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Capítulo 9

¿Cómo las cosas podían de estar mal a irreparablemente horrorosas?

Solo tenías que poner a tu crush y tu antiguo crush en la ecuación entre paréntesis, multiplicado por un Todoroki recién peleado con su novia. Si querías que las cosas se pusiesen incluso mejor, podías elevarlo a la potencia de tus dos mejores amigos.

Aquella era una versión resumida de cómo Izuku terminó en el cine en una especie de cita triple con Todoroki, Kirishima, Kacchan, Iida y Ochako.

Nada bueno podía salir de eso. Estaba seguro que le daba más desconfianza que el caballo de Troya.

—Kirishima fue muy amable al invitarnos, ¿no? —preguntó Ochako, aunque Midoriya sabía que se lo hacía a propósito.

Recapituló los hechos ocurridos con anterioridad: el momento exacto en que divisaba a Kiri junto con Kacchan, a Todoroki descubriendo lo que captaba la atención de Midoriya, al mismo Shouto acercándose a saludar.

Se veía molesto. Y eso —más el hecho de interrumpir a otras dos personas— no era algo muy Shouto Todoroki. Pero supuso que no estaba en sus cabales por... lo que sea que estuviese ocurriendo en su vida.

Kirishima no parecía afectado de encontrarse con Midoriya durante una cita con Kacchan. Él mismo le había confesado acerca de su visión libre sobre el amor; de hecho parecía más que feliz de que todos estuviesen allí reunidos.

Kacchan lucía como si quisiera hacerlo comer tierra. Más de lo usual.

Luego, Eijirou divisó a Iida junto con tres batidos y no quedó más opción que revelar la presencia de Ochako. De pronto aquello se había vuelto una multitud, y todo se vio empeorado con las palabras del pelirrojo:

—¡Oigan tuve una idea! —dijo con una sonrisa radiante—. ¿Y si entramos todos?

Y así fue cómo los seis terminaron en una apretada sala de cine, una cantidad excesiva de botanas y un Kacchan muy irritado.

—Recuérdame nunca más aceptar una de tus brillantes ideas —le dijo a Eijirou.

—¡Es una salida de amigos! —exclamó Kiri, que estaba entre él e Izuku.

—¿Sabes quién será tu amigo? Mi bota. Contra tu trasero.

Todoroki —al otro lado de Midoriya— tampoco lucía del todo feliz, pero al menos fingía mantener la compostura. Comía parsimoniosamente una barra de chocolate, aunque no lo hacía como las personas normales que cortaban las hileras y comían cada cuadrado. No, Shouto clavaba sus dientes en las esquinas del chocolate y las arrancaba, dejando la barra con un corte desigual.

Izuku quería ser ese chocolate.

—¡Ochako, quita tus piernas de encima! —escuchó quejarse a Iida.

Y quizás esa debía ser la peor cosa de todas: Ochako e Iida estaban en las filas de atrás —por culpa de la falta de espacio—, justo en el asiento detrás del de Izuku.

Tendría que escucharlo pelear durante toda la película.

—Será divertido, ¿eh? —murmuró Kiri en su oído—. Las salidas grupales son mis favoritas.

—¡Deja en paz las palomitas!

—Iida-kun, eres un bebé berrinchudo. Igual que Bakugo.

—¡¿Qué mierda dijiste, cara redonda?!

Aquello tenía que ser su karma. El universo estaba viniendo a cobrar a Izuku por ser un culisuelto y tener algo así como una triple vida.

Él no saldría vivo de esa función de cine. Estaba seguro.

—Lo siento —murmuró Izuku hacia Todoroki—. Tú estabas tan tranquilo, y ahora...

Shouto se encogió de hombros, restándole importancia al asunto. Estaba apretujado contra el asiento de la pared, sus piernas en los apoyabrazos del asiento de adelante por culpa de sus bolsas.

