Capítulo 17 - Parte II
Atención:
1- Prepárense. Porque ahora sí... ¡AHORA SÍ! La bendita fiesta. Bueno, la del pasado.
2- Capítulo súper largo Q u Q ♥️ Aprovechen porque ningún otro volverá a tener esta extensión (?)
3- Aclaro aquí porque no todos leen la nota de autor (?) sé que dije que el próximo capítulo sería el extra de Kacchan, pero prefiero seguir con los hechos del presente ♥️ así no se corta el hilo. El próximo capítulo es el 18 y vuelve con la narración de Deku en el presente.
Shouto estaba seguro que nunca conocería alguien igual a Izuku Midoriya.
El muchacho era tan... singular. Más de lo que había pensado. Era divertido e inteligente, tímido pero también terriblemente confianzudo. Podía enviarle un mensaje de texto lleno de caritas pero verse en clases al día siguiente y el solo hecho de agitar la mano al otro le provocaba un suave sonrojo sobre sus pómulos.
No mentiría que tenía curiosidad de la criatura ocultándose detrás de los mensajes de texto. Sí, vale —lo veía todos los días en clase. Pero no veía al Midoriya verdadero que le escribía, porque claramente no era una faceta que mostrase a menudo frente a todos sus compañeros.
Y Todoroki tampoco era una persona que gritaba a los cuatro vientos acerca de sí mismo. Era lo suficientemente hosco como para que nadie se le acercara demasiado y lo viesen como bicho raro.
Excepto Momo. Y Midoriya.
Especialmente el segundo.
Midoriya
¿Crees que los personajes ficticios tengan sentimientos? O sientan en general. Ya sabes... vergüenza o esas cosas. O sentirse miserables. Digo, ya se que son ficticios pero tal vez habitan en un plano diferente al nuestro y se sienten oprimidos porque manejamos sus vidas
Midoriya
Estoy seguro que mis personajes me odiarían OMG
Midoriya
QUE CLASE DE MONSTRUO SOY T.T
Midoriya
Es algo que me viene atormentando desde hace rato e.e
Shouto
¿Y decidiste que la una de la madrugada era un buen horario para ventilarlo?
Midoriya
PERDÓN D: es que estaba escribiendo y uff, se me fue la hora
Midoriya
Creo que no voy al baño desde las 5... es normal?
Midoriya
Pero dime que piensas sobre lo que te pregunté
Todoroki, que acababa de meterse en la cama tras quedarse hasta tarde haciendo la tarea de inglés para Yamada, frunció las cejas.
Shouto
No es normal no ir al baño desde las cinco.
Pasaron un par de minutos hasta que obtuvo su respuesta. Casi cayó dormido hasta que el teléfono vibró en su pecho con una posible retahíla de mensajes.
Midoriya
Lo OTRO que pregunté, Todoroki 7-7
Midoriya
Ya se que no es normal lo del baño
Midoriya
Los artistas tenemos una vida muy dura, entiéndenos
Su dramatismo siempre le sacaba una media sonrisa divertida en la noche. Por suerte nadie estaba en el cuarto para juzgar el hecho de que se desvelaba hablando con un friki que hacía preguntas
Shouto
Si tan solo me dejaras leer lo que escribes... podría tal vez responder a tu pregunta.
Llevaban hablando solamente tres semanas, pero desde que Todoroki le pasó una fotografía de sus notas de historia que la charla jamás se evaporó. Casi se sentía como si llevaran siglos interactuando —aunque eso debía ser obra de Midoriya su extrema confianza, que revelaba algunos datos y aficiones muy personales... como el hecho de que amaba escribir.
Shouto jamás creyó a aquellos que hablaban sobre las conexiones instantáneas entre dos personas. Como si fuera un hecho mágico el que los hacía gravitar alrededor del otro como dos imanes que se atraían —sin más explicación que el hecho de que estaban construidos para hacerlo.
Pero, sin embargo, todavía no tenía la confianza suficiente como para enseñar a Todoroki alguna de las cosas que creaba. Midoriya se alteraba cada vez que se lo insinuaba.
Midoriya
NO
Midoriya
N O O
Midoriya
Me moriría de la pena al ver como te sangran los ojos u.u Iida dice que todavía confundo el "ves" y "vez"
Midoriya
Podría morirme si esta bazofia ve la luz algún día
Shouto
Así que Iida puede leerlo ¿y yo no?
Casi soltó una carcajada cuando el estado de Midoriya apareció escribiendo durante varios minutos, borrando y volviéndolo a hacer cada pocos segundos. Podía imaginarlo rodando sobre su cama al haber sido atrapado.
Era adorable verlo en clase algo mortificado —casi siempre por culpa de Ochako— sobre todo porque chillaba como si acabara de ocurrir una tragedia.
Midoriya
NO ES LO MISMO
Midoriya
Iida me juzga siempre D: no es como si leer mis escritos cambiara algo
Midoriya
Lo mismo con Ochako. Al menos se que ellos no van a mentirme que es bueno solo para que me sienta bien ;;
Shouto
Iida y Uraraka... dos personas que leyeron tus cosas antes que yo
Midoriya siguió tratando de excusarse con una cadena de mensajes y caritas ridículas que maravillaban a Todoroki.
Nunca había imaginado que mandarse mensajes de texto era tan... divertido. Porque vaya que lo era; el tiempo se te esfumaba de las manos.
No se le había ocurrido pensar que tal vez mandar mensajes de texto no era lo entretenido —sino la persona que estaba del otro lado.
La puerta de su cuarto se abrió sin que golpeasen antes. Desde el umbral pudo observar la inmensa figura de su padre, Enji Todoroki, con su bata para dormir y el ceño tan fruncido si acabase de encontrar a su esposa con otro.
—¡Así te quería atrapar, Shouto! —gruñó su padre.
—¿En mi cama? —inquirió Todoroki con una ceja arqueada.
Enji suspiró. No siempre era fácil entablar una charla con su hijo —y a Shouto le encantaba dejárselo lo menos fácil posible.
—¿Qué te he dicho de usar el teléfono en horas de dormir?
—¿A mí? —Todoroki preguntó con sorpresa—. Pues nada. A quien regañaste la última vez fue a Natsuo, viejo...
—Ya, niño listo —Enji se cruzó de brazos—. Eso iba para ti también.
—Oh, recuerdo tus palabras al pobre Natsu —Shouto continuó—. Algo sobre soltar ese teléfono y ser mas como yo o que le cortarías la mano...
Su padre parecía estar empezando a ponerse nervioso ya que podía ver su cara enrojecida. No le gustaba ser puesto en evidencia.
Pero, casualmente, a Todoroki le encantaba hacerlo. Puede que no alcanzase el nivel arrogante y malicioso de vida —pero era cierto que Enji se enfurecía más al ver el sereno rostro de Shouto mientras daba vuelta sus palabras.
—Te duermes. Ahora —lo señaló—. No quieres que tenga que repetírtelo. No sé qué pueda resultarte tan gracioso a la una de la mañana.
Muchas cosas, pensó con satisfacción.
Shouto alzó las manos como si estuviera rindiéndose; también le enseñaba que no estaba el teléfono a la vista.
—Eso iba a hacer pero justo entraste a mi cuarto...
Enji chasqueó la lengua. Hizo un par de señas que debían verse amenazantes en la mente de su padre mientras se iba por el marco de la puerta; su bata ondeando en la noche.
Todoroki esperó a que las bisagras de la puerta dejasen de chirriar para volver a tomar su teléfono; mucho más cauteloso y con la boca apretada para no soltar ningún tipo de sonido que lo volviese a delatar.
Tenía al menos seis mensajes de Midoriya en un lapsus de diez minutos. Decidió leerlos desde la ventana de notificaciones antes de abrirlos.
Midoriya
Puedes responderme lo de los personajes? No puedo seguir escribiendo sin saber la respuesta...
Midoriya
Tu silencio significa que si me odian, no? :c
Midoriya
Gracias, Todoroki T3T
Midoriya
Te dormiste??? D:
Midoriya
Te dormiste :'v
Midoriya
De acuerdo, nos vemos mañana, Todoroki... espero que leas esto cuando te despiertes asi que...
Midoriya
Que tengas buenos días :D
Shouto esbozó una última sonrisa mientras releía aquel último mensaje.
Dejó su teléfono en la mesita. No quería hacerlo sentir como un idiota impaciente que mandaba infinidad de mensajes solo porque no obtenía respuesta.
Se acomodó entre sus sábanas y se dejó fundir por la calidez de ellas. Estaba agotado, pero al menos no se iba a dormir con amargura como hacía desde año.
—Y para ti buenas noches —musitó Shouto entre dientes y al aire.
Se quedó entonces dormido con el último mensaje de Izuku Midoriya dando vueltas en su mente.
¿Cómo un simple mensaje de texto podía mejorar su día?
Y también alejarlo por un rato de su realidad. Porque Izuku conseguía todo aquello con sus crípticos mensajes que parecían salidos de la mente de alguien que consumía drogas —y llenos de caritas—, pero en un buen sentido.
La convivencia en su casa era agotadora. Fuyumi había empezado a trabajar tras graduarse como profesora y casi no veía a Natsuo. Solo estaban él y su padre, que seguía siendo gruñón y controlador. Alguien que nunca se preocupaba por la felicidad de Shouto.
Dabi era otro asunto. Shouto, en los últimos años, odiaba pensar en él. Odiaba todo lo relacionado a él. Su partida y su indiferencia se le clavaban en el pecho. Casi podía contar con los dedos las veces que veía a Dabi en un año, solo por un par de minutos.
Siempre para entrar furtivamente a la casa para provocar algún daño material a Enji. Nunca para besar la frente de Shouto otra vez.
Tal vez porque ya tenía quince, y se volvía más y más arisco y distante. Shouto no era fanático de las muestras de cariño. Siempre que Momo trataba de darle una caricia amistosa, él se alejaba como un gato callejero ante una mano humana.
Enji, que siempre tenía tiempo para espiarlos, lo increpaba a menudo sobre su indiferencia para con Momo.
—Yaoyorozu es guapa —Enji dijo con una sonrisa cómplice—. Y su familia es agradable. De hecho, nos invitaron a cenar el viernes.
