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7 Corta luna de miel

Hope volvió del campamento lesionada, es más tuvieron que buscarla antes por romperse los ligamentos cruzados de las rodillas y fracturarse el peroné, así que la luna de miel les duró cuatro días sin hijos.

—La recuperación será ardua y larga...

—¿Cuándo podré volver a jugar? —pregunta la joven—, las nacionales son en tres meses y soy una de las defensoras titulares.

—Hope —le explica el doctor—, la recuperación llevara más de tiempo que eso y luego de la operación... No creo que puedas volver al menos por cuatro meses, con se sesiones de fisioterapia. Pero no puedo asegurar que quedes en condiciones...

—¡PUES HAGA SU TRABAJO Y DEME UNA OPORTUNIDAD! —grita comenzando a llorar—  es todo lo que tengo, ¡es mi sueño!

—Lo lamento doctor —le dice Scarlett, el hombre asiente y se va—. Hija...

—¿Qué haré si ya no puedo volver a jugar? —le dice en un sollozo—, el deporte lo es todo para mí, me esforcé demasiado por ser titular —se seca las lágrimas— y ahora esto. No tendría que haber ido a este estúpido campamento, ustedes me dijeron será divertido, y miren me muero de risa. Todo esto es su culpa.

—Hope...

—No quiero verlas —aparta a la pelinegra de su lado que sale afuera para encontrarse a su esposa llegando.

—Démosle un momento, no hay buenas noticias —se lleva a la diosa para hablar.

—Carajo, nos debe odiar, pero jamás imaginamos que algo así pasaría ¿cómo podríamos saberlo? de haberlo sabido jamás...

—Lo sé, amor, solo vamos a tener que ser pacientes con ella, no es algo fácil —ambas suspiran entrelazando sus manos.

Los días pasan y finalmente se la pueden llevar a casa aunque ella sigue sin hablarles, solo se habla con sus hermanos mayores, ni siquiera se habla con su mellizo o su mejor amiga, Bianca. Es el quinto día en casa y apenas a salido de su habitación, ni siquiera ha querido que la ayudasen a bañarse.

—Ya te di demasiado tiempo y espacio, jovencita —entra Atenea abriendo las cortinas y las ventanas—, vendrá Tricia a comer y te quiero en la cocina.

—Claro, seguiré tus ordenes, mamá, con suerte me parto la otra pierna y me terminan de lisiar entre ambas —Atenea furiosa se acerca y cierra la puerta despacio.

—Esto es el último desplante que te voy a tolerar, mi paciencia acaba de agotarse ¿crees que si hubiéramos sabido lo que iba a ocurrirte te hubiéramos mandado? —Hope se queda callada.

—¡Responde, insolente!

—No.

—Entonces ya deja de echarnos la culpa por un accidente, y deja de lamentarte, estoy hasta la coronilla de tus desplantes y de ser empática y entenderte, hoy se terminan estos desplantes ¿Fui clara?

—Sí, mamá.

—Te alistas y sales, Tricia vendrá con su nieta, Matilde, y vas a ser amable.

—Sí, mamá.

Atenea sale dejando a su hija alistarse como puede. La verdad es que ha sido demasiado dura con ellas, fue un accidente, y sabe que jamás la hubieran mandando al campamento si hubieran sabido sobre lo que podía pasarle, no son malas madres, jamás lo han sido.

Hope deja sus muletas y se sienta como puede en la silla del comedor, Scarlett se acerca y besa su frente. Claro que conoce a Tricia y a su familia, hijos y nietos. Realmente nunca le han importado mucho, pues la verdad que ellos son algo más chicos que ellos y solo socializan porque sus madres son amigas, sus hermanos mayores se llevan bien con los hijos de Tricia y ellos deberían llevarse bien con sus nietos pero poco la verdad se tratan.

—Hola pasen, bomboncito, siéntense y ya sirvo, Scar está con Hope en el comedor.

Hope nunca ha entendido como es que a su mami, no le importa que su mamá le diga a Tricia, bomboncito, si ella estuviera en pareja le jodería y mucho que su pareja le dijera así a otra.

—Buenos días.

—Bienvenida, Tricia —Scarlett la saluda—. Hope tuvo un accidente y no puede moverse...

Hope deja de escuchar a su madre cuando esa chica entra en escena, solo se llevan tres años

«¿Qué le hicieron las hormonas a esta niña? Pero si está preciosa»

—Hola —le dice a Hope que tarda en reaccionar y ella arruga el ceño.

—Hija, saluda a Matilda —la amenazante sonrisa de su madre la trae de vuelta.

—Oh, sí, hola.

—Bueno, tomen asiento —suspira Atenea.

Matilde se sienta frente a Hope que poco a podido sacarle los ojos de encima. Admira ahora un poco mejor su raro color de ojos verdes con un poco de marrón en el centro, claro que Matilde nunca ha pasado por alto la heterocromia de los mellizos Antonopoulos. La última generación tuvo un par de mellizos y ellas pensaban que los chicos se iba a llevar bien, pero ni siquiera sienten interes los unos por los otros, bueno hasta ahora al parecer.

—¿Tienes como unos 15? —la pregunta sale de Hope sin pensarlo mucho.

—14, cumplo 15 en unos meses —responde escueta Matilde. Eso al menos no ha cambiado, no es muy habladora, fuera de su círculo familiar.

—Ah.

El almuerzo sigue y cualquier embobamiento termina cuando la comida se acaba, Matilde está muy hermosa pero no es nada conversadora, y se ve aburrida de la conversación que su abuela lleva, tampoco le interesa conversar con Hope, solo mira hacia afuera.