—Me hará bien. Salir con... con personas. Personas vivas —Se quedó un segundo en silencio—. No es que esté diciendo que salgo con personas muertas.

Izuku rio. Al menos no era el único al que los nervios y la estupidez lo dejaban vencer a veces.

—Casi te imaginé saliendo con un grupo de zombis.

—Él es un zombi —intervino Bakugo, con las piernas encima del respaldo del asiento delantero—. Igual que el chalado de su hermano.

Shouto frunció el entrecejo al escuchar que se metían con su hermano. Izuku no lo conocía en persona, pero sabía que se referían a Dabi Todoroki.

—Y tú un capullo —murmuró Ochako, lo suficientemente alto para ser escuchada por el rubio.

—¡Te juro que te dejaré calva!

Un empleado del cine se acercó para chistarles que dejasen de armar alboroto, pero Bakugo lo mandó amablemente —a los gritos— que se fuera a freír espárragos —a la puta madre—; fue Kirishima quien consiguió que no les vetaran la entrada al cine o al centro comercial, si iban al caso.

Las luces bajaron y la función dio inicio. Izuku ni siquiera podía recordar el nombre de la película —pero para mayor inri, estaba seguro que era una especie de drama romántico y muy estúpido.

¿No era suficiente con la vida que le había tocado?

Izuku se había vuelto algo así como inmune al romance. Quizá porque todo le recordaba a su historia y su harem, y eso le provocaba un automático repelús. Maldita la hora en que no siguió haciendo sus fanfics de SuperBat y Ereri.

Kacchan gruñía, pero más que nada porque Kirishima estaba molestándolo. Por alguna razón, Izuku era casi invisible para el pelirrojo; trató de no sentirse ofendido o celoso —no tenía autoridad moral para ello— ya que la salida inicial había sido de ellos dos.

Shouto —e Izuku, indirectamente— les habían arruinado el momento a solas.

—Dios, este tipo es muy feo como para ser actor de una película taquillera romántica —dijo su amiga con la boca llena de palomitas—. Apuesto a que es impotente o algo. O la tiene pequeña.

—¿Y eso a ti qué? —le masculló Iida—. ¿Acaso te afecta?

—Afecta en mis expectativas de encontrar al hombre perfecto.

—El hombre perfecto no existe, Uraraka. Es un invento del capitalismo.

—¡Tú y tu odio al capitalismo! ¡Bien que te veo comiendo en McDonald's!

Silencio —le chistó Izuku—. Dejen sus peleas maritales para otro momento.

—¡Ja! Ni en mis pesadillas estoy casada con este anteojudo.

—¡¿Acaso estás insultando mis capacidades como posible esposo?!

Midoriya se agarró la cabeza con frustración. Ni siquiera era capaz de prestar atención a la película con sus dos amigos peleando como monos por una banana.

Una risita se escuchó a su costado. Le sorprendió que fuese de dónde Shouto estaba sentado; aunque sus ojos estuvieran clavados en la pantalla, se tapaba la boca para no estallar en carcajadas por culpa de Iida y de Ochako.

Aquello le dio un poquito de calidez en su interior.

Con el correr de los minutos, concluyó que la película era demasiado aburrida. Nadie —excepto Kirishima— parecía estar disfrutándolo. Y dudaba mucho de que aquella cosa pastelosa hubiese la primera opción del pelirrojo y de Kacchan.

Los protagonistas estaban en una escena demasiado cliché y que daría escalofríos a cualquiera —por la vergüenza—; el diálogo era casi igual de horrible:

No eres tú, María... soy yo. Soy yo el que no es bueno para ti, y no puedo dañar a semejante cosa hermosa.

Ochako gruñó.

—¿Qué clase de mierda heterosexual es esta?

—¡C-cállate! —le espetó Iida con la voz quebrada—. Esto es tan emotivo...

Según Izuku, esa película tanta emotividad como un charco era profundo.