—Pues irás tú —respondió Shouto sin despegar la vista de la pantalla—. Yo respondo ante Momo, no sus padres.
—Mira, Shouto...
Su teléfono vibró. Todoroki no dudó en abrir el mensaje.
Midoriya
SOS!!! Ochako quiso vestir a Iida de Sailor Gran Torino!!! Hasta quiso rasurarle las piernas para usar la falda!!!!
Midoriya
Spoiler: no fue bien ;A;
Shouto casi se hizo la imagen mental de esa locura. Ochako, por los mensajes de Midoriya, se leía terriblemente aterradora. Y como una otaku psicópata. Pero por alguna razón Midoriya la quería lo suficiente como para aceptar sus locuras.
Se preguntó lo que debía sentirse estar rodeado de gente tan llena de ideas dementes y con ansias de experimentarlo todo.
Cada vez que pensaba en esas cosas se daba cuenta de lo antisocial e inútil que era para las relaciones interpersonales. Si no fuese por Momo, Todoroki pasaría sus recesos más solo que Mineta.
Y eso era tocar un fondo que debería haber avergonzado a cualquiera.
Midoriya
TODOROKIIIII
Midoriya
No me abandones T3T
Shouto esbozó una sonrisa antes de poner sus dedos a contestar en el mensaje del muchacho. Con tanta naturalidad como si llevase haciéndolo toda la vida.
Shouto
Estoy aquí, Midoriya
Shouto
Puedes contármelo todo
Lo que Shouto vivía con Izuku era algo que no podía explicar sin escucharse demasiado estúpido. O ñoño. Porque nadie comprendería lo importante que era para ellos saber que, al otro lado de la línea, alguien estaba para el otro.
Le habían llamado la atención en clases. Más de una vez. Hasta Todoroki fue llevado a detención por quedarse releyendo alguna de las cosas que Midoriya le escribía en la noche cuando más parecía dejar volar a su imaginación.
No mostró absoluto interés mientras lo escoltaban al aula de detenciones, junto a un viejo profesor de cabello rubio que parecía querer quedarse dormido en todas partes.
—Y aquí te quedas —lo regañó Nemuri, pero se notaba que era actuado—. Ah, la juventud. Amo sus rebeldías adolescentes —ella suspiró emocionada—. Pero antes, soy maestra... ¡Y no se pueden usar teléfonos en clase!
—Entendido —Shouto asintió.
La profesora Nemuri lo abandonó con sus tacones repiqueteando por el vacío pasillo. Todoroki se dispuso a encontrar un lugar en la sala casi desierta de detención, pero algo llamó su atención.
Midoriya también estaba allí. Tratando de no babearse del sueño encima de su pupitre.
Shouto apretó los labios y trató de calmarse. Se debatió un par de segundos si debía sentarse junto a él o alejarse como los otros ocho castigados parecían hacer.
Pero a Todoroki nunca le había gustado hacer lo mismo que todos los demás.
Llamó la atención de Izuku con un carraspeo. El chico levantó perezosamente la mirada, pero sus ojos brillaron con sorpresa —¿y emoción?— en cuanto descubrió al recién llegado.
—¡Todoroki-kun...!
—No se puede hablar durante la detención —dijo el maestro adormilado—. Eso supone otra hora de castigo... y la verdad no quiero quedarme más horas aquí...
El maestro volvió a cabecear. Izuku se tapó la boca, pero se veía claramente divertido por toda la situación.
Shouto tomó asiento a su lado. Se quedó allí, erguido, mirando hacia la pizarra y jugueteando con sus dedos para descargar un poco de toda la ansiedad que estaba sintiendo. Sus pupilas a veces se desviaban hacia el costado, pero no podía ver con claridad lo que sea que Midoriya estaba haciendo.
¿Por qué le daba tanta curiosidad? No es como si no supiera de las aficiones de Midoriya gracias a todos los mensajes que se enviaban: vivía solo con su madre, le gustaba escribir —y hacía poemas a pedido de un profesor que no quiso revelar—, amaba el café, era un fanático empedernido de Gran Torino, sus mejores amigos estaban más locos que una cabra, le iba fatal en historia pero se las ingeniaba para ser de los mejores alumnos y su cabeza ideaba mil planes desquiciados por hora.
Pero eso era lo que Izuku Midoriya le enseñaba. Shouto mentiría si no dijera que tenía curiosidad por el muchacho detrás de todas esas particularidades. Al Izuku Midoriya que no podría conocer nunca a menos que lo tuviese así, cerca, y no le quitase la vista de encima.
Shouto inclinó solo un poco el mentón para poder espiarlo. Izuku estaba escribiendo, cómo no. Su mano sujetando la pluma volaba a través de la hoja de papel mientras trazaba finos caracteres. Veía sus ojos verdes zumbar a lo largos de las oraciones con tanta concentración que ni siquiera notó que estaba mordiéndose el labio.
Lo observó embelesado. Podía decir que Midoriya era meticuloso y perfeccionista. Escribía a la velocidad justa para que su caligrafía se viera hermosa y revisaba las cosas al menos dos veces. Todoroki descubrió que le enternecía la forma en que inclinaba la cabeza al leer.
El muchacho debió sentir una mirada penetrante encima suyo ya que giró la cabeza demasiado rápido como para que Todoroki voltease la suya.
Ambos la alejaron de repente. Izuku hasta tenía las orejas enrojecidas.
Shouto abrió la boca varias veces sin saber qué decirle. Tampoco es que podían hablar, ni a él le gustaba demasiado, pero no podía frenar las ganas de explicarse.
¿Qué ganaría con ello, de todas formas? ¿Por qué le importaba?
Su teléfono vibró en su pantalón. Shouto lo sacó sin cuidado, como si no hubiese sido ese el principal motivo para encontrarse en esa sala de detención con todos los maleantes de la escuela —e Izuku.
Que era quien acababa de enviarle el mensaje.
Midoriya
La vista estaba entretenida, Todoroki? :3
Pudo escuchar la risita ahogada de Midoriya en cuanto lo descubrió leyendo el mensaje. Todoroki hacía lo posible por mantener el rostro estoico, pero estaba seguro que al leerlo abrió los ojos como platos.
Shouto
No hay mucha vista en este salón.
Shouto
Y ya guarda ese teléfono.
Midoriya
Como digas :3
¿Qué obsesión tenía Midoriya por todas esas caritas? Presentía que Ochako debía tener algo que ver en aquello. O tal vez Todoroki era un anciano atrapado en el cuerpo de un adolescente.
Midoriya
Estoy escribiendo, por si estabas tan curioso... :3
Shouto
¿Para qué me lo dices? No es como si me fueses a dejar leerlo.
Midoriya
Algun dia lo haré
Arqueó las cejas sin darse cuenta en el momento. Estaba acostumbrado a recibir los mensajes de Midoriya en la soledad de su cuarto, donde nadie lo juzgaría si hacía un gesto de más ante lo que recibía.
Estaba acostumbrado a ser él mismo solo cuando nadie más lo veía. Tal vez por eso sus mensajes le ponían siempre tan cómodo.
Shouto
¿Es fiable tu palabra?
Midoriya
Prometo que serás el primero, después de Ochako e Iida, que va a leerlo
Midoriya
Mira hacia arriba :3
Todoroki dudó un segundo antes de hacerlo. Pero cuando sí lo hizo, esperaba no estar completamente sonrojado ante la visión al frente suyo.
De Midoriya extendiendo su dedo meñique hacia él.
El muchacho de ojos verdes le sonrió divertido. Todoroki seguía pasmado en su lugar, sin saber qué hacer o qué músculo mover. Solo podía controlar sus alocados latidos por temor a que Midoriya los escuchase.
El otro rodó los ojos ante su pasividad. Estiró entonces la mano para sujetar el meñique de Shouto entre el suyo y apretarlo. Su toque era cálido, algo sudoroso, pero suave y placentero.
Duró solo un par de segundos, pero la sensación persiguió a Todoroki durante varios minutos que le siguieron la detención.
Incluso después de que recibiese un último mensaje que casi le detuvo la respiración y la actividad cerebral:
Midoriya
Promesa :)
En su casa, las cosas seguían siendo solitarias y aburridas.
Pasaba largas horas en soledad. De tanto en tanto, cuando no podía soportar más el silencio de todas aquellas paredes, Todoroki le pedía a Momo que fuese a su casa. Incluso si no iban a hablarse, o si la muchacha solo haría la tarea, tener una presencia extra siempre era reconfortante.
Una tarde, ambos habían estado enfrascados en sus deberes cuando de repente Momo soltó una risita.
De esas risitas insoportables que las mujeres hacían cuando querían mofarse de ti por saber un chisme que tú no.
—¿Qué? —inquirió Todoroki sin mirarla—. No sabía que el cuaderno de matemáticas fuese tan gracioso.
—¡Oh! —Momo exclamó sin poder contener su gesto divertido—. No es eso, Todoroki. Es que he recordado algo.
—¿Sobre cómo Ashido y los demás pegaron a Mineta al columpio?
Ella arrugó la nariz ante la mención de aquel energúmeno. Momo tenía varios motivos para odiar a ese engendro —el hecho de que filmase sus pechos cada vez que corría en clase de gimnasia— pero la muchacha trataba de ser siempre cortés.
—Algo mejor que eso.
—¿Qué hay mejor que Mineta atado a un columpio?
—No sé... —Momo dijo fingiendo inocencia—. ¿Tal vez los chismes de romances?
Todoroki apretó su lápiz casi sin darse cuenta. Incluso su garganta se secó, impidiéndole hablar si no quería que la voz le saliese como un hilo. Aun así lo hizo:
—No sabía que te gustaban los chismes.
Yaoyorozu se encogió de hombros con timidez.
—No puedo evitarlo, Todoroki. Me gusta el amor y ver a la gente enamorada. Probablemente sean cosas que trajo la primavera.
—O más bien cosas que Aoyama trajo —Shouto agregó con gesto estoico—. Ese chico vendería hasta su shampoo secreto con tal de conseguir el chisme perfecto.
—Oh, es que no ha sido Aoyama —Momo volvió a reír—. Tengo una fuente más fiable.
