Capítulo 14
Desde que decidió que su vida daría un giro contundente, Izuku había dormido un total de siete horas, cuarenta y ocho minutos, y nueve segundos en la última semana. Y se había bañado solo dos veces.
No es que estuviese contándolo.
Eran sofisticados cálculos matemáticos que había medido en la cantidad de horas que se había desvelado dividido por la cantidad de páginas escritas a mano.
Ciento treinta y dos. Por si alguien se lo preguntaba.
La mano le temblaba cada vez que realizaba una simple acción hogareña —como servirse un vaso de agua— y casi podía escuchar las bromas de su mejor amiga en su cabeza; ella le decía que seguramente había estado dándole algo de alegría a Deku Jr y por eso no podía usar los dedos sin temblar.
Sonrió tristemente al pensar en Ochako.
Apenas y se habían visto en la semana. Mucho menos cruzar palabras. La semana de exámenes estaba encima de todos ellos y la mayoría ocupaba los recesos, horas libres y el almuerzo para seguir acumulando conocimientos —como Iida, a quien solo había cruzado en clases.
Aunque, por supuesto, su amigo ocupaba hasta las vacaciones de verano para acumular conocimientos innecesarios.
Con Ochako había sido distinto. La muchacha estaba algo apagada y distante, e Izuku estaba ocupado en hacer malabares con su tiempo inexistente. Además, que se negaba a cruzarse con Kirishima —quería esperar que las aguas se calmasen— en la cafetería o en el campus, por lo que no le quedaba más opción que huir al lugar atrás de las gradas donde siempre almorzaba con sus mejores amigos.
Encontrar el lugar vacío le retorcía el estómago.
Decidió usar esa pequeña media hora para seguir con el trabajo final de la clase de Yamada. Él no había cruzado ni una sola mirada con Todoroki y tampoco tenía planes de hacerlo. En ese momento hubiese preferido trabajar con Kacchan y su carácter de mierda —al menos, sabía cómo es que el chico reaccionaría y podría intentar manejarlo.
Todoroki seguía siendo un misterio. Y probablemente moriría sin resolverlo.
Pero Izuku espantaba esos pensamientos cada vez que le nublaban la mente. Funcionaba a veces. Cuando eso no era posible, tomaba un cuaderno y una lapicera; entonces, escribía. O en las notas de su celular si estaba en algún lugar incómodo como el baño.
Escribir se había vuelto más una necesidad que un simple pasatiempo. Midoriya escribía, porque las palabras salidas de su boca nunca eran tan buenas como las de sus manos. Porque sus labios a veces lo decían todo a destiempo: demasiado pronto o lo suficientemente tarde.
Pero el hecho de escribirlo era diferente. Las palabras escritas no se iban —quedaban allí por siempre. Para ser leídas en el momento y lugar indicados, cuando la persona que más lo necesitase las encontrara. Una pequeña huella que dejaba de sus sentimientos. Una huella que, tal vez, llegaría a los demás y les haría entender las cosas de una manera diferente. Y no solo a otros, si no a él mismo para cuando lo leyese en voz alta.
Aunque... por supuesto, todo se había arruinado la primera vez que se compartieron sus sentimientos inmortalizados.
Pero, ¿no podía sacar algo bueno de aquello, acaso? Shinsou se lo dijo días atrás: las crisis eran oportunidades. Para empezar de nuevo, para aprender, ¿quién juzgaba lo que se podía lograr con las crisis? Cada uno sabía cómo sacar su propio beneficio de ello.
Puede que lo tachasen de idealista. Ochako lo haría. De hecho, podía escucharla reproduciendo un comentario en su cabeza.
—Nunca fuiste lo suficientemente bueno para esconderte, ¿sabes? —Un suspiró le siguió—. Aunque tampoco eres bueno para prestar atención a lo que pasa a tu alrededor. Tu mayor talento siempre fue llorar.
Oh, genial, pensó Midoriya. Ahora escucho su voz.
—Te estuve espiando durante cinco minutos —siguió diciendo la imaginaria voz de Uraraka Ochako—. Desde aquí se te ve la adorable raja de tu traserito, Deku-kun. Te tomé una foto. Podría vendérsela a Aoyama y usar el dinero para fugarme a una isla exótica donde pueda conseguir un moreno de dos metros para abanicarme los pechos.
A Midoriya se le cayó el cuaderno de las manos con un ruido seco. Giró sobre su hombro hacia el lugar desde el que provenía la voz de Ochako.
Su mejor amiga se apoyaba contra uno de los pilares que sostenían las gradas. Tenía dos bolsas de papel madera con el logo de la panadería Suneater —que era la de un sol con forma de dona y un mordisco en su parte superior— y sonreía de costado con aquella aura que tanto la caracterizaba.
Y no, esa vez no era su aura maligna —la que planeaba venderlo al mejor postor para pagarse unas vacaciones en el spa—, sino que era diferente.
Pues era el aura de mejor amiga que usaba cuando Izuku necesitaba un abrazo y que le acariciasen el cabello con amor.
—Bueno, estarías en tu derecho —trató de sonreír Midoriya—. Sabes que tienes mi permiso de usarme para poder encontrar tu felicidad.
—Wow, que mártir —rio Ochako—. Creo que pondré eso en tu tumba: Pueden usarme para encontrar su felicidad. Tan poético y dramático. Tan emo. Te va.
—Puedes agregar eso también. Izuku Midoriya: gran dramático y poeta, no tan buen novio ni mucho menos amigo.
Ochako se acercó hacia él con las cejas fruncidas. Tomó asiento a su lado, cruzándose de piernas pero manteniendo la distancia.
—Pero, ¿de qué diablos hablas? —ella exclamó—. Eres el mejor amigo que hay. Puedo reírme de ti y tienes una vida repleta de chismes que llena un poco mi vacío existencial, ¿qué más puedo pedirle yo a la vida?
Izuku hizo una sonrisa que mezclaba entre tristeza y arrepentimiento. Su amiga intentó ofrecerle una deliciosa dona glaseada que acababa de sacar de la bolsa de papel.
—¿Un amigo que no te ignore cuando lo necesitas, tal vez?
Ochako lo miró con ternura. Estiró su mano hacia la mejilla de Izuku —probablemente para acariciarla—, pero no fue hasta que ella se deslizó su dedo sobre su piel que notó que en realidad estaba secándole una lágrima.
—No llores —dijo ella con la voz rota—. Si tú lloras, yo lloro. Y me haces pensar que tengo sentimientos. No quiero eso.
—Los sentimientos apestan. Quiero removérmelos y ser un brócoli para siempre.
Su amiga soltó una risotada entre las lágrimas que habían empezado a caer de sus propios ojos. Midoriya no quería preguntarle eso, pero sabía que tarde o temprano debía hacerlo.
Aunque podía imaginarse la respuesta.
—Ochako, ¿qué ha pasado? —preguntó con cuidado.
La muchacha se mordió el labio inferior un par de veces, con su mirada frenética mirando a cualquier lugar en el suelo excepto a Midoriya. Sus manos jugueteaban inquietas con el dobladillo de su falda.
—Me confesé —dijo Uraraka con la voz ahogada—. Se lo dije a Iida.
Midoriya abrió los ojos con enorme sorpresa.
—¿Cómo...?
—Bueno, más bien se lo grité —continuó ella con gesto avergonzado—. E Iida enloqueció cuando lo hice. Y le grité más fuerte.
—¿Y entonces?
—Lo besé.
—Joder.
—Y luego me quitó de encima y se fue.
—Yo... mierda, Iida es un idiota, Ochako. Tú lo sabes. Yo lo sé. Él lo sabe. Tal vez entre en razón...
Uraraka empezó a agitar las manos delante de Izuku, restándole importancia al asunto —claro, eso era lo que ella debía estar mintiéndose a sí misma— como si fuese algo casual.
—Está bien. Yo me equivoqué. No le gusto. Es así de simple. Puedo vivir con ello. Digo, sobreviví hace años a que yo no te gustase a ti y ahora estamos aquí... hablando de tu vida sexual como si nada.
—¿Él dijo que no le gustabas?
—No, pero vamos... es más que obvio. Me apartó como si fuese un perro sarnoso. Y no dejaba de de gritar y hacer esa cosa espeluznante con las manos. Él... estaba demasiado alterado por haberle pegado a alguien.
—¡Tal vez fuese eso! —trató de convencer Midoriya—. Tal vez...
—No —lo detuvo Ochako—. No quiero hacerme ilusiones en un campo muerto, Deku-kun. Iida y yo no hablamos desde que Shinsou nos dijo que tú estabas bien.
Midoriya de repente se sintió avergonzado. Sabía muy bien que la conversación estaba a punto de desviarse a él, y todavía no tenía pensado todo lo que quería decir.
O, en realidad... sí sabía lo que quería decir. Solo que no tenía de cómo.
—Sí, sobre eso... —Midoriya carraspeó—. Gracias. Hablar con Shinsou me hizo abrir los ojos. Y me alegra saber que él está bien, de hecho.
—Al principio temía que fuese una estupidez —siguió Ochako. Hizo una carcajada amarga—. Digo, ¿llamar a tu ex? ¿Qué clase de persona retorcida hace eso? Pero estábamos desesperados. Y con Iida hicimos una tregua ese par de días. Al parecer, concordamos en que te queremos más de lo que nos podemos llegar a odiar entre nosotros.
Izuku se abrazó más contra sí mismo. Puede que la primavera comenzase hace un par de semanas, pero la brisa fresca todavía no abandonaba Japón. O tal vez estaba temblando de los nervios.
Ochako le miró de arriba abajo por un instante.
—No tienes que hablar de ello si no quieres.
—No, sí quiero —respondió Izuku.
Su amiga notó el pero que quedó colgando en el aire entre ellos dos tras esa oración.
—Bueno, vale. No hables de ello si no estás listo.
—¿Alguna vez se está listo para hablar de algo? —bufó—. Si no lo hago ahora, entonces no lo haré nunca.
Uraraka apretó los labios en una sonrisa alentadora. Su mano frotó la espalda de Midoriya en señal de apoyo. Ella estaría ahí. Cuando Izuku quisiese abrir la boca y escupir todos sus sentimientos... ella no iba abandonarlo.
Así que lo hizo.
Izuku no tenía idea de cuántos minutos pasaron desde que empezó a hablar de Shouto Todoroki, de Kirishima Eijirou, de Bakugo Katsuki y de Shinsou Hitoshi. Tampoco notó el momento en que empezó a chillar y ya veía nublado de tantas calientes lágrimas que caían a raudales de sus ojos.
Ochako no dijo nada. Simplemente escuchó, todas esas historias que ella se conocía de memoria desde hacía más de un año: de la creciente amistad entre Izuku y Shouto, del pequeño juego que empezó entre ambos en los últimos meses de primer año y se suponía iba a consolidarse en la fiesta. Del fracaso que ello fue y el dolor en el que cayó Midoriya de sentirse como un idiota al cual le habían pisoteado el corazón que había puesto en bandeja.
También de su repentino interés por Kirishima y esa sonrisa luminosa que tenía. De su simpatía para atenderlo en el Starbucks y la dulzura con la que lo trató cuando supo que Izuku podía interesarse en él gracias a una estúpida historia que salió a la luz.
Incluso de Shinsou, el muchacho misterioso del club de fotografía que lo había visto con otros ojos incluso antes que Shouto. El único chico que le hizo ver otra realidad; un chico al que en verdad había querido pero con el que se encontró a destiempo.
