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Dejé las cosas en la casa de mi abuela. Recibí muchos mensajes de ellos, pidiéndome volver. Concreté una cita mañana con Noah, pero antes paso por el cementerio a visitar su tumba y a pedirle perdón, por hacer llorar a su hija y romperle el corazón.
—Tines razón eres hijo de ellas. Le avisaré a mi esposa que no iré a almorzar —manda un mensaje—. Verás Valentín yo estaba por graduarme, me había salido una oportunidad de irme a Italia con una beca cuándo Sam me llamó diciendo que estaba embarazada.
—Y viste todos tus planes irse por el caño teniendo que criar a un bebé.
—En realidad Samantha nunca quiso que yo me quedara contigo —suspira—. No confiaba en que cuidaría bien de ti, por eso pensó en su ex que siempre había querido hijos y que tenía los medios para darte una buena vida. Grande fue mi sorpresa al saber que su ex, era la pareja de mi mejor amiga.
—Y fue muy cómodo para ti que ella quisiera un hijo —él agacha la mirada— ¿Por qué no me buscaste antes? ¿Nunca quisiste intentar acercarte a mí? ¿Ellas no te dejaron?
—Quise hacerlo cuándo pasó lo de Alma y el juez me mandó a llamar, lo ví cómo una oportunidad. Pero había nacido mi hija y necesitaba volver a Italia, no podía tener una relación a larga distancia con un niño y confundirte más.
—¿Jamás le contaste a tus padres de mi existencia?
—No —suspiro—. Pero ellos querrían conocerte, tengo una hermana y sobrinas que...
—No —él se queda callado— en 18 años, ni siquiera les has hablado de mí.
—Solo mi hermana, fuera de mi esposa lo sabe, y tus mamás le permitieron acercarse, de hecho la conoces —lo miro levantando una ceja—. La señorita Campbell, es mi hermana.
—Ahora entiendo por que era su favorito —el se ríe—. Siempre sentí que algo me faltaba, no entendía por que Sam me entregó a ellas, por qué nadie de mi familia biológica luchó por mí...
—Samantha tomo la mejor decisión por ti, ella sabía que te amarían. Lo entendí cuándo mí hermana me lo dijo, me dijo que ellas te amaban, que eras un niño feliz, y que no te hacían faltar nada —se acerca un poco a mí y se apoya en la mesa—. Si aún quieres puedes formar parte de la vida de tus medio hermanas y conocer a mis padres, podemos tener una relación más cercana.
Pensé que esto me haría feliz, pero lo miro, miro su alianza y miro a una mamá con sus tres hijos, el más pequeño en una carreola. Él tiene razón, ellas jamás me han hecho faltar nada, jamás nos han hecho alguna diferencia entre nosotros y los mellizos, ni siquiera nuestros abuelos lo han hecho, para ellos somos tan nietos cómo Kirán y Hope. Me doy cuenta que lo que necesitaba saber con tanta desesperación, no era el motivo de por el cuál él me había abandonado, sino confirmar el motivo por el cuál ellas no lo hicieron. Porque a pesar de todo lo que he hecho, de querer alejarlas de mí, siempre han buscado la forma de acercarse y no dejarme solo.
Lo miro a los ojos, y veo el cabello rubio que compartimos, veo mi barba y cabello largo que tengo amarrado en una coleta por el reflejo de la ventana.
—Quisiera conocer a mis hermanas, mi tía y mis abuelos. Pero tengo que ir a recuperar de nuevo a mi familia ¿Puedes dejarme en mi casa?
—Claro.
Él toma las llaves de su auto y nos subimos. El auto se descompone a mitad de camino, la casa no queda lejos decido ir caminando.
Paso por la plaza dónde ellas solían llevarnos, recuerdo nuestros días de camping, nuestras vacaciones juntos, la perdida de Collen, la llegada de nuestros hermanos y cómo siempre nos hicieron parte de ellas. Ahora entiendo que el vacío que sentía no me pertenecía complemente a mí, sino que también era un vacío que Sam me había transmitido cuándo se embarazó de mí, es lo que alguna vez leí en una revista. Que si bien fui un error de una aventura de una noche, ellas me dieron un hogar para toda la vida y la primera que eligió mi felicidad fue mi mamá Sam, ahora lo veo.