—Permiso me iré a mi habitación —dice la lisiada.

—Claro, ve con Mati, parece aburrida —la joven mira a su abuela frunciendo el ceño—. Vamos se conocen de toda la vida prácticamente, es hora que vayan siendo amigas se verán por mucho tiempo más, somos familia —Hope mira a su mami y es su mamá quien habla.

—Sí, ve con Mati.

Hope suspira y a paso lento se dirige a su habitación con la callada, ambas entran y la joven castaña de ojos verdes admira los trofeos de Hope, pero centra su atención en los libros.

—No sabía que leías.

—Sí, aprendí a los 6 y desde ahí no he parado de leer, a veces me pongo loca y te leo hasta las instrucciones del shampoo —Matilde levanta una ceja seria—. Puedes ver si quieres y te puedo prestar algún libro.

Matilde acepta la invitación callada fijándose en la biblioteca, hay libros actuales que no han salido hace mucho, mira los libros y mira a Hope con el teléfono, hay muchos de romance y algunos de fantasía, sobre su mesa de luz tiene uno que está leyendo. No puede creer que la jugadora estrella de fútbol, lea, bueno no es que sea raro, es solo que le creía más... ¿Centrada en los deportes nada más? Después de todo las veces que se han reunido en familia, es de todo lo que la ha escuchado hablar, y se lleva mejor con su hermano Matt, o con los varones en general, menos con su mellizo que es el polo opuesto.

Matilde toma uno de la estantería, es una copia del "El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde" del cuál tiene varias copias.

—¿Te gusta ese? —Hope aparece a su lado, lo toma y acaricia la tapa.

—¿Por qué tienes tantas copias del mismo?

—Porque si —se lo devuelve—. Llévatelo si quieres, te lo regalo.

—¿Qué? ¿En serio?

—Tú lo has dicho, tengo varias copias del mismo —se acomoda de nuevo en su cama— ¿Te interesa algún otro?

—Este está bien y quizás me... ¿Prestas este? —toma otro título del librero.

—Sí, llévatelo luego me lo devuelves, creo que al paso que vamos, nos veremos por un par de años más.

—¿Qué?

—Mis mamás y tu abuela son mejores amigas, bueno y tu tía.

—También son como tías tuyas ¿O no? Tus mamás son para mí, como lo es Julia y Victoria.

—Sí, sí, como sea.

Matilde hace mala cara y se sienta en la silla del escritorio a leer, sin mirar a Hope que está entretenida con su teléfono, pasan un tiempo así en silencio, lo que le da tiempo a Hope de notar el cabello ahora lacio de Matilde que antes tenía ondas, si mal no recuerda a diferencia de su mellizo que es completamente lleno de rulos.

—¿No tenías el cabello antes con ondas? —habla de pronto.

—¿Qué?

—Tu cabello ¿Por qué está lacio ahora? ¿Lo planchaste?

—No, solo es así.

—¿Desde cuándo?

—Desde que me bajó la regla, mi mamá dice que es por los cambios hormonales y eso. Lo tengo así desde hace dos años.

—No te creo, si antes te he visto y lo tenías con ondas.

—Sí, antes hace dos años atrás.

—¿Me estás diciendo que ahora que eres mujer se te hizo lacio por las hormonas? Si yo estoy igual desde que me vino.

—Bueno al parecer tener la regla no solo me cambió el cabello, sino también la especie, supongo que antes era una tabla...

«Bueno un poco sí, no tenías esas dos de adelante, ni ese trasero» piensa Hope.

—¿Ey me estás escuchando? —pregunta Matilde irritada chasqueando los dedos frente a ella.

—Mati ¿Vamos? Tus mamás ya están en casa —aparece Tricia.

—Sí, por favor.

Toma los libros y sale sin siquiera despedirse de Hope que la ve marchar callada, ve como esa niña, ya no es un niña, está creciendo y se le nota. Una vez que se van aparece su mamá en la puerta de su habitación.

—Veo que te llevas un poco mejor con Mati —su hija levanta una ceja, no sabe si es sarcasmo o lo dice en serio—, vi que llevaba unos tuyos en la mano ¿Lograron encontrar algo en común?

—¿Cómo qué? Es una rara, siempre callada, observando todo como una psicópata —su madre blanquea los ojos, pensó que quizás habían logrado congeniar.

—Es una buena chica, Hope, no deberías juzgar a las personas sin tomarte el tiempo de conocerlas.

—Lo dices porque ella no te tiene miedo y has hablado varías veces con ella. Ves es una rara, cualquiera con dos dedos de frente por la auto preservación te tendría miedo.

—¿Tenerle miedo a quién? —aparece Scarlett— ¿A tu mamá? Pero si es un amor este bulldog —la besa.

—Bueno, bueno, no se pongan melosas delante de mí. Iugh —hace cuando ambas se besan.

—Vamos a salir —le dice Scarlett—, no salgas a correr muy tarde —se ríe y su hija entrecierra los ojos—. Me llamaste rara por no temerle a tu madre, te aguantas —le larga un beso.

—Chau mamás, chau.

Las mujeres se miran y asienten, antes de que Hope tenga oportunidad, se acercan a ella en un doble ataque fugaz para apretujarla y llenarla de besos. Ahora como una adolescente lo "odia", pero ellas saben que solo es una fachada, le sigue gustando que lo hagan, como a veces también disfruta dormir en la cama con ellas un ratito antes de pasarse a su cama.

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