24-Noah
Me despierto con el olor del café recién hecho frente a mí, en una bandeja que tiene dos tazas, más tostadas y croissants.
Atenea luce una bata de seda brillante negra que deja ver el conjunto blanco de ropa interior y está sentada a la orilla la cama, luego de haber dejado la bandeja en la mesilla de luz, se acerca a mí apartando el cabello de mi rostro, mientras mis ojos somnolientos aún, tardan en enfocarse.
—Amor, abre los ojos dormilona —me da besitos por el rostro, el cuello, y su mano inquieta comienza a subir por mi cuerpo desde el abdomen— tengo muchas maneras de despertarte, sino abres los ojos.
—Te ves muy sexy en esa bata —digo con voz ronca— pero necesito café, y algo para el dolor de cabeza antes de continuar respirando siquiera.
—Aquí tienes —me pasa una pastilla y un vaso de agua. Me siento sin sacarle los ojos de encima— ¿Qué miras tanto? —dice divertida tapándose con la bata.
—De verdad que tienes el nombre bien puesto, eres una diosa —Veo como se ruboriza.
—Ay mocosa, no empieces con tus cosas que no respondo.
—Quizás eso quiero, que te dejes llevar.
Abro su bata y paso la mano del cuello a su pecho, me muerdo el labio inferior, todos la desean y yo la tengo entre mis manos y toda para mí. Dejo el vaso en la mesa, me levanto tumbandola en la cama para quedar en cuatro encima de ella.
—¿Ahora quieres ser la dominante? La resaca te hace muy mal en la mañana —me nalguea haciendo que suelte un gemido y quedo sentada en sus caderas.
—¡Sh! —la callo con un beso— que voy a desayunar.
Entre besos húmedos delineo su mandíbula, mordiendo su oreja, mi mano izquierda baja y hurga entre su brasier sacándole un gemido, levanta y abre sus piernas impaciente, pero voy a darme mi tiempo la quiero bien húmeda para cuando llegué su zona de placer. Mi teléfono comienza a sonar 4 llamadas perdidas.
—O atiendes o lo apagas, porque seguirán llamando.
—¡Noah, estoy ocupada!... ¿Dónde estás?... Okay que... quédate ahí ya voy —miro hacía mi novia que se agarra la cabeza todavía acostada en la cama— amor, tengo que...
—Si me vas a dejar así para irte, espero que el niñato se esté muriendo o lo mataré yo misma y con un muy buen alegato me sacaré de la cárcel.
—No iría sino fuese importante, prometo terminar lo que empecé esta noche, si quieres.
—Cariño no tienes que prometerlo porque terminaremos lo que dejamos aquí. Vistete que te llevo —se levanta mal humorada tirando la bata al suelo para vestirse, primero sacándose su húmedo conjunto interior y metiéndose a duchar.
—Amor —ella no me responde— aaamoorr —vuelvo a llamarla y me observa desde la ducha con sus ojos esmeralda que tanto amo y el ceño fruncido—. Aunque tenga que irme no quiere decir que voy a dejarte así —ingreso a la ducha abrazandola por la espalda, subo una mano a sus senos frotándolos, bajo la otra a su intimidad— abre las piernas, mi amor —muerdo su oreja.
Terminamos de bañarnos y ya sin tanto mal humor de su parte, me acerca en el auto contra su voluntad, ya que por ella fuera nos quedaríamos encerradas en su casa entre las sábanas. Le doy un beso rápido, pero antes de bajarme me voltea hacía ella, para profundizar el beso explorando nuestras bocas.
Camino por el parque buscando a Noah y diviso su cabello rubio tomado en una coleta, antes de que se coloque la capucha gris del buzo bajo su chamarra de cuero marrón, se dispone a irse y me interpongo en su camino.
—¿A dónde crees que vas? Tenemos que hablar Noah —miro a sus ojos azules con una mirada desafiante— vamos —Me sigue sin decir nada hasta uno de los bancos más apartados que encuentro, luego de parar en un puesto por un vaso de café—. Ya lo sé todo, pero quiero escuchar tu versión de la historia, así que adelante.
