Los niños hoy tuvieron jornada así que Scarlett, pidió el día en el trabajo, uno de los tantos días que le deben y fueron a la casa de Alice y Cris para almorzar con ellos, como Alice está de licencia por maternidad aprovecharon el estar sola con los niños para ponerse al día, pero antes de llegar recibió una llamada esa mañana más temprano, una llamada que lo cambiaría todo.

   —Buenos días ¿con la señora Scarlett Jensen?

   —Sí, soy yo.

   —Nos comunicamos de la clínica Martedei donde tienen congelados sus óvulos lamentamos darle malas noticias, pasó algo con respecto al contenedor de los óvulos que tenían guardados...

   —Scarlett —la llama por tercera vez Alice— ¡SCARLETT! Mujer es la tercera vez que te llamo.

   —Perdón me quedé pensando en algo de esta mañana, tengo que hablar algunas cosas con Atenea.

   —¿Qué me decías?

   Scarlett se pasea con el pequeño Alexander en brazos mientras lo hace dormir, mira su pequeña carita y manitos embobada, piensa en tantas cosas en como hubiera sido si...

   —Dámelo, lo voy a acostar, no quiero que se acostumbre a los brazos sino luego no me dejará hacer nada por querrá que lo carg... —mira el rostro de Scarlett— perdón Scar ¿Quierés tenerlo un rato más alzado?

   —No, no, tienes razón —hace la mueca de una sonrisa— será mejor que lo acuestes.

  —No, pero...

   —Alice estoy bien, acuéstalo en el cochecito, voy por un vaso de agua.

   Se apoya en la mesada mientras el vaso se llena y rebalsa de agua en su mano bajo el grifo, la voz de su amiga la devuelve a la realidad.

   —¿Entonces?

   —Alice te digo que... hijos cuidado con su primo él es más chiquito amores.

   —Dejalos jugar Scarlett. Sigamos conversando... antes de que llegue Cris, pierde el hilo y hay que explicarle todo de vuelta, Dios ese hombre.

   —Está rara, viene hace unos meses así, después de lo... —se rasca el cuello— bueno ya sabes. Atiende llamadas afuera y habla en voz baja, hace un tiempo le respondió mal a Valen, pasa mucho más tiempo en la oficina...

   —¿Hace cuanto que no?

   —Dos meses —ella abre los ojos— no he tenido ganas, la psicóloga dijo que es normal que el apetito sexual disminuya y...

   —Disminuya si, no que no exista.

  —¿Crees que tiene una aventura?

   —No la creo capaz de eso, Scarlett, ella te ama, de verdad que si. Lo que han pasado ha sido duro para ambas, quizás su forma de lidiar con todo es trabajando más, sabes que ella es más...

  —¿Dura?

   —Sí, lo es y no es muy buena lidiando con sentimientos. Ella procesa las cosas a su manera, pero hasta que no hables con ella no lo sabrás. Deja de sacar conjeturas y explotarte la cabeza, pregúntale y habla con tu esposa, Scar, tienen hijos de por medio, tienen que solucionar lo que les pasa.

   —Mamá, Valentín me empujó —dice su hija llorando

   —Ella me tiró el pelo.

   —¡NO QUERÍAS COMPARTIR EL CULUMPIO Y ES MI TURNO!

   —Columpio, y todavía no era tu turno.

   —Bueno basta los dos o comparten o no se sube ninguno, voy a poner la alarma —toma el reloj para el horno— tienen 5 minutos cada uno para usarlo y después le toca al otro, y ayuden a su primo a subirse también.

   —¿Cómo están los niños?

   —Lo van llevando, siguen con terapia y la habitación sigue cerrada, aún no he podido entrar, ella embala todo cuando no estoy.

   —No te olvides que ella también sufre Scarlett —ella la mira—, tiene su manera de procesar las cosas, pero también siente y sufre.

   La puerta se abre de golpe y entra Cris, los niños se le pegan a las piernas para que los lleve así por toda la casa, atrás se estaciona el auto de Atenea que baja de traje y con lentes de sol, siempre con el mismo porte de soberbia diría Scarlett.

   Baja del auto hablando por teléfono, al ver a su esposa sabe que el horario laboral termina, así que corta la llamada apaga el celular guardándolo en la cartera.

   —Hola amor —camina Scarlett hacía ella—, estás muy guapa, me gusta como estás vestida.

  —Si me has visto esta mañana, amor.

  —Bueno pero no te dije lo guapa y hermosa que estás —Atenea sonríe.

   —Gracias tú también estás hermosa, bueno eres hermosa —se saca los lentes— amo tus ojos color cielo y a ti completa.

   —A ver si las adolescentes enamoradas entran que se enfría la comida —dice Alice cargando a Alex que llora— Scarlett puedes cargar a tu sobrino, ya se despertó —Atenea la agarra.

   —No tienes que...

   —Está bien, lo cargué desde que llegué, estoy bien —la besa—, de verdad, estoy bien.

   Los niños salen a abrazar a Atenea, el hijo de Alice y Cris, aún le tiene un poco de miedo y respeto a la diosa griega, como todos los mortales, excepto su esposa que desde el primer día la desafía.

   Ella carga cómo puedo a los tres niños, uno trepado en la espalda que es Alma y los otros dos en brazos. Sigue siendo divertido ver a Atenea en modo mamá. Ella entra así a la casa y Cris larga una risita.

   —¿Algo gracioso, Broncaster?

   —No, profesora.

   —Ya no estamos en la universidad, Cris —lo codea Scarlett— y tú deja de ponerlo nervioso. Vamos a comer, niños y adultos recién llegados a lavarse las manos.

   —¡Carrera al baño! —grita Cris.

   —A veces creo que tengo tres hijos... —Alice se da cuenta de su comentario— perdón, lo decía porque Cris es infantil y...

   —Alice está bien, yo también me voy a lavar las manos, pero lo haré aquí en la cocina.

   La dueña de casa mira a su amiga y le pide disculpas modulando la boca sin decir una palabra.

   Se sientan a comer y hacen la sobre mesa, Atenea en varias oportunidades mira al pequeño bebé, hasta que tuvo la oportunidad de alzarlo un rato. Cuando se le llenan los ojos de lágrimas, se lo devuelve a su madre y se mete al baño.

   —¿Estás bien? —pregunta Scarlett entrando con ella al baño.

   —No, creo que aún es demasiado pronto y creí que podría, pero no puedo —comienza a llorar— me duele y no lo entiendo ¿Por qué? —su esposa la abraza fuerte— creo que deberíamos irnos, los niños tienen tarea y...

   —Está bien, amor, no necesito explicaciones, vamos.

   Terminan de tomarse el café y se marchan a casa. Boby los espera ansioso y para salir a despejarse salen a caminar los cuatro y sacan a pasear al perro, que adoptaron de un refugio de animales en vez de comprar uno innecesariamente y al cual los niños aman incondicionalmente, como el perrito a ellos.