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21-Días turbulentos, noches de insomnio

  
—¿Me mandó a llamar? —cierro la puerta de su oficina.

   —Echa llave —la tira arriba de su escritorio, me doy la vuelta y antes de darle el segundo giro la tengo pegada a mi espalda— mocosa desobediente —mete su mano en mi entrepierna y la tomo—. Las manos donde pueda verlas —deja mis manos pegadas a la puerta— ¿No te dije que tu amiguita te tiene ganas? Pero ella no, ahí va de porfiada a tomarla de la mano —me corre el pelo y besa mi cuello, luego lo muerde—. ¿Me pones celosa a propósito?

   —Atenea, aquí no.

   —De la puerta para adentro en mi oficina, hago lo que me venga en gana. Contesta lo que te pregunté —desabotona el botón de mi jean— rápido sabes que no tardo mucho en dejarte desnuda —baja mi cierre. Tomo su brazo antes de que meta su mano.

   —No lo hice a propósito, mi amor, es mi amiga solo eso y tú eres con quien salgo —Golpean la puerta.

   —Dra. Antonopoulos —es el director, ninguna se mueve de su posición.

   —Quédate callada y se irá.

   —Me verá salir, Atenea —Gruñe.

   —Ya lo atiendo señor director —me da la vuelta y me besa con posesión—. Cambiemos el saliendo a soy tu novia, mi amor —vuelve a besarme y al separarnos me muerde el labio—. Cuídate de Benner, no peques de ingenua, no seré tan linda si me entero de que ella avanza más de la cuenta, confío en ti, no en ella.

   Sin darme tiempo a responder abre la puerta ¿En que momento sacó la llave de la puerta? tomo mi mochila y salgo rauda cabeza agacha.

   —Señorita Jensen, recuerde lo que hablamos —dice con una amplía sonrisa intimidante.

   Del jueves al sábado los días se hacen cortos, voy al hospital veo a Luna y al fin logro conocer a la famosa Dra Freiser. Es una rubia de ojos color chocolate, bien proporcionada, tiene una pequeña pancita de embarazada y luce un poco cansada.

   Da la noticia del cuadro clínico de Luna, una operación difícil, el tumor se encuentra envolviendo la columna en una zona complicada que podría dejar a la pequeña invalida, intentarían primero quimio para frenar el avance, mientras idean un plan de acción para extirpar la mayor parte posible del tumor, sin comprometer la columna de la pequeña.

   Paso a buscar a Alice y vamos hasta la fraternidad, lo más probable es que nos quedamos a dormir como cada vez que venimos, así que traigo mi ropa. Hacemos lo que acostumbramos cada vez que nos juntamos. Soy la primera en irme a acostar a la cama que nos cede Alex mientras él va a parar al sillón, los chicos ya han aceptado a Alice como parte del grupo aunque no falta el que le coquetea.

   —¿Estás dormida? —pregunta Alice.

   —Si estoy dormida ¿Te respondo estoy dormida?

   —Bueno no fue una pregunta muy inteligente, lo sé —se acuesta frente a mí—. Scar ¿Podemos hablar? —abro los ojos y siento la voz de Atenea advirtiendome, mi cuerpo se tensa y me pongo alerta.

   —Dime —Acaricio mí rostro y mi cuerpo se tensa más, mi respiración se torna agitada y estoy lista para salir corriendo

   — Scar... —suspira y siento su aliento muy cerca— me gustas —Se acerca para besarme y me levanto rapidamente.

   —Estoy de novia —tomo mi casco, me pongo las zapatillas y salgo en pijama, bajo rápido, tomo las llaves de la moto y llego a mi departamento antes de pestañar dos veces— Atenea tenía razón.

   Cierro la puerta, me apoyo y me dejo caer en el suelo, los mensajes y llamadas perdidas de Alice no tardan en llegar.

...

Por favor olvida lo que
te dije.

...

Estoy de novia

...

Te escuché la primera vez.
olvida lo que dije, solo seamos
amigas... claro si no te importa.

...

Mientras no se confundan las
cosas, por mí no hay problema
olvidemos que esto pasó.

...

Está bien, entonces amigas.

   A tiempo esquivé su beso, me hubiese traído muchos problemas con Atenea, pero si llega a insistir voy a tener que alejarme de ella o ser más tajante al rechazarla.

   Duermo en mi casa, bueno si por "dormir" cuenta tener la vista pegada al techo. Tuve una llamada a primera hora de los padres de Luna, me visto rápidamente y voy al hospital.

   —Toc toc ¿Puedo pasar?

   —Scar viniste.

   —Claro que vine —me siento a su lado— me dijeron que querías verme y vine a verte —sonrío ampliamente, pero con mucho cansancio— ¿Quieres que te lea un cuento?

   —¿Puedes acostarte aquí a mi lado? —miro a sus padres y asienten, saliendo de la habitación para hablar con la doctora— Scar estoy cansada y me duele.

   —Lo sé mi amor, pero ya van a sacarte lo que te hace doler.

   —¿Si me voy crees que mami y papi, se pondrán muy tristes? —comienza a llorar—. Es que estoy tan cansada y me duele tanto. No puedo decirles que ya no quiero continuar, solo quiero acostarme sin que duela, quiero comer lo que me gusta sin vomitarlo, quiero tener el pelo largo, quiero correr sin agitarme.