—Momo, sin ofender, ninguna de tus amigas se me hace una fuente fiable de nada.
La chica cerró entonces su cuaderno de matemáticas. Dedicó una críptica mirada hacia Todoroki.
—¿No? Yo creo que si es la mejor amiga de cierto chico la que nos da la información... entonces es bastante fiable.
El corazón de Todoroki se detuvo al pensar en todas las posibilidades. Solo había seis chicas en la clase, y de esas seis tan solo tres tenían un mejor amigo chico.
Momo, que obviamente era su mejor amiga.
Mina Ashido, que pasaba el rato con puros muchachos como Kirishima, Sero y Kaminari.
Y... Ochako Uraraka. La mejor amiga de Izuku Midoriya.
No supo ni siquiera en qué momento comenzó a respirar tan fuertemente.
—¿Qué es lo que se han enterado? —preguntó casi con horror.
—Descuida, Todoroki —Momo cerró los ojos con una sonrisa—. Solo me lo ha dicho a mí.
—¿Decirte qué?
La sonrisa emocionada de Momo no cabía en toda la extensión de su bonito rostro.
—Que tú y Midoriya-san se mandan mensajes —dijo ella—. Como... muchos mensajes. Del tipo que solo las personas que se gustan se mandan.
Sintió que iba a morirse en ese mismo instante.
—Tú me mandas muchos mensajes —Shouto frunció las cejas en un intento de salvarse.
—A mí no me gustan los chicos —Momo replicó.
—Y a Midoriya tampoco.
—¿Cómo sabes qué no? —replicó él.
—¿Y tú cómo sabes qué sí?
—Porque Ochako me lo ha dicho.
Todoroki apretó los dientes al ver el gesto triunfante en la boca de Momo. Su amiga lo miraba desde arriba, con brazos y piernas cruzadas.
—No deberías andar diciendo esas cosas de Midoriya —Shouto musitó—. Podrías hacerle más un mal que un bien.
—No es ningún secreto que a Midoriya le gustan los chicos —Momo dijo preocupada—. Nunca diría algo que le hiciese daño. Pensé que a ti podría... interesarte la información.
—¿Y eso por qué? —espetó Todoroki, casi retándola a que respondiera lo que sea que cruzara su mente.
Ambos se sostuvieron un instante la mirada. Momo parecía escrutarlo con sus pequeños ojos oscuros —ilusa, pensando que sería capaz de doblegar a Shouto, que estaba más que acostumbrado a ocultar cualquier tipo de emoción de su rostro.
Fue su amiga la primera que rompió el contacto visual tras suspirar sonoramente. Shouto sonrió en su mente —nunca podrían vencerlo en ese aspecto.
Yaoyorozu tomó otra vez su cuaderno de matemáticas. Desganada, empezó a pasar el lápiz otra vez por la hoja en un intento de recuperar el ritmo en los ejercicios.
No sin antes mirar por encima del hombro una última vez a Shouto.
—Por nada, Todoroki —musitó ella, cabizbaja—. Por nada.
Todoroki nunca pensó que iría a una fiesta.
Claro, hasta que Midoriya soltó la bomba una noche en la que se mandaban mensajes durante la madrugada. Al menos admitía que le tomó cien por ciento de sorpresa. Aunque no estaba seguro si de una forma positiva o tal vez negativa.
Midoriya
Oye, Todoroki...
Midoriya
Puedo decirte algo sin que te enojes? ;u;
Shouto
Mande.
Midoriya
Estaba pensando... hehe
Shouto
¿Sí?
Al principio no tomó como extraño el comportamiento de Izuku. El muchacho solía ser críptico y crear tensión por nada en particular. Tal vez tuviese que ver con el hecho de que era escritor.
Midoriya
No quiero que te sientas obligado... solo si quieres... :')
Shouto
¿Vas a pedirme que lea tu historia?
Pasaron un par de minutos hasta que volvió a tener una respuesta por parte del otro chico. Minutos que siempre se volvían agónicos cuando Midoriya no contestaba tan rápido como de costumbre.
Midoriya
Buen intento... JA! >:D
Midoriya
My Hero Academia todavía está en planificación
Shouto
Oh, así que al menos tiene un nombre
Midoriya
A que esta bonito? :3
Midoriya
A lo que iba...
Midoriya
Pues...
Midoriya
Me han dicho que Mina dará una fiesta después de la fecha del partido y cuando terminen los exámenes finales
Shouto
¿Ashido?
Midoriya
No... Montoya de la Rosa Ramírez...
Midoriya
Por supuesto que Mina Ashido, Todoroki!! Cuantas Minas conocemos?
En lo que a Todoroki respectaba, ni siquiera conocía demasiadas chicas en general. Pero no iba a aclarárselo a Izuku.
Midoriya
Ochako dice que vive en una especie de mansión o algo
Midoriya
Y que pues quien desee pasarse puede hacerlo...
Shouto
¿Por qué iba a enojarme de que Ashido hiciese una fiesta?
Midoriya
Todoroki, eres imposible :v
Midoriya
Me refiero a que no te molestes si voy a... ummm... preguntarte si quieres ir u///u
Midoriya
Es que me dijiste que odias las fiestas, y técnicamente yo también las odio, pero...
Midoriya
Pensé que podría ser divertido. Que vayamos ambos y tal
Todoroki alejó unos instantes el teléfono de su campo de visión. Los dedos le habían estado temblando a medida que recibía los mensajes de Midoriya.
¿Por qué de repente le acaloraba la idea de que ambos estuviesen en una apretujada fiesta en la casa de Mina Ashido? Probablemente llena de borrachos y calzones regados por el techo.
La simple idea parecía... excitante.
Y algo que haría enojar a su padre. Pero eso era lo de menos —por primera vez, enojar a su padre quedaba relegado al fondo de su lista porque algo más captaba su atención.
Shouto
Podría ser.
Shouto
Digo... puedo pensarlo.
Midoriya
EN SERIO?!
Midoriya
OMG! Todoroki, será genial. Te lo prometo :'D nos divertiremos los dos. Iida no irá y Ochako estará... haciendo quién sabe que cosas
Midoriya
Fuiste la primera persona que se me ocurrió con quien podría pasarla bien
Shouto
¿Gracias?
Midoriya
:3
La charla continuó; trivial y sencilla, como la mayoría que ambos tenían. Sobre algún rumor tonto de la clase o sobre la nueva serie que Izuku veía —Gran Torino On Ice— y que hacía sufrir a sus televidentes con una segunda temporada que no parecía llegar.
Eran charlas pequeñas. Del tipo que olvidarías en un par de días, pero que jamás te arrepentirías de ellas porque la persona al otro lado lo valía. Siempre lo hacía —aunque hablasen del proceso evolutivo de las plantas o del clima en Mongolia.
Junto a Midoriya, cualquier hora del día gastada por y para él a se sentía como si valiera la pena.
A su padre también le tomó por sorpresa que Todoroki insinuase la idea de una fiesta a la que quería asistir.
Bastante por sorpresa.
Pero Enji Todoroki no mostraba su sorpresa con muecas o siquiera admitiéndolo. Solo lo hacía a través de preguntas demasiado invasivas y demandantes.
—¿Una fiesta? —preguntó su padre mientras preparaba pasta.
—Sí, una fiesta —Shouto encogió los hombros—. ¿Acaso nunca fuiste a una?
—He ido a muchas fiestas, Shouto —Enji torció la boca—. Era el alma de la fiesta cuando tenía tu edad.
—Seguro.
Enji soltó una carcajada nostálgica al tiempo que removía la salsa con una cuchara de madera. La dejó entonces sobre la olla y se giró hacia Shouto.
—En una fiesta conquisté al amor de mi vida —dijo con una sonrisa melancólica.
Shouto apretó el puño encima de su regazo. La garganta se le había cerrado y también el apetito. Pareciera que su padre lo hacía para mofarse de él, o porque pensaba que era lo suficientemente estúpido.
Notó como dijo el amor de su vida en lugar de la madre de sus hijos. Shouto —y Natsuo, Fuyumi, hasta Dabi— sabían lo mucho que su madre odiaba las fiestas por culpa de su ansiedad social y timidez.
Sería insólito creer que Enji conquistó a Rei en uno de esos lugares que tanto malestar le causaba a la pobre mujer.
Se le revolvió el estómago de pensar en los tulipanes rojos que desaparecían durante las noches del jardín delantero. Que su padre tuviese el coraje de arrancar lo que Rei tanto amó —y que sus hijos cuidaban ahora— para engatusar a otra mujer.
A Todoroki no le interesaba.
—Lo que sea —Shouto carraspeó—. Es el otro viernes.
—Muy bien —Enji se giró otra vez hacia la pasta—. Tienes mi permiso.
No te estaba preguntando, quiso agregar. Pero no lo hizo.
Le sorprendió lo mucho que aquello sonaba a algo que Dabi diría a su padre. Cada vez que se daba cuenta, Todoroki se parecía más y más a su hermano mayor.
Solo que no tenía el coraje y la entereza que Dabi tuvo mientras vivía en la casa.
Se preguntó en donde estaría. Con quién viviría y a qué se dedicaba para subsistir. Ni siquiera sabía si terminó la escuela secundaria. Se odiaba a sí mismo por preocuparse por él —cuando ciertamente a Dabi no le importaba lo que ocurría con Shouto y los demás.
Tenía que dejar de pensar en su hermano mayor.
—¿Irá Yaoyorozu? —inquirió Enji.
Shouto contuvo un bufido. Su padre podía ser más que agotador a veces. Esperó a que terminase de servir el spaghetti con salsa marinara —Enji pasaba una etapa de solo cocinar comidas extranjeras— para responder parsimoniosamente:
—Momo irá con sus amigas.
—Tú eres su... amigo —Enji dijo con un tono que le desagradó.
—No iré a meterme en medio de todas las chicas.
—¿Y por qué no? —Su padre soltó una carcajada. La copa de vino en su mano se meció con tanta fuerza que salpicó sobre la mesada—. ¿No es el sueño de todo chico?
El sueño de algún puerco como Mineta, tal vez.