Comienza a llover a cinco cuadras de casa y me permito llorar. Llego completamente empapado, veo a mi mamá hablando por teléfono y me derrumbo en el césped de la entrada ¿Cómo le pido perdón? ¿Cómo le hago saber lo arrepentido que estoy? Solo me arrodillo y lloro, ella baja los escalones llamando a má y me abraza fuerte bajo la lluvia.
—Perdón mamá perdón. Estaba perdido, creí que no merecía ser amado.
—Claro que lo mereces hijo.
—Estoy tan arrepentido mamá, lo lamento —me separo y la miro— perdóname mamá por favor, perdóname —má se arrodilla a su lado y la tomo—. Mami por favor perdóname, fui un idiota —la abrazo y ellas me toman fuerte entre sus brazos.
Mamá se sienta en el césped, acurrucandome en su pecho, mientras mami me acaricia, de pronto la lluvía ya no nos moja tanto y al mirar hacía arriba mis tres hermanos sostienen paraguas para que no nos sigamos mojando, aunque estamos empapados.
—¿Ya estás listo para volver a casa? —pregunta Al, la miro y asiento.
—Te habíamos extrañado hermano.
—Solo me fui un día coleguita.
—No, te fuiste hace meses —dice Hope—. Pero parece que has vuelto.
—Sí, volví.
—Ya déjemos de mojarnos y entremos a casa.
Al me extiende la mano y la tomo para pararme, ayudo a mis madres a pararse también y todos abrazados y medio empapados, entramos a casa. Al va a buscar mis bolsos y ropa a mi abuela. Vuelvo a casa.
Esta noche armamos la tienda en el living de casa, con los colchones y colchas, desde que los mellizos cumplieron los 9 y se auto
ploclamaron demasiado mayores para hacer cosas de niños, no lo volvimos a hacer, hasta hoy. Entre risas dormimos todos en el living.
—Me tengo que cobrar algo contigo —me dice Al a mi lado mientras hacemos palomitas y me da un puñetazo en el brazo—. Te aguantas, te avisé y me la debías. Agradece que fui suave.
Se mete una palomita en la boca, toma el bowl y sale de la cocina metiéndose en la tienda improvisada. Mamá me ve sobandome el brazo.
—¿Al?
—Sí.
Se acerca dejando su almohada en la mesa y me abraza ahora seca, yo la estrujo entre mis brazos, besando su cabeza, má nos ve y abro otro brazo para ella, mamá también le hace un lugar y las abrazo a ambas.
—Te amamos hijo.
—Tambien las amo mamás.
Al fin estoy en casa, el fin veo que este es mi hogar a dónde pertenezco y le agradezco a Sam, por tomar un desición tan importante por mí. Ella no se equivocó, mis mamás son geniales y nos aman.
Ellas se toman de las manos y caminan perdiéndose en la tienda, escucho a los mellizos reír y hasta a Al reír, las mamás le están haciendo cosquillas. Tomo unos vasos y una gaseosa, voy caminando a la tienda y veo que todos comienzan a salir, los mellizos me miran con una expresión pícara.
—Oigan, se me van a caer los vasos —doy un paso a atrás y ellas se hacen seña dividiéndose— mamá.
—Hijo, si corres es peor. Deja los vasos lentamente en la mesa con la gaseosa y rindite pacíficamente.
—Mamá ves mucho Chicago PD.
Dejo los vasos en la mesa y la botella, sin dejar de verlos. En cuánto quiero correr cada mellizo se aferra a una pierna y no tardo mucho en caer al suelo doblado de risa, en medio de las cosquillas que me proporcionan ellos. Esta es mi familia, me dí cuenta quizás un poco tarde, son mi familia y los amo.
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