Todoroki incluso se había quedado dormido. Rígido y con los brazos sobre el pecho, pero se veía tan pacífico que Izuku no podía despegar su mirada de él.

Por un momento había temido que Kirishima lo pillase apreciando la belleza tan varonil de otro hombre, pero el chico estaba completamente enfrascado en la babosa película.

No lastimaría a nadie que mirase a Shouto.

Porque, en serio, de verdad, el muchacho era guapo. Su título de rey de la escuela no era en vano: todos los hombres habrían querido ser como él y las muchachas poder lucirlo como trofeo.

Y el maldito cuello de tortuga le hacía ver como un modelo inalcanzable.

Bueno, de todas formas, Shouto ya era inalcanzable. Si no era por Momo o su etérea perfección —que nada cuadraba con el desastre que Izuku era—, estaba también el hecho de que Todoroki Shouto lo había despreciado en la fiesta de Mina Ashido.

Así que sus posibilidades eran y serían nulas. No había más que hacerse la idea de ello.

—¡Vaya tremenda película! —exclamó Kirishima, estirando sus brazos al salir de la sala de cine—. Bakugo, tenemos que venir a verla otra vez.

—No vendría ni aunque fuese gratis, imbécil —masculló el otro—. ¡Ni aunque me pagases un millón de yenes me tragaría esta mierda otra vez!

Shouto iba al lado de Izuku, bostezando como un pequeño animalillo que acaba de levantarse de una siesta. La mitad de su cabello estaba ligeramente revuelta: allí donde se había apoyado contra la pared para dormir.

Tuvo que retener el impulso de estirar su mano y acomodar aquellos cabellos él mismo. Era un deseo estúpido. Tendría que haberse concentrado en fingir estar ofendido porque Kirishima apenas y le prestaba atención.

—Puedes venir con Iida-kun, Kirishima —dijo Ochako mientras masticaba un chocolate que le había sobrado—. Todavía se está limpiando los mocos.

—¡No es cierto! ¡No dejaré que manches mi honor con mentiras!

Sus dos mejores amigos comenzaron a discutir, aunque en realidad era solo Tenya moviéndose como robot mientras Uraraka reía a carcajadas. Kirishima carraspeó.

—Vendré con Midoriya, entonces —dijo con una sonrisa—. Él no me dirá que no.

Izuku iba a decir algo, pero Kacchan lo cortó:

—Me paso por las bolas que vengas con quien sea —bufó el rubio—. ¡Por mí, tú y Deku se pueden caer por un barranco! Lo que me recuerda...

Sonrió con malicia hacia Izuku. El tipo de sonrisa que le hacía de niños cuando estaba a punto de hacerle calzón chino.

—Hablé con Yamada. Ya no pienso hacer el trabajo de inglés contigo, Deku —escupió su nombre como si le diese asco.

—¡¿Qué?! —exclamó Midoriya.

—Lo haré con Kirishima.

—¿Qué? —repitió, esta vez al unísono con Kirishima y con Todoroki.

Los tres habían quedado de piedra ante esa confesión.

—¿No crees que yo, tu compañero, merecía al menos un aviso de esto...?

—¡Agradece que no le dije a Yamada lo que hiciste! —Kacchan apretó los dientes, seguramente al recordar la escena en su cuarto—. ¡Así no se puede trabajar!

—¿Y tú quien te crees que eres para sacarme a mi compañero? —preguntó Shouto, completamente irritado.

Izuku no podía creérselo. Una parte de él estaba feliz de liberarse de Kacchan, pero la otra estaba ahora aterrada de tener que lidiar más tiempo con Todoroki.

Pero las cosas siempre podían ir peor.

Kirishima no parecía saber qué posición adoptar. No lucía del todo molesto, pero tampoco feliz; la palabra correcta debía ser dividido.

Y Kacchan... Kacchan lucía bastante satisfecho. Si era porque se deshacía de Izuku o porque estaba robándole a Kirishima... no podría definirlo exactamente.

