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8-Juicio 1era parte

La fecha del juicio llega. Las dos abogadas se presentan de traje en la corte, solo hay un animal más peligroso que cualquier de depredador y ese es una madre dispuesta a hacer lo que sea por sus hijos, Alma tiene dos mamás, imaginen el aura que emanan esas dos que están dispuestas a todo por su hija.

Está vez no es necesario traer a la pequeña, ya que eso fue solo en el acuerdo al cual no llegaron a nada.

Emma se presenta con su abogado, uno de los más feroces y lo saben bien porque Scarlett se ha tenido que enfrentar a él varias veces, esta no es su primera contienda, pero si hay algo personal entre ellos y es un odio mutuo.

—Hola Hank.

—Scarlett y...

—Ella es mi esposa, Atenea Antonopoulos.

—Wow no sabía que estabas casada con una de las abogadas más famosas del país.

—No tenías por qué saberlo, no somos amigos y ni siquiera nos soportamos, así que deja la falsa modestia.

—Sigue siendo igual de implacable con sus palabras Scar. Tienes razón, quiero decirte que voy a regodearme bastante cuando gane este juicio y les quiten a su hijita.

Atenea quiso partirle el alma ahí mismo a ese cretino, pero su esposa la frenó.

—Bueno supongo que el tamaño de tu ego es para compensar algo más, pero para que veas que soy buena gente, cuando salgamos de la mano con nuestra hija de aquí, te voy a invitar a tomar un café en una taza bien grande, para que sepas que el tamaño si importa. Imbécil.

Llega Emma, con el ambo del hospital tarde, entrando en la sala. El juicio está por empezar y ella ocupa su lugar al lado de su abogado. Cada parte expone y defiende sus alegatos, las mujeres presentan los informes de psicólogos, de la asistente social, y pruebas de que la madre biológica no ha tenido interes en todo ese tiempo en saber de su hija, ni una sola vez.

Emma se ve nerviosa al ver sonar su Bipper que la jueza le pide apagar y ella lo hace de mala gana.

—Muy bien eso es todo, la fecha del próximo encuentro será en dos semanas y tienen que venir los testigos.

Lo primero que hace Emma al salir es prender su Bipper y revisar su teléfono, para ponerse a maldecir en español. Las chicas se acercan mientras su abogado charla con otros colegas.

—Emma por favor para con esto, no quiero que Alma sufra, no es necesario hacer esto —dice Scarlett.

—Se les olvida que también es mi hija.

—Ni siquiera sabes de que color tiene el cabello o los ojos, en 6 años no te has molestado en saber de ella ¿Por qué ahora? —Hank las ve y se acerca, Atenea la toma para irse— para Emma, para con esto —su esposa tira de ella

—No le hablen a mi cliente fuera de la corte, no quiero que le llenen la cabeza.

—Tú solo quieres sacarle dinero, no te importa ella o mi hija.

—Tambien es su hija ¿O lo olvidas? Ella es su madre Bi-o-lo-gi-ca y lo hago pro bono, con tal de hacerte mierda, Jensen, no le estoy cobrando nada, aunque que Antonopoulos sea tu esposa es un plus extra.

—Todo porque en la universidad no quise estar contigo, pito chico —grita esto último y todos miraron en su dirección, él se acomoda la corbata nerviosamente.

—Scarlett, vamos.

—¡Termina con esto Emma, antes de lastimar a nuestra hija!

Atenea se sube al auto y Scarlett se sienta a su lado callada. Pasan por delante del imbécil de Hank un tipo para nada atractivo, que huele a colonia barata y virginidad.

—De seguro se masturba pensado en su madre, maldito imbécil.

—¡¿Qué te pasa Scarlett?!

—¿Qué me pasa? Que con el rumbo de las cosas lo más probable es que antes de que termine el mes nuestra hija no esté con nosotras.

—Presionar a Emma no hará que pare con el juicio y desaparezca.

—Pagarle tampoco lo hizo.

