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XXV: La secta de la flor.

1

Después del torneo, se encontraron Samila, Jacqueline y Estefanía con un libro en las manos. "Cómo invocar demonios - La secta de la flor." El título les atraía mucho la atención, era bastante preciso, directamente se lanzaba a explicar en qué consistía. «Invocar demonios», algo que al parecer era aterrador, pero, ¿para qué le interesaría a Estefanía leer algo así?

—En este libro se habla de una entidad similar a La máscara, pero sólo se hace referencia —dijo Estefanía.

  La entidad de la máscara, es nuestro próximo objetivo, sabrán de la existencia de seres de otro mundo. Él es la idea del mal., en su última oración, en su último párrafo. Pero retrocediendo las páginas leyeron el título de lo aue parecía una guía de cómo encontrar demonios.

"Paso 1: Si quieres encontrar demonios, tienes distintos métodos para hallarlos, el primero sería hacer el ritual correspondiente, y esperar hasta que se aparezca. Puede tomarte incluso meses haciendo el mismo ritual hasta que aparezca. Ellos vienen de otro mundo, ese mundo está dentro de uno, por lo tanto deben de invocarlo desde sus más profundos miedos.

Paso 2: Algo más fácil, debes encontrar el lugar donde haya sido invocado un demonio antes, y este aún no se haya ido de ese sitio.

Siempre que puedas, no lo hagas enojar, sino, no sabes que destino te espera."

Al parecer alguien había invocado al demonio que seguía a las chicas, pero, ¿Y los bichos del "Nasso turco"?

"No lo hagas enojas, has lo que te diga..."

-Yo oí algo de eso —dijo Samila—, se dice que la secta de la flor desapareció sin rastro alguno.

Jacqueline quedó helada, mientras Estefanía interrumpió.

—¿Entonces qué le pasó? —dijo Estefanía.

—Deberíamos de preguntarle a Scheiderman. —contestó Samila.

(...)

2

Scheiderman contestó el teléfono.

—¿Hola Señor Scheiderman?

—Samila, ¿qué haces?

—Bueno, quería preguntarte sobre un tema, estoy segura que debes saber algo. —contestó Samila.

—¿De qué trata? —preguntó Scheiderman, al parecer rogaba no oír esa pregunta.

—¿Quiénes fueron La secta de la flor? ...

El silencio absoluto penetró los auriculares del Nokia que llevaba Samila.

—Bueno, no deberías preguntar esas cosas.

Samila se extrañó un poco.

—¿Me responderás?

Scheiderman se quedó en silencio.

—Bien, vengan esta noche a donde estoy, les contaré los detalles de todo lo ocurrido —dijo y colgó.

Scheiderman hablaba de algo ocurrido, ¿tal vez han sido secuestrados por demonios?, quien sabe, pero hay algo bastante perturbador en el asunto, el hecho de saber que un demonio suelto les perseguía ya les aterraba mucho, es algo extraño.

3

En la oficina de Scheiderman, esa misma noche, las chicas apenas entraron y se sentaron.

—¿Puedo ofrecerte algo? —Scheiderman se sentó en su escritorio.

—Queríamos saber sobre La secta de la flor. —dijo Samila.

Scheiderman se sentó en su oficina, y comenzó a beber un sorbo de Café.

-Bueno, era una secta, la cual era nuestra enemiga, hasta que un día un demonio se llevó a sus miembros. —dijo Scheiderman.

—¿Acaso será aquel que tiene la máscara? —dijo Samila.

—Ese mismo—dijo Scheiderman, tomó el libro que llevó Estefanía, y señaló la última página—. De lo último que se habla en este libro es de aquel demonio, sin embargo, dicen que lo van a encontrar para luego publicar sobre él. Después de esa página no hay otras, sólo se habla sobre el editor que encontró los archivos, y lo publicó.

Samila se quedó boquiabierta, no sabía que decir, sin embargo, ya se había revelado el origen de aquel demonio de la máscara.

—Parte del ritual consistía en disfrazarse, pero, no estoy seguro completamente de cómo era. Se dice que ellos tenían un documento que se destruyó, o perdió. —Scheiderman le dio otro sorbo al café mientras hablaba. Las chicas luego de eso tenían casi todo entendido, pero, ¿cómo se desharían del demonio?

4

Las estrellas brillaban en el cielo nocturno y cada una de las chicas regresó a su casa. 22hs. Todas se fueron a dormir...

Al despertar al día siguiente, Samila apagó el despertador, el cual indicaba "8:00", se levantó para lavarse los dientes, y comenzó a preparar todo para su cafetería. Ella llevaba todos los días la cafetera a su colegio, "Café Samila" estaba siendo un éxito, a pesar de que ella pensaba que como siempre fue tachada de rara no iban a comprar.

En el colegio los pedidos se vendían como nunca, el grupo de las chicas después de un largo trabajo se echaron a descansar, su idea de vender para pagar su viaje estaba funcionando.

Era muy probable que al año siguiente se tenga todo el ingreso para el viaje, así que la idea era seguir trabajando, y lo que sobrara se repartiría entre ellas para así poder gastar en lo que se requiera. Al día siguiente en el colegio se inició una parafernalia de una hora, donde las chicas aprovecharon para vender con su puesto.

5

El hospital del pueblo era algo pequeño, había gente dentro de este, donde se podía sentir un ambiente tenso. El silencio era penetrante y la gente estaba esperando a ser atendida, algunas personas con tos, otras con piernas y brazos enyesados, sin embargo, Celina no iba a ser atendida, sino que estaba en horario de visita. 12 a 14hs, y 18 a 20hs, todos los días tenían esas horas de visita, a lo que Celina junto a su padre se sentaron en la sala de espera hasta que llegase su hora, 12:00. Celina había llevado un pequeño libro de color anaranjado. "La naranja mecánica - Anthony Burguess" se podía leer en la portada. Celina permaneció leyendo mientras el padre bajó al vestíbulo, ya que al lado había una cafetería, y quería comprar bebidas.

Al cabo de un rato, Jorge, el padre de Celina regresó, justo para la hora de visita. Sólo se podía quedar una persona sola por camilla, sin embargo, los visitantes de la camilla vecina salieron para turnarse con Celina, y así ella pudiese ver a su tío Sergei.

—Tío, ¿Qué te ha pasado? —preguntó Celina.

—Querida, me temo que en alguno de estos días llegará mi final, y no es algo que pueda evitar. —contestó Sergei.

Celina hizo una mueca de tristeza mientras contenía sus lágrimas. El tío la miró fijamente.

—Celina, prométeme que dejarás esos vicios.

—Lo juro. —contestó Celina.

Celina tomó de la mano a su tío, el cual le ayudó durante esos últimos años. Cuando ella había cumplido 7 años, su tío había ido a su casa para invitarla junto a su padre a la feria, la cual fue la primera vez que conoció una. En un punto del día Celina se había caído pero llegó su tío, quien la cargó y le desinfectó la herida que la caída había provocado en su pequeña pierna de niña inocente... A la ausencia de su madre, la cual desapareció sin dejar rastro alguno a sus 3 años, su tío la ayudó en muchas ocasiones.

-Celina, la vida es una enfermedad terminal de muy larga duración, pero eso no debe detenerte a tener futuro. —Dijo el tío Sergei. —comprendí que como humanidad debemos aportar, y mejorar la vida de la gente, porque nunca muere quien no es olvidado. Pero si sigues con esos vicios, eso nunca ocurrirá.

6

Esos últimos días, Celina ha estado visitando a su tío en el hospital, mientras Helen la acompañaba, y mientras que los primeros días tenía charlas fluidas con él, a medida que pasaba el tiempo comenzaba a pedirle que lo saquen de aquel lugar.

—Por favor, no quiero seguir aquí, llévenme a casa.

Pero mientras pasaba el tiempo, la cosa empeoraba, y el tío Sergei tuvo que usar oxígeno y tubos. Al final, lo único que quedaba por hacer es dejar que muera. Celina tomaba a su tío de la mano mientras este la miraba.

—Tío, quédate tranquilo, debes calmarte, no quiero verte mal.

Su tío, quien apenas podía hablar, pues sus tumores se habían extendido, parecía adolorido, sin embargo, a medida que pasaban las horas, su rostro cambió a uno de total tranquilidad. La mano poco a poco se iba debilitando. Helen rodeó a Celina con los brazos, mientras el trágico sonido plano del cardiográma indicaba el fin de su existencia.

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