Shinsou

Sala de informática. A la hora del almuerzo.

Shinsou

No preguntes. Solo ven.

El corazón de Izuku casi se escapó de su pecho durante la clase de Aizawa cuando ese par de mensajes apareció en su teléfono.

El profesor lo miraba mal a cada rato, y Midoriya estaba seguro que sabía que no estaba prestando atención. Tan solo necesitaba una excusa para echarlo de la clase.

Y no dudaba de que Aizawa quisiera vengarse luego de que Izuku lo convirtiese en el relleno de un sándwich entre Toshinori y Yamada.

En pocas palabras, su profesor había quedado reducido a ser la puta de turno en su historia. Algo así como el mentor de Deku —o eso decían los comentarios: de alguien tendría que haber aprendido el fino arte del culisueltismo.

—Vamos, vamos —se encontraba musitando para sí mismo, observando sin parar el reloj y moviendo su pierna frenéticamente.

¿Estaba detenido el reloj? Hacía más de un siglo que estaba parado en las menos cuarto. Oh, por All Might... el mundo se ponía en su contra.

Uraraka puso una mano en su hombro, sacándole un respingo del susto:

—Oye, Deku-kun, ¿vamos a...?

El timbre sonó, y él, ignoró completamente a su amiga para salir huyendo al encuentro con Shinsou.

No es que estaba desesperado de verse con Shinsou.

Está bien, sí lo estaba.

Pero Izuku sabía muy bien que la convocatoria del muchacho se refería a algo completamente diferente. No por nada lo había citado en la sala de informática.

Cuando vio a Jirou Kyoka y a Denki Kaminari también en la oscura sala —estaba prohibido usar los ordenadores en la hora del almuerzo—, Midoriya sabía que aquello era una reunión para hablar sobre el ladrón.

Denki lo saludó con efusividad, mientras que Kyoka solo alzó perezosamente la mano para así seguir con lo suyo.

—Colega, apenas me enteré hoy la verdad de tu ordenador —dijo Kaminari—. Lo siento, de verdad. Y yo presionándote para que siguieras publicando...

No lucía muy arrepentido.

—Pero, ¡hey! ¿No puedes contarme lo que pasa en el próximo? Tú igual lo sabes, ¿no?

Jirou lo golpeó en el centro de la cara con un anotador.

—¡No te traje para eso, cerebro fundido!

—Descuida —Izuku todavía jadeaba por la corrida a la sala de informática—. He escuchado cosas peores desde... bueno, eso.

Carraspeó incómodo.

—¿Dónde está...?

—Aquí —respondió una voz entre las sombras.

Izuku tenía que admitirlo: Shinsou era tétrico. Con su voz de ultratumba, su pelo desordenado y unas ojeras más grandes que la extensión de China. Si Hitoshi audicionaba para ser un villano en My Hero Academia, estaba seguro que quedaría con el rol.

Pero solo bastaba con que hiciese una sola cosa dulce y amable, e Izuku olvidaba todo aquello.

Aquello le taladraba el corazón; Shinsou era bueno. Era más que bueno. Un alma incomprendida. Y nunca dejaría de darle culpa el haberlo lastimado.

Tenía que ponerse los pantalones y afrontar sus actos. De todas formas, ahora había asuntos más importantes que atender que los de su harem: atrapar al ladrón.

—He estado intentando hackear la cámara —dijo Jirou, interrumpiendo el juego de miradas entre Izuku y Hitoshi—. Nada de éxito.

Hizo un pequeño silencio, donde los demás hombres la miraban expectante.

—Pero —puso énfasis—. Conseguí pinchar los datos de una carpeta de archivos de computadora.

Kaminari chasqueó la lengua.

—Eso no nos sirve a menos que tenga el próximo fragmento de historia.

