Pasan 6 meses del caso complicado, pasan demasiadas cosas, algunas a las que a ella aún les cuesta hablar. En realidad les cuesta a todos, sobre todo a los niños.
Con la ayuda de su esposa, el complicado caso que tenía la Dra. Antonopoulos lo ganó y diría que con lo justo, con sus años de experiencia admira demasiado a Scarlett quien es bastante sagaz y una muy buen y feroz abogada. Más allá de que tenga una relación con ella, sabe que cualquier firma competente la haría socia en menos de la mitad del tiempo de lo que le toma a cualquiera o ella misma podría tener su propia firma exitosa.
Más allá de eso las cosas volvieron a la normalidad, si por "normalidad" se toma en cuenta la nueva costumbre de la diosa griega por desaparecer, esconder el teléfono y tomar llamadas susurrando. Esto pone las cosas más tensas entre ellas.
—Amor esta noche nos invitó a cenar George ¿Quieres que vamos?
—Claro hace mucho que no lo vemos y los niños lo extrañan —dice mientras habla por el altavoz del auto—. Paso yo por los chicos ahora y si quieres compro algo de pos... amor acabo de olvidar que tengo que llevar mi auto al service ¿podrías pasar por nosotros al shopping cerca del taller? Haré tiempo hasta que salgas y de paso los niños juegan.
—Claro los veo en un rato, apenas me desocupe voy por ustedes. Los amo.
—Te amamos más —gritan los tres.
Llegan al centro comercial, y se van directo a los juegos, Scarlett va llegando a ellos cuando un ramo de flores aparece frente a ella y del ramo su esposa.
—Para el amor de mi vida y la esposa que me hace mejor persona.
—Scarlett sonríe y toma el ramo— Amor —la besa y abraza— ¿Qué haces aquí? Todavía te quedaban 2 horas más en la oficina.
—Ser la jefa tiene sus beneficios y tener un esposa sexy de la cual no puedo estar mucho tiempo lejos, vale el uso de los beneficios —la toma de la mano— ¿Dónde están nuestros hijos? —Los divisa mientras ambos vienen corriendo hacía ella— hola mis bebés, mamá los extrañó mucho, mucho —los abraza fuerte.
—Mamá vas a rompernos —dice Valen— y ya no somos bebés, vamos a cumplir 6.
—Siempre serán bebés para mamá.
Siempre le da ternura a la pelinegra, ver a la dura abogada vestida de ropa formal jugar o apretujar a sus hijos que tiran su fachada al piso. Ella se agacha con su pantalón impoluto blanco sobre el suelo, los niños no tienen las manos muy limpias que digamos, ya que hoy tocó jugar con pintura y alguna aún todavía está fresca, Scarlett ve la mancha en el pantalón, pero sabe a Atenea no le molesta, son sus hijos y es solo ropa.
—Hijos iremos con mamá a tomar un café en ese café de allí —señala un café justo frente al area de juegos— cualquier cosa estamos ahí, aquí tienen las tarjetas con saldo para jugar, luego vamos a comer algo los 4.
Caminan de la mano y se sientan en una mesa, bajo la mirada curiosa de algunos. Miradas a dos adultas casadas que se toman de la mano, algunos se levantan y se van, porque nunca faltan los intolerantes al amor del mismo sexo. Scarlett se queda mirando a una pareja, que va paseando con un bebé en su cochecito y su esposa se da cuenta.
—¿En qué piensas?
—En nada —limpia una lágrima e intenta sonreír, dirigiendo su mirada al menú— tienen demasiadas cosas en la carta.
—Amor...
—Por favor solo ordenemos algo del menú, tengo que acostumbrarme a esto, pero no quiero hablar.
—Atenea suspira— Está bien... ¿Qué quieres tomar?
—No sé —Atenea tomó su mano—, no desayuné bien.
—Estás aún un poco anémica.
—Lo sé ¡¿Está bien?! Lo sé, pero ni siquiera tengo ganas a veces de levantarme de la cama, hoy no tenía ganas de desayunar, de hecho nunca tengo muchas ganas de comer, pero sé que debo hacerlo.
—Perdona, solo me preocupo.
—Estoy... no es tu culpa, no debí hablarte así. Tienes razón, debo comer mejor, solo que no siempre tengo ganas. Ya casi es hora de almorzar, un café y jugo natural está bien. —besa su mano— ¿Qué pedirás tú?
—Un café con leche.
—Me dan asco —dice un sujeto pasando por al lado de ellas— que asco que le gusten las mujeres.
—Disculpe no sabía que era un gay homofóbico.
—No lo soy, maldita lesbiana. Soy bien macho y me gustan las mujeres.
—Como acaba de decir que asco que les gusten las mujeres —el tipo se queda un momento procesando la jugada de jaque mate de la diosa— ¿Qué pasa no le sube oxígeno del pene a la cabeza? Pedazo de mierda homofóbica —La diosa besa a su esposa a propósito.
—No deberían hacer eso hay niños —grita la esposa del tipo escandalizada— se irán al infierno.
