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13-1, 2 y 3 el que no se escondió...

Lunes primera hora la clase con Atenea, ahora si vas a tener que verme, voy a asegurarme de que te arrastres a mis pies.

   Llego a la uni más empoderada que nunca, meto junto con mis útiles en la mochila una carga de mala actitud, por si me hace falta y tengo que enfrentarme a ella. En clase si o si vas a tener que darme la cara, sin olvidarme que también trabajo con ella en la oficina. Su estúpida actitud de esquivarme me ha dejado bien cabreada, todo el puto fin de semana.

   —Hola Cris —lo tomo del brazo— a partir de ahora seremos 3, porque el viernes que faltaste me hice una amiga.

   Él ríe como si le acabara de contar el mejor chiste de su vida. Yo podría tener muchas cosas, pero una amiga no era parte de la lista y eso era así, hasta que Alice se acercó.

   —Sí, claro, tú teniendo una amiga. Falta que me digas que hasta cogiste con la Antonopoulos y estamos completos —sigue riendo pero me detengo en seco y lo miro.

   —¿Cómo lo sabes?

   —¿Qué cosa? —abre los ojos grandes— ¡AY NO! En serio Scarlett. ¡¿QUÉ HICISTE?! ¡SOLO FALTÉ UN DÍA!

   —¡Cállate! —le tapo la boca.

  —¿Qué pasa? —pregunta Noah que aparece a nuestro lado.

   —Scarlett hizo una amiga —Noah comienza a reírse, pero nos mantenemos serios.

   —¿Es en serio? Nunca has tenido amigas mujeres, simplemente te odian.

   —No tanto y no todas la odian, al menos no la profesora, ya que se la cogió.

   —Tecnicamente ella me cogió a mí, pero...

   —¡QUE! ¡QUE HICISTE QUÉ! —deja caer su mochila.

   Me los llevo a los dos del brazo a las rastras hasta el lugar más apartado y desolado que encuentro.

   —¡Pueden dejar de gritar, par de idiotas! —miro la hora, tenemos media hora antes de que tengamos la primera clase—. Nos acostamos, me desperté sin ella a mi lado y ahora me está evitando no hay nada más que decir. Quizás se dió cuenta o piensa que fue un error y ahora yo también comienzo a creer que lo fue.

   —¿Te das cuenta que no solo es tu profesora sino que también es mayor? —Lo miro haciéndole una mala cara.

   —Bueno no es como si me doblara la edad, yo tengo 23 y ella tiene 32.

   —Que tiernas justo sus edades hacen capicúa —Noah hace un corazón con las manos—. Tonta —me da un golpe en la frente—, es tu profesora y tu jefa ¿En qué pensabas? No pensabas en realidad.

   —9 años no es mucho.

   —Solo tengo una cosa para decirle a ella... —los dos miramos a Cris, siempre sale con alguna de sus ocurrencias— ¡Sullivan suelta a la niña! —Noah se echa a reír entendiendo la referencia de monsters inc.

   —Son ambos unos idiotas —digo enojada y cruzo los brazos.

   —Por algo somos tus amigos. Mira Scarlett tal vez ella se dio cuenta, tarde, de que no debió tirarse a su alumna, entonces pretende que eso nunca pasó y quizás tú deberías hacer lo mismo, olvidarte de eso y no insistir.

   —Es que no pienso rogarle, ni a ella ni a nadie. Pero me molesta su actitud infantil de ignorarme, de haberse ido ese día sin decir nada mientras yo dormía, huyendo como una rata. Me sentí...

   —Usada —termina la frase por mí.

   —Sí, asi es como me sentí. —bajo la vista al suelo—. Se supone que me lleva 9 años, tuvo 9 años más para madurar —suspiro—. Es mejor pretender que nada pasó. Ni vayan a abrir la boca o les arrancaré un testículo a cada uno, lo pondré en un frasco en la heladera y los veré cada mañana antes de comenzar el día ¿Quedó claro? —se agarran sus partes.

   —Claro que sí, señora —haciendo un saludo militar.

   —Casi me creo lo que te habías hecho una amiga.

  —Yo también —se suma bromeando Noah.

  —Si me hice una amiga, I-DI-O-TAS. Ahora vamos que se hace tarde.

   —Todavía faltan 9 min para que comience la clase.

   —Lo sé, pero esta vez cambiaremos de lugar, nos sentaremos en el lado opuesto un poco más arriba, quiero confirmar algo.

   —¿Sí sabes que también tienes que verla en la oficina?

   —Eso lo sé y lo resolveré después. Aparte el problema no soy yo, es ella claramente.

   Entramos al salón en los lugares donde dije que íbamos a ponernos, a nosotros se une luego Alice, que se sienta a mi otro lado dejándome al medio con Cris mirándome sin poder creerlo, me hice amiga de mi enemiga ¿Si no puedes contra ellos, úneteles?

