4 Lo veré igual
Intento pasar aunque sea una vez al día a ver a George, mi humor ha cambiado, o mejor dicho me encuentro bastante irritable
—Val necesito que lleves a tu hermana a la práctica de soccer.
—Má, no puedo iré a ver a George.
—Hijo por favor, tengo que llevar tu hermano al pediatra, ha estado con fiebre anoche y mucha tos —suspiro hastiado.
—¿Después la tengo que ir a buscar?
—Sí.
—Bien —tomo las llaves enojado.
Ella me mira, y Al también, me meto en mi habitación enojado y desarmo el bolso que preparé para pasar la tarde con George. Golpean la puerta y mi madre entra.
—¿Se puede saber qué te pasa?
—¡Tenía planes hoy! —levanta una ceja cuándo subo el tono de voz— había armado una... ¿Sabés qué? Ya no importa.
—Valentín —tomo furioso mi mochila—. No irás a verlo hoy.
—¡QUÉ! sí iré —intento irme, pero mi madre se interpone— ¡PARECE QUE SOY EL ÚNICO QUE DESDE QUE SE ENTERÓ QUE VA A MORIR, QUIERE PASAR TIEMPO CON ÉL! ¡CLARO QUE IRÉ! —digo a los gritos—¡Son tus hijos, no míos! Hazte responsable de ellos.
Siento una mano afobetearme y al abrir los ojos ahí está ella viéndome con sus ojos marrones enojada.
—No le hables así a mamá.
Mamá Scar está detrás de ella con los ojos llenos de lágrimas, mis hermanos están tomados de las manos en la puerta con los ojos llorosos, ellos no sabían nada de lo de George, la he cagado. Paso entre ellos, y salgo dándo un portazo, no me llevo el auto, voy a tomar el autobús, pero definitivamente nadie va a evitar que vea a mi abuelo.
—¡Valentín! —mi madre va detrás de mí— Valentín no te vas a ir —volteo desafiandola.
—Mira cómo lo hago.
Paro al autobús y me subo en el, la veo parada mientras el chófer arranca. El teléfono comienza a sonar y a llenarse de mensajes.
—¡Baja ya mismo de ese autobús y vuelve a casa!
—O sino qué, mamá. Tengo 17 años, no soy un niño para que me andes dándo órdenes.
—¡Sigues siendo mi hijo!
Le corto, apago el teléfono y me bajo en la parada para ir caminando a la casa de George. Respiro y suelto el aire despacio, sonrió y golpeo la puerta, me atiende Agnes y me hace pasar, al parecer aún no llaman aquí. Pasamos la tarde tranquila o eso pensaba hasta que su auto se estaciona afuera y golpean la puerta.
—Atenea pasa —escucho que le dice Agnes— los muchachos están en el living jugando ajedrez.
—Hola —dice ella seria y sé que está furiosa—, hijo vine a buscarte.
—Atenea deja que terminemos esta partida y ya se van —dice George. Ella se acerca y lo besa en la frente mirándome fijo— siéntate a tomar un café.
Se sienta a su lado y me mira sin despegar sus ojos de mí, mientras jugamos, él le habla, ella contesta pero no me saca los ojos verdes de encima, yo trago despacio. Agnes interrumpe el contacto visual cuándo trae el café y se pone a conversar con ella. Sé que en cuánto la partida termine y nos quedemos a solas, ella va a reprenderme y mi corazón late fuerte, porque si mamá Scar es la más emocional e impulsiva de las dos, mamá Atenea es implacable e inflexible.
En cuánto nos subimos al auto y mientras nos despedimos de ambos, me dice en medio de una sonrisa.
—Estás en serios problemas Valentín —la miro con pánico y me abrocho el cinturón—. Solo puedes venir a verlo 4 veces a la semana, se te va a confiscar el auto y no tienes permitido salir de casa...
—Me voy a escapar, o tendrán que encerrarme y ponerle rejas a la ventana, pero no dejaré de venir a verlo.
—A mí no me desafíes que no soy mami Scar. Ese es tu castigo y lo vas a cumplir o te irá peor.
—¿Qué tan peor? Piensan devolver mi adopción, cumpliré los 18 en unos meses y si quieren me voy yo mismo de casa. Pero no me van a prohibir y evitar que vea a George —me hierve la sangre y siento ganas de llorar de rabia— ¡¿ACASO NO SON CONSCIENTES?! ¡ÉL VA A MORIR! —comienzo a llorar desesperado—. Morirá y ya nunca más volveré a verlo, no podré charlar con él, no podré pedirle consejos, un día simplemente dejará de existir ¿Porqué me quieren quitar el tiempo que me queda con él? —la miro y aún llorando sin poder calmarme, ella me abraza—. Por favor mamá no me quiten esto, no me quiten el tiempo que me queda, haré lo que quieran, hasta estudiaré lo que ustedes quieran, pero no me aparten de George. Por favor mamá, por favor.