Para terminar, él también mencionó a Kacchan y lo fallido de su primer romance cuando era solo una pequeña larva. Un chico al que había admirado y querido en su momento; uno que lo trató como si fuese una basura molesta en la suela del zapato e hizo que el autoestima de Midoriya descendiera al centro de la Tierra.
Y Midoriya se sentía miserable por todo ello. Y tonto. Y crédulo. E ingenuo.
—Solo quiero poder cerrarlo todo —sorbió ruidosamente por la nariz—. Quiero cerrar este ciclo que nunca he podido culminar con Todoroki y no me deja seguir adelante.
—Deku-kun, Todoroki no lo vale. Es un jodido imbécil, ¿de acuerdo? Y seguro tiene el pene pequeño.
—¡Pues si hablamos de imbéciles, yo soy el primero! —exclamó Izuku y golpeó el puño contra el suelo—. Yo dejé que se arruinasen mis otras oportunidades de ser feliz porque no puedo dejarlo ir.
Dio una gran bocanada de aire. De repente su cuerpo se sentía más ligero y su cabeza, más cansada. Midoriya quería echarse a dormir y no despertar hasta que la secundaria terminase.
¿Era estúpido por sentirse frustrado por algo que nunca fue?
—Siento que su fantasma me espantará por siempre.
Uraraka hizo una sonrisa ladeada.
—Bueno... por suerte tienes una amiga certificada en cazafantasmas y caza-penes-cortos. No tienes de qué preocuparte. Patearé traseros por ti. Incluido al del ladrón.
—Si tan solo supiéramos de quién es ese trasero... es como patear un culo invisible.
—Bueno, a mí no me importa —Uraraka se encogió de hombros—. No le dejaré salirse con las suyas. Voy a asegurarme de arrojar huevos a su ventana por lo que nos queda de secundaria. Y a echarle maldiciones para tener mal sexo de por vida.
—¿Incluso si es alguien que te cae bien, Ochako? —Izuku bajó la mirada—. ¿Qué pasa si el ladrón es un rostro amigable?
—Deku-kun, voy a patearle el trasero especialmente si es un rostro amigable. Voy a hacerlo incluso si es Iida. Lo haré con mucho gusto.
—Oye, no es Iida... —Midoriya frunció el ceño—. Prefiero desconfiar hasta del director.
—Yo ya no confío en nadie —Ochako se acomodó el cabello—. Y el director es malvado; tengo la teoría de que antes de ser director hacía experimentos muy turbios con personas.
—Tal vez fuiste tú y solo estás fingiendo —bromeó Izuku codeándola—. Digo, siempre quisiste hacerte famosa a costa mía.
—Oh, sí. Hacerme famosa con tus aventuras sexuales imaginarias es el sueño de mi vida.
Midoriya le devolvió la sonrisa. Usó su brazo para rodear el hombro de su mejor amiga. Ella se refugió contra el hueco de su cuello.
Puede que los dos fuesen un par de fracasos. Pero estaban juntos.
¿Quién necesitaba romance cuando tenías la mejor amistad de toda la galaxia y las aledañas? Ni siquiera Deku y Uravity podrían superar a los originales.
—Deku-kun, apestas —ella arrugó la nariz—. ¿Te peleaste con el shampoo?
—No he tenido tiempo de bañarme —Izuku se rascó la nuca—. Ni de dormir. Ni ver el nuevo capítulo de Gran Torino. O respirar, si quiera.
—¿Y eso? ¿Quién, en su sano juicio, se olvida de ver a Gran Torino Nikiforov dando sus espectaculares saltos?
Él soltó una carcajada nerviosa. Ochako arqueó una ceja confundida cuando Midoriya le dedicó una mirada de completa culpabilidad.
—Pues... eso es otra cosa que debo contarte.
Aunque a Midoriya no le gustase elegir un bando en momentos de peleas o crisis, inconscientemente se dio cuenta con el correr de los días que había elegido a Ochako por sobre Iida.
No es que él planease hacerlo. Veía a su amigo en los pasillos, juntándose con otras personas y sentía algo extraño en el pecho —un algo que le daba ganas de correr hasta Tenya a decirle que lo seguía queriendo, incluso si era un remilgado y no le gustaba Gran Torino on Ice.
Pero no podía hacerlo, ya que Uraraka no se le despegaba del brazo. Y tampoco lo dejaba ir con frecuencia al comedor. Solo podía ver a Iida desde lejos, saludarlo con un leve asentimiento de cabeza y guardarse las ganas de preguntarle si todo estaba bien con su corbata.
Maldita sea, extrañaba a Iida.
—Es una mierda —le dijo ella—. Digo, ¿quién quiere ir a ese salón que apesta a aceite podrido, perfume barato y a axila de adolescente virgen hormonado? Seguro el culo de un mono huele mejor.
—Nosotros somos adolescentes vírgenes hormonados.
—Ya. Pero nos bañamos. O, al menos, yo lo hago —Uraraka frunció la nariz mientras buscaba un desodorante para bolso y lo arrojaba a Izuku—. En serio, tienes que dejar de olvidar de ducharte. 50 sombras de Deku puede esperar.
—Es un nuevo paso en mi vida por el camino del señor: preservo mi castidad alejando a todos con mi aroma corporal.
Uraraka arqueó una ceja mientras saboreaba una piruleta sabor frambuesa que le teñía los labios. Se veía tan adorable y traviesa, con la chaqueta de la escuela apretándole en el pecho —maldecía a Iida por no aprovechar su heterosexualidad para manosear esos melones.
Izuku no entendía a los heteros. Eran demasiado complicados y reinas del drama.
Pero claro, los gays como él tampoco se salvaban. Izuku mismo tenía suficiente drama para representar a toda la colectividad.
—Oye, eso no es necesario. Solo tienes que ponerte a hablar sobre lo mucho que admiras a All Might y ya los alejarás a todos con tu escudo de virginidad.
—¡No hables así de All Might, que está inspirado en Toshinori y yo lo admiro mu-...!
Midoriya no pudo terminar con su perorata ya que el rostro de Ochako se transformó en un manojo de nervios. Empezó a sacudir a Izuku y le apretó los hombros en dirección a ella.
—¿Sabes qué? Háblame de All Might. Y de Gran Torino. Y puedes contarme de los calzones de conejito de EraserHead, incluso si me gano el infierno con esa imagen mental —Ochako rio—. Pero, ¿sabes qué sería mejor? ¡Que me lo cuentes en nuestro lugar bajo las gradas!
Tendría que buscar el cloro para limpiar su cerebro luego de imaginar cosas como esas. Era demasiado temprano para imaginar a tu profesor con una tanga con cola de gato.
Para Toshinori, sin embargo, nunca era temprano.
—Ochako, en cinco minutos tenemos clase con Aizawa —Midoriya frunció las cejas—. ¿En serio quieres imaginarlo con bragas de conejo? No estoy seguro de que mi estabilidad mental pueda soportarlo.
—Tú no tienes estabilidad mental. Solo tienes un trasero suculento que ha causado más guerras que las invasiones a Polonia.
—Eso es tan, pero tan grosero —Midoriya se cruzó de brazos—. ¡Y... y es cierto pero no quita que sea grosero!
Ochako solo agitó el cabello mientras sus ojos zumbaban entre mirarlo a él y sobre hombro; incluso mordió su piruleta con un sonoro crujido. Midoriya entonces lo supo: su mejor amiga estaba nerviosa.
Pero, ¿por qué? ¿Acaso estaba Gran Torino firmando autógrafos en el trasero de los fanáticos? —Midoriya sería el primer en ofrecer el suyo.
¿Aizawa y Toshinori se besaban apasionadamente?
¿Iida acababa de aparecer con un traje de caballero medieval y mataba dragones por la mano de Ochako?
¿Qué? ¡¿Qué?!
—Oye, bro, sabes que no te quiero presionar —dijo la inconfundible vocecita de Denki Kaminari—. Pero el partido contra Shiketsu es como en una semana y tenemos que ganar. Ya tengo demasiadas malas calificaciones como para tener un futuro digno, al menos quiero llevar una medalla a mi madre.
—Kaminari, me alegra ver que aceptaste tu destino de vivir debajo de un puente con una rata de mascota llamada Pikachu —agregó Sero entre carcajadas—. Puede que Kiri y yo pasemos a dejarte limosna.
—Sero, tú siempre eres tan atento...
Un golpeteo de manos y codazos le siguió. Le siguió un chillido doble.
—¡Ay, ay, ay! ¡Mi oreja! ¡Kiri, suéltame! Estás muy agresivo.
—¡Kaminari empezó!
—Ya basta, ustedes dos —exclamó Eijirou—. Nadie vivirá debajo de un puente.
El corazón de Midoriya se detuvo al escucharlo otra vez. Quería hacerse bolita en su mismo lugar, o que los aliens apareciesen y los raptasen para hacer experimentos con sus penes y cerebros subdesarrollados.
Ochako intentó cubrirlo con sus brazos contra la pared, pero la muchacha era demasiado pequeña y el grupo pasaría inevitablemente al lado de ellos.
Ya estaba comenzando a chillar internamente como la futura rata-mascota de Denki.
—Eso dile al cerebro fundido de Kaminari... si sale de la escuela tenemos que pedir un deseo.
—¡Oye, el doctor dijo que mi cerebro no quedó tan mal luego de que metiera el chupón en la toma de corriente!
—Todavía no sé cómo es que un idiota como tú ha podido vivir tantos años...
—¡Eh, Sero...!
La voz de Kirishima se fue apagando en cuanto su mirada se percató de Izuku a un costado del pasillo —tratando de fingir una pose casual con Uraraka acorralándolo contra la pared. Usó su fuerza para apartar a la chica con cuidado. Él dio un par de pasos adelante.
El rostro entero del otro se transformó. No sabía si en tristeza o rabia o cuál emoción. Midoriya solo sabía que él mismo debía lucir patéticamente arrepentido.
No había estado listo para acercarse a tener una charla civilizada con Kirishima —no estaba seguro de que el muchacho quisiera— pero sí estaba seguro que no había deseado encontrarlo de esa manera.
Kaminari y Sero también se percataron de Midoriya, pero ninguno podía decir nada más que tironear de la chaqueta deportiva de Eijirou. El pelirrojo estaba embelesado en una guerra de miradas con Izuku —el chico que le había roto el corazón.
¡Cuánto hubiese querido Midoriya volver el tiempo atrás y eliminar la oscuridad que opacaba los ojos siempre brillosos de Kirishima!
—Kiri... —apenas logró balbucear Izuku—. Yo...
—Kirishima —lo cortó la voz de Sero en un tono que silenció a Midoriya—. Se nos hace tarde para ir a clase.
—Sí, ya no puedo llegar tarde o en serio viviré bajo el puente —agregó Denki—. Vamos, bro.
—Ya, lo siento —Kirishima sacudió la cabeza sin quitar la mirada de Izuku—. No tengo ni idea de qué estoy haciendo estos días.
Sus gélidos ojos era algo que Midoriya no olvidaría. Ese par de ojos que le habían visto semanas atrás como si fuese el trozo de pastel que ansiabas devorar o la flor que te había regalado tu crush en jardín de infantes que protegerías con tu vida.
Ahora ya no había nada de eso. Solo dolor y rencor.
Tanto Kaminari como Sero le sonrieron a Eijirou con calidez fraternal; el rubio, incluso, le rodeó por la espalda. Ambos, al parecer, decidieron ignorar a Midoriya. Probablemente porque si lo miraban a los ojos querrían estrangularlo por lastimar a su mejor amigo.
—Probablemente estés pensando en porno —lo codeó Sero.
—Eso es de guarros —rio Kirishima.
—Yo pienso en porno —Denki frunció las cejas.
