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7-Enemigo en casa

Siguen sin hablarse ya van a ser tres semanas de la separación, pero al menos Scarlett volvió a la habitación principal, aunque solo a dormir y compartir la cama. Se acuestan una al lado de la otra, y se dan, bueno Scarlett le da la espalda.

   Han trabajado juntas en la oficina, solo hablándose sobre el caso de Alma, tienen en cuenta todas las posibilidades, reúnen pruebas y testigos. Gracias a Dios hicieron la adopción de común acuerdo con una entidad privada, que tiene todos los informes, lo único que les preocupa más que nada es el tema de los pagos de Atenea que pueden usar en su contra y para eso también tienen creada una contra ofensiva, esperan que los suficientemente fuerte como para quedarse la custodia.

   —Deberias irte a dormir —le dice la diosa griega a su esposa acostada en el sillón.

   —Tenemos que aclarar un punto más, pero se me revienta la cabeza.

   La mayor abre el cajón de su escritorio, llena un vaso de agua y camina hasta la pelinegra recostada con los ojos cerrados.

   —Toma, estás muy cansada, podemos seguir mañana, ya nos queda menos.

   —Gracias —se sienta acomodándose en el sillón— tengo miedo Atenea —la mira— tengo miedo de que se puedan quedar con nuestra hija, tengo miedo de que nos pueda pasar lo mismo con Valentín, tengo miedo. Son nuestros hijos, como puede ser que después de 6 años se acuerde que tiene una hija —Atenea caminó hacia ella— ni siquiera la miró en la audiencia.

   —Haremos lo posible para que ella se quede con nosotras.

   —¿Y si vienen por Valentín también? No puedo perder a nuestros hijos, no puedo perder más hijos, encima nuestro matrimonio también está pasando por esta prueba —suspira agotada— Me iré acostar, necesito dormir.

   Scarlett sale de la oficina, dejando a una diosa griega cabizbaja y pensativa.

   Al día siguiente las trincheras parecen haber sido armadas y la tregua aparente se desbarató en menos de 24hs, dejando bandos divididos, algo que justamente ahora no necesitan, sino que estar unidas es cómo deberían afrontar la situación, pero una mala contestación y noches sin dormir bien, hacen efecto.

   Dejan a los niños en la escuela, el auto de Atenea está en el mecánico por una falla del motor y toca ir todos juntos en el mismo vehículo.

   —Chau amores saluden a mami, portense bien y aprendan mucho, los amamos.

   —¿Paso por ti a salida?

  —Sí, por favor.

   —Mis padres nos invitaron a su aniversario, pero si...

   —¿Quieres que vaya?

   —¿Seguimos casadas o no? Si voy, tengo que ir con mi esposa e hijos.

   —¿Tienes qué? Sino quieres no voy.

   —No quiero darle más explicaciones a mis padres, suficiente con nuestros amigos.

   —Tú decidiste ventilar nuestros problemas.

   —Necesitaba hablarlo con alguien, no como otra que me oculto las cosas.

   —Atenea se queda callada— No me pases a buscar y no voy a ir al aniversario de tus padres, para que tengamos que fingir delante de ellos, prefiero no ir.

   —Bien.

   —Se me rompió el teléfono del trabajo, llámame al mío personal, si pasa algo —cierra de un porrazo.

   Llegan al buffet, Scarlett la deja y se va a su trabajo. No se vieron en todo el día, al llegar a casa encuentra a Atenea borracha acostada en el sillón del living con una botella de whisky vacía, los niños se quedaron con sus abuelos ya que mañana salen los 6 con George y Agnes también.

   Scarlett se acerca ve la botella y el vaso vacío, también una cajita con cigarros, un vicio que su esposa se suponía había dejado, cerró los ojos y comprobando que está dormida trae una manta para taparla. Nota su maquillaje corrido señal de que ha estado llorando. Al momento de marcharse su esposa la toma del brazo y la trae hacía ella haciendo que la pelinegra le caiga encima.

   —Estoy cansada Scarlett, cansada de estar lejos de ti, de sentir que aunque vivimos en la misma casa, estoy sola, para mi también es difícil que quieran quedarse a nuestra hija, pero ya no puedo más, ya no sé de que manera pedirte perdón, como quieres que te demuestre lo arrepentida que estoy ¿Cómo?