   Cris se queda mirando por la ventana.

   —¿Qué hay tan interesante afuera?  —Le susurro al oído.

   —Estoy esperando que pase una vaca volando, definitivamente no vuelvo a faltar a alguna clase que tengamos juntos.

   —Eres idiota.

   —Pero el idiota que quieres, cariño.

   El lugar se llena a los pocos minutos. Puedo asegurar que ni yo, ni toda la gente de este salón, ni al mundo habíamos llegado tan puntual como a la clase de la diosa griega. Aparte de que su materia es una de las más pesadas de la carrera. Todos nos habíamos inscripto este año a cursarla porque con la profesora anterior, se hacía relativamente más liviana.

   Entra a paso firme, hoy está particularmente hermosa, la falda color gris por encima de la rodilla deja ver sus delicadas piernas, con la blusa blanca ceñida al cuerpo y como dos esmeraldas sus ojos verdes, son las únicas joyas que carga sin que le haga falta nada más. Veo cómo intenta disimularlo, pero levanta la mirada buscándome en mi lugar de siempre, al no verme frunce el ceño, mira su reloj y hacia la puerta ¿Me esperas a mí?

   —Buenos días alumnos —espera unos minutos, buscando en su bolso algo y vuelve mirada a la puerta— vamos a comenzar la clase —suspira y cierra con llave— tomaré asistencia así que estén atentos.

   «¿Esperabas que entrara? Acaso ibas a romper tus propias reglas para dejarme entrar».

   Toma lista antes de iniciar la clase y se salta mi nombre ¿Me volví invisible, o me olvidé devolverle la capa a Harry Potter?

   —Disculpe Dra. Antonopoulos —levanto la mano—, pero se salteó mi nombre en la lista —una fugaz sonrisa, pasa por su rostro—. Aquí estoy, presente. Digo no me he movido de aquí luego de haya pasado —hago enfasis en esa palabra— la lista —ambas sabemos que mi comentario es por su actitud roedora de huir.

   —Perfecto Jensen ¿Probando lugares nuevos?

   —Sí —le digo sin dirigirle la mirada, mirando mis apuntes.

   El resto de la clase escucho lo que dice, pero clavo mi vista en la pizarra, no voy a volver a mirarla a los ojos. Si quiere ignorarme perfecto, pero no le voy a dar el gusto de que me vea arrastrándome por ella, aunque ella, si busca mis ojos durante la clase.

   Vuelve a darnos un trabajo grupal para resolver en clase y antes de dejarle un lugar accesible a mí, cambio de lugar con mis compañeros, así no puede acercarseme por ningún lado.

   —¿Todo en orden? ¿Cómo van con las consignas? —hace la pregunta general, pero yo ni siquiera levanto la vista de mis apuntes o respondo, así que uno de mis compañeros lo hace.

   —¿Van bien con el punto 5? —el punto que yo estoy resolviendo.

   —Sí.

   —¿No tiene alguna duda? Es el punto más complicado.

   —No, voy bien.

   —Déjeme verlo para chequear.

   —Le dije que voy bien, si tengo alguna duda le voy a preguntar —El clima se pone tenso y yo sigo escribiendo sin alzar la vista.

   —Bueno si necesitan algo me avisan —se retira y algunos largaron el aire contenido.

   Termina su clase, bajo con las hojas del trabajo grupal para dejarlas en su escritorio mientras miro mi teléfono, ella hace el amague de tomarme por el brazo, pero mis reflejos son más rápidos y alguien la interrumpe llamando su atención.

   Y así estuve esa semana. En la oficina no fue diferente, no hablamos de otra cosa que no fuera trabajo, lo justo y necesario. Cuando tengo que verla clavo mi mirada en cualquier parte, o le hablo sin despegar los ojos del papel que estoy leyendo, hasta una mosca volando es mucho más interesante que verla a ella.

   Siento su perfume inundar mis sentidos y recordarme lo que habíamos hecho, bueno más ella que yo, ya que ella fue por así decirlo la encargada de darnos placer a ambas. Eso solo me emputece aún más con su actitud de mierda, ya que había sido dentro de todo gentil y atenta, hasta habíamos quedado durmiendo abrazadas.

   Cómo cada día llega con su vaso de café en la mano. En mi bronca llegue a desear que una paloma le cagara el café mientras caminaba por la calle y que se tragara esa mierda. De verdad que estoy enojada con ella, y también me duele que sea así, no voy a negar que varias veces me dieron ganas de llorar, sin siquiera saber el porqué, creo que me gusta más de lo que soy capaz de admitirme a mi misma, pero no voy a darle el gusto de que me va derramar una lágrima.

   Por suerte llega el fin de semana, y el sábado iré a ver a los niños en el hospital que soy voluntaria, lo único bueno de esta semana de mierda es verlos reír a ellos.

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