Los tres entonces empezaron a alejarse, entre risas y golpecitos. Midoriya los vio desaparecer entre la marea de gente mientras él seguía con el cuerpo hecho de piedra contra aquella pared.
Ochako enganchó su brazo al suyo.
—No pienses en ello —suspiró la muchacha—. Dale tiempo. Sé que te perdonará.
Midoriya no podía dejar de mirar hacia donde Kirishima había desaparecido, junto con todas sus esperanzas de mejorar las cosas de una vez por todas. Su mirada le había recordado lo inútil que era y el dolor que había causado con sus indecisiones.
Al menos no se había cruzado todavía a Todoroki. No estaba seguro de lo que eso causaría en él.
Suspiró finalmente, dedicando a Ochako una sonrisa triste.
—¿Acaso me lo merezco?
—Y luego le dije a Tsuyu que mejor dejara ese dibujo, porque igual Toshinori se veía muy Alfa cuando él en realidad es Omega, pero a Hagakure le encantó, aunque Jirou nos dijo que éramos un par de fujoshis locas y... ¿Deku-kun?
Midoriya dio un respingo en su lugar. Ochako no le miraba complacida.
—¿Me estás escuchando o solo estoy divagando sobre las posiciones sexuales de nuestros maestros yo sola?
—No, no —Izuku se talló los ojos—. Te escucho atentamente. Sigue, sigue; saber sobre si Toshinori es seme o uke es el sueño de mi vida...
—No tienes que ser sarcástico —bufó ella—. Estoy intentando duro aquí. Podría volver a hablar de ti y tus florcitas.
—La que casi pierdo...
Izuku se meció a sí mismo sobre la silla al recordar el momento ocurrido una semana atrás. Ochako le golpeó en la nuca.
—Te lo mereces por andar de culisuelto. Al menos abriste los ojos y volviste al lado oscuro de la virginidad conmigo. No te permitiré irte otra vez.
—Hace unas semanas te veía ansiosa de deshojar esas flores.
—Pues cambié de opinión. Ahora me pertenecen.
Midoriya rio mientras rodaba los ojos. Su teléfono comenzó a vibrar en su bolsillo, por lo que le buscó frenético mientras se tocaba todos los bolsillos.
Uraraka hizo una mueca.
—¿Por qué tienes que tocarte el trasero de una forma tan sexual? ¿No crees que ya tentaste demasiado a los lobos?
—Yo no estoy... ugh. Déjalo. Aquí lo encontré.
Aunque hubiese deseado no encontrarlo luego de que vio el remitente del mensaje.
Todoroki
Lo siento. De verdad y por todo... lo siento.
Todoroki
De todas formas no merezco que lo hagas. Déjalo, no importa.
Izuku sintió que sus dedos, firmes pero a la vez temblorosos, se aferraban con fuerza al teléfono. Se preguntó si sería correcto estrellarlo contra la pared del salón, con todos sus compañeros observándole.
No podía levantar la vista de la pantalla. Aunque deseaba hacerlo. Quería escanear con sus ojos por todo el salón hasta cruzar miradas con Shouto Todoroki y mostrarle todo el enojo que había acumulado por meses.
Pero no estaba allí. Lo había visto en cuanto entraron al salón —ni un solo rastro del muchacho de pelo bicolor. Tampoco estaban Momo o Iida, si iba al caso.
Que Iida no fuese a clases era símbolo de que algo estaba muy mal.
¿Quién diablos se creía que era para jugar así con sus débiles emociones? Ya eran los bastante patéticas y seguramente corrían en frenesí por los rincones de su cerebro mientras todo ardía en llamas.
Hubiese deseado por unos instantes el carácter de Kacchan. Podría haberlos mandado a todos a la mierda.
—Dime que no es Kirishima —suspiró Ochako—. O Aoyama pidiéndote un relato homoerótico de chinos 2D ilegales para su revista. Tsuyu lo apoyaría, sin embargo...
—¿Qué? —Midoriya sacudió la cabeza—. No es Kirishima. Ni Aoyama. Aunque preferiría el relato homoerótico.
El rostro de Uraraka se pobló de interrogación. Izuku le tendió su teléfono; no se atrevía a mirarla mientras ella leía lo que estaba en pantalla.
Ochako soltó un grito de indignación.
—¡Que jodido cabrón! ¿Con qué derecho te envía eso? —espetó con molestia—. ¿Cree que las cosas se solucionan con un lo siento tan escueto?
—Bueno, técnicamente el lo siento es el primer paso...
Uraraka le golpeó en el hombro para que reaccionase.
—¡Pues no! ¡Va a tener que arrastrarse y llorar y sangrar y entregarte al menos una flor! O que escale el Everest con un cartel de disculpas. Y aun así, no se lo merecería.
—Ochako, ya te estás empezando a pasar —suspiró Midoriya—. Mira, no creas que a mí no me indigna...
Pero su amiga no le escuchaba. Seguía farfullando e insultando entre dientes.
—¡Estúpido Todoroki! Lo maldigo para que Momo lo deje por Jirou frente a toda la escuela y tenga impotencia sexual por el resto de su miserable existencia.
—¡Ochako!
—Y que se le sequen las bolas. Y a Iida también.
—¿No crees que te estás pasando?
—Déjame descargar mi furia —exclamó ella—. También espero que cuando decidan ver Gran Torino on Ice se les corte el internet.
Izuku quería reír ante las ocurrencias de su mejor amiga. Si ella lo había dicho para mejorarle el humor, acababa de conseguirlo.
Pero claro, era Ochako; así que él estaba seguro que su amiga lo decía por simple odio hacia los dos.
—Dame ese teléfono —ordenó.
—¡No! ¡Le dirás a Todoroki sobre tu maldición para que sea impotente! ¡Así nunca nadie me tomará en serio!
—No es como si ahora lo hicieran, tampoco...
—Si es así, estoy seguro que es tu culpa en al menos la mitad del porcentaje.
