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4. Deuxième Phase

Ambas señoritas se miraban fijamente, una sorprendida y la otra complacida pues todo salía tal cual lo planeó, y es que... Esa mañana María se levantó sabiendo lo que iba a suceder, así que preparó a siguiente fase de su plan que ya estaba concretándose exitosamente...

Esa mañana al despertar y después de cambiar su hermoso piyama por un lindo vestido, y luego de cepillar su lindo cabello castaño y realzar su hermosura con una trenza francesa y un par de moños a juego del vestido... La puerta de su habitación sonó estruendosamente, alguien tocaba desesperado.

《Pase...》 Dijo con serenidad y una sonrisa satisfecha, mientras se aplicaba su delicioso perfume de rosas. Ni bien terminó de hablar la puerta se abrió de par en par y un atractivo joven pelirrojo de aterrada expresión y ropa rasgada, que al instante se tiró a un rincón, en posición fetal y temblaba nerviosamente. 《Ah... Peter-san, ¿Lo hiciste?》Se terminó de mirar al espejo y tranquilamente se acercó al joven, le sirvió agua en un fino vaso y se lo ofrecía.

《Casi... Casi... ¡Casi me mata!》 Seguía aterrado y María lo miraba con pena.

《Lo siento por ponerte en una situación difícil, Peter-san...》 Hace puchero tierno y logra embelesar a su mayordomo personal, y logrando que poco a poco salga del pánico en el que se encontraba por lo que al pobre hombre le acababa de suceder. 《Lo lamento... Pero... Akatsuki-chan es traviesa y además es una pequeña gatita... Seguro solo estaba jugando contigo...》 Lo miro con ternura.

"A que eras su presa"

Agregó en su cabeza con una disimulada gota de sudor cayendo por su frente. 《Ella no le haría daño a nadie... Pero...》 Entonces reacciona y se asusta de la nada 《¡Le mostraste lo que te di antes de entrar, ¿Cierto?! 》

《Se... Se lo mostré... Cuando...》 Peter tragó saliva y se aterraba de solo recordarlo. 《Cuando me tumbó en el suelo...》 Se abrazaba y temblaba un poco, María se asustó y se sintió culpable por lo que su pobre apuesto mayordomo tuvo que pasar, pero bueno, ¿Estaba vivo al menos, no? Suspiro de alivio y luego extendió la mano para que se lo dé, él asintió y de su bolsillo sacó un collar con dije de sol dorado. 《Misión cumplida》Entonces María agarró el collar, se lo puso con delicadeza, camino hacia el enorme espejo de su tocador, se miró, se arregló el listón, carraspeó y soltó un grito alarmante, que asustó en sobremanera a su mayordomo.

《¡María-sama! 》 Un considerable grupo de empleadas corrió hacia María, apenas escucharon el grito, y la rodearon, mientras Peter solo suspiraba, y luego de recuperar el aliento por la carrera que hicieron para llegar a la habitación de su traviesa ama 《¡¿Qué sucede, María-sama?!》

《Es que lo perdí... 》 María hacía un puchero capaz de enternecer hasta al ser más desalmado y con una mirada de súplica imposible de resistir, en especial siendo esa niña tan linda y angelical... Bueno, linda, de hecho, pero lo de angelical estaba en controversia. 《¡Perdí el manual dorado de la "Fièvre Rose"!》

《¡¿El qué?!》 Se miraban entre ellas confundidas y al caer en cuenta de que ninguna de ella entendió se volvieron a dirigir a su ama 《¡¿Qué es...?! ¡¿A qué se refiere, María-sama?!》

《¡Es un manual dorado! ¡Como de este tamaño!》 La pequeña futura heredera de los Takarada, con sus pequeñas manos, les mostraba a las sirvientas un aproximado del tamaño del objeto perdido 《¡Muy bonito! ¡Es brillante y precioso! ¡Lo perdí!》

《¡No se preocupe, María-sama!》 La líder de las empleadas de la mansión con ternura la consoló, luego se giró a las demás. 《¡Señoritas, ya saben que hacer!》 Ordenó con seriedad y todos se pusieron en acción, buscando el libro que Peter-san con anticipación ocultó en un lugar donde nadie lo encontraría, en especial porque nadie se atrevería a buscarlo ahí, la jaula de Akatsuki-chan, la no tan pequeña gatita de María, era una tigresa de bengala y a punto de llegar a la edad adulta, que solo no intentaba atacar a su ama por un secreto que María aprendió, el hechizo que ataba a esa fiera al collar del sol dorado.