—Tú calla —Jirou frunció el ceño—. Es mejor que nada, para que sepas. Tal vez ha estado guardando cosas que revelen su identidad. O puedo usarlo para instalar un bug en la ruta.

—¿Quién haría algo tan estúpido? —preguntó Shinsou, molesto.

—¿Tienes una mejor idea, mini Aizawa? —masculló ella—. De todas formas, podría ser algo importante para Midoriya y recuperar los archivos.

Bueno, eso era como una pequeña luz en las sombras del abismo al que llamaba su vida.

Tal vez recuperaría algunos proyectos empezados para clase. O las fotos de su infancia.

Puede que no atrapasen al ladrón esa tarde, pero podría ocurrir algo bueno. Se dejó esbozar una sonrisa aliviada por una vez en tanto tiempo.

—La carpeta se llama tarea de matemáticas —comunicó Jirou, tecleando en la máquina mientras se disponía a abrir el archivo comprimido.

A Izuku se le cayó el estómago a los pies al escuchar ese nombre.

—¡¿Qué?! ¡Jirou-san, NO...!

Pero ya era tarde. El doble click sobre el archivo reveló lo que había allí oculto ante todos los presentes.

Era un fanart.

Uno dibujado por Izuku y muy mal hecho.

De EraserHead —Aizawa— con una armadura de caballero medieval, sosteniendo a All Might —Toshinori— en un vestido rosa de princesa.

Izuku estaba empezando a odiar a esa estúpida carpeta de archivos que intentaba ser discreta y no lo era.

El silencio que reinó en la sala de informática fue de verdad vergonzoso.

—Yo... no sé cómo explicarlo.

Shinsou parpadeaba sorprendido, mientras que Jirou parecía más bien aburrida. Kaminari ladeó la cabeza, analizando el dibujo, antes de hablar:

—Me perturban las piernas peludas de All Might. Como que no quedan bien con ese vestido.

—¿Eso es lo que te perturba? —intervino Jirou.

—Bueno, y el hecho de que ese tono no va con su piel bronceada. Es demasiado pastel...

Jirou terminó agarrándose la cabeza. Kaminari seguía dando críticas constructivas al dibujo pobremente hecho por Midoriya.

Y él quería matarse.

Shinsou, a su lado, suspiró, luego lo tomó del brazo para sacarlo de la sala de informática y salvarle de la batalla campal en la que se habían metido Jirou y Kaminari.

El pasillo estaba vacío, por suerte. Izuku no quería que nadie viera la vergüenza en sus ojos.

—Lo siento —dijo Hitoshi finalmente—. Jirou me dijo que había encontrado algo de tu laptop y creí que nos conduciría al ladrón, pero...

—Está bien —lo cortó Izuku, con la voz temblorosa—. Digo, ¿acaso puedo pasar más vergüenza luego del capítulo extra?

Eso hizo sonreír a Shinsou.

—Aizawa no te dejará olvidarlo nunca. Dice que prepares una pomada para el día del trabajo final de lo mucho que hará arder de sufrimiento.

Izuku tragó saliva.

—¿Eso dijo Aizawa...? ¿Literal?

—Completamente literal.

Bueno, estaba seguro que lo merecía.

Su única salida en ese momento era conseguir que Toshinori conquistase a Aizawa con los haikus y mejorase su humor.

Shinsou parecía deleitarse de ver a un Izuku tan sonrojado e indefenso.

—Me alegra de que uno de los dos se divierta con esto —dijo desdichado.

—Oh, solo me divierto con la situación en general —Hitoshi encogió los hombros—. No es que me gusta que sufras.

Sus palabras sonaban tan sinceras que le retorcían las entrañas de la culpa.

Izuku tomó aire. Estaba seguro que ese era su pie para decirlo:

—Yo tampoco quiero que sufras.

Shinsou esbozó una triste sonrisa, como si supiera exactamente de lo que Izuku estaba hablando.