Ella le dedicó una mirada rabiosa y amenazante. Extendió la mano hacia Midoriya.
—Solo voy a bloquear su número. No quiero que recibas sus mensajes.
—Pero...
—Pero nada —le cortó—. Tú quieres cerrar ese ciclo, ¿no?
Midoriya tragó saliva con fuerza. Uraraka se veía bastante decidida en lo que decía. Y él no podía evitar darle un poquito de razón en lo que planeaba hacer.
Tal vez si fuese la mejor opción el bloquearlo.
Decidió que no daría demasiadas vueltas en el asunto. Solo suspiró, y entregó el teléfono a Ochako —en menos de un minuto, ella se lo devolvió. El chat con Shouto ya no le permitía escribir mensajes.
—Ya. Todo está perfecto ahora.
—Este es el peor día de mi vida —farfulló Izuku.
—Puedo nombrar varios que fueron peor a este, si gustas.
Se tragó el nudo en la garganta. Sí, eso era lo mejor —trataba de convencerse, al menos—; si quería acabar con su mal, debía cortarlo de raíz. Cuando una planta se pudre, no basta con solo tapar las hojas muertas.
Había que arrancarlas.
A los pocos minutos entró Aizawa para dar su clase de consulta para evacuar dudas sobre la entrega final de escritura creativa.
Midoriya tamborileaba sus dedos ansiosamente. Debía esperar a que la hora terminase para charlar con su profesor y hacer un... excéntrico pedido. Podía salir bien o podría terminar reprobando la asignatura.
Y haciendo el curso de verano con Kaminari, Sero y Mina. Si Izuku apreciaba sus bolas y Fifi, tenía que pasarla como sea.
Incluso si debía convertirse en el esclavo sexual de Aizawa.
La clase fue más bien aburrida. Ochako parloteaba con Tsuyu, y Midoriya debía esquivar los papelitos que Aoyama le lanzaba —escritos con lapiceras con gel de brillos— y que se negaba a leer detenidamente lo que le pedían.
También ignoraba olímpicamente las espeluznantes miradas de Himiko Toga y Shigaraki Tomura. La muchacha le lanzaba besos cada vez que se topaba con su mirada —una mirada demasiado calculadora y que seguramente ocultaba muchas cosas... como maneras de sodomizar a Midoriya.
Cuando la campana sonó y todos se apresuraron en huir de la clase, Izuku se levantó para acercarse al profesor. Casi volvió a toparse con Kirishima, pero el pelirrojo salió zumbando en cuanto vio a Izuku peligrosamente cerca.
Probablemente creyese que quería hablarle a él. Trató de que la indiferencia no le hiciera sentir peor de lo que ya sentía.
—¿Profesor Aizawa? —inquirió Midoriya—. ¿Puedo hablar un minuto con usted?
Aizawa entrecerró los ojos con molestia.
—Midoriya, creo que te confundiste de campana. La que acaba de sonar significa que ya no tengo que escuchar las dudas de alumnos y puedo escaparme a dormir en la sala de profesores.
—¡Le juro que será un momento! Yo, eh... Verá, profesor...
Midoriya juntó las yemas de sus dedos índices y agachó la cabeza como si fingiera inocencia. La verdad es que sí estaba nervioso.
—Midoriya, si te ha mandado Toshinori...
—¿Qué? —Izuku sacudió la cabeza—. ¡No! ¡No me ha mandado él!
Aizawa carraspeó nervioso.
—¿Entonces?
—Yo... quería pedirle una prórroga para presentar el trabajo final. Una semana más.
Se hizo un pequeño silencio entre los dos —uno en el que Midoriya se debatió si sería correcto salir corriendo y gritando como lo hacía de niño cuando Kacchan le metía ranas en los calzones.
O podría simplemente desmayarse y esperar a que le diesen respiración boca a boca.
—Midoriya —dijo finalmente Aizawa—. ¿Por qué iba yo a darte una prórroga?
—¡B-bueno...! ¡Es que...! Uf... Profesor, y-yo...
Midoriya se golpeó las acaloradas mejillas como una forma de traerse de regreso a la realidad.
—Porque le traeré un trabajo el doble de largo.
—He dicho que no debe tener más de cien páginas de computadora.
—¡Lo sé! Lo sé. Pero, profesor... ya casi lo termino. Todo tendrá sentido cuando esté listo. Quiero... no, no quiero... necesito defender ese trabajo.
Aizawa volvió a mirarlo de soslayo. Parecía comprender por donde iba la situación, lo que ponía más nervioso a Izuku.
Había empezado a morderse las uñas que Ochako le arregló. Hasta le había pintado flores y el logo de All Might en ellas.
—Si esto es alguna clase de broma...
—¡No! ¡Se lo juro! No es una broma. Usted me conoce, profesor... sabe que no haría algo como tal. Es solo que... mire, no tengo una excusa mejor. Solo le pido una semana más de prórroga. Daré lo mejor de mí o enfrentaré el curso de verano.
Bueno. Eso era todo. Izuku había peleado como un héroe hasta el final —al menos. Hizo lo que pudo, tal como Deku cada vez que luchaba con los Nomu.
Si lo pensaba bien, eso no era muy alentador. A Deku lo aplastaban bastante al principio y siempre terminaba con un brazo roto.
Era su fin. Su hecatombe. Su vida estaba llegando a un punto escatológico sin retorno. Debería empezar a hacer su testamento; sus pósters de Gran Torino para Ochako, sus libros para Iida, sus fanarts más oscuros para Tsuyu, sus discos de los Wild, Wild Pussycats para Hagakure, sus calzones para...
—De acuerdo —suspiró Aizawa—. Siempre que le digo esto a un alumno me termino arrepintiendo...
—¡PorfavorprofesorAizawanoseacruelydemeunaoportunidad...! ¡Le juro que ya no pasaré papelitos con chismes en clases...! —balbuceó rápidamente.
