capítulo 11
El Tiempo pasaba y ya no había más excusas para que Lucía y Guillermo se vieran. Después de lo del cumpleaños, ya no se vuelto a ver.
Ahora Lucía estaba algo distraída por los versos, que la hacían soñar cada vez más, con aquel mágico mundo de la poesía, aunque siempre pensaba en Guillermo.
Ella intentaba olvidarlo, sacarlo de su mente; pero le era imposible todo le traía a Él. A veces ella, para distraer su mente; trataba de deducir quien sería el "misterioso poeta"; sin embargo, prefería no hacer nada y seguir navegando en ese mar de ensueños.
Ella estaba halagada con toda esta aventura ya tenía casi 30 poemas, algunos pequeños algunos más extensos, a veces le llegaban diario a veces interdiario y si demoraba más de dos días llegaba siempre con una breve disculpa. Tenía algunos acrósticos con su nombre, versitos inspirados en alguna parte de su cuerpo como sus ojos o sus labios, poemas que hablaban de su ser interior y era increíble; pues el poeta siempre decía que escribía lo que percibía y acertaba en decir como era ella por dentro, eso la tenía desconcertada, ¿será acaso alguien cercano a ella?¿tanto la conocía?. Cada vez que encontraba una carta, volteaba porsiacaso como buscando pillar a alguien que estaría observando de algún lugar, asegurándose que ella lo reciba.
La mayoría de las veces ella encontraba los sobres en la entrada de su casa o debajo de la puerta pero algunas describían momentos es decir momentos que ella pasaba en el día. Esto la hacía pensar que era alguien que estaba cerca de ella, quizá alguien que estudiaba con ella, sus esperanzas de volver con Guillermo se iban diluyendo ya que ella se estaba enamorando de esta persona, es decir seguía extrañando a Guillermo, pero a la vez estaba poco a poco amando a esa alma solitaria que le escribía, porque iba conociendo su parte interior.
El poeta se estaba desnudando ante ella, Lucía, por su virtud analítica, le estudiaba por sus escritos y realmente aquí no primaba lo físico sino lo interno; era algo diferente. Ella estaba comenzando a amar a este personaje misterioso en su vida. Pero ¿podría alguien amar a dos seres? Por momentos entraba en una depresión inimaginable ya que tenía como una especie de sentimiento de culpa. Era como si estuviera siendo deshonesta e infiel con Guillermo. Cuando comentó esto con Margoth, ella lanzó el grito al cielo...