—No es del todo tu culpa —respondió el chico—. Yo sabía cómo eran las cosas y de todas formas me dejé llevar. Parecía divertido y una especie de desafío al principio. No imaginaba que terminaría doliendo.

—¡Pero yo me aproveché! —exclamó Izuku con un nudo en la garganta—. ¡Shinsou, yo accedí a salir contigo incluso si también salía con Kirishima!

Y con Todoroki, pero con él no tengo ni jodida idea de lo que está pasando.

—Ya, ya —dijo Shinsou—. Fui yo el que se inmiscuyó sin ser llamado. Debí pensarlo mejor.

Izuku sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. Pero no iba a llorar; lo haría por Hitoshi, que no querría que aquello se transformase en una confesión melodramática y digna de una telenovela.

—Yo no me arrepiento de haberte invitado a ir conmigo en San Valentín, Izuku —siguió diciendo—. Puede que sea egoísta de mi parte, pero no lo hago.

—Yo tampoco me arrepiento —se apresuró a decir Midoriya—. No me arrepiento el escaparme para estar contigo. Estaba —estoy— dispuesto a eso por ti.

Algo brilló en los ojos de Shinsou. No era alegría ni satisfacción. Pero tampoco era tristeza.

Era más bien resignación.

—Pero no estás dispuesto a escaparte de todo para venir conmigo.

Izuku apretó los labios. Él no tenía una respuesta para ello.

O, más bien, la tenía. Pero sentía que si la clamaba en voz alta terminaría por aplastar el corazón de Shinsou Hitoshi.

Él no dejó de sonreírle con aquel gesto pícaro —y desganado— que tenía. Al menos eso lo salvaba de no romperse a sí mismo en pedacitos.

—Te tendré completo, Midoriya Izuku, o no te tendré en absoluto —Shinsou bajó la cabeza—. Pero eso no quiere decir que no pierda las esperanzas para el futuro.

Tomó la mejilla de Izuku con una mano y lo acercó hacia él para besar suavemente su frente. Era un gesto tan cálido y tierno, que todo lo que quería hacer era relajarse y descansar contra el pecho de Shinsou.

Pero no podía ni debía hacerlo. Solo dejó que sus suaves labios se quedaran unos segundos contra su piel, dejándola completamente fría al alejarse.

—Con que tú elijas la opción que de verdad te haga feliz, yo estaré bien.

La charla sincera con Shinsou dejó a Izuku algo jodido emocionalmente.

Fue por eso que Uraraka organizó una pequeña reunión en la casa de Izuku para ver animé y comer patatas hasta el hartazgo.

Le sorprendió un poco ver llegar a su amiga sola. Ni siquiera había mencionado a Iida, aunque Izuku asumió que también estaría. Era extraño hacer algo si no estaban los tres juntos pero no tenía tantos ánimos para replicar.

—¡Cambia esa cara! —intentó animarle ella—. Traje toda la nueva temporada de Gran Torino On Ice.

Midoriya sonrió débilmente. Uraraka agitó la caja del Blu-Ray frente a su rostro.

—Dicen que en esta ya se gana el oro y puede hacer el salchow cuádruple.

—Es que estoy algo deprimido —contó Izuku, arrojándose sobre su cama. Ochako lo siguió—. No quiero mirarla con este humor o no voy a disfrutarlo.

—Anda, no hay como un poco de animé y romance barato para levantar esa cara —Ochako le pellizcó las mejillas—. Levantarían hasta a un muerto.

Izuku giró sobre sí mismo, dándole la espalda a su mejor amiga. La escuchó suspirar.

—Sabías que pasaría tarde o temprano.

—No quita que duela —Izuku se hizo bolita—. ¿Por qué tengo la sensación de que le rompí el corazón y lo tapó con una sonrisa para que no me sintiese mal?

—Porque hay un 101% de posibilidades que fue así.

Midoriya gimoteó. Ochako lo abrazó por detrás, justo como hacían de pequeños cada vez que él tenía miedo luego de una película de terror que ella lo obligaba a ver. También acarició sus hebras de cabello, incluso si no se bañaba desde el día anterior.

—¿Hablarás con Kirishima también?

—Kirishima me gusta, Ochako.

—Pero, ¿te gusta lo suficiente?

—¡Claro que sí! —exclamó. Giró para quedar al frente de ella—. ¡Sabes que Kirishima me gusta desde hace ya tiempo!

Ella soltó una risa.

—¿Cómo olvidarlo? Te babeaste ese día en la clase de gimnasia que Kaminari retó a Kirishima para comparar el tamaño de sus fifis. Esa primera plana de las nalgas de ambos debería haber entrado en el récord Guinness. Igual que tu cara.

Izuku se sonrojó, lo que hizo carcajear a Ochako. Tuvo que ponerle una almohada en el rostro para no escucharla.

—¡Ya me gustaba de antes! ¡N-no fue desde esa vez!

—¿Oh? ¿De la vez que enseñó sus músculos en la clase de gimnasia? Sí, yo también podría haberme enamorado ahí.

Ochako le devolvió el golpe con otra almohada. Midoriya estaba abochornado, pero la risa de su mejor amiga era lo suficientemente contagiosa como para no dejarse llevar por el momento.

—Me gusta por su personalidad —dijo Midoriya con completa seriedad.

Ochako soltó un gruñido de exasperación.

—¡Oh, vamos! Eso ya no existe, Deku-kun —soltó un chasquido de lengua—. ¿Tú crees que Iida me gusta por su personalidad?

Midoriya sintió que se quedaba sin aire de la sorpresa que aquello acababa de causarla. Uraraka aprovechó para pegar un almohadazo que lo hizo volar de la cama.

—¡JÁ! ¡Gané! —chilló ella mientras agitaba su brazos por la victoria.

Él, por su parte, seguía desarmado en el piso y mirando anonadado a su amiga. Cuando ella terminó de celebrar por su victoria, Izuku no dejaba de mirarla.

—Quita esa cara de lechuza espeluznante —suplicó Ochako—. Me das miedo.

—Te gusta Iida —repitió Izuku.

Las palabras se sentían todavía más raras en su boca. Su amiga se sonrojó ligeramente.

—Claro que no —masculló—. Lo dije para que te distrajeras y así pudiese ganar.

—Eso no es cierto —replicó Midoriya—. Te gusta Iida-kun, por eso siempre tú y él están peleando. ¡Por All Might! ¿Cómo no lo noté antes...? ¡Y yo que creía que era una idea disparatada!

—¡Oye, para! ¡No me gusta Iida!

—La mesa se dio vuelta ahora ¿eh, Uraraka?

Ella lucía adorablemente furiosa. Nunca le había gustado estar del otro lado de las bromas; principalmente porque Iida era demasiado correcto para hacerlas e Izuku demasiado pasiva.

Ochako se arregló el cabello alborotado y abanicó sus mejillas que parecían dos manzanas.

—Hagamos de cuenta que aquí no pasó nada —inspiró hondo—. No creo estar lista para tener esta conversación.

—Yo nunca estoy listo para hablar de mis florecitas y mi harem pero a ti te emociona hacerlo todo el tiempo —Izuku se cruzó de brazos.

—Deku-kun, tus florecitas y el harem es tema de interés público.

—¡Hey!

—Además, a ti te encanta que lo hablemos.

Izuku torció la boca. Estaba bastante seguro que quería arrojarse a un volcán cada vez que salía ese tema de conversación. Iba a responder algo pero Uraraka comenzó a hurgar en su teléfono.

—¿Podemos, por favor, no hablar de hombres hoy? La idea era levantarme el ánimo, no darle una paliza y patearlo hasta Saturno.

Uraraka alzó el meñique de la mano que tenía libre para entrelazarlo con el de Midoriya.

—Del único hombre que hablaremos será de Gran Torino y sus increíbles saltos. Si alguno incumple este trato, entonces tiene permiso de cortar el meñique del otro.

—Bueno, parece justo —suspiró, arrojándose otra vez a la cama.

Ochako seguía husmeando en su teléfono. Izuku no podía hacer nada para discutir contra eso —tampoco tenía las ganas.

—¿Por qué no me dijiste que tienes un mensaje de Todoroki? —preguntó ella con disgusto de estar enterándose por esos medios.

—Uraraka, ya me debes tu meñique.

—¡Hablo en serio! ¿Y qué es eso de que deben verse mañana en su casa?

—Es para el trabajo —respondió Izuku molesto, recordando lo que hizo Kacchan—. Si sigues así, tendré que cortarte hasta el dedo pequeño de los pies.

—Ya, ya —ella rio—. Es solo que me sorprende no verte saltando en una pata.

Podría haberlo hecho, pensó. Si no hubiese estado tan triste por lo ocurrido con Shinsou. Y porque juntarse con Shouto seguiría haciendo papilla sus emociones.

Uraraka entonces ahogó un grito de sorpresa. Izuku rodó los ojos, pensando que habría visto algún mensaje de Kirishima o tal vez Hatsume —ella seguía suplicándole que fuesen novios para aumentar su popularidad—; incluso podría ser otro de los piropos espeluznantes de Tomura.

El último que le había enviado, rezaba: Eres como un diccionario para mí, le das significado a mi vida.

Todavía tenía escalofríos.

—¿Y qué significa que tengas un mensaje de DekuTheNumberOneHero?

Abrió los ojos como platos al escuchar su nombre de usuario. Sí, vale. Era el nombre más largo y estúpido de todo el planeta, pero a él le encantaba. Era su sello. Su marca registrada.

La cual estaba en posesión de otra persona desde hacía semanas. Y ahora se comunicaban con él, luego de aquel mensaje arrastrado donde prometía hacer lo que sea con tal de que la locura terminase.

Lo que sea. Eso le daba bastante miedo pero Izuku estaba decidido a cortar todo de raíz.

Se acercó gateando hasta Uraraka; los ojos de la chica zumbaban de aquí para allá mientras leía la pantalla del teléfono, su boca estaba apretada en una línea recta. Su ceño fruncido no le estaba dando ninguna buena espina realmente.

—¿Q-qué es lo que dice? —preguntó Midoriya con un hilo de voz.

—Es algo corto y bastante simple —ella dijo, luego hizo una pequeña pausa—. Dice que escribas el final de la historia y se lo envíes antes de la fiesta de Mina Ashido. Y luego te devolverá todo.

Al fin llegué ;v; y solo me retrasé un día (?)

Les dije que este capítulo era un caos hahaha aunque... algunas cosas van cerrándose. Por ahora, la historia con Shinsou tiene un punto. El es un bb y no merecía sufrir más, de verdad.

Ahora Todoroki tendrá más importancia y por fin conoceremos cosas de su vida. Se que todas se lo esperan c:<

Les cuento que ya escribí el fragmento final de esta historia a pesar de que aun falte para que termine. Y creo que quedé satisfecha haha yo espero les guste lo que se viene. Quiero creer que estamos en la mitad de este fic o un poquito menos de eso. No estoy segura todavía.

La parte donde Jirou recupera la imagen vergonzosa de Deku es totalmente algo verídico, solo que involucraba furry (?) pregúntenle a ziall-x-phan si no HAHA

Muchísimas gracias por todos sus votos, comentarios y amor ; ^ ; ♥️ me inspiran a seguir escribiendo. Ya estoy planeando mi próximo longfic de esta parejita para cuando La fantasía de amarte llegue a su fin.

Nos vemos pronto... ¡Besitos!

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