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9 Día de hermanos

No compartimos sangre, ni Al ni yo estamos emparentados con ellas o entre nosotros ¿Cómo es que son capaces de amar a personas que no son sus hijos de sangre? Las veo interactuar con nuestros hermanos más chicos y no noto la diferencia entre ellos y nosotros, salvo porque má los llevó dentro, pero son del óvulo de mamá y un donante.

—¿Todo bien? —me pregunta mamá sirviéndose una taza de café a mi lado— Te has quedado viendo a tu madre y hermanos.

—Sí, todo bien.

—La semana que viene será tu cumpleaños ¿Quierés hacer una fiesta o que vamos a comer todos a algún lado?

—Pasaré el día en la mañana con el abuelo y luego podemos cenar aquí hamburguesas a la parrilla con los primos, los tíos y algunos amigos, solo vendrá Ted y Ben.

—Okay. Entonces compramos para hacer unas hamburguesas —intenta tomarme del brazo, dejo la taza y me voy.

—Iré a vestirme —ella me mira extrañada.

Últimamente evito el contacto físico, aunque siempre he sido el de los abrazos. Al me mira y ve a mamá. Paso en medio de ellas y de má que está con los mellizos. Me cambio y mientras me colocó las zapatillas, mamá entra y cierra la puerta detrás de ella cruzándose de brazos.

—¿Qué pasa?

—¿De qué hablas?

—Ultimamente no nos dejas acercarnos, ni a mí ni a tu madre ¿Estás enojado con nosotros? ¿Hicimos algo para que evites que estemos cerca?

—No creo que sea así.

—¿Ah no? —intenta acercarse y yo me levanto alejándome— ves, no nos quieres tener cerca.

—Solo no entiendo. Por qué ustedes nos aman, ni siquiera llevamos su sangre, porqué ustedes sí y nuestra familia biológica no ¡Por qué!

Ella me queda mirando callada, agacha la cabeza mirando al suelo con ambos brazos al rededor de su cuerpo, gira su alianza en su mano, está nerviosa.

—¿Tan malo es para ti, que te amemos y seas nuestro aunque no te hayamos parido? No sé por qué tu familia de sangre no, pero esta familia y a nosotras, nos basta con que seas nuestro hijo, no importa la manera en la que llegaste a nuestras vidas, ni que no tengas nuestra sangre, te amamos sin importar nada más.

Me quedo mirándola ¿Osea que pueden amarme sin ningún problema? Pero por qué entonces todos antes me habían abandonado, quizás hay algo malo en mí y ellas aún no lo saben. Antes de darme cuenta, ella está parada frente a mí con una mano en mi mejilla.

—Valentín, eres nuestro primer hijo y te amamos, cómo a tus hermanos —abro los ojos.

—Quiero conocer Noah.

Ella se tensa y baja la mano, sin romper el contacto visual, veo en sus ojos por primera vez miedo. Trata de mantener su respiración calmada y no se aleja, soy yo quién lo hace, tomo mi mochila las llaves del auto y salgo afuera, todos van saliendo para subirse. En el porche de casa mamá me mira solo a mí, apenas aparta la mirada para despedirse de los demás.

Dejamos primero a los mellizos ellos se despiden cómo cada de día de nosotros con una sonrisa, mientras se alejan cargando sus mochilas, este es el último año que compartiremos con ellos el trayecto a la escuela, el año que viene estaremos en la universidad.

—¿Se puede saber que mosca te picó? Mamá salió de tu habitación seria ¿Qué le has dicho?

—¿Por qué nuestras familias biológicas ni siquiera quisieron quedarse con nosotros?

—Ya sabés que mis abuelos intentaron pelear por mí y por culpa de Emma casi termino muerta en un accidente.

—Pero por mí no peleo nadie Al, nadie. Noah se marchó antes de siquiera conocerme, Sam se murió y me dejó a ellas. Nadie me eligió.

—Ellas lo hicieron, tremendo idiota ¿No te das cuenta de eso? Ellas nos eligieron, y si hubieran tenido que pelear por ti cómo lo hicieron por mí, lo hubieran hecho. Aunque les costara su matrimonio, cómo casi les pasó conmigo —ella suspira enojada—. Ya han perdido demasiado, a Collen en su momento, más los anteriores, y mamá está por perder a George. Quizás podrías postergar un poco tu crisis existencial para más adelante, no es el momento.

—¿Y cuándo lo será? Siempre he sido el niño maduro, el se hacía cargo cuándo la situación desborda a la familia ¿Y sabés de que me he dado cuenta? —ella me mira callada— de que a pesar de estar rodeado de gente, me siento solo, que a pesar de tener una familia, siento que no pertenezco a ningún lado. He sido un niño bueno, un buen hermano, un buen hijo, nieto, sobrino y primo. Entonces Al ¿Porqué yo no? ¿Porqué ellos me abandonaron?

Mi hermana me mira sin poder decir nada, quizás mi crisis existencial la ha abrumado, cómo siempre, lo que siento los sobrepasa, si el fuerte, tranquilo y sereno, soy yo, no puedo entrar en crisis. Sin esperarmelo ella me abraza y sin saber por qué lloro.

—¿Desde cuándo te sientes así Valentín?

—No lo sé, creo que llevo una vida con esto adentro. Sé que no es el mejor momento, pero no puedo evitar sentir este vacío ¿Porqué no puedo ser feliz con lo que tengo? Ellas nos lo han dado todo, pero no me siento completo.

—No lo sé hermano —me dice acariciando mi espalda, mientras lloro en su hombro—. Faltemos a la escuela —la miro—, yo a veces lo hago y no ha pasado nada. Le tienen miedo a mamá y si le avisan que su hija faltó, ella los acusaría de inoperantes —me río, por que mamá seguramente lo haría.

—Todos le temen y ella le teme a su esposa.

—No es temor es "respeto" —decimos ambos cómo ella siempre dice—. Sí, claro má Scarlett la mira y ella ya sabe que debe comportarse —reímos— ¿A dónde vamos?

—Al Starbucks nuevo que abrió aquí cerca, y tiene una zona nerd así lees tu libro nerd —miro la escuela—. Yo invito el primer café. Una vez que faltes no va a caerse el mundo, pero tiene que ser nuestro secreto de hermanos —extiende su meñique— ¿Pinky promise?

—Pinky promise. Trato hecho, jamás deshecho —decimos al mismo tiempo.

Llegamos al café y pasamos la mañana riendo de todo. Al se levanta al baño y una chica se acerca.

—Hola ¿Es tu novia la chica?

—No ¿Quieres su número?

—Quiero el tuyo —la miro extrañada— si no estás de novio, me gustaría tu número —Al me ve y levanta los pulgares, deteniendose— ¿Cuántos años tienes?

—18.

—Yo tengo 22 —sonríe— pero cuatro años no son nada. Soy Ingrid.

—Valentín —le paso su teléfono con mi número en el.

—Entonces estamos en contacto Valentín —me sonríe, guarda su teléfono en el bolsillo trasero de sus jeans y se acerca para besarme en la mejilla. Al se aclara la garganta— hola —le dice ella y se va.

—¿Será mi cuñada?

—Fue solo una interacción Al.

—Cuando sepa que eres virgen, no te dejará ir —me pongo rojo— ¿Cómo lo sé? Eres muy lindo hermano, pero muy despistado, aparte eres malo para hablar con las chicas. Así que ahora vamos a tener una conversación de hermanos sobre eso y dado que soy tan buena hermana —me revuelve el cabello—, te daré estos consejos gratis. Empecemos por lo básico, leer las señales...

Luego de nuestra charla, pasamos a buscar a los mellizos, hoy ellas llegan justo para el almuerzo, por ende me toca cocinar a mí, Al no es buena en la cocina. Ellas llegan sonriendo juntas, mientras conversan, nos saludan, ponen la mesa y por una vez siento una auténtica felicidad, cómo no había sentido en mucho tiempo.

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