Todoroki tamborileó nervioso los dedos por la mesada. Era incapaz de tocar un solo bocado de su plato. Solo podía observar a su padre devorar la comida mientras miraba a la televisión que se encontraba a espaldas de Shouto.
—Yo... iré con un amigo —Todoroki dijo con un hilo de voz.
Enji se detuvo de masticar. Las publicidades de la televisión eran solo un eco. La mirada de su padre enviaba un chispazo de nerviosismo por su cuerpo, pero jamás se lo haría saber.
Se dedicó a sostenerle la mirada con firmeza.
—¿Amigo? —Enji repitió con una sonrisa falsa—. No sabía que tuvieras uno.
—Lo tengo —Shouto dijo tranquilo—. Se llama Midoriya.
—Vaya, me alegra ver que empiezas a socializar, Shouto —Enji volvió a alzar su copa—. Tal vez hasta puedan echarse una mano para conquistar un par de chicas.
Y dale con las chicas, gruñó Todoroki en su mente.
—¿Irán solos, entonces?
—Yo... —Todoroki balbuceó—. Uh...
Ya no era capaz de sostener la mirada inquisitiva de su padre. Se sentía como un niño pequeño otra vez. Impotente —tan impotente como cuando no pudo evitar que Dabi se fuera de la casa.
Aquel hecho colgaba como un fantasma entre padre e hijo. Ninguno de los dos se atrevió a traerlo a colación otra vez, pero bien sabían ambos que recordaban esa noche como un hecho que marcó las vidas de todos.
Todoroki sintió entrar en pánico.
—Uh, creo que también irá Iida —Shouto bajó la mirada—. Midoriya me lo dijo.
—¿Iida, eh? —Enji dio un sorbo de vino—. Puede que conozca a su padre. Buena familia.
—Sí...
Shouto no sabía mucho de Iida más que era de los mejores en la clase, que se movía como robot y hablaba siempre con demasiada intensidad.
Y que una vez trataron de que usara cosplay de Sailor Gran Torino.
Se detestaba a sí mismo por mentir y ser tan cobarde. Pero no podía soportar la mirada de su padre. Aquella mirada que lo acusaba de cosas que ni siquiera había pensado.
Su teléfono vibró un par de veces. Shouto esperó a que Enji estuviera carcajeando otra vez con alguna comedia mala que pasaban por la TV antes de abrir el mensaje.
Midoriya
U N A S E M A N A
Midoriya
UNA
Midoriya
SEMANA
Midoriya
!!!!!!
Midoriya
ESTOY TAN NERVIOSO Y EMOCIONADO QUE SIENTO QUE SE ME SALDRÁ EL CORAZÓN
Midoriya
Y NO PUEDO DEJAR DE USAR LAS MAYÚSCULAS
Midoriya
OCHAKO DICE QUE SOY UN NERD POR EMOCIONARME POR UNA FIESTA CUALQUIERA, QUE SI QUIERO VER BORRACHOS ME VAYA A LA CASA DE DENKI UN VIERNES
Midoriya
PERO QUE MAS DA??? YA QUIERO IR 7u7
Todoroki apretó los labios mientras leía a Izuku Midoriya enloqueciendo por la fiesta de Mina Ashido. Y le daba la razón a Uraraka, en parte —era una simple y corriente fiesta.
Las fiestas no eran especiales. Solo eran un par de horas de calor corporal, alcohol y estupideces adolescentes que mantenían la cabeza ocupada y muy lejos de las cosas malas que la asediaban.
Pero otra parte de su ser también le daba la razón a Midoriya.
Todoroki estaba emocionado por la fiesta de Mina Ashido. Ojalá haber sabido antes el por qué.
Puede que eso le hubiese ayudado a prevenir la catástrofe que vino después. Algo de lo que Shouto iba a arrepentirse por todo lo que le quedaba de vida.
Natsuo estaba de paso aquel fin de semana de la fiesta, y accedió llevar a Shouto hasta la casa de Mina Ashido. También se sumaron Momo y Jirou Kyoka, una de sus mejores amigas.
La idea de aparecer solo atormentaba a Todoroki. Natsuo aprovechaba para burlarse de él.
—¿Te avergüenza que tu hermano te lleve? —bromeó Natsu mientras le pellizcaba la mejilla.
Todoroki trató de quitárselo de encima con un simple manotazo. Momo y Jirou rieron desde el asiento trasero —a Natsuo parecía encantarle el hecho de hacer reír a las mujeres.
—Ya mira al frente —espetó Todoroki.
—Que gruñón te has vuelto —Natsuo refunfuñó—. Pasas demasiado tiempo con el viejo.
—No es que tenga opción —Todoroki suspiró—. No como otros.
Un pequeño silencio incómodo se hizo en el carro. Shouto vio por el espejo retrovisor a Momo y a Jirou con la cabeza gacha. Natsuo, por su parte, apretaba el volante como si los recuerdos del pasado estuvieran atormentándolo.
Era el que más se culpaba por la partida de Dabi. Tal vez porque eran muy unidos, y porque debía pensar que podría haberlo convencido de obrar diferente frente a su padre.
Pero Shouto sabía que la culpa era suya, en gran medida.
Para cuando llegaron a la casa de Ashido, Natsuo sonreía otra vez. Las chicas se bajaron del carro y saludaron con una amplia sonrisa —Jirou un poco más tímida— al mayor de los Todoroki presentes. Ellas se encontraron con Tsuyu Asui y Toru Hagakure; las cuatro entraron abrazadas por las puertas abiertas de par en par.
Los dos hermanos quedaron solos un instante en el carro. Shouto ya podía sentir el retumbar de la música pop mezclada con sintetizadores de electrónica y a la gente llegar emocionada a la inmensa casa color cal, llena de coloridas decoraciones hechas con papel de arroz.
Natsu hizo una sonrisa de costado.
—Diviértete —dijo revolviendo los cabellos de Shouto.
—Yo me divierto.
—Diviértete de verdad —Natsuo le señaló—. Me alegra ver que tienes amigos. Está bien si decides no volver a ir a fiestas luego de estas; no quiero que termines borracho en una zanja.
—Creo que me confundes contigo.
Natsuo soltó una carcajada. Enroscó su brazo en el cuello de Shouto para frotarle el cuero cabelludo de una molesta manera. Luego lo empujó para que saliera hacia la fiesta.
—Puedo volver por ti —dijo.
—Puede que no sepa mucho de lo que hacen los adolescentes hoy en día —Todoroki empezó—. Pero sé muy bien que sus hermanos mayores no les buscan de las fiestas.
Natsuo se encogió de hombros.
—Mejor yo que el viejo —rió el chico de pelo blanco—. Fuyumi y yo iremos al cine. Y te sabes nuestros números de memoria.
—Natsuo, los tengo agendados en el teléfono... literalmente.
Su hermano soltó una risa mezclada con suspiro. Negó como si Shouto fuese una persona imposible.
—Solo diviértete, ¿vale?
—Ya —Shouto presionó—. Vete de una vez.
Natsuo agitó la mano mientras ponía el coche en marcha. Todoroki lo observó mientras desaparecía por la abarrotada avenida sobre la que Mina Ashido vivía.
La gente seguía entrando a trompicones. Todos iban distintos —algunas chicas usaban vestidos brillantes, otras faldas floreadas y algunas, como Jirou, solo un par de jeans y tenis.
Los chicos usaban las chaquetas de sus clubes de deporte o simples camisetas con calaveras, como Bakugo —que ya estaba enseñándole el dedo medio a una pareja que se interpuso en su camino— y otros portaban camisas de bolados como Aoyama.
Todoroki esperaba no verse como un idiota con su cuello de tortuga. Fuyumi y Momo creyeron que era buena idea. Jirou lo juzgaba —y no en silencio.
Observó otra vez al mensaje que recibió casi media hora atrás en su teléfono.
Midoriya
Estoy cerca de la piscina. Ochako ya me ha abandonado por irse a ver las nalgas de Mirio Togata T3T dice que las tiene redonditas, no como yo
Midoriya
No pienses que estoy borracho por hablar de las nalgas de mi senpai
Midoriya
A lo que iba... te espero cerca de la piscina :D
Todoroki no necesitó un nuevo mensaje para decidir a dónde tenía que dirigirse. Sus piernas se apresuraron por el interior de la casa, empujando a la gente que bailaba y bebía alegre, solo para llegar lo más rápido hacia la piscina.
Menos de cinco minutos en la casa de Mina Ashido y ya se había jurado jamás volver a pisar una fiesta.
En aquel lapso de pocos minutos, Todoroki fue testigo de tantas miserias humanas que ambas manos no le alcanzaban para enumerarlas lo que estaba pasando.
Había visto a Denki Kaminari bailar la macarena sin camiseta sobre una mesa mientras Eijirou Kirishima depositaba yenes en el elástico de su pantalón.
Observó con sus propios ojos cómo Hanta Sero se arrojó desde la casa del árbol creyendo que podía volar solo para ser atrapado justo a tiempo.
Divisó a Neito Monoma clamar a viva voz que tenía más resistencia que toda la Clase A junta, solo para vomitar cerca de las botas de Itsuka Kendou medio segundo después.
Hasta Asui... Tsuyu Asui —a quien Shouto consideraba una muchacha tranquila— fue víctima y la vio beber del pico de una botella con más eficacia que el borracho de la esquina.
¿De dónde habían sido capaces de sacar tanto alcohol como para emborrachar a un regimiento militar?
Hasta Momo y Jirou, ya instaladas con las muchachas, tenían sus vasos y se sentían completamente a gusto entre el olor a bebidas y cuerpos adolescentes acalorados. Fue entonces que Todoroki lo entendió.
Él era el extraño. El forastero que nada sabía sobre eventos sociales y que solo sabría meter la pata.
Estuvo tentado de dar la vuelta e irse lejos, muy lejos de aquella fiesta. Algo en su interior le decía que no pertenecía allí y que no debería haber ido esa noche.
Pero algo le detuvo —la imagen inconfundible a lo lejos del alborotado cabello de Izuku Midoriya.
No pudo evitarlo; fue como si sus pies gravitaran en torno a aquella minúscula y solitaria figura, sentada al borde de la piscina mientras husmeaba en su teléfono celular con su lengua asomándose por la comisura de su boca.