Ambas se quedan calladas, están colapsadas y ambas saben que si se va a jugar la carta del dinero, lo hará al final para hacer una jugada de jaque mate. Tienen que convencer a la jueza de que Alma está mejor con ellas que con su madre biológica, lo ha estado por 6 años y lo seguirá estando mientras permanezca a su lado.

—Peleando entre nosotras no lograremos nada, tenemos que enfocarnos en ganar esto —estaciona el auto—. Mírame —Scarlett enojada no la miraba—, amor mírame —voltea a verla—, sabés como yo que si sus padres se enteraban ella vendría por nosotras, debemos tratar de enfocarnos como abogadas en esto, sé que es difícil porque es nuestra princesa, pero deja tu lado maternal y enfoquemonos en ganar la custodia como las abogadas que somos. ¿Puedes hacer eso?

—No lo sé, espero que si y sobre todo espero poder controlarme para no asesinar al imbécil de Hank.

—Así que pito chico...

—Es verdad, en la úni se corría el rumor y a todos nos llegó una foto de su micro pene.

—Ay amor —comienza a reír—, tus ocurrencias...

Entonces el clima tenso logra aflojarse un poco o lo bastante para que ellas puedan reír al menos un poco. Se bajan a tomar un café, haciendo tiempo hasta que sus hijos salgan de la escuela para buscarlos e ir a casa de George, para que Atenea, conozca a quien va ocupando un lugar en el corazón del viejo.

La ironía de la vida es que conoció a Agnes en la convención de momias como le decía a su enfermera, entonces le tuvo que dar la razón a ella, quien cada vez que puede no pierde oportunidad para hacer rabear al viejo. Pero Agnes le ha dado más impulso para que comience sus fisioterapias aparte de que sus nietos demandan mucho más energía de él.

—Hola tu debes ser Atenea, George y Scarlett me han hablado muy bien de ti —Scarlett la codea para que estirara la mano.

—Sí, un gusto —los niños pasan a abrazarla—. Veo que mis hijos ya te conocen y te quieren —su esposa toca su espalda en señal de advertencia, de que debe ser más amable— ¿Vamos a comer? Muero de hambre.

La charla en el almuerzo se vuelve un poco más amena, si sacamos a Atenea, que estuvo mirando y analizando a Agnes más que conversar.

—Amor basta, la pones incómoda, sé lo que haces.

—¿Qué hago? —dice dejando los platos para lavar.

—Eso con tu mirada fija, así pones nerviosos a todos.

—Bueno contigo no funcionó, quizás con ella no lo haga.

—Basta, dijiste que le ibas a dar una oportunidad o ¿Quieres que me enoje contigo? —ella niega con la cabeza— entonces ponle un poco más de voluntad.

Los niños se van a jugar al patio y George se va con Scarlett a verlos jugar mientras conversan sentados en el juego de sillas del patio. La diosa se pone a lavar y guardar platos.

—¿Necesitas ayuda?

—No.

—Bien —Agnes se coloca a su lado y comienza a secar la vajilla—, no tienes porqué tener miedo.

—No lo tengo.

—No voy a lastimarlo Atenea.

—Lo sé, te conviene no hacerlo, es el como mi padre. Me crío, por él soy quien soy hoy y no quiero verlo con el corazón roto.

—¡Si alguien puede acabar con el corazón roto te aseguro que esa puedo ser yo. Soy viuda y tengo 3 hijos, que viven lejos y tienen su vida, los amo, pero jamás ninguno de esos tres me ha cuidado tanto como tú a George, debes estar orgullosa es un gran cumplido y yo no hago cumplidos.

Atenea termina de lavar y mira a los ojos cafés de Agnes, algo regordeta con sus mejillas coloradas y el cabello ceniza, una típica abuelita de parque, sino fuera porque esa mujer irradia una aura de fortaleza, de alguien que ha pasado por demasiadas cosas en la vida y solo quiere ser feliz, cualquier luchador reconoce a otro cuando lo ve y eso es lo que ve Atenea.

—Si tú prometes cuidarlo, yo también te cuidaré a ti y viceversa —Agnes estira su mano.

—Entonces tenemos un trato, diosa griega —le dice con una gran sonrisa que finalmente Atenea le devuelve.

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