Pero se detuvo. Su mandíbula estaba a ras del suelo.
—¡Espere...! ¿Ha dicho que de acuerdo? Oh dios mío, ¿estoy soñando o hay una cámara oculta por aquí? Oh. Dios. Mío.
—Midoriya, ¿acabas de decir que pasas papelitos en clases? —preguntó Aizawa con el ceño fruncido.
Midoriya ya no lo escuchaba. Estaba que empezaría a dar saltitos en su lugar de la emoción.
—¡Profesor, juro que no se arrepentirá! Voy a esforzarme al máximo. Hasta he corregido todos los ves y vez.
Su profesor se agarró el rostro con la palma de la mano. Izuku estaba que no cabía en sí de la alegría de haber conseguido algo que estaba seguro le dirían que no.
Él simplemente se mentía para no echarse a llorar.
—Pero te digo, Midoriya. Si llego a ver la palabra EraserHead peligrosamente de All Might y Present Mic... que no te quepan dudas que tendrás cuarenta años y seguirás en secundaria.
—¡Gracias, profesor! ¡Nos vemos pronto! ¡Envíele mis saludos a Toshinori en la sala de maestros!
—¡Midoriya!
Izuku se fue dando largos pasos hacia la puerta. Podría haberse puesto a cantar alguna canción de los Pussycats de la emoción que sentía en ese momento.
Pensó que ese era su ticket a darle un fin a todo.
De hecho, estaba tan emocionado, que casi volvió a besar a Ochako al encontrársela en el pasillo.
—Wow, wow. Tranquilo, viejo. Ya tomaste una florcita de este cuerpo tan puro —dijo ella con las manos alzadas.
—¡Aizawa dijo que sí! ¡Aceptó la prórroga y podré presentar My Hero Academia!
—Todavía puedes reprobar... —Ochako canturreó.
—¡Estoy tan feliz que tus comentarios negativos no me importan! —Midoriya soltó un suspiro mezclado con carcajada—. ¡Nada podría arruinarme la felicidad! ¡Es el mejor día de mi vida!
—Hace no menos de una hora dijiste que era el peor.
Izuku seguía dando vueltas en su alegría. Nada podría cambiarle el buen humor que le traía la satisfacción de haber recibido la prórroga.
Ni Kirishima ni Todoroki ni nadie.
—Pues he cambiado de opinión —dijo—. ¡Estoy tan feliz que podr-...!
Midoriya no logró terminar su frase porque Ochako soltó un chillido que le asustó. Y al suyo le siguieron varios más de las otras chicas presentes.
Y porque él mismo acababa de ser arrojado con fuerza contra los casilleros. Su cuerpo impactó con un ruido seco contra el frío metal; sintió el exacto momento en el que los huesos de su cara crujieron y una mano se cerró alrededor de su cráneo.
—¡Bakugo-chan! —exclamó Tsuyu Asui—. ¡Suelta a Midoriya!
—¡Uuuuh! ¡Pelea, pelea!
—¡Graba esto, imbécil! ¡Aoyama dará una buena paga por un video o una foto!
—¿Crees que sea por...?
—¡Dejen de mirar como idiotas y llamen a un profesor! —vociferó Ochako—. ¡Aizawa acaba de salir!
Midoriya trató de girar la cabeza, pero las voces alrededor le confirmaban las sospechas acerca de su agresor. Estaba aterrado —no iba a mentir— pero no empezaría a chillar o suplicarle a Kacchan para que lo soltase.
Bakugo Katsuki era un sádico —las lágrimas de sus víctimas debían ser las que lo mantenían tan guapo y musculoso.
—¿K-Kacchan? —murmuró Izuku—. V-vaya sor-sorpresa...
—Cállate, Deku de mierda —gruñó el rubio—. Debería patearte hasta que pierdas la consciencia, golpearte hasta que la recuperes y luego la pierdas otra vez.
Cuando Mitsuki le dijo a Inko años atrás que sus hijos debían pasar tiempo de calidad... no era lo que Izuku estaba esperando.
—Q-qué considerado, Kacchan...
El muchacho hizo más presión en su nuca. Midoriya podía sentir el regusto metálico en su boca —no sabía si era por tener la lengua contra el casillero o porque estaba empezando a sangrar.
—Voy a matarte. Lo sabes, ¿no? —farfulló entre dientes—. Maldito Deku, imbécil e inútil inadaptado... ¡No digas que no te lo advertí!
—Kacchan... s-sin ofender... tú siempre quieres matarme.
Bakugo soltó una risotada que hizo alejarse un poco a todos aquellos que se habían conglomerado en un semi círculo alrededor de los dos.
Izuku se preguntó qué diablos estaba pasando. Vale, ya estaba acostumbrado a las amenazas de muerte y las palizas. Desde niño las soportaba. Y no, no estaba bien —pero no podía hacer mucho al respecto contra el iracundo carácter de Kacchan.
Con los años, sin embargo, el muchacho se había calmado. Solamente le golpeaba cuando estaba muy cabreado —lo cual, en escala Bakugo, era mucho y no tan difícil de alcanzar— y casi siempre fuera del horario de clases para no meterse en más problemas.
No tenía ni la más mínima idea de lo que estaba ocurriendo.
—¡Tienes las horas contadas, Deku!
—Apreciaría mucho saber por qué...
Kacchan tironeó de su cuello hacia él. Luego, utilizó aquello para tomar envión y volverlo a golpear.
Ahora sí estaba seguro que sangraba. Y veía un montón de estrellas en su cabeza.
Ochako y Tsuyu ya no gritaban —tal vez las chicas habían ido en busca de un profesor. Pero Midoriya no quería hacer un drama o meterlos a ambos en problemas.
Incluso si Kacchan se lo merecía.
—¿Por qué? —bufó Bakugo—. ¿Por qué, me preguntas?