Se veía ajeno a todo —igual que Shouto. La diferencia era que Izuku no parecía torturarse por ello.
Todoroki empujó sin darse cuenta a aquellos que se interponían en su camino. Ninguna de las quejas le importó realmente. Solo deseaba correr al lado de Midoriya de una vez.
Cuando lo tuvo en frente, solo pudo atinar a observarlo: la curva encorvada de sus pequeños hombros, su sudadera de algodón y con cierre, sus tenis rojos con los cordones hechos un desastre, sus pecas.
No es como si conociese las palabras correctas como para describirlo tal cual era.
Todoroki tenía las manos sudorosas, pero hizo lo que pudo para teclear un nuevo mensaje de texto. Admitía ser lo suficientemente gallina como para llamarle por su nombre en voz alta.
Shouto
Mira hacia arriba.
El momento exacto en que el teléfono de Midoriya vibró el muchacho dio un respingo de sorpresa. Leyó el mensaje en pocos segundos y, desesperado, levantó la cabeza para agitarla hacia todas las esquinas posibles.
Hasta que dio con Todoroki.
Trató de sonreírle pero fue un fiasco. Shouto no sabía sonreír —debía estar haciendo un gesto espantoso ya que Midoriya estaba entre divertido y espantado.
—Te haces desear, Todoroki-kun —Midoriya bromeó.
—Mi hermano siempre dice que la fiesta no empieza hasta que uno llega —Shouto dijo con seriedad. De su boca, no se escuchaba como un chiste en absoluto—. Aunque no creo ser ninguna alma de la fiesta.
Para su sorpresa, Izuku se rió. Se balanceó un poco sobre sí mismo, para luego dar unos golpecitos en el suelo a su lado, invitándolo a que le hiciese compañía. Shouto no se lo pensó ni medio segundo —pero fue su rapidez lo que le hizo sentarse de una manera algo torpe.
Estuvieron un par de minutos en silencio... si es que uno podía estar en silencio en una fiesta. La música estallaba por las bocinas y las carcajadas de sus compañeros llenaban todos los huecos que Midoriya y Todoroki dejaban.
Lo observaba de reojo cada algunos segundos: Izuku agitaba los pies al son de la música y también ladeaba su cabeza en sintonía. Hasta creyó verlo cantar entre dientes alguna canción de las Wild, Wild Pussycats!
Todoroki estaba más nervioso de lo quería admitir.
—Entonces... —silbó Midoriya.
—¿Entonces...? —Shouto continuó sin saber qué decir.
Midoriya le hizo una sonrisa cómplice. El constante mover de sus manos y pies podía significar que estaba ansioso o igual de nervioso.
—¿Qué opinas de la fiesta?
—Pues...
Shouto arrugó ligeramente el entrecejo mientras volvía a observar el desastre de sus compañeros de clase. Ahora, Kaminari llevaba puesto un sostén que no quería saber de dónde salió o en qué cuerpo es que debería estar realmente.
La juventud tenía problemas.
—Están todos mal de la cabeza.
Midoriya soltó entonces una sonora carcajada. Era tan contagiosa, que si hubiese reído unos segundos más tal vez fuese capaz de provocar que Todoroki se le uniese.
—¿Verdad que sí? —Midoriya apenas podía contener los espasmos de la risa—. Ochako casi pellizcó las nalgas de Togata-senpai. Pero creo que él está tan borracho que no va a recordar ni su nombre mañana...
Ah, Mirio Togata. Shouto estaba casi seguro que lo vio bebiendo de un florero apenas entró en la casa.
No encontró a Tamaki Amajiki —el muchacho que siempre estaba con él— y que parecía ser su cable a tierra. La voz de su consciencia. La persona que se encargaba de que no hiciera el ridículo en público. Como sea que quisieran llamarle.
—¿Qué diablos pasa con los adolescentes hoy en día? —Shouto farfulló—. ¿Qué es lo divertido de todo esto?
—No es que sea divertido, Todoroki-kun —Midoriya encogió los hombros—. El alcohol les permite ser quienes ellos quisieran pero no se atreven. Al menos por una noche, o eso creo yo. No sé si suene muy estúpido.
Bueno, eso podría tener alguna especie de lógica en la retorcida mente de los jóvenes del momento. Solo que Todoroki no la entendía —él no quería jugar a ser alguien más por una noche.
Él deseaba con todas sus fuerzas tener el valor para ser quien quería todos los días de su vida.
—Supongo que tienes razón —dijo Todoroki—. A veces siento que estoy muy atrasado para mi edad.
—O tal vez demasiado adelantado para ella —sonrió Midoriya—. A mí me gusta como piensas.
—Fuyumi dice que soy más pesimista que Calamardo.
—¡Qué curioso! Ochako siempre dice que soy tan enérgico como Bob Esponja —dijo el otro—. Vaya opuestos resultamos ser...
—Dicen que los opuestos se complementan —Todoroki musitó. Luego carraspeó—. O algo así.
—Es que los opuestos completan el vacío que uno mismo no es capaz de llenar, Todoroki-kun.
Ahora era Shouto el que jugueteaba con la punta de sus zapatos. Midoriya buscaba su mirada —la sentía quemándole el rostro— sin sentirse desanimado por el poco interés que Todoroki mostraba.
No es que ese poco interés fuese algo cercano a la realidad.
—¡Oh! —Midoriya exclamó de repente con diversión—. Mina Ashido está tratando de poner una flor en el cabello de Kacchan... oh, no.
La diversión se le cortó de un plumazo. Todoroki observó el momento exacto en que la flor caía sobre la oreja de un molesto Bakugo Katsuki —que tenía una jarra llena de cerveza— y los flashes de las cámaras cegaban al chico con la flor en el cabello.
Lo más probable es que el lugar explotase con todos allí adentro.
—¿Por qué la gente tiene esos instintos suicidas? —Todoroki preguntó, un poco más cerca de Midoriya—. No lo entiendo.
El otro se tapó la boca para que no lo viesen reírse de las desgracias de Bakugo. La cercanía de su cuerpo le hacía cosquillas en la boca del estómago a Shouto, y oler su suave colonia provocaba que un calor intenso recorriese todo su aparato respiratorio y se disparase por todo el cuerpo.
—Ya te lo he dicho, Todoroki-kun, ¡solo quieren hacer por una noche aquello que no se atreverían.
Vale, Shouto lo comprendía. Pero seguía sin tener un maldito sentido.
Vio como Izuku se rascaba nerviosamente la base de la nuca mientras sus dedos se movían por toda la curva de su rodilla flexionada.
—¿Todoroki-kun?
—¿Sí, Midoriya?
—Me da algo de vergüenza admitir esto... yo, eh...
El corazón de Todoroki dio un pequeño vuelco. No sabía qué cosa esperar que salieran de los labios de Midoriya.
Tampoco estaba seguro de qué quería que saliera de su boca.
Midoriya hizo una sonrisa inocente y arrepentida mientras sacaba algo que tenía a sus espaldas. Shouto abrió los ojos como platos al ver la botella transparente y con un líquido traslúcido que se agitaba en su interior.
Una botella de vodka. Sin abrir. Hasta el tope de aquel líquido de alto grado alcohólico.
No debería estar pensando cosas como esas en una jodida fiesta.
—Lo siento, Todoroki-kun... —Midoriya suspiró—. Pero creo que también estoy mal de la cabeza.
Puede que para Todoroki el beber fuese una pérdida de tiempo, pero era una que valía la pena si se hacía al lado de Midoriya.
No podía decir que estaba borracho. Tan solo había dado dos tragos de aquella botella compartida de vodka y el ardor en su garganta no era algo placentero.
Podría haber bebido hasta terminar vomitando sobre los zapatos de alguien como Monoma solo para hacer enrabiar a su padre, pero estaba seguro que ni eso valía la pena el martirio de tomar algo.
Izuku tampoco estaba borracho —puede que tomase varios pares de tragos más que él, pero más que tragos eran sorbitos— sino más bien alegre. La forma en que su rostro se deformaba tras llevar el pico de la botella a su boca era sublime.
Shouto podría haber observado aquello por horas.
—El vodka apesta —Midoriya sacó la lengua con asco—. Ochako me engañó. No sé ni por qué voy y le creo, si ella tampoco nunca ha bebido...
Todoroki extendió la mano a Izuku para que le pasase el vodka. Al menos lo acompañaría en el sentimiento.
—Con más razón pienso que la juventud tiene problemas —Todoroki hizo lo posible para no hacer otra mueca tras dar un nuevo sorbo—. Seguro que lamer los calzones de Bakugo después de gimnasia sabe mejor que esto.
—Oh, no —negó Midoriya con vehemencia—. ¡Kacchan suda como cerdo!
—Y aun así sería mejor que esta mierda.
—Su mamá siempre lo regañaba por dejar apestosas todas las camisetas —Izuku se secó una lágrima por la risa—. Para Ochako, esa era la venganza perfecta por siempre molestarme.
Todoroki curvó ligeramente su boca hacia uno de sus costados. No era una sonrisa, pero sí intentaba que fuese el comienzo de una.
—Es curioso que tengo recuerdos con la mayoría de personas en esta fiesta —siguió Midoriya, ojos clavados hacia el cielo nublado de aquella noche—. Pero contigo no tengo ninguno, Todoroki-kun.
Se le cerró la garganta al escuchar aquello. No es como si Todoroki tuviese recuerdos con nadie en esa fiesta —a excepción de Momo, pero ella era demasiado sociable y estaba seguro que sus recuerdos con Todoroki no debían ser los más memorables.
—Siempre se pueden hacer nuevos recuerdos, Midoriya —atinó a decir con el corazón palpitante en la garganta.
Izuku lo miró curioso, sus grandes ojos parpadeando en dirección a Todoroki. No era una mirada fácil de sostener; principalmente porque sus ojos brillaban, brillaban con algo que no sabía definir del todo —como si quisiesen rebuscar y rebuscar adentro de su alma, sin pedir permiso ni tocar la puerta.
Ciertamente, Midoriya no era una persona que pedía demasiado permiso. No lo hizo cuando sujetó a Todoroki por la barbilla y lo besó.