   —Atenea —la diosa comienza a llorar.

   —Yo sé que hice mal en no decirte, lo sé, pero no puedes lastimarme así por un error, yo de verdad lo lamento.

   —Lo sé, dejé a los niños con mis padres para que habláramos —se acuesta a su lado frente a frente— sé que fui dura contigo, pero me sentí herida, porque no habías confiado en mí lo suficiente como para saber que yo puedo con lo que sea que involucre a nuestra familia.

   —Yo sé que puedes, lo sé, es solo que desde...

  —Desde Collen.

   —Sí, desde que perdimos a Collen —Scarlett cierra los ojos aún le cuesta hablar de la perdida— no has estado bien y no quería cargarte.

   —Está bien amor, tienes razón. Pero si es por nuestros hijos o por ti, yo puedo ir contra el mundo ¿Sabés que?

  —¿Qué?

  —Apestas a alcohol y tabaco —se levanta del sillón— vamos te ayudo a bañarte —le extiende la mano— por cierto se necesitaron 4 personas y 2 niños para convencer a la terca con la que te has casado —Atenea la mira sin entender, si ha ido al aniversario de sus padres quienes son los 4 adultos— George nos presento a Agnes hoy, te lo perdiste —la diosa frunce el ceño.

   —Tengo que conocerla.

   —¿Celosa? No te tenía así con él.

   —Vamos al baño mocosa.
—hacia demasiado tiempo que no usaba ese apodo.

   Scarlett abre el agua de la ducha mientras el baño se llena de vapor, ambas se meten bajo el agua, primero Atenea, la pelinegra a su espalda en un acto de amor la jabona suavemente, luego la abraza y jabona su pecho, brazos y vientre, le lava el cabello con mucha suavidad y amor, Atenea repite lo mismo con ella, solo que la pelicastaña la besa por cada lugar que enjuaga.

   Scarlett toma una bata para ella y espera a su esposa con la otra afuera de la ducha, le ayuda a ponerse la bata, se cepillan los dientes, y la menor queda mirando a su diosa griega.

   —¿Qué pasa?

   —Eres tan hermosa —acomoda un cabello detrás de su oreja— la verdad es que soy afortunada, tengo una diosa olímpica solo para mí.

   —Yo soy afortunada —la besa— te quisiste casar conmigo y formamos una familia hermosa.

   —¿Cómo no iba a querer? Si me enamoré de ti, aún lo estoy.

   Se dirigen a la habitación, para secarse el cabello y vestirse. Scarlett se sienta en la cama mientras la diosa griega desenreda su cabello y lo seca con el secador suavemente.

   —¿Crees que Dios nos quito a Collen porque no estamos listas para cuidarlo? ¿Y si tampoco estamos listas para cuidar a nuestros hijos y es una señal?

   —Sabés que no soy creyente amor, pero ¿Has visto a nuestros hijos? Son los niños más felices del mundo, dime ¿De verdad piensas que Emma podría hacer asi de feliz a nuestra hija? Ni siquiera la miró en la audiencia. Lo que nos hace familia es el vínculo que creamos y ellos son nuestros hijos, aunque no lleven nuestra sangre. Algún día tendremos uno que lleve nuestra sangre, bueno al menos la de una de nosotras, pero eso no hara a los demás menos hijos.

   —Lo sé, igual desde lo de Collen... no sé si quiero.

   —No lo decidamos ahora, veamos más adelante. De todas maneras el óvulo que implantaron, no creo que haya prendido, y a ti te vino, asi que no creo que estes embarazada. Lo podemos decidir más adelante.

   —La habitación del bebé, igual quedó armada y no he vuelto a entrar desde...

   —Lo sé —la toma la mano— tenemos otro problema, en el teléfono del trabajo tenía las llamadas y los registros de chat con Emma.

   —Conozco un técnico muy bueno, mañana mismo se lo llevaremos. No te preocupes —la besa— ahora estamos las dos en esto.

   Terminaron de secarse el cabello y se acostaron, tapadas por una bandera blanca de tregua. Abrazadas y acurrucadas cerca la una de la otra, tan cerca que la más chica puede sentir los latidos del corazón de su esposa, su aroma y el calor de su piel. Entonces finalmente la tregua llegó a esta casa.

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