Kyoko Mogami se levantó ese día totalmente resuelta a acabar con esa dolorosa y extraña situación.

"Tsuruga-san... No sé qué sucedió para que se moleste conmigo... Yo, por favor quiero disculparme si es necesario y bueno... Esta cena..."

Ella cerraba los ojos con fuerza, sentía una espina grabada en su corazón al recordar lo que sucedió esa noche, mientras subía al tren que la llevaría a su actual destino.

Cuando ella le dijo eso en el momento en el que Ren entró y la encontró en ese salón de L.M.E. con una cena deliciosa servida en una mesa para dos, con unas velas y romántico ambiente que Kyoko preparó inconscientemente. Él la miró en silencio por un minuto eterno para ella, sorprendido... Pero luego de la nada su expresión cambió, su rostro se tornó inexpresivo, suspiró, frunció el ceño y dio media vuelta para irse.

"Tsu-Tsuruga-san, por favor..."

Intentó detenerle, que no se vaya, pero entonces cuando él trató de abrir la puerta para irse no pudo, volvió a tratar, pero la puerta no se abría y no se abriría... A la puerta le habían puesto el seguro desde afuera.

"Yashiro, abre la puerta..."

Ren suspiró irritado mientras Kyoko estaba suspensa.

"Sé que estás afuera"

Se escuchó desde afuera el suspiro del aludido mánager.

"Lo siento, Ren, pero esta puerta no se abrirá hasta mañana..."

Dijo mientras su voz se alejaba y se escuchaban sus pasos, se estaba yendo.

"¡Yashiro!"

Exclamó Ren molesto, sí, estaba molesto y Kyoko lo sabía pues mientras clamaba el nombre de su representante con complejo de cupido dio un golpe a la puerta.

"Espero y esto sirva para que resuelvan lo que sea que les llevó a este tonto distanciamiento..."

Después de eso solo se escucharon unos cuantos pasos, cada vez más distantes, hasta que solo quedó el silencio sepulcral.

"Usted planeó todo, ¿Verdad?"

La miró fulminante y ella intento explicarse, inútilmente porque no lograba pronunciar si quiera alguna frase coherente, y él avanzaba mientras ella retrocedía intimidada por su enfado. Ella al final quedó acorralada con la mesa donde estaba servida la (romántica) cena de disculpas, la ofrenda de paz. Él por encima de ella miraba todo lo que estaba dispuesto en esa mesa y luego la miro a ella, de la nada pudo ver un atisbo de sonrisa y la oscuridad y el enojo desapareció de la nada... ¡Lo juraba! Estaba contento, la celestial sonrisa estaba por salir, pero de nuevo la oscuridad apareció.

"Por favor..."

Dijo irritado mientras se alejaba de ella y se sentó en un sofá que estaba por ahí y se recostó en este para comenzar con un incómodo mutismo, que Kyoko luego de ensayar en su cabeza mil veces, decidió romper.

"Tsuruga-san... Yo... Sé que no ha cenado... Y yo... No sé porque está molesto... Pero por favor, al menos..."

Él la miró de reojo, ella, insegura, se sentó en el sofá al lado de en el que estaba él, y entonces se quedaron mirando fijamente, él con frialdad le respondió.

"No planeo probar ni un bocado, discúlpeme, y además se equivoca, sí cené..."

Se levantó y caminó lejos de ella, luego posó su espalda en un rincón.

"Pero... ¡Necesita alimentarse!"

Kyoko se alteró y mostraba alterada la cena apetitosa servida.

"¡¿Va a desperdiciar esto?! ¡Seguro que solo comió un onigiri! ¡Tiene que comer...!"

Ella se detuvo al notarlo, él la miraba fríamente, y se estaba molestando más y más. Él suspiró, la miró con antipatía una última vez antes de volver a sumergir su entera atención a su móvil.

"Para ser claros, mi alimentación no es de su incumbencia..."

Kyoko estaba lela en ese momento y ahora en el tren se enfadaba ¡¿Cómo que la alimentación de su (amado) senpai no era asunto suyo?! Bueno, en realidad era cierto, no era asunto suyo, nunca lo fue...Pero es que... ¡Él nunca le había respondido así! Él nunca había reclamado antes, más bien se excusaba y le daba la razón, lo cual a ella le daba tácita licencia de cuidarlo... Pero con esa frase, tal licencia quedó dolorosamente revocada. Se quedaron en silencio, ella agonizando, sentada en el sillón mientras lo observaba a él caminando en círculos como león enjaulado, le molestaba su presencia y lo sabía, y es que lo escuchó a él maldecir en otro idioma,no sabía qué decía pero sabía que estaba maldiciendo.

El sueño llegó a Kyoko, pero en ese lugar se sentía mucho el frío nocturno y su vestimenta era muy ligera, lo cual le impedía, aparte de la incomoda situación, dormir. Se sobaba los brazos, y estaba por quedar dormida, cuando sintió un saco caer sobre ella, un saco con olor a él. Ella abrió los ojos y se miraron, él la miraba como antes... ¡Como antes! Sí, con ternura. Ella, por alguna razón dirigió su vista hacia la mesa... Sí comió lo que ella preparó. Se sintió tan feliz y la llama de la esperanza se encendió ¿La había perdonado por lo que sea que se haya molestado? ¿Volvería a tratarla como antes?

"Tsuruga-san"

Ella con una sonrisa le agarró la mano, como preguntándole si era cierto, si por fin todo volvería a la normalidad... Y entonces todo volvió a oscurecerse. De repente su expresión se volvió seria, enfadada, se soltó de la mano de Kyoko y tal como en su primer encuentro, con frialdad en la mirada, una mirada tan fría que podría calarte hasta los huesos, le dijo algo que apagó definitivamente la vela de sus esperanzas, y que además fue lo último que dijo en esa noche de infinito silencio y oscuridad no por falta de luz si no por desprecio inexplicable proveniente de justo la persona que más amaba, digo, respetaba... Sí, él lo dijo, lo que ahora le dolía más y que solo lo que le escuchó decirle a Yashiro cuando salieron de su encierro la mañana siguiente, eso de que ni soportaba el hecho de respirar su mismo aire, pudo dañarla más.

"A partir de ahora, por favor... Absténgase, señorita, de volver a acercarse a mí"

El tren llegó a su destino, ella bajó salió de la estación y tomó un taxi, pues no era fácil llegar sin auto a la zona alta de la ciudad, el vecindario de las enormes mansiones, y llegó a la puerta de la mansión Takarada. Entró guiada por Sebastian y mandaron a llamar a María, aunque no fue necesario pues ella ya estaba bajando por las escaleras... Pero Kyoko al entrar notó algo extraño, habiá mucha agitación entre los empleados y parecían estar buscando algo.

《¡Onee-san, bienvenida!》La recibía con una sonrisa y abría sus brazos para abrazarla, ella la abrazó, pero cuando se separaron Kyoko la miró con seriedad y con súplica. 《María-chan, necesito hablar contigo... Necesito tu ayuda...》

"Vaya sorpresa"

Decía para sí mismacon sarcasmo y con mucha satisfacción en la mirada.

《¿De qué se trata, Onee-sama?》 Se hizo la desententida, y al ver la mirada de Kyoko fingió que recién se daba cuenta. 《¡Oh!... Es eso ¿No?》

Kyoko titubeaba, estaba nerviosa pues no quería decir de más. 《Yo estaba por encontrar la respuesta a mi problema en el manual... Pero...》

María sonreía para sus adentros, sabía muy bien lo que sucedía, así que con fingida inocencia la animó a que prosiga《¿Pero...? ¿Qué sucede, Onee-sama?》

《Es que la página en la que estaba lo que buscaba... Estaba rota...》María fingió sorpresa y es que tal vez no lo había considerado hasta entonces, pero a la pequeña no le iría nada mal la carrera de actuación. Kyoko entonces le dijo para lo que había ido.《Por favor, sé que tienes más de la Fiebre Rosa... ¿Me podrías prestar el tuyo?》Y sí, llegó el momento, María actuó desanimada y le contó a su Onee-sama sobre la supuesta perdida del manual y su historia fue consolidad por las disculpas de las criadas de la mansión al no encontrar el librito. Kyoko no quería rendirse y se ofreció a ayudar a buscar, pero era inútil, la mansión era gigantesca. María entonces continuó con su plan y le contó a Kyoko que en realidad era distribuidora de ese producto, que le fueron entregados cinco ejemplares de la pócima de amor, y que ya vendió las tres que quedaban pues se quedó con uno y le regaló a Kyoko otro. Explicó también que ese día justamente tenía que encontrarse con las chicas que compraron el producto para documentar los resultados... Y la invitó a acompañarla, lo cual Kyoko al instante aceptó, pues si esas chicas tenían una de las pócimas seguro también tenían el manual.

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