El timbre de casa suena, y un joven pregunta con una enorme caja de regalo y unos globos por Atenea Antonopoulos y Scarlett Jensen, para entregar un paquete, la diosa se dirige a la puerta para recibirlo aunque no encargaron nada.

-Dra. Atenea Antonuplos.

-Antonopoulos, sí soy yo.

-Queda debidamente notificada -le saca una foto- gracias.

-¿Una citación? -abre el sobre- pero que hija de...

Scarlett toma el sobre comenzando a leer la citación, su esposa toma el teléfono y llama comenzando a gritar furiosa por teléfono. Corta y está Scarlett esperando explicaciones con el papel en la mano.

-¿Me puedes explicar que es esto? ¿Y a quién llamaste?

-A quien nos citó.

-¿Cómo tienes su número? -Atenea entra a la casa, los niños se fueron a pasear con Charles y Alejandro que los llevaron a una feria- Atenea cómo tienes el número de ella -se queda callada- habla ahora ¡¿Qué me has estado ocultando?!

-Lo siento, yo solo cometí un error.

-Sí, claramente lo cometiste. ¿Hace cuanto que me mientes? ¿Desde cuando te ves con ella? -su esposa quiso acercarse pero ella se aparta- no me toques dime la verdad -se queda callada- ¿Desde hace cuanto le das dinero para comprar su silencio, para que yo no me entere? ¿Cómo sé lo del dinero? Bueno solo tuve que meterme a ver los movimientos de cuenta, y el contador que te llamaba cerró el círculo.

-Intenté arreglarlo, ella iba desaparecer, tenía que desaparecer una vez que recibiera el dinero, pero no lo hizo y siguió pidiendo más.

-¡TE DAS CUENTA QUE ESTO QUEDA COMO QUE ESTUVIMOS COMPRANDO A NUESTRA HIJA! yo no voy a perder a al Alma Atenea, no la voy a voy a perder, suficiente fue perder a uno -comienza a llorar- es una demanda para reveer la adopción, ella es la demandante y ahora podría tener pruebas de que estuviste comprando su silencio.

-Vamos a solucionarlo.

-Espero que sí, espero que lo solucionemos, porqué si nos quitan a nuestra hija por tus pagos de silenció, tendremos que ver a dónde va también nuestro matrimonio.

-¡No quería que te preocuparas! -la sigue a los gritos por la casa- No sabía si podrías después de lo que pasó ¿Vas a dejarme por eso?

-No, lo haré por no confiar en mí lo suficiente como para que viéramos una solución las dos, por poner en riesgo nuestra familia, por arriesgar a que nos puedan quitar a Alma, por eso te dejaría, por eso, no por otra cosa.

Scarlett sale de casa tomando las llaves de su auto, dejando a su esposa parada en la puerta principal sin poder retenerla para que ella no se vaya. Se dirige al único lugar donde puede ser y se siente entendida.

-Hola Alice ¿Está contigo?

-Sí está aquí, fue al baño, pero no quiere hablarte.

-Está bien, solo quería saber si está ahí... ¿Crees que hice mal?

-Atenea -suspira- no vamos a ver quién tiene razón o no, ahora te digo lo que le dije a ella, hay que enfocarnos en resolver lo de Alma -se escucha la voz de Scarlett- después hablamos tengo que dejarte.

Las horas pasan y llega el auto de Scarlett a casa, quien baja a Alma dormida cargandola, su esposa corre afuera apenas la ve llegar.

-Baja a Valentín que también está dormido.

Dejan a los niños, Scarlett llora en silencio besando la cabeza de su hija dormida mientras Atenea la observa desde la puerta, se acerca y le toca el hombro, pero ella le saca la mano, se levanta y sale.

-No voy a perderla, es mi hija -se limpia las lágrimas- no quiero hablar contigo ahora. Dormiré en el cuarto de huéspedes, después veremos. Tenemos qué -comienza a llorar nuevamente-, tenemos que preparar la demanda y ver con que nos encontramos cuando lleguemos allá, menos mal que soy abogada de familia. Mañana me pondré con eso.

-Amor, no dejaré que se llevan a nuestra hija.

-No prometas algo que no puedes cumplir, ya veremos como sigue todo esto.

Los días que van pasando y el momento llega, tienen que llevar a Alma a la citación, le dicen que le van a mostrar donde trabaja mamá y mami, para no preocuparla. Llegado el día concurren a la audiencia.

-Hola chicas -las saluda la parte acusadora.

-Hola Emma.