—Y allí los nos veremos, manga de imb...
—Les voy a pedir que se retiren —interviene el dueño— no nos gusta este tipo de escenas en mí negocio —ellas se ponen serías, Scarlett toma su cartera— a ustedes les hablo señores —se dirige a la otra pareja— no tolero la intolerancia y no tiene nada de malo que ellas sean pareja, así que por favor retirense —la tipa y el tipo se levantan marchandose indignados— la casa invita lo que pidan, disculpen el mal rato ¿Ya saben que pedir?
—Muchas gracias —el dueño sonríe.
—Odio la gente intolerante. Son bienvenidas cuando quieran y sus hijos también —vienen los niños gritando mamá y mami— son hermosos. Entonces ¿quieren algo para tomar aquí o para llevar? Servimos almuerzo también.
—Definitivamente para comer aquí.
Almuerzan los cuatro mientras apagan los teléfonos de trabajo y solo les prestan atención a sus hijos. Suena el teléfono de Atenea, lo ve y hace una mala cara.
—¿Todo bien?
—Sí, lo de siempre en realidad, nada de que preocuparse. Los dejo en casa así se bañan y cambian, luego los busco para ir por el postre.
—¿No vas a cambiarte?
—Me llevarías ropa, por favor.
—¿A dónde tienes que ir?
—Unos temas de trabajo, tengo que pasar a dejarle unos papeles a Philip de una licitación que tiene que presentar mañana a primera hora y no pasó a buscarlos.
Antes de poder decir algo más llega el mozo con la cuenta, algo no le viene cerrando a Scarlett hace tiempo, pero no quiere desconfiar de su esposa.
En el auto Atenea intenta darle conversación pero Sacarlett está bastante cortante, aunque quiera disimularlo. Los deja en casa y ella luego vuelve a buscarlos, aunque como se demora más de lo esperado llegó con el postre.
—¿Vamos? —quiso besar a su esposa pero ella pasa de largo.
—Vamos, veo que compraste el postre. Genial. Niños suban al auto que ya se no hizo tarde.
—¿Pasa algo?
—Es lo que me pregunto, estás muy rara.
George ahora camina con ayuda de un bastón, los chicuelos llegan a abrazar a su abuelito. Esta semana hizo instalar un enorme centro de juegos en el patio, que consta de un barco y casa del árbol con juegos.
—Pasen, pasen tengo una sorpresa para ustedes niños. —dice muy animado— está en el patio ¿Quien quiere ir a ver?
—Yo, yo, yo ¿Podemos mamás? —ellas dan el ok y corren.
—¿Ahora de quién es la culpa de llegar casi una hora tarde?
—De tu diosa olimpica George —su nuera lo abraza fuerte— veo que las terapias van muy bien, me alegra que estés caminando y como está Agnes.
—¿Quien es Agnes? —pregunta Atenea.
—Alguien que estoy conociendo, quizás si vinieras más seguido sabrías.
¿Como que quizás si fuera más seguido? Si la semana pasada le había dicho a Scarlett que estuvo con él.
—<<¿Dónde has estado Atenea?>> Su esposa la mira— Claro que sé quién es, si mi esposa me contó sobre ella, quería saber si tu me decías primero —clara mentira, no tiene ni puta de idea quien es— bueno vamos a calentar la cena y comer.
Ella se adelantó mientras Scarlett se fue con George a ver a los niños jugar con la nueva adquisición. Ellos cuchichean afuera hablando en voz baja y la diosa llega a escuchar la última parte de la conversación.
—Está rara George
—Solo han pasado 6 meses Scar, quizás puede ser por...
—Esto no es... no por él, ha sido difícil, fue difícil para todos, más para los niños.
—Quizás son cosas de trabajo Scar, no tienes que preocuparte. Vamos adentro —llegan a la cocina— ¿Qué tal va la cena?
—Bien ya sirvo la comida ¿Quieres llamar a los niños amor?
—Scarlett va a buscarlos— Tienes que decirle Atenea, si esto sale a la luz ella no te perdonará, conoces a Scarlett y has estado ocultando esto mucho tiempo, ella sospecha.
—¿Crees que ella me perdone si se entere?
—Es mejor que lo escuche de ti.
—Mamá es genial lo que el abu nos compró, el barco es enorme —dice alma.
—Y desde la casa del árbol se ve tooooodooo —dice Valen.
Ella abraza fuerte, fuerte a sus hijos, los mira a los ojos a ambos y besa sus frentes. Los observa por un momento, hace tan solo ayer que dieron sus primeros pasos y les decían mamá y ya tienen casi 6 años.
—¿Qué pasa Mamá?
—Estan tan grandes, ha pasado tanto tiempo.
—¿Nostálgica? Vamos a comer que se enfría y mañana tienen escuela, ya nos demoramos bastante en llegar y no pueden acostarse tarde.
George mira a la diosa, negando con la cabeza. Ambos conocen a Scarlett y sabe que la mentira es lo que menos soporta la joven, un secreto como el que guarda Atenea puede acabar con su familia y con su matrimonio.
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