   —Lo haras mi amor —la abrazo besando su cabecita— ya falta poco cuando todo salga bien...

   —Scar gracias por ser mi mejor amiga.

   —No te despidas Luna, ya vas a ver que saldrás de está operación y vas a mejorar y te llevaré a correr por el parque, iremos a la feria y ganaré un peluche para ti.

   —¿Me daras una vuelta en tu moto?

   —Claro que sí, te compraré un casco a tu medida y todo, es más te dejaré elegir el color —sé que está es su despedida—, te llevaré a tomar helado.

   —¿Podriamos ir a la playa así siento el calor del sol en mi piel, y la brisa del viento?

   —Sí, te llevaré a dónde tú quieras —la miro a sus ojitos cansados de color café, y acaricio su pequeño rostro con mis manos.

   —Perdón por hacerte llorar, Scar —hace un puchero con su boca.

   —Luna eres mi mejor amiga y la mejor que me puede haber tocado, te quiero muchísimo mi niña.

   —Tambien te quiero mucho, Scar —me abraza fuerte— ¿Puedo pedirte algo?

   —Lo que quieras.

   —En las rondas que hacemos por el hospital en silla de ruedas, me prestarías tu teléfono para grabar unos videos —asiento—. Pero tendrás que verlos cuando llegue el momento —Me rompe el corazón.

   —Está bien, ahí vienen tus padres mejor no seguir hablando de cosas tristes.


   —Scarlett ¿Podemos hablar un momento afuera? —la sigo al pasillo— la doctora Freiser, nos dijo que el riesgo de muerte es muy alto —miro a Luna hablando con su papá y mis ojos se llenan de lágrimas nuevamente—, puede quedar paralítica —traga con dificultad—. Yo sé que somos egoístas, pero tan solo quiero que ella viva lo suficiente como para... —comienza a llorar, la alejo de la la vista de Luna y la abrazo—, quiero al menos pueda ir a la pijamada a la casa de una amiga, pueda salir en un acto escolar y que tenga que preocuparme por hacerle el disfraz en vez de que debo hacer cuando ella no esté, porque está muriendo, quiero dejar de preguntarme si que día será el último día que la tenga entre mis brazos. Quiero preocupaciones absurdas, como cuántas galletas tiene que vender para las scout, que un niño le gusta, que haga una pataleta porque no quiero comprarle algo en la tienda.

   —Tambien me gustaría que tengas esas preocupaciones y no estas ¿Les molesta si vengo más seguido a verla?

   —Es lo que quería pedirte, Luna te quiere mucho y si pudieses venir a verla... —sonríe con desgano—. Le cambia mucho el humor cuando te ve, le haces bien.

   —Vendré, me haré el tiempo y vendré a verla, te doy mi palabra.

   —Gracias Scarlett eres una buena persona —acaricia mi brazo.

   Me despido de Luna que está muy cansada y por dormir, también de sus padres. Camino a la mesa de entrada, para escuchar el chisme de las enfermeras.

   —¿Viste cómo salió Freiser de la oficina? Emputadisima por la discusión con su ex.

   —Nos espera una jornada bastante larga con la doctora y su pésimo humor.

  —Nos vemos, Scar.

   —Nos vemos chicas —sonrío y me voy, marchandome en moto veo entrar Noah apurado.

   Llego al departamento y le llamo.

   —¿Hola todo bien?

   —Scar —justo se escucha la sirena de una ambulancia— ¿Pasó algo?

   —No ¿a ti te pasó algo?

   —Nop, no que yo sepa ¿Por qué llamas? No creo que sea porque me extrañas.

   —¿Dónde estás?

   —Voy caminando en el centro.

   «Mentiroso de mierda ¿Qué me ocultas?»

   — Voy a vender la moto.

   —Scarlett ¿otra vez con lo mismo? Mirá te voy a girar el dinero y acabamos con esto.

   —No estoy pidiendo una mierda Noah, te estoy avisando.

   —Okay en ese caso yo quiero la moto, dime cuánto sale, te la compro.

   —No te la venderé a ti.

   —Eres testaruda hasta más no poder, si no me la vendes...

   —¿Qué, le dirás a mis padres? —hace silencio— diles y veras como pasan meses antes de que vuelva a hablarte o siquiera mirarte a la cara.

   —Un amigo quería una moto, déjame que hable con él y te aviso, te dejo tengo que hacer unas cosas.

    Pasa una semana y dos veces pillo a Noah saliendo de la oficina de Atenea con una carpeta, pero me escondo así no me ven, ninguno de los dos me ha dicho que hacen y encima Atenea está distante y rara.

   Alice no ha vuelto a insinuarse y ambas fingimos que nada ha pasado, pero ahora si soy más consciente de cómo me mira y cómo se queda viéndome muchas veces.

   En cuanto a Luna, los días que puedo en la semana cargo la ropa del trabajo paso por el hospital y estoy aunque más no sea una hora con ella, hasta ahora ha grabado dos videos cuando le di privacidad para que lo hiciera. Su operación no tiene una fecha fija, pero siento que no está muy lejos.

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