-Mira nuestra nieta Joaquín -la pequeña se esconde detrás de Scarlett- es igual a nuestra hija cuando era pequeña. Tú, a ti te conozco, tú fuiste a dejar a Emma a casa en moto hace años. Tú te quedaste con nuestra nieta -habla su madre en español.

-Es nuestra hija y Emma estuvo de acuerdo en eso -intervine Atenea.

-Emma era menor en ese entonces, no podía hacerse cargo ni de ella misma, estaba vulnerable y ustedes se aprovecharon de ellas.

-¿Qué le has dicho a tus padres? Eso no es verdad Emma -la increpa Scarlett- tú nos llamaste para decirnos que quería que la tuviéramos, tú nos diste a Alma.

-Ahora la queremos de vuelta.

-No es un auto, es una persona -la niña se esconde detrás de Scarlett- y ella ya tiene una familia que la ama y mamás que la cuidan.

-Dos madres... eso es antinatura, Dios hizo al hombre y la mujer para estar juntos, no dejaremos a mi nieta cerca de una aberración.

-Has que tu madre se calle Emma, nuestra hija lleva casi 6 años con nosotras, 6 felices años. En los cuales no quisiste saber de ella ni una sola vez.

-Cartagena contra An-to-no-pou-los -el oficial lo separó en sílabas para poder decirlo- y Jensen.

Entran todos a la audiencia, cada parte presenta sus mociones. La madre de Emma se pone un poco eufórica y la jueza le pide que se ubique o va a sacarla de la sala.

-Esto es una audiencia conciliadora, a ver si llegamos a un acuerdo entre las partes. ¿Que propone la parte de Cartagena?

-Quiero la custodia completa de mi hija.

-Ni loca, no, no te daré a mí hija -interviene Scarlett y no como abogada, sino como madre.

-La parte demanda que propone.

-Visitas pactadas cuando ella quiera verla, pero nos quedamos con la custodia completa, hasta que demuestre que es apta para cuidar a Alma, de ahí ver la custodia compartida.

-¡Es absurdo! Mi hija es su madre, es su sangre ¡¿Cómo va a darles la custodia y tenencia de mi nieta?!

-Ese fue el último aviso, retirese de la sala ahora mismo.

La mujer sale, mientras que su padre se quedó a acompañarla, Emma lo mira y el niega con la cabeza.

-No estoy de acuerdo.

-Bien -suspira la jueza- entonces la menor queda con las demandas, hasta la fecha del juicio.

Emma ni siquiera mira mucho a su propia hija, no le intereso ni le interesa, hace esto por sus padres y eso se nota.

-Bien entonces hasta el juicio -mira su teléfono- nos vemos.

-Perdón ¿pero puedo verla? -se acerca su padre y Alma se esconde alzada en el cuello de Scarlett, ella asiente- hola nena yo soy Joaquín, tu abuelo también, te compre esta muñeca y quería dartela -saca una muñeca de trapo y la niña la toma dando las gracias- gracias por cuidarla, sigan haciendolo hasta que pueda estar con nosotros.

-Lo seguiremos haciendo porque ella no dejará de estar con nosotras. Hasta el juicio Joaquín.

Se da la vuelta y se marchan ambas con Alma en brazos. La suben al auto y entonces la niña habla.

-¿Esa era mi mamá Emma?

-Sí amor.

-Mamás pero ella no me mira como ustedes, ni siquiera me habló, yo no le importo, no quiero irme con ella.

-No lo harás hijas, vas a quedarte con nosotras.

-¿Ustedes también están enojadas por su culpa? Porqué mamá y tú no duermen juntas -Scarlett mira a Atenea- ¿ahora ya no se quieren más?

-Si nos queremos y lo más importante es que los amamos mucho, mucho -mira a hija mientras su esposa maneja a su lado- ustedes son lo mejor que tenemos.

-Pero...

-Hija mamá y yo solo, necesitamos dormir así porque ronco muy fuerte y ella está tan cansada que no puede dormir bien.

-¿Irás al médico mami? Porque no me gusta que estén separadas.

-Claro mí amor, la semana que viene tengo cita con el doctor.

Atenea la mira de reojo sin decirle nada, la verdad es que desde hace dos semanas no duermen juntas, se hablan poco y se ven poco dentro de la misma casa. Al llegar Scarlett está en la oficina o en la otra habitación, se ven en el almuerzo o cena y pese a los intentos de Atenea por entablar una conversación, se encuentra con una pared del otro lado.

La diosa se toca el anillo de casada todo el tiempo en su mano, y es lo primero que ve en su esposa cuando la mira, para confirmar si aún siguen casadas, aunque un anillo es algo simbólico, ver que aún lo trae puesto le da algo de tranquilidad al menos.