Vaya, fue lo primero que Todoroki pensó. Así que esto es besar.
No sería ninguna sorpresa para nadie si Shouto Todoroki confesara que, en sus quince años, jamás estuvo ni cerca de dar alguna clase de beso o muestra de afecto hacia otro ser humano.
Todo era nuevo. E intenso. Y suave. Pero también incómodo y torpe —estaba seguro que había más saliva de la que debería y que sus brazos no tendrían que haber estado tan tiesos.
Sin embargo, no negaría que era... lindo. E increíble. Y único.
Midoriya no parecía tener mucha idea de qué hacer, tampoco —no sabía si por nervios, inexperiencia o simple torpeza— pero era más audaz que Todoroki. Sus manos le sujetaron por los hombros mientras lo aprisionaban contra el árbol en donde estaban apoyados, allí donde se escondieron para beber el vodka sin que nadie los juzgase.
El vodka sabía mejor en la boca de Midoriya —eso fue lo tercero que pensó. Ya no parecía tan repugnante, porque toda cosa desagradable que derivara de esa bebida quedaba opacada por todo lo que ese beso estaba transmitiendo a lo largo y ancho de su cuerpo.
Puede que en el exterior no moviese una sola pestaña, pero su interior estaba al borde de la combustión.
—Ashido tiene muchos cuartos —murmuró Midoriya tras alejarse solo un poco de su boca. El aliento sobre su piel le hizo cosquillas—. Por si te incomoda que nos vean.
—Vale —Todoroki dijo casi en automático.
Pero su cuerpo no respondía a nada —solo a los estímulos de Midoriya. Fue solo cuando él le tendió su mano para levantarse que finalmente pudo moverse, hipnotizado por el cuerpo del otro chico que ahora miraba con otros lentes.
Le intrigaba más la forma de su cuerpo. La aspereza de su piel y las pequeñas cicatrices que tenía por toda la mano. Quería contarlas y preguntar la historia detrás de ellas.
Tantas, tantas cosas. Y la noche era corta —igual que sus agallas.
Tal vez empezase a comprender mejor por qué sus compañeros se perdían en el alcohol solo por un par de horas; un par de horas en plena libertad que nadie podría quitarte.
Sus dedos estaban entrelazados mientras se abrían paso entre la marea de gente. Las luces estroboscópicas titilaban como si fuera una discoteca, y ya casi nadie se encontraba haciendo el ridículo en algo que no fuese bailar como una momia después de diez tequilas.
Todoroki suspiró de alivio al notar que nadie los tomaba en cuenta por caminar de la mano. Era curioso, de todas maneras —como para Todoroki el que Midoriya le sostuviera la mano parecía casi mágico y para sus demás compañeros ni siquiera merecía una segunda mirada.
Adentro de la casa la cosa no era distinta —todos estaban borrachos, bailando como estúpidos o besuqueándose en los sofás. A nadie parecía importarle lo que los otros hacían. Cada uno estaba en su pequeña burbuja creada por el alcohol.
Incluso él parecía estar creándose la propia. No había bebido lo suficiente como para estar borracho, y aun así la cabeza empezaba a darle vueltas y vueltas y vueltas.
Se preguntó si aquello no sería el efecto Midoriya más que el vodka.
Izuku volteaba cada tanto a verlo, para asegurarse de que seguía allí —tal vez— como si no le agarrase la mano con la misma intensidad que si el mundo si terminara mañana.
Siempre que lo hacía, sonreía un poco más amplio.
Y Todoroki también. Lo intentaba, pero era tan torpe y descoordinado que estuvo a punto de tropezar con más de un escalón y arrastrar a Midoriya con él escaleras abajo.
—¡Uf! Pero qué grande —Midoriya rió al ver el extenso pasillo de la casa—. Yo me pierdo hasta cuando voy a comprar pan, no me imagino aquí.
Y era enorme. Puede que no tanto como el hogar de los Yaoyorozu, pero debía haber más de media docena de cuartos a lo largo del pasillo. Algunos tenían la puerta cerrada, otros la tenían abierta —esperando a que un dúo valiente se acercase a reclamarlos.
El que parecía ser el cuarto de Mina Ashido seguía con su puerta abierta de par en par. Lo supo por la explosión de color rosa del cobertor y los cojines, sin mencionar la peluda alfombra sobre todo el suelo.
—¿Vamos? —Izuku invitó, en puntitas de pie, susurrando cerca de su oído.
No tenía idea en qué momento la mano del chico descansó sobre su estómago para tener un apoyo.
Shouto tragó saliva. Pero asintió. El mareo en su cabeza no le permitía ni siquiera pensar lo que sea que podría pasar adentro de ese cuarto. No sabía si quería, pero tampoco es que no quería.
Siguió a Midoriya sin chistar. Fue entonces que descubrió que no estaban solos allí arriba en el pasillo —el pomo de otra puerta giraba, dejando salir a otra pareja, un chico y una chica, salían con la ropa desaliñada y el cabello alborotado.
La muchacha casi rebotó contra Izuku. El chico soltó un chillido mientras la cara se le teñía de rojo —probablemente porque estuvo a punto de enterrar la nariz en sus senos.
—¡Lo siento! —exclamó apenado. La muchacha rió.
—Descuida —dijo ella tras darle una sonrisa pícara.
El novio —o amante o amigo o lo que fuera— de ella no sonreía con complicidad. Shouto no podía dejar de observarlo, tratando de descifrar qué le estaba incomodando tanto de ese sujeto. No lo conocía, no tenía idea de a qué clase o curso asistía.
Pero algo en él le estaba quitando la respiración.
Tironeó entonces de la muchacha para sacarla del camino de Midoriya. Ambas parejas se dieron la espalda, dispuestas a seguir con su camino sin dar demasiada importancia a aquel asunto totalmente irrelevante.
De todas formas, Shouto escuchó lo que brotó de los labios de ese otro muchacho. No fue lo suficientemente discreto —aunque estaba seguro que fue totalmente adrede.
Solo que le tomó demasiado por sorpresa... y no para bien.
—¿Por qué a los maricas les encanta refregarte en la cara que lo son?
El rostro de Shouto se deformó al escucharlo.
La catarata de recuerdos le inmovilizó las piernas —se hubiese caído de rodillas si no fuera porque Midoriya le tironeaba con emoción— mientras inundaban su cabeza.
Maricas.
Marica.
Ningún hijo mío es un marica.
La furia en la mirada de su padre. Hawks siendo echado a patadas. Dabi abriendo una última vez la puerta de su casa. Shouto suplicándole que no lo abandonase.
Se repetían en su mente, a gran velocidad y sin detenerse. Cada vez con más nitidez, con un volumen tan alto que le reventarían los oídos.
Volvió a la realidad cuando Midoriya lo empujó contra la mullida cama. Ni siquiera supo cuándo llegaron. Fueron las manos del otro contra su pecho las que le trajeron de regreso al mundo real.
Sí —ese era el mundo real. No sus recuerdos, no la voz atormentante de su padre y la palabra marica explotando en su cabeza.
Porque nada bueno pasaba después de que esa palabra flotaba en el aire.
Izuku volvió a besarle. Con mucha más dulzura, más cariño y amor. Shouto podía sentir todos los sentimientos que afloraban del muchacho contra su propio cuerpo, con cada beso que depositaba en su boca, mentón y mejilla.
—Me gustas, Todoroki-kun —susurró Midoriya sobre su boca.
Lo besó otra vez. Le acarició en el pecho otra vez, justo encima del corazón.
—Me gustas bastante.
Todoroki no podía mover ningún músculo. Solo estaba allí, quieto, dejándose besar por Izuku Midoriya.
Y le gustaba.
Pero no podía hacerlo.
Sin embargo, no era capaz de encontrar la fuerza de sacárselo de encima.
Hasta que lo hizo, cuando Midoriya mordisqueó suavemente sobre su labio inferior. Completamente extasiado, y de repente asustado por las manos de Todoroki empujando sus hombros.
—¿Todoroki-kun...?
—Debo ir al baño —jadeó Shouto con la mirada perdida—. Yo... ya vuelvo.
—¿Te lastimé? —preguntó Midoriya horrorizado—. ¡Oh, por los patines de Gran Torino! ¡Juro que no volveré hacerlo, perdóname...! Soy un imbécil...
—No, no —Todoroki negó mientras se ponía de pie—. Solo necesito lavarme la cara.
Dio un par de pasos hacia atrás. No tenía el corazón para darle la espalda a la carita confundida de Midoriya, allí sobre la cama, respirando entrecortado.
—Volveré.
Shouto cerró la puerta tras de sí cuando salió. Soltó todo el aire que había estado conteniendo y sus pulmones le agradecieron salir de aquella habitación que lo asfixiaba.
Quedó allí apoyado contra la puerta un par de segundos. Sus ojos estaban cerrados, pero los abrió cuando una voz conocida le sacó de su ensimismamiento.
—¡Eh, Todoroki! ¡Yayyy!
Kaminari se tambaleaba por el pasillo. Seguía usando el sostén —que ahora podía ver era rosa y negro con encaje— y una pantalla de lámpara encima de la cabeza.
Ni siquiera estaba en sus cabales como para pensar que se veía como un completo desquiciado con su sonrisa babeante y temblorosa.
Denki dio un traspié cuando llegó a su lado. Mantener el equilibrio parecía estar costándole más que un examen de Aizawa.
—¿Soy yo o la tierra empezó a girar? —dijo con voz arrastrada y divertida. Típica de borracho.
—La tierra siempre está girando, Kaminari.
—Ya, pero está girando más rápido, ¿no crees?
Shouto rodó los ojos. Kaminari notó entonces que tenía el cabello desordenado y su cuello de tortuga estaba mal doblado; sin mencionar que estaba pegado a un cuarto cerrado.
Puede que no fuese la galletita más inteligente del tarro, pero sí que sabía hacer dos más dos.
—Oh... ¡OH! —Kaminari exclamó con una sonrisa ladina—. Ya entiendo... Todoroki travieso... ¿quién diría de ti?
—No es lo que estás pensando —lo cortó.
Pero Kaminari no se rendía.