Sin dejar de apretarle, Kacchan se acercó lentamente hasta que pegó su duro pecho contra la espalda de Izuku. Podía sentir su aliento cosquilleándole en el oído, erizándole todos los vellos de la nuca del miedo que le provocaba aquel chico.
Algunas cosas nunca se olvidaban.
—Si vuelvo a enterarme que te acercas a Kirishima, estás muerto. Muerto de verdad.
Midoriya ahogó un jadeo. Principalmente porque no podía respirar a causa de la presión, pero también era por la sorpresa.
¿Kacchan...? ¿Defendiendo a alguien...? ¿Kirishima...?
—Estoy siendo benevolente esta vez. Eres una mierdecilla que merece lo malo que le pasa.
Sintió algo caliente contra sus mejillas. Y no, no era sangre a causa de los golpes.
Eran lágrimas.
—¡Deku! —escuchó gritar a Ochako—. ¡Ahí están, profesor Toshinori!
Midoriya escuchó la estruendosa risa de su profesor favorito.
—¡No temas, joven Uraraka! —escuchó que decía—. ¿Por qué? ¡Porque ya estoy aquí!
Kacchan le soltó de inmediato. Midoriya cayó de rodillas al suelo, respirando entrecortadamente mientras se sobaba el cuello. Pudo escuchar las pesadas botas de Bakugo alejarse a gran velocidad por el pasillo —nadie trató de obstaculizarle el paso.
Casi al instante sintió un par de manos a los costados que intentaban ayudarlo a levantarse.
—¿Midoriya-chan, estás bien? —preguntó Tsuyu con preocupación.
Izuku trató de sonreírle aunque le dolía el ojo y sentía algo hinchado en el labio.
—¡Claro que sí, Tsuyu! —rio—. N-no pasa nada. Lo de siempre.
—Que sea lo de siempre no significa que está bien, Midoriya-chan.
—¡Joven Bakugo, vuelve aquí! —exclamó Toshinori—. ¡No puedes golpear a tus compañeros y salirte con la tuya! No me hagas que le pida al director que te espose otra vez a la cabina de besos.
Toshinori se detuvo frente a él. Midoriya no quería verle a los ojos. Se sentía ligeramente avergonzado de seguir siendo el saco de boxeo de Kacchan.
Incluso después de que Toshinori le enseñase defensa personal en sus horas libres. Midoriya nunca había dejado de agradecer a su maestro por ello —los haikus eran lo mínimo que podía hacer por él.
La enorme mano de Toshinori se extendió hasta él. Izuku la tomó, y con la ayuda de él y de Tsuyu se puso de pie. Tenía los huesos entumecidos.
—Tendrá su castigo —dijo Toshinori—. Joven Midoriya, debes recordar lo que te dije.
—Lo sé, lo sé —Izuku rio—. Algo de apretar las nalgas y gritar desde el fondo de mi corazón... no sé cómo eso me ayudaría contra los puños de Kacchan, pero oh, bueno...
Toshinori le dio unas palmadas antes de partir en busca de Katsuki para llevarlo ante al director —que era una persona bastante sádica si de castigos se trataba— y darle su merecido. Ochako aparecía casi al instante junto a él.
La muchacha terminó soltando un suspiro.
—Con que el mejor día de tu vida, ¿eh?
Midoriya hizo una sonrisa resignada mientras se recargaba ligeramente en Tsuyu. Los demás alumnos habían empezado a dispersarse —satisfechos de haber sido parte de aquella corta pelea.
Si es que se podía llamarle pelea a ser abatido estrepitosamente.
—Ochako... las cosas siempre van a empeorar antes de mejorar.
—Midoriya-chan, sin ofender —intervino Tsuyu—. Pero contigo todo parece empeorar cada vez más.
—No voy a negarlo, Tsuyu —se encogió de hombros—. Soy ese personaje que se enreda con sus propios zapatos y cae por las escaleras incluso si lleva sandalias.
Solo podía esperar un gran premio después de tantas cosas malas en su vida. Como un aprobado en la clase de Aizawa. O un novio suculento que lo sacase de su miseria. O dejar de generar problemas que eran comidilla para los chismosos de la escuela.
Pero, de momento, le alcanzaba con una bolsa de hielo, un bolígrafo y un par de hojas. Tenía más cosas que seguir escribiendo.
Y un par de disculpas que planear. Tal vez ya iba siendo la hora de hacerlo.
Wuuu este capítulo me quedó más largo de lo que esperaba haha ;v;
Sé que es bastante de transición bbs, pero pronto se viene la parte más importante. Solo hay que aguantar un poquito más de drama c; las cosas empezarán a tener sentido dentro de muy, muy poco. Especialmente con TodoFifi ♥️
Y tengo una sorpresa que darles: ¡El extra KiriBaku está casi a la vuelta de la esquina! Lo publicaré después del capítulo 15, es decir, el próximo. El extra IidaOcha creo que será luego de los capítulos de la fiesta (entre unos 3-4 capítulos más) así que se vienen muchas cositas que me emocionan c:
Me disculpo por haber demorado. Para quienes leen mi otro fic, he tenido un par de semanas muuuy estresantes y la falta de tiempo me impedía escribir. Y bueno, en épocas así uno tampoco tiene mucha voluntad. Me tomó un par de días acabar este cap pero es porque tengo miedo de que no esté a la altura haha aunque descuiden, téngame paciencia unos días más y retomaré el ritmo de siempre c': no crean que los voy a dejar abandonados.
Estamos cada vez más cerca de saber sobre el ladrón. Y no solo eso, si no que a partir del próximo capítulo es cuando Izuku empezará a desconfiar de vaaarias personas. Nunca es tarde para dejar sus teorías aquí -->
Muchísimas gacias por todos sus votitos y comentarios ♥️ Como les dije, denme unos días para retomar el ritmo y volveremos a tener LFDA semanalmente. Por ahora, les agradezco la paciencia.
Nos vemos muy pronto. Besitos ♥️
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