¿Lección Aprendida?
A la mañana siguiente Ranma se fue sin decir nada, con la mirada Ryoga le dijo qué eso quedaría entre los dos. Pasaría mucho tiempo, para qué Ranma volviera a hacerle una bromita.
-¡auch me duelen las piernas! -se quejó Ranma saltando por los techos.
Desde ese día Ranma no fastidiaba a Ryoga por nada, lo trataba fríamente. Tratando siempre de mantener su distancia, a toda costa.
-oye Ranma me sorprende mucho, qué ya no molestes a Ryoga -dijo Akane mirándolo fijamente.
Ranma no contestó y siguió caminando con los brazos en la cabeza. Tratando de ignorar el tema completamente.
-Akane, es porqué yo le di una buena lección, qué nunca olvidará -le contestó Ryoga orgulloso.
Ranma se sobresaltó, dejó de caminar, paralizada por la vergüenza. Rápidamente sus mejillas enrojecieron.
-enserio, ¿qué lección fue esa? -preguntó Akane sorprendida.
-lo siento Akane, ese es un secreto entre Ranma y yo -respondió Ryoga.
-ustedes y sus locuras -suspiró Akane adelantando el pasó.
Ryoga camino por el costado de Ranma y le guiño el ojo pícaramente. Ella trago saliva muy nerviosa, y temblaba al recordar la terrible lección.
-¡cerdo estúpido! -gritó Ranma sin poder contenerse.
Ranma rápidamente se tapó la boca ante su estallido.
-ya te habías tardado, veo qué necesitas otra lección -dijo Ryoga lamiendose los labios.
Ambos se miraron fijamente, sabiendo a lo qué se refería. Se quedaron mirando un poco más, con las mejillas enrojecidas.
–¡esperame Akane! –grito Ranma corriendo tras ella.
–no podras escapar de mi, volveremos habernos –dijo sonriendo.
Las semanas pasaron, y Ranma pensó que Ryoga se había olvidado de su venganza, o que se había perdido como siempre.
–ojalá nunca más vuelva haber a ese cerdo pervertido –dijo abanicandose.
Como hacía mucho calor, se abrió un poco el escote.
–ahí están mis chicas favoritas –dijo Haposai saltando sobre ella.
–¡no me toques viejo asqueroso! –grito molesta.
Envío su puño hacia la calva cabeza del anciano, pero el anciano salto como un resorte.
–eres muy lenta –dijo riéndose de ella.
Haposai corría por toda la casa, siendo perseguido por Ranma, quien le arrojaba todo lo que encontrará en su camino.
–nunca podrás atraparme chica tortuga –dijo saltando hacia la calle.
–vuelva aquí viejo asqueroso –grito siguiéndolo.
Ambos saltaban por los techos de las casas vecinas, Ranma repartía golpes, pero el anciano los esquivaba. Por una ventana el anciano, divisó unas ropas interiores.
–ja, ja, ja, nunca podrás atraparme –dijo perdiéndose de la vista de la chica.
–¿a dónde se metió ese anciano? –dijo buscándolo.
No pudo encontrarlo, miró hacia todos lados, parecía que se lo había tragado la tierra.
–ya volverás anciano –dijo saltando en medio de la pista.
Iba irse de regreso a su casa, pero escucho los pasos de alguien acercándose a ella.
–he vuelto por ti Ranma –dijo una voz varonil.
–¡Ryoga! –dijo abriendo los ojos y se dio la vuelta.
–recuerdas que te debía una lección –dijo guiñandole un ojo.
Ranma estaba paralizada, los recuerdos volvieron a ella, ruborizandose al instante. Él la miraba de forma distinta.
–¡cara de cerdo! –grito furiosa, queriendo darle un puñetazo.
Pero Ryoga fue más rápido y en un abrir de ojos. La levantó sobre su hombro.
–¡bajame Ryoga! –exigió dándole fuertes puñetazos en la espalda.
–no te muevas tanto –dijo Ryoga saltando de techo en techo.
–¿a dónde me llevas pervertido? –preguntó asustada.
–a nuestra querida casa Yoiko –dijo apretando su mano.
–no me llames así imbécil –dijo avergonzada.
–solo te estoy llevando a casa, a donde perteneces Yoiko –dijo palmeando su trasero.
–estas loco, deja ese tonto juego ya –dijo dándole un coscorron.
–esto recién empieza mi querida Ranma –dijo con diversión.
–¡ya basta de juegos tontos, porque mejor no tenemos un combate cuerpo a cuerpo! –propuso desesperada.
–no te preocupes Ranma muy pronto vamos a tener un combate cuerpo a cuerpo –dijo acariciando su trasero.
–¡kyaaa, no toques mi trasero pervertido! –grito agudamente.
–no grites tan fuerte los vecinos te pueden oír –dijo dándole una palmada.
–demonios, ya te dije que no toques mi trasero –dijo ruborizada.
El toque de sus manos ahí, la ponían muy nerviosa, la traían recuerdos.
–dejo confesar que me encanta hacer eso –dijo guiñandole el ojo.
–yo no soy tu muñeca de fantasías –dijo indignada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro