16 La parte que faltante, la más importante
Con el tiempo la ausencia de Tricia y Joe se nota a montones, no solo por quien era ella, sino por lo que representaba. Tricia era el pegamento universal que todo lo unía, y desde que ya no está es cada vez más difícil concretar reuniones familiares a los que todos o casi todos asistieran, pero también es porque los chicos ya no son tan chicos y tienen sus vidas, la universidad, sus trabajos o pareja, hasta sus propios hijos en el caso de los hijos de Tricia, Olivia y Artemisa, y ahora el reciente padre, Valentín, .
—Alma no viene a la reunión, tampoco Hope, nuestras chicas viajan —dice Scarlett.
—Hace más de cuatro meses que planeamos esto, les dijimos las fechas y les avisamos con tiempo —responde Atenea enojada—. Tricia lleva más de un tres años... —traga sin poder decir que está muerta, como si decirlo fuera a evaporar su existencia—. Desde que ella no está no hemos podido concretar una reunión decente, estoy harta —toma el teléfono y llama a cada una de sus hijas, la última es Hope—. Y te quiero para esa fecha sin faltas, me importa una mierda si tenías planeado algo con amigas, primero está la familia y bien sabías de esta fecha desde hace meses ¿Quedó claro?
—Sí, mamá.
—Te veo en dos semanas y si alguna se le ocurre la genial idea de faltar, la busco y las traigo, y sabes que no tengo problema de hacerlas pasar vergüenza así tengan 80 años.
—Sí, mamá —se escucha al otro lado de la línea.
—Nos vemos —suspira—, te amo.
—Yo también a ambas, adiós mamá.
Scarlett se ríe y se sienta en el sofá a su lado colocando sus piernas encima de las de su esposa.
—Me dirás masoquista, pero me encanta escucharte hablar así con autoridad.
—Desvístete mujer y abre la piernas —su esposa corta su risa y levanta una ceja— ¿Me pasé? —la pelinegra asiente— Bueno ya quedó solucionado el tema de la asistencia, le llamaré a Julia para ver qué novedades tiene ella —besa a Scarlett y se levanta a hablar por teléfono a la cocina para que no escuche la sorpresa que tiene preparada para el día de la reunión—. Amor —la llama y al llegar al living ve ropa tirada—... Amor, ella siempre dejando todo... —toma unas bragas y sonríe entrando a la habitación— ¿Desde cuándo eres tan obediente?
—¿Quieres de verdad arruinar el momento?
—No.
—Entonces, cariño, desvístete y ven la cama con tu esposa —le tira el brasier y se tapa con la sábana riendo.
Atenea no tarda en desvestirse, pero antes de llegar a su esposa se da el pie con la pata de la cama, lo que le saca a Scarlett una risa, pero en cuanto ve la cara de reproche de su esposa para su risa aclarando su garganta, tomando su brasier y una bata para ver el pie de su diosa.
—¿Habían diosas con nueve dedos en el pie? —intenta reír pero se detiene.
—No me causa risa, esto corto el momento.
—Definitivamente ¿Me dejas ver? —le quieta la mano— De verdad se te nota el apuro, te has arrancado la uña, amor, déjame ir por el botiquín.
Trae gasas, antiséptico y una venda para ponerle en el pie.
—Bueno es la primera vez que te dejo coja antes de tocarte.
—Mocosa —gruñe y Scarlett ríe—. Te debo parecer una vieja ridícula.
—¿De qué hablas? —la observa extrañada— ¿De verdad tienes inseguridades aún después de más de veinte años juntas? Te elegí el día que te vi por primera vez, bueno quizás un poco después que eso —ambas ríen.
—Es que ya no es lo mismo que antes.
—Por supuesto que no, no somos las mismas calenturientas —eso le saca otra risa a Atenea—, criamos a cuatro hijos, perdimos a varios en el camino, nos peleamos, reconciliamos —la besa— y elegimos cada día, te elijo cada día, mi diosa griega.