—La conocí en una conferencia de la universidad, fue algo de una noche, nos acostamos y no pensé que podría quedar embarazada, no...
—Si no se cuidan es lo mínimo un embarazo, una enfermedad de transmisión sexual sería lo más grave... ¿Así que no puedes ni quieres hacerte cargo del bebé? —le hablo sin mirarlo y con la manos en los bolsillos de mi chamarra.
—Grande fue mi sorpresa cuando me enteré que estaba en este hospital y al venir a verla la vi embarazada, el ADN confirmó que es mío... No estoy listo para ser padre soltero, estoy por terminar mi carrera, quiero hacer un doctorado e irme a estudiar a Italia si me sale la beca. No puedo echar todo a perder por...
—Pero si puedes echar a perder la vida de tu hijo... —afirmo con la cabeza en un gesto de disgusto, marcado con la boca mi descontento también— ¿Recuerdas cuando yo huía? —él me mira sin responder—. ¿Recuerdas que viví en la calle? albergues y debes recordarlo porque me dejabas bañar en tu casa y lavar mi ropa cuando tus padres no estaban ¿Recuerdas? la vez que caí a tu casa —trago con dificultad, apretando mis puños y con mi pie que no deja de dar golpes en el suelo— sucia, y marcada porque me habían intentado violar en ese sucio callejón, por eso odio que me toquen —lo miro directo a los ojos, aparta su mirada con vergüenza—. El sistema está colapsado, no quiere decir que no haya buenas personas, pero sino tienes tanta suerte vives un infierno. A eso ibas a condenar a tu hijo.
—Lo lamento, sé que no soy una buena persona, pero yo no puedo hacerme cargo de un hijo ahora. Atenea es la más apta, ella puede darle un mejor futuro y...
—Atenea... ¿Sabés que una palabra mía y ella no acepta quedarse con el bebé? —me mira asustado— No soy una mierda Noah, yo estaré con ella y el bebé —Comienza a llorar con desespero y sin consuelo, pero su llanto no me conmueve.
—Lo siento Scarlett, en verdad lo siento... no soy tan buena persona como tú.
—No, no lo eres, pero no voy a dejar que ese bebé quede desamparado ¿Por qué no me lo dijiste? Nos conocemos desde los 8 años...
—Con Atenea de por medio... —me mira exhausto y suelta una risita irónica—. Veo como la miras, primero ella y después el mundo. Samantha quiere que el bebé sea de ella y sino no acepta yo deberé hacerme cargo...
—Como corresponde de tu hijo —lo interrumpo y guarda silencio, apartando la mirada—. No querías que te quitará a tu comodín, sabes que ella también me elegirá a mí primero —me levanto y me dispongo a irme.
—Scar... ¡Scarlett! lo lamentó —me paro dándole la espalda—. Espero que algún día me perdones.
—Solo quiero que sepas una cosa Noah —me doy vuelta dejando un notable espacio entre nosotros—, los hijos no son un juego, y no vas a estar yendo y viniendo por su vida, con Atenea nos haremos cargo del bebé, pero no tendrás derecho a ser parte de su vida, como tú no quieres que sea parte de la tuya.
—Toma —saca las llaves de la moto de su chamarra— dejé la moto en la entrada sur cerca del lago, espero que algún día puedas perdonarme Scar.
—¿Te perdonarías estando en mi lugar?
Lo miro y doy la vuelta, sintiendo el llanto del que una vez fue mi mejor amigo. Podría perdonar muchas cosas pero no que en primer lugar usaran a Atenea y en segundo lugar que él, a quien pense que conocía tan bien o eso creía, fuese capaz de abandonar a su propio hijo.
Esta tarde perdí a Noah pero gané un hijo con la mujer que amo, sé que no va a ser fácil que ni siquiera estaba en mis planes, pero de alguna manera lo haremos. Sé que juntas podemos con todo, mientras nos mantengamos unidas.
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