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31-Bienvenido y hasta pronto

Samantha no está nada bien, y cuando digo nada bien es en serio. Se la pasa acostada, está palida y ojerosa, su cabello ha perdido su brillo. Lo bueno es que logró hacer las pases con su familia y sus padres prácticamente se han instalado en el hospital a su lado, eso al menos le ha dado paz.

   No objetaron nada con el tema del bebé, solo le pidieron a las chicas que los dejaran ser parte de la vida del niño, por supuesto que no se negaron aunque Atenea está un poco reacia a la idea ya que teme que ellos quieran al bebé, cuando su hija muera. Los abuelos y hermano le dieron tranquilidad firmando un acuerdo legal de no tomar acciones, siempre y cuando pudiesen ser parte de la vida de nuestro hijo. Con respecto al padre del bebé preferimos las tres guardarnos el secreto.

   —¿Quién llama a las 11 p.m.? —dice Atenea un poco irritada—. Sí, soy Antonopoulos ¿Quién habla? ¡¿QUÉ?! ya vamos.

   —¿Qué pasa? —pregunto Scarlett asustada

   —Del hospital, es Sam.

   Corremos luego de vestirnos rápidamente, la castaña llega rapidísimo al hospital y ambas corremos a la habitación, para encontrarla vacía con los padres de Sam llorando, entonces tememos lo peor.

   —La acaban de meter a quirófano, se descompensó y tenían que sacar al bebé —faltaban dos semanas para la fecha pactada, pero todos lloramos porque sabemos que Sam no saldrá viva del parto.

   Atenea me mira y la abrazo fuerte cuando busca consuelo en mis brazos. Pasa una hora, dos y no hay noticias todavía de Samantha.

   —Familiares de Samantha Freiser —sus padres se levantan, pero la cara del doctor lo dice todo—. Lamentó mucho su pérdida, hicimos lo posible pero...

   La madre de Sam grita en llanto y su esposo la abraza, el hermano de Sam llega justo entre la mala noticia, me mira y niego con la cabeza, se acerca a sus padres abrazándolos con lágrimas en los ojos. Atenea está aferrada a mí quien también llorando desconsoladamente.

   —El bebé está estable en la incubadora, lo dejaremos en observación por unos días cuando quieran verlo pueden avisarle a las enfermeras.

   El doctor se retira dándonos privacidad. Luego de una horas nos suena a todos el teléfono recibiendo un mensaje de un video programado, el último video que grabó Sam.

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   —Hola a todos si están viendo este mensaje es probable que yo ya no esté con ustedes —se ve que lo grabó en la misma habitación del hospital y no hace mucho tiempo, por su aspecto—. Sé que mi vida no fue muy larga y hubiera deseado tener más tiempo para enmendar muchas cosas. Quiero que sepan... —comenzó a llorar, intentando hablar entre el llanto, mientras tragaba con dificultad— que me voy en paz —una amplia sonrisa cubrió su rostro—, sabiendo que mi familia me ama, sabiendo que mi hijo crecerá en un hogar siendo amado, me voy en paz pudiendo haber hecho las paces con todos. Una gran parte de esto es gracias a Atenea, eres una gran mujer y me alegra haberte conocido. Quiero que sepan que los amo, los amo con toda mi alma, y que aunque yo ya no esté, quedará mi hijo, que es una parte de mí. Scarlett te convertiste en una gran amiga y eres una gran persona, probablemente en —miró la hora— una media hora reciban mensajes personales, no estén tristes por mí, yo espero estar mejor a dónde sea que vaya. Celebren la vida de mi hijo, trataré de aguantar lo más posible así su día de cumpleaños no es el día que también me perdió. Por favor amén mucho a mi pequeño, los amo infinitamente. Adiós —se despidió largando un beso a la cámara.

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   El mensaje se corta y efectivamente, luego se enteran que Samantha aguantó pasada la media noche para irse, haciendo ese último esfuerzo para darle a su hijo ese regalo.

   Llego a la habitación con Valentín en brazos, los abuelos nos miran con lágrimas en los ojos.

   —¿Quieren alzarlo? —ellos asienten tomando al pequeño niño.

   Al día siguiente me he quedado en la habitación con los padres de Sam mientras sacamos todas las pertenencias, en medio de la tristeza que inundaba el ambiente llega ella.

   —¿Y la Doc? —pregunta Emma a mi espalda.

   —Emma... —me observa con ojos suplicantes— lo siento mucho —Sale corriendo y corro detrás de ella, alcanzandola en el pasillo.

   —No, no, no —llora la escuálida adolescente— ay porqué —se lleva la mano al pecho.

   La abrazo fuerte hasta que ella desiste de querer apartarme y se entrega al abrazo.

   —Dejó algo para ti —le entrego una carta con su nombre en el sobre— y también un video que me mandó a mi teléfono, toma, yo no lo he visto ya que te pertenece —le doy el teléfono y privacidad para que lo vea.

   —Scarlett gracias —llega Emma con el teléfono a la habitación de Sam—. Señora siento mucho su pérdida.

   —Gracias pequeña.

   —Ella era amiga de Sam —interviene Scarlett.

   —La doc era una buena persona señora y una gran amiga.

   —Emma espera —sale Scarlett con ella al pasillo— ¿A dónde irás? ¿Qué harás ahora?

   —Samantha me dio una buena idea —agito la carta en sus manos—. Tendré al bebé, volveré a mi casa, regresaré a estudiar y entraré a la universidad para ser doctora, ella me dejó dinero en una cuenta que cubre la carrera que decida estudiar —sonríe con tristeza—. Me cuida aún cuando ni va a poder verme recibida.

   —¿Por qué no vienes conmigo a mi casa? Te duchas comes, te doy ropa y vas con nosotras al velorio y el sepelio.

   —¿La diosa griega estará de acuerdo?

   —Por supuesto que lo estará y sino dejamela a mí.

   —Está bien.

   —Por cierto te compraré un teléfono para que me avises cuando tengas a tu hija, recuerda que tengo el bolso con las cosas.

   —Alma, se va a llamar.

   —Lindo nombre —sonreímos las dos— espérame y nos vamos.

   Termino de ayudarle a la madre de Sam con las cosas mientras el hermano y Atenea se fueron a hacer los papeles en la funeraria.

   Llegamos en taxi a casa y al entrar Emma observa todo el lugar y admira dónde crecerá Valentín. De camino a bañarse ve una puerta con el nombre del bebé pegado, su curiosidad fue más fuerte, abriendo la puerta para ver.

   —¿Te gusta?

   —Es hermoso —entra y toma uno de los peluches, oliendo su perfume.

   —Lo terminamos con mucha ayuda hace un tiempo.

   —¿Alguna vez imaginaste ser mamá?

   —No, no estaba en mis planes, como tampoco lo estaban enamorarme de la diosa griega, como la llamamos. Al principio me volvía loca, Atenea suele tener ese efecto —ambas sonríen.

   —Yo no creo que este lista. Alma va a nacer y no estoy lista. Tuve meses para hacerme a la idea, pero no creo estar preparada para esto.

   —Siempre creí que los hijos eligen a los padres aún sin que ellos lo sepan, yo elegí a mis padres de grande cuando perdí a los míos, Sam nos eligió pero también lo hizo Valentín y aunque no estaba nada de esto en mis planes, desde que llegó Atenea a mi vida —mis ojos se iluminan al nombrarla y sonrió—, ella me ha dado mucho más de lo que alguna vez pensé que quería o buscaba. Tu hija te dará eso.

   —Siempre hablando de mí —dice Atenea entrando— ¿Emma ya comiste? —besa a su novia y se dirige a la niña—. Por cierto acá está lo que me pediste —mira a Scarlett y le extiende una bolsa a Emma—. Puedes quedarte el tiempo que quieras, Emma, pero si decides irte llámanos no importa el día o la hora, están a anotados los números de las dos ahí.

   —Gracias chicas, la doc tenía razón con ustedes.

   —¿En qué somos unas cursis?

   —Eso y en que son buenas personas. Hizo una buena elección dejándoles a Valentín, será un niño muy afortunado por tenerlas.

   —Como lo será tu hija al tenerte, ya lo veras.

   Las tres comemos algo, para luego ir al sepelio de Sam y el entierro al día siguiente. Emma se despide de nosotras, aunque le ofrecimos nuevamente un lugar en casa, ella no acepto, no quería ser una carga para nosotras y menos con nuestro hijo todavía internado.

   Emma sigue yendo un tiempo más por el hospital, pero luego deja de ir y esto me pone mucho más ansiosa y más cuando no pudimos comunicarnos con ella, ya que no nos atendía el teléfono o respondía los mensajes.

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