—¿Quién es? —picó en su estómago—. ¿Quién es la afortunada? ¿Es Yaoyorozu? ¡Dime que es Yaoyorozu y dejó al fin a Jirou sola! Podré al menos bailar con ella, no pido más.
Todoroki no podía escucharlo. Se desprendió del agarre de Kaminari y se encaminó hacia la escalera. El otro quiso seguirlo, pero volvió a tambalearse.
—¡Eh! ¿A dónde vas? —chilló Kaminari—. ¡No seas descortés! ¡No dejes sola a tu chica, Todoroki!
Shouto se cubrió los oídos mientras bajaba a toda velocidad. Casi hizo que otra muchacha —una de la clase B— derramara un vaso de cerveza sobre su vestido, pero ni siquiera sus insultos le importaron.
Y no ayudaba el hecho de que Kaminari siguiera insistiendo con una chica imaginaria. Sabía que no era su intención... pero solo estaba empeorando las cosas.
Todoroki siguió y siguió hasta que encontró la tan ansiada puerta. El aire puro le llenó los pulmones. Le dio algo de vida a sus rígidos músculos que apenas podían moverse.
Podría haber llorado. No sabía si por la libertad o la tristeza que tenía encima.
Entonces echó a correr. Lejos de la música, de sus compañeros, de toda aquella locura de la fiesta.
Lejos de Izuku Midoriya.
Pero eso no le generaba ningún sentimiento de libertad.
Midoriya
Todoroki? Estás?
Midoriya
Oye, me he quedado preocupado por ti. Ya no apareciste luego y pues pensé que tal vez te hizo mal el alcohol... o no sé... pero te busqué por toda la casa y luego Kaminari me dijo que te fuiste y que estabas muy pálido... intenté llamarte pero tu celular me daba apagado...
Midoriya
Está todo bien?
Midoriya
Puedo entender que estés molesto o algo, lo siento, de verdad. Creo que estaba un poquitiiiiin borracho. No quería incomodarte, en serio... es lo ultimo que querría hacer en esta vida, Todoroki.
Midoriya
Solo quiero saber que estás bien u.u
Shouto
Estoy bien.
Mensaje leído.
Todoroki no podía dejar las dos palomitas marcadas en celeste desde hacía más que un par de horas; a la hora del almuerzo, cuando no pudo ni siquiera mordisquear lo que Fuyumi preparó con tanto ahínco y esmero ya que Natsuo estaba en casa por el fin de semana.
Midoriya ya no iba a responderle. En parte, lo agradecía. Por otro lado... le hacía sentirse como una escoria humana. El tener que orillar al muchacho —que, para colmo, se preocupaba por Shouto cuando no se lo merecía— a responderle con silencio absoluto.
Incluso tuvo que darse una ducha, con la esperanza de que el agua tibia limpiase todas las molestias que estaba sintiendo. Tan solo quería un instante de paz y silencio.
Pero su cabeza era un desastre. Y, en su cuarto, también había uno.
Cuando Shouto abrió la puerta —todavía enfundado en su bata de baño—, una presencia inesperada lo recibió.
—¿Qué hay, Shou?
Todoroki dio un respingo al escuchar la voz de Dabi. Después de lo que debían ser meses —¿o años?— volvía a ver la figura de su hermano mayor, recostado sobre su perfectamente ordenada cama y engullendo una bolsa de patatas fritas saborizadas.
Lo máximo que pudo atinar a hacer fue a cerrar la puerta con rapidez. Enji seguía en la casa, y no estaba seguro de qué pasaría si descubría a Dabi allí, tan fresco y campante.
—Ah, te preocupas por mí —Dabi canturreó—. Qué gentil de tu parte protegerme del viejo.
—No te protejo a ti —masculló Todoroki—. Me protejo a mí.
—Es muy lindo de tu parte, Shou —continuó Dabi—. Y no te pondría en un aprieto. Si el viejo apareciese, me metería al closet... no es como si no supiera lo que es vivir allí adentro.
—No quiero ya escucharte.
Dabi no lo contradijo. Solamente se dedicó a masticar más fuerte sus patatas y llenar de migas el cobertor. Shouto decidió que lo mejor sería ignorarlo hasta que decidiese irse a seguir sembrando el terror.
Si bien hacía el esfuerzo por no verlo, pudo descubrir que tenía más tatuajes en los brazos y mandíbula, así como tres piercings en el lado derecho de la nariz y las orejas horadadas. Su pelo, ya negro desde hacía años, salía de su cabeza en picos desordenados.
A veces era imposible de reconocerlo.
—¿Cómo estuvo la fiesta? —inquirió—. Me enteré que Natsu te llevó. Muy mal, Shou. Soy yo quien debería estar llevándolos a fiestas.
—¿Siquiera tienes licencia? —Shouto preguntó sin emoción en el rostro—. ¿O un carro?
Dabi sonrió con picardía. Cruzó los brazos detrás de su cabeza como si estuviera demasiado cómodo para moverse.
—¿Para qué quiero una licencia? Igual la vida es corta. Y podría robarme un carro si mis pequeños necesitan un aventón.
—Será más corta aún si conduces sin licencia.
—Vaya, ¿por qué no me avisaron de eso antes? —Dabi empezó a husmear en su estantería de libros—. ¡Hubiese empezado a conducir antes sin licencia!
Hacía acopio de todas sus fuerzas para que Dabi no viera el estrés que su presencia le provocaba. Lo hacía a propósito —aparecerse de la nada solo para fastidiar como un fantasma de su pasado que se negaba a seguir adelante.
Y Shouto solo quería dormir y ya no despertar.
Sin embargo, podría haber agradecido a Dabi que le estuviese encrespando lo suficiente los nervios como para no pensar en el asunto de la fiesta.
—¿No me preguntarás cómo me enteré de la fiesta?
—Pues no.
—Es una historia muy divertida... te la contaré igual.
Todoroki tuvo que dejar de rebuscar entre su ropa para detenerse a suspirar un instante. Dabi era imposible.
—Resulta que cuando fui a hacerme mi nuevo tatuaje, conocí a una niña muy simpática de tu escuela.
—Mira pues, no sabía que eras capaz de hacer amigos.
—Se llama Himiko Toga —continuó Dabi sin inmutarse de los intentos de insulto de Shouto—. Y ella me contó que habría una fiesta muy divertida a la que irían todos sus amigos.
¿Amigos? Shouto casi se rió. Toga tenía menos amigos que el mismo Shouto. Era extraña y espeluznante —y nadie quería tenerla cerca aunque fuese guapa.
—Luego me enteré que Natsu estaba en la ciudad... así que estuve espiando la casa desde ayer...
—¿Estuviste espiando la casa...?
—Y vi cómo salían los dos anoche, y tú usabas ese estúpido cuello de tortuga que a Fuyumi tanto le gusta. Era obvio que irías a la fiesta.
—Bravo por deducirlo tú solito.
Dabi soltó una carcajada. Todoroki no podía dejar de mirar a la puerta, porque temía que Enji reconociese esa risa demoníaca y se acercase a ver qué diablos estaba pasando allí dentro.
—Entonces, ¿te divertiste?
—No creo que te importe realmente —Shouto escupió—. Estoy cansado, Dabi. Ve a molestar a alguien más; te recuerdo que tienes otros dos hermanos.
—Con ellos no me río como contigo, Shou... —su hermano se llevó una mano al pecho en un gesto conmovido.
—No te ríes conmigo, Dabi. Te ríes de mí.
—Esos son tecnicismos.
—Como sea —Shouto lo interrumpió—. Estoy normal. Ya vete.
Todoroki solo quería que Dabi se fuera. El agotamiento mental le estaba suplicando dormir de una vez —no había podido hacerlo bien durante la noche; no lograba pegar el ojo por más de media hora— y su hermano solo le estaba cansando más.
—Hawks dice hola.
—Pues... qué amable de parte de Hawks —Todoroki casi bufó al decir aquel nombre.
Vio de reojo un brillo diferente en la mirada de su hermano. Y su sonrisa era más especial, menos cargada de burla y cinismo.
—Dice que te ves más agradable que yo —agregó Dabi—. No es como si eso fuese difícil de superar.
Dabi se acercó para removerle el cabello. A Shouto siempre le había fastidiado que él y Natsuo se lo hicieran, pero en ese momento solamente sintió dolor y nostalgia.
—Me preocupo por ti, Shou. No te ves del todo bien.
—Me veo igual que siempre.
—¿Y eso significa que estás bien? —Dabi cruzó los brazos.
—No podrías saberlo. Nunca estuviste ni estás aquí.
Una parte de Todoroki se arrepintió de sus palabras. Puede que el rostro de Dabi se viese igual de burlón y relajado, pero su labio tembló ligeramente ante la innegable verdad.
Por un instante creyó que su hermano se estaba lamentando el no haber estado allí.
—Tienes razón, Shou —Dabi dijo otra vez en su tono que parecía estar cargado de ironía—. Nunca estoy aquí.
Se acercó otra vez hacia un estático Todoroki y le acarició la mejilla. Tras eso le dio unos bruscos golpecitos que le dejaron más confundido.
Los dos se miraron por un par de segundos, pero Shouto no pudo soportarlo y fingió seguir buscando ropa.
—¿Alguna vez te arrepientes? —preguntó como si fuera algo casual.
Dabi encogió sus hombros y frunció la boca. No debía tener una respuesta para eso. Se dirigió entonces hacia la ventana —a la cual Enji había hecho quitar los barrotes el año anterior— y se encaramó por el marco.
Tenía medio cuerpo afuera, pero volvió a meter la cabeza dentro del cuarto solo para decir:
—Me arrepiento de muchas cosas —Dabi dijo con la voz seria—. Hacer que me odies es una de ellas.
Todoroki contuvo la respiración por un instante.
—Pero es más fácil verte odiándome que sufriendo por mí.
Dabi se fue antes de que Shouto pudiese pronunciar palabra.
No tenía idea de qué podría decirle, de todas formas.
Todoroki tampoco consiguió dormir demasiado en la noche del sábado. A la mañana siguiente, ya estaba en la cocina con una taza de té negro y unas ojeras más grandes que toda la ciudad.
No había rastros de Dabi. Tampoco de Natsuo o Fuyumi, que debían haber elegido dormir hasta tarde aquel domingo. Su padre estaba silbando alguna cancioncilla en el comedor, y Shouto se escabulló de regreso a su cuarto con la taza en mano para no tener que enfrentarlo.
No quiso ver a nadie durante el día. Se obligó a sí mismo a estar al menos media hora en el almuerzo pero porque Natsuo debía tomar el tren de regreso a su universidad después de la comida.
Ni siquiera había disfrutado lo suficiente al hermano mayor que no lo abandonó.
—Prométeme que estarás bien —dijo Natsu contra su oído mientras lo abrazaba.
—Yo estoy bien —Shouto espetó, pero ni él mismo se lo creía.
—Promételo —siseó Natsuo, apretándolo más fuerte contra sí.
Acabó por suspirar. Si para dejar tranquilo a Natsuo debía mentir...
—Te lo prometo.
Su hermano lo alejó para mirarle con una sonrisa. Le revolvió el cabello una última vez y se dio la vuelta, siguiendo a Enji que lo acercaría hasta la estación de tren. Fuyumi sollozaba, pero siempre lo hacía —tal vez temía que Natsuo cruzase la puerta y no lo volviese a ver, como a Dabi.
Todoroki se escapó en cuanto pudo hacia su habitación. Odiaba que ya casi fueran vacaciones, porque al menos los exámenes y tareas podrían haberlo distraído.
Nada podía alejar su mente de aquellos terrenos peligrosos en los que se balanceaba.
Su teléfono seguía apagado, y sabía que iba a lamentarlo cuando lo encendiese. Pero no podía —no en ese momento. No era capaz de navegar a través de sus contactos y chats, solo para ver las dos tildes azules —las cuales no existían en una charla con él— en la conversación de Midoriya porque simplemente no sabía cómo explicar nada de lo que había pasado.
Las palabras de Dabi resonaron en su cabeza.
«Es más fácil verte odiándome que sufriendo por mí».
Nada era fácil, jodido Dabi. Ninguna opción era más soportable que otra en ese momento.
La puerta de su cuarto sonó. Shouto lo ignoró, porque si era Fuyumi o su padre que regresaba, él no quería verlos. Volvieron a golpear con más insistencia.
—¿Todoroki?
Se levantó de un salto al escuchar aquella melódica y suave voz femenina. Casi corrió a abrir la puerta, solo para encontrar a una muy confundida Momo que lo miraba como si enfrente tuviera un muerto renacido.
—Me preocupé porque no me respondes desde el viernes en la fiesta... ¿qué ha pasado?
Shouto negó con la cabeza como indicio de no querer hablar del tema. Le hizo un lugar para que ella pasara y, mientras lo hizo, no dejó de mirarlo a la cara.
—Te ves terrible —ella atinó a decir con horror—. Perdona mi insolencia.
—No, es cierto —Shouto habló con voz ronca—. No he dormido muy bien.
—¿Necesitas algún calmante? —preguntó Momo, preocupada—. Puedo ir a la cocina a prepararte un té, o lo que necesites...
—Lo que necesito ahora es que todo deje de ser una mierda.
Yaoyorozu se llevó la mano a la boca. Se veía como una hermana mayor consternada y lista para mover la tierra con tal de que Todoroki dejase de sentirse así.
No merecía a alguien como ella en su vida. Alguien tan bueno —ni mucho menos se merecía a Midoriya.
—¿Seguro que no quieres hablar de ello...?
—No quiero —la cortó. Se volvió a acomodar sobre su cama—. ¿Y tú por qué viniste?
En otra persona aquello tal vez fuera grosero, pero Momo estaba acostumbrada a la falta de tacto de Todoroki.
Las mejillas de Momo se sonrojaron y su boca luchaba por no curvarse en una sonrisa. Hasta notó que sus dedos jugaban ansiosos con algunos mechones de cabello que se le escapaban de la coleta.
Se veía...
Radiante.
—Algo ha pasado el viernes —ella dijo.
Shouto sintió que se le detenía el corazón. Sí, pensó. Muchas cosas han pasado el viernes.
—Kyoka-chan dijo que también gusta de mí.
Hizo una pequeña pausa.
—Hasta nos hemos... ya sabes... dado un... beso.
Todoroki quedó recalculando por un instante.
Por supuesto que debía ser sobre Jirou. A Momo le gustaba Jirou, eso estaba claro ahora. Ella nunca lo dijo explícitamente, y Shouto jamás se daba cuenta de las cosas.
Pero, en ese momento, era más que obvio. Incluso si rememoraba todas las veces que las vio juntas, cuchicheando cerca y mirándose con ojos brillantes como si nada fuera más deslumbrante que lo que tenían al frente.
—Vaya, Momo... eso es... genial, supongo —Shouto balbuceó—. Me alegro por ti.
La sonrisa enamorada de Momo se esfumó, dando paso así a una mucho más entristecida y abatida. Hasta la vio tomar un pañuelo de uno de sus bolsillos.
—Mis padres van a enloquecer si lo saben.
—No tienen por qué saberlo —Todoroki habló—. No creo que tú seas como Dabi...
Yaoyorozu estaba más que al tanto de lo acontecido con su hermano. Y era ella la que solía intentar persuadir a Shouto de dejar de lado sus sentimientos negativos.
—Ya están sospechándolo —Momo dijo con un hilo de voz—. Mi mamá no deja de hacerme preguntas cada vez que Kyoka-chan va a nuestra casa. Ella... ella solo la juzga por su forma de vestir y su cabello, es tan injusto...
Dime a mí de injusticias, pensaba Shouto en su interior.
—Sé que me enviarán con mis tíos en Londres si los decepciono —Una lágrima solitaria salió de uno de los ojos de Momo—. O solamente si presienten algo extraño. Yo no me quiero ir...
Una catarata de lágrimas inundó el delicado rostro de Momo. Hubiese querido ser alguien más cálido para tratar de dar verdadero apoyo al dolor y terror que sentía su mejor amiga.
Pero él estaba igual, o peor de jodido que ella. Y seguía sin saber cómo hacer para no terminar igual que Dabi.
—No sé que voy a hacer, Todoroki —Momo hipó—. Sé que la solución sería tener lejos a Kyoka, pero yo no sé mentir, y mi madre sabría que hay algo raro... estoy tan asustada...
Entonces... una idea. Delirante, tal vez. Estúpida, sin duda alguna.
¿Quién podría caer por ese viejo y ridículo truco? Ni siquiera su padre era tan tonto como para caer por ello luego de años negándole que entre Momo y él pudiese florecer algo.
Pero... Enji parecía desesperado por emparejarlos. Momo era una buena chica, y los Yaoyorozu querían a Shouto y los Todoroki. Todos los adultos pensaron que sería inevitable una unión entre los dos jóvenes.
Y si ellos les daban lo que querían ver...
Sintió un nudo en la garganta al recordar a Midoriya. Y también a Jirou Kyoka —pero al menos ella lo entendería. Estaba seguro que quería a Momo y haría lo que fuese para que no sufriera a causa de sus padres.
Izuku era otro tema. Sus inseguridades eran distintas, y él no podía obligar a que alguien tan lleno de confianza en sí mismo debiese volver a las sombras por culpas de los miedos de Shouto.
Le pinchaba en el pecho pensar en sus grandes ojos verdes cuando viese por primera vez la escena que lo cambiaría todo. La que le haría odiarlo y, tal vez, olvidarlo y ya nunca sufrir por alguien llamado Shouto Todoroki.
Era lo mejor. Tenía que ser lo mejor.
¿Por qué la vida era injusta con algunos? Pero de nada le servía quejarse de su dramático destino y la horrible familia en la que le tocó nacer.
Él no iba a arrastrar a alguien más a ese infierno.
Por eso, se armó de valor; se acercó hasta a Momo, tomó su mano entre las suyas y esperó a que ella le mirase a los ojos para decirle:
—Creo que tengo una idea para solucionar tu problema.
Nuestro problema, casi agregó Todoroki.
Pero ni siquiera tenía el coraje para admitirlo también como suyo.
Les presento aquí... el capítulo más largo que LFDA tendrá, con 12.5K palabras ; v ;
Se que era para la semana anterior, pero en serio estuve tapada de responsabilidades ;___; y pues en mis horas libres escribía y escribía pero ya ven lo largo que quedó y nunca lo podía terminar (?) me disculpo de verdad por eso, pero sepan que no fue fácil hacer más de 20K palabras en solo dos capítulos haha
Y ufff, sobre la fiesta... ¡al fin se reveló el misterio! Perdonen si esperaban algo más épico, aunque pues yo creo que todo lo que fui construyendo a lo largo de los capítulos fue para llegar a este punto. No odien al pobre TodoPendejo, en serio ;;; sufrió mucho yyyy puede que esté dispuesto a querer cambiar las cosas ♥️ quedan muuuuchas sorpresas y saben que el misterio más especial del fic todavía no se revela :0
El próximo capítulo es la fiesta del presente 7u7r puede, o no, quedar dividido en dos pero yo no creo ya que entraremos casi de lleno a eso, pero si asumo que será cap largo HAHA se que el próximo era el extra de Kacchan, pero preferí hacerlo luego del capítulo 18 ♥️
Si no me equivoco... LFDA terminará alrededor del capítulo 20 o 21, pero esos capítulos pueden estar divididos en dos (más un epílogo). Empieza el conteo final ♥️ yo desde ya la estoy extrañando y miren que queda mucho por escribir (?)
El capítulo de hoy se lo dedico a Miss_Shooting_Star y AlisonCBarra para qué no se lancen por la ventana ♥️
Un millón de gracias por todos sus hermosos comentarios y votos, ¡Ya llegamos a los 7K! ♥️ en serio son lo máximo TuT me hacen muy feliz. Y otra cosa...
Han visto la hermosa portada nueva?! Me la hizo la bella Admin Uraraka de la SquadBNHA ♥️ también me hizo unos separadores, pero siento que descolocaría un poquito haha los cambiaré cuando la fic termine c:
Nos estamos viendo muy pronto, besitos ♥️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro