Este es un oneshot Percabeth que escribí hace... no sé, mínimo cinco años. Espero que les guste. Es muy cursi y tal, yo era muy dramática en esa época xD

* * *

—Emmm... ¿Rachel? —un joven veinteañero de cabellos negros revueltos e intensos ojos verdes entró en la cueva de la Oráculo y recorrió el lugar con la mirada. De cueva casi no tenía nada, más bien parecía la sala de una adolescente millonaria, lo que efectivamente era Rachel Elizabeth Dare.

Una chica pelirroja salió de debajo de la mesa.

—Ah, eres tú, creí que serían los Stoll, ya me pidieron tres veces que les dé una profecía, como si yo pudiera decirlas cuando me viene en gana. ¿Qué quieres, Percy?

El semidiós se tiró del cuello del suéter, se revolvió el pelo, carraspeó, volvió a revolverse el pelo y terminó sonrojándose sin decidirse a hablar.

—Perseus Jackson, te quedas quieto y me dices qué pasa, o te lanzo mi cepillo a la cabeza —amenazó Rachel cruzándose de brazos.

Percy retorció su collar del campamento y al fin largó su problema. Rachel saltó gritando «¡Lo sabía!» y luego le dio la solución.

Desde la ventana de la cabaña de Atenea, Annabeth Chase vio extrañada salir a Percy de la cueva con una sonrisa embobada, recorrer el campamento nevado y meterse directo en la cabaña de Hermes.

—Sesos de alga —bufó alzando una ceja y volvió a enfrascarse en su lectura.

* * *

"Estás invitado/a a la apertura de regalos de Navidad en la cabaña de Poseidón. Trae tu regalo para la persona que desees, no hay discriminación, sí hay pudin y bebidas, la cabaña de Apolo se encarga de los villancicos y la de Hefesto de las luces. ¡Feliz Navidad!"

Cada campista, incluso los de Ares, recibió una tarjeta de invitación redactada por Leo Valdez, jefe de la cabaña de Hefesto. La cabaña de Poseidón era grande y estaba casi vacía, así que era el lugar ideal. Claro está que todos y cada uno de los semidioses aceptó la invitación, y en Nochebuena empezaron a llegar mestizos y más mestizos a la puerta donde Percy y Rachel hacían de anfitriones y le daban la bienvenida.

—Cada locura se te ocurre, sesos de alga —sonrió Annabeth al entrar dándole un beso. Percy se limitó a reír un tanto nervioso y cerró la puerta tras el último campista.

—¡Los mestizos, unidos, jamás serán vencidos! —gritaba Travis Stoll parado sobre una mesa.

—¡Orrrrrrden! —el gruñido de Clarisse LaRue surtió efecto y todos se quedaron callados.

—Que comience la apertura de regalos —Leo extendió un rollo de papel con los nombres de los campistas ordenados alfabéticamente y comenzó a llamar de uno en uno.

Cada joven que era llamado se paraba sobre la silla, sacaba su regalo y decía el nombre del destinatario, el cual a veces se largaba a llorar de la emoción y tenían que bajar a entregarle el presente, en especial a las hijas de Afrodita.

—¡Annabeth Chase!

La semidiosa se puso de pie sobre su silla, sacó un regalo cuadrado y plano de su bolso y llamó:

—Para Percy Jackson, mi tonto y genial novio.

El hijo de Poseidón subió de un salto a la silla, le plantó un beso en los labios y desenvolvió el regalo.

—Te dije que te lo haría leer —Annabeth rió divertida al ver la cara que él puso sosteniendo una edición de las aventuras de Sherlock Holmes en griego.

—Pero, Annie... —Percy mantuvo su boca en un puchero hasta que llegó el temido momento.

—¡Percy Jackson!

Pudo ponerse de pie en su silla sin caerse del nerviosismo y sacó un regalo pequeño de su bolsillo.

—Para... Annabeth Chase, sin la cual ya hubiera muerto varias veces.

Se oyeron algunas risas y Annabeth tomó el regalo.

Lo desenvolvió.

Sus labios se entreabrieron de emoción y una onda de silencio recorrió a todos los campistas, que contenían la respiración sin darse cuenta.

—Sé que no soy bueno en proposiciones, pero... —Percy tragó en seco—. Annabeth Chase, ¿quieres casarte conmigo?

Los ojos grises de la joven se cubrieron de lágrimas por la emoción, respiró hondo colocándose el anillo de compromiso que acababa de recibir y sonrió.

—Sí, quiero.

Leo y Rachel chocaron los puños con grandes sonrisas mientras Percy y Annabeth se fundían en un beso.