—¿Aunque me muera?
—Aunque te mueras.
—Y sobre mi asqueroso y putrefacto cadáver, estarás con alguien más.
—Prefiero una cama, es más cómodo y menos patógeno, tú entiendes —ve la cara seria de su esposa y comienza a reír—. Tienes un tema serio con tu muerte y mi soltería si te mueres primero, pero que pasa si yo me muero primero.
—Probablemente me muera de tristeza por no tenerte ¿Qué haría yo sin ti? —dice triste— Hemos construido una vida, una familia juntas, no quisiera seguir sin ti a mi lado.
—Yo tampoco a amor, te amo con toda mi alma —besa su frente secando sus lágrimas— y como vuelvas a siquiera insinuar que podría estar con alguien cuando mueras, te esposo a la cama, con esas lindas esposas que hace un tiempo no usamos, y te haré gemir mi nombre hasta que te quedes afónica ¿Está claro? —su esposa asiente y la besa— ¿Vamos al supermercado? Se acabó el jabón, hay que comprar papel sanitario y ya queda poco acondicionador.
—Pero y... —la señala sin bragas y con la bata.
—Sí, bueno la calentura paso de 10 a -1. Vamos, que aparte de cachondas somos adultas y hay que comprar cosas que hacen falta.
Atenea mira a su mocosa mientras conversan en el auto, mientras bajan de la camioneta y la toma de la mano, está embelesada, siempre la mira hipnotizada, han pasado más de veinte años y aún la mira así.
—Entonces ¿Qué cuchillo llevo para matar al vecino, este o este?
—Este.
—Genial, tú cavaras la tumba, tenemos que tener buenas coartadas, mejor si vamos a un lugar público o lo hacemos parecer un robo.
—¿Qué? ¿De qué hablas?
—Aceptaste que matáramos al vecino, elegiste este cuchillo, aceptaste cavar la tumba, ahora pensemos bien las coartadas.
—¿Qué vecino? ¿Steven Black? ¿Por qué yo tengo que cavar la tumba?
—De todo lo que dije sobre cometer homicidio ¿lo único te preocupa es que vas a cavar la tumba?
—Claro, yo no quiero el trabajo pesado, aparte sabes que odio la suciedad —se ríen ambas en las heladeras eligiendo el yogurt y la gente al rededor las mira—. Lo siento a veces me pierdo viéndote, es que aún después de veinte años, sigo enamorándome de ti cada día.
—Tendría que ser afrodita tu nombre —acerca susurrándole sobre los labios y su esposa ríe—. También te sigo amando, y si Trish estuviera tal vez te cumpliríamos el sueño —se da la vuelta encogiéndose de hombros sin besarla.
—¡¿Qué?! ¿En serio hubiéramos hecho un trío? —la gente voltea a verlas y Scarlett se pone roja perdiéndose entre las góndolas— Mocosa no te vayas.
Así es como ellas continúan con sus compras, Atenea suspirando pensando aún más en lo que pudo haber sido y Scarlett luego diciéndole que el solo hecho de haber pensando si quiere que ella o Tricia accederían a trío, es una locura y más si quería dejarla viuda, porque Julia definitivamente la desaparecería de la faz de la tierra por tocar a Trish.
—Ya cállate, Atenea —le dice algo enojada Scarlett—, ni sé para que te dije ese disparate. Olvídate de eso.
—Pero me instalaste la idea.
—¿Quieres que te resetee el sistema? Tal vez si me voy de vacaciones un mes sola, se te configure bien el Windows.
—No, no, ya se me fue la idea —Scarlett evita reír, tiene que mantenerse seria.
Suben todo al auto y se marchan a casa, en el camino, Atenea, recibe la confirmación de su sorpresa y sonríe por mensaje, acercándose a besar a su esposa a su lado que maneja regalándole un beso rápido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro