10
Los Agas abrieron la puerta para la esposa del sultán quien fue a la cama del mismo notando como descansaba, durante la espera ordenó medicinas y ungüentos que los doctores habían recomendado, su salud estaba empeorando y eso le rompía el corazón a la sultana quien temía perder al amor de su vida.
Entre el desorden que había en el escritorio divisó un papel donde había escrito con su ahora débil letra, una curiosa Semsperi la tomó para poder leer el remitente.
Yo el sultán Murad, cuarto con el nombre, hijo del sultán Ahmed,
descendiente de Osmán, gobernante del mundo, cabeza y voz del Islam.
En mi lecho de muerte escribo mi último deseo, cuando me vaya de este mundo me sucederá mi hijo mayor, el príncipe Hasan quien gobernará de la mano de su madre la sultana Semsperi.
Cualquier intento de aliarse con la sultana Kosem para usurpar el trono que legítimamente pertenece a mis hijos y sus descendientes será tratado como traidor y juzgado como tal.
—Mi querida Semsperi.—Un moribundo Murad intentó incorporarse.
La mujer dejó aquel escrito para ir a la cama de su esposo para no permitirle hacer muchos esfuerzos que podrían afectar su recuperación.
—Mi sultán, tranquilo... Estoy aquí.—Deposito un beso en su frente.—¿Como te sientes?
—Estoy mejor ahora que las veo...—Puso su mano en el vientre de su esposa.
—No sabemos si será niña.—Habló entre risas.
—Es mi pequeña, estoy seguro de que será mujer.
—¿Ya tienes un nombre para ella?—Habló sujetando la mano de su sultán.
—Mahpeyker.—Asintió.—La sultana Safiye le dio ese nombre a mi madre cuando llegó al palacio.
—No sabes lo feliz que me hace verte sonreír.—Murmuró Semsperi apreciando el rostro de su acompañante.—Estos tiempos oscuros parecen no terminar nunca...
—Sultán, Sultana...—Un Aga los interrumpió.—Los príncipes y sultana están aquí.
—Hazlos pasar.—Un contento sultán hablo.
Pronto sus hijos entraron, Hasan el heredero había cumplido 17, a su lado estaba Selim quien con 15 años destacaba como guerrero, luego Mahmud de 13 quien sujetaba la mano de la sultana Esma quien hace 6 años había llegado a la vida de la familia real.
—Mis príncipes.—Los saludo.—Esma.
—Padre.—Saludaron.
—Papi.—Está vez la pequeña castaña fue a los brazos de su padre.
—Hasan mi león, tu madre me ha dicho que estás dirigiendo adecuadamente Manisa.—El mayor habló orgulloso.—Estoy seguro de que serás un gran sultán.
—Hago lo posible para verlo feliz.—Hasan sonrió.—Espero que se recupere para poder seguir sus pasos y aprender más.
—Así será.—Habló con aquella voz cansada.—Pero por esta vez quiero que acompañes a tu madre a la sala de juntas, escúchala y aprende... Es una mujer sabía.
Habían pasado tantas cosas en aquellos años, Murad había ejecutado a sus hermanos exceptuando a Ibrahim que por pedido de Semsperi vivió encerrado. Aunque la fertilidad de Semsperi se puso en duda, 7 años después de Mahmud tuvo a la pequeña sultana Esma y 6 años después de ella estaba cargando con su "último" embarazo, la salud de su esposo empeoró dejando en claro que pronto Hasan asumiría el trono, pero la Vekil Sultan no estaba dispuesta a colocarlo en el hasta que su amado falleciera.
Una embarazada Semsperi se acercó a la sala de juntas sujetando el brazo de su príncipe quien estaría con ella escuchando todas las decisiones que había tomado junto a su esposo.
—Madre.—Este la detuvo antes de entrar.—Deseo hablar con usted, es la única que puede darme consejo.
La mujer le mostró una cálida sonrisa antes de tomar su rostro y plantarle un beso en la frente.
—¿Qué te molesta?—Preguntó.
Este se negó a hablar momentáneamente hasta que por fin liberó aquello que lo había molestado.
—Se que todos esperan de mi ser un sultán, que gobierne el mundo después de mi padre pero...
—¿Pero?
—No deseo ser quien continúe con la dinastía.—Su cuerpo se tensó esperando continuar sus palabras.—Asumir el trono es mi derecho como el de mis hermanos, y yo decidí que no quiero ser sultán.
—Hasan, ¿Escuchas lo que dices?—Habló preocupada.—No hay persona más capaz que tu para ser el gobernador, tus hermanos son jóvenes aún-
—Cuando mi padre se convirtió en sultán era mucho más joven que mis hermanos y la sultana Kosem lo guió hasta lo que es ahora.—Sujetó su mano.—Madre, por favor-
—Sultana, príncipe.—Nurten Kalfa interrumpió.—Los están esperando.
Semsperi vio por última vez a su hijo antes de ingresar a la habitación donde los pashas la esperaban.
—¡Atención, Haseki Semspire Vekil Sultán está aquí!—Ahora todos la llamaban así.
Aunque no era la regente, Murad había dejado claro que solo ella podría sustituirlo en los asuntos de estado pues siempre le informaría lo que comentaban después.
—Sultanın sesi.
"La voz del sultán"
La saludaron aquellos hombres con los que hablaría e informaría cada decisión tomada por su esposo.
Al principio la salud del sultán no era nada de lo que podrían preocuparse, pero durante el último año había empeorado dejándola a ella a cargo de los asuntos de estados.
El Sultán Murad quien atemorizaba a sus enemigos en las campañas, asesinaba a sangre fría e imponía la justicia en el pueblo, solo se convertía en un hombre cálido junto a su esposa e hijos con quieres comía en sus aposentos.
—Agradezco su confianza padre.—Hasan habló.—Aprendí mucho de las desiciones importantes para el estado durante esta reunión.
—Tu madre es muy inteligente.—Aseguró.—Es por eso que le he dado la tarea de ser mi pilar en estos asuntos mientras recupero mi salud.
—El pueblo espera por verlo una vez más levantarnos a la victoria, una campaña los tranquilizará.—Está vez el joven Selim habló.
—No podemos pensar en guerras en estos momentos.—Semsperi sonrió.—Pero cuando nuestro sultán se recupere podrán partir con el.
—¡Yo también quiero ir!—La pequeña Esma habló entusiasmada.
—Te enseñaré a usar una espada para que nos acompañes.—Mahmud fue quien habló esta vez.
—Oh Allah...—La sultana se levanto de golpe.
—Madre.—Hasan la acompañó sujetándola para evitar que cayera.
—¿Qué sucede?—Mahmud repitió la acción de su hermano.
—Acaba de romper fuente, nuestro hermano viene en camino.—Avisó al notar como Semsperi empezaba a soltar gritos de dolor.
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