla de ese modo! ¡Tú ni siquiera la conoces!
—¿Y tú sí? —Tadashi se soltó de su agarre y lo empujó hacia atrás—. No lleva ni un mes aquí y ya perdiste la cabeza por ella. ¿Qué mierda pasa contigo? ¡Te advertí que te alejaras de ella!
—¿Para que tú pudieras acercarte?
Tadashi soltó una carcajada de burla. Haru sintió que las venas de su cuello explotarían. Iba a partirle la cara a ese idiota.
—Ya veo cuál es tu problema —le dijo—. ¿Tanto te molesta que ella me haya preferido a mí?
Haru bufó y se alejó para recorrer la habitación. Se pasó las manos por el cabello y suspiró profundo. Si no se controlaba acabaría golpeándolo delante de todos en la oficina.
—No sé qué carajos le dijiste para que decidiera acompañarte —respondió, finalmente—, pero que no se te ocurra dañar a Hana. Ella no tiene nada que ver con nuestros asuntos. Deja de usarla para molestarme.
—Lo que yo haga con Hana no te importa. Ocúpate de tus propios problemas y consíguete otra perra bonita porque esa ya está ocupada.
—¡No bromeo, imbécil! —lo amenazó, totalmente fuera de control.
—¿Y qué harás si la daño, eh? —cuestionó Tadashi con la clara intención de provocarlo—. ¿Piensas traicionar a la familia por el trasero de una chica que apenas conoces? Eres más idiota de lo que pensaba.
—Mide tus palabras, Tadashi. No olvides que soy mayor que tú y me debes respeto.
La expresión de su primo se modificó totalmente al escucharlo. El enojo se apoderó de su rostro.
—¿Respeto? —replicó con ironía—. Aún no eres el líder de nuestra familia, Haru, métete eso en la cabeza. Mi padre sigue vivo y hasta que él no fallezca seguimos en la condición de iguales. —Lo miró a los ojos de una manera amenazante—. Eso si no cometes un error y él cambia de idea al respecto…
Haru le devolvió la mirada con la misma hostilidad.
—Eso no ocurrirá nunca —respondió en un tono bajo, pero firme—. Deberías dejar de comportarte como un niño y comprenderlo de una vez.
El duelo de miradas se prolongó por unos instantes, pero Tadashi finalmente soltó un bufido y volvió a sentarse.
—Si ya no tienes más ninguna amenaza ya puedes largarte de mi oficina. Tengo trabajo por hacer.
—Estaré mirándote bien de cerca esta noche, tenlo en cuenta —dijo Haru mientras se encaminaba hacia la puerta sin relajar su expresión.
—Créeme, Haru, teniendo a Hana tan cerca no tendré mucho tiempo de acordarme de ti…
La clara burla de su primo lo molestó, pero Haru decidió salir de una vez de la habitación para evitar problemas mayores. No obstante, no pensaba dejarlo jugar con Hana a su antojo. Sabía muy bien las cosas que era capaz de hacer.
Y ella no sería su próximo juguete. Tendría que pasar sobre su cadáver para lograrlo.
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