—Está bien hijo —me abraza fuerte, hasta que logro calmarme—. Valentín por favor mírame —suspira y me limpia las lágrimas—, igual estás castigado —me río—, no te vamos a prohibir que veas a George y no puedes volver a responderle así a tu madre. Ahora cuándo lleguemos a casa —suspira— tengo que hablar con tus hermanos, abriste la boca y Scarlett se quedó e intentó explicarles.
—¿Cuál es mi castigo?
—Aún no sé, tengo que pensar que tortura elegir para ti, niñato insolente y aún le debes una disculpa a tu madre.
Llegamos a casa, mamá entra primero toma a mis hermanos que corren a abrazarla, Al me mira con mala cara sentada en el sofá y mamá Scar está de espaldas cocinando. Suspiro y me acerco a ella colocándome a su lado, me mira para de cortar las verduras y sigue en su labor.
—Mamá te debo una disculpa —ella no habla—, me alteré por no ver al abuelo, yo... —siento que los ojos se me llenan de lágrimas y la voz me sale entre cortada— solo quiero aprovecharlo todo el tiempo que pueda, Sam se fue demasiado pronto y no quiero desaprovechar lo que me queda con él.
—No te vamos a prohibir ver a tu abuelo, pero no puedes faltarnos el respeto, ni levantarnos la voz —termina de cortar las verduras y voltea a verme—. Te amamos y sabemos que esto te afecta mucho, porque eres el más cercano a él. No te pedía que no fueras a verlo hijo, solo te pedí que llevarás a tu hermana a la práctica de soccer, tu madre estaba trabajando y Alma no tiene licencia. Tienes razón no son tus hijos, ustedes son nuestra responsabilidad, solo necesitaba que hoy nos hicieras ese favor.
—Lo sé mamá, actúe mal —agacho la cabeza—, te grité y estuve mal. Perdón.
—Hola amor —mamá Atenea se acerca a saludarla, comiendo un pedazo de zanahoria y la abraza por la espalda, colocando su mentón en su hombro—. Tenemos que elegir el castigo para este insolente —sonrío—. Ya hablé con los niños. Se quedaron más tranquilos y quieren ver a su abuelo mañana, llevarles dibujos y eso ¿Qué te han dicho en el médico de Kirán?
—Bueno...
Las dejo hablar y ponerse al día mientras me dirijo al living y veo el cabello castaño de Al, está viendo una serie en Amazon Prime, me siento a su lado y ni siquiera me dirige la mirada.
—Por mucho que te ame, le vuelves a gritar a algunas de las mamás y te meto un puñetazo.
—Al...
—Yo entiendo que la situación es difícil, lo es para todos Valentín, incluso más para mamá Atenea, él es el único padre que ella conoce, quién la ha criado. No eres el único que sufre. Los niños se quedaron llorando en cuánto te fuiste y má intentó calmarlos y les explicamos entre las dos la situación.
—Lo lamento Al, tienes razón, reaccioné mal.
Ella me mira finalmente y luego mira el televisor, los mellizos se sientan cerca, mi hermano a mi lado y mi hermana entre nosotros, apoyando su cabeza sobre mí, mamá nos besa a cada uno en la cabeza antes de ir a cambiarse el traje. Pongo la mesa solo, luego la levanto y lavo los platos, este es mi castigo por dos semanas al igual que lavar y colgar la ropa de todos. Golpeo la puerta de su habitación, ellas están acostadas, má lee un libro con sus anteojos puestos.
—¿Pasa algo hijo?
—Quería hablar con ustedes.
—Ven —Má deja el libro y mamá me hace un lugar al medio entre ellas— ¿Qué tienes? —me acuesto y mamá me acaricia la cabeza cómo cuándo era un niño. Siempre me hacen sentir protegido cuándo estoy con ellas.
—Quería saber que posibilidades hay de que me dejen ir a vivir con George el último tiempo que él empeore.
El médico ya nos ha dicho que no se puede agitar, lo mejor sería que esté en la silla de ruedas y en el último trecho, se agitará o se sentirá demasiado débil y querrá estar acostado. Y seguramente el oxígeno sea algo que tenga que tener permanente, hasta que un día su corazón dirá basta.
—Hijo yo se lo pedí y lo hablé con tu madre, pero él no quiere. Y no creo que quiera que tú hagas lo mismo —suspiro y má se acuesta a mi lado acariciando mi brazo.
—Estaremos para él Valen, haremos todo para que él este cómodo y ayudar a Agnes. Adaptamos su casa prácticamente para su comodidad. Le pondremos enfermeros las 24hs, siempre habrá alguien pendiente de él.
—No pensemos en el final, disfrutemoslo ahora —me dice la de ojos verdes—. Él también te ama y está preocupado por ti hijo, no quiere que su muerte te consuma.
Ambas me abrazan de ambos lados, me besan en la frente y luego me levanto para ir a mi cuarto, me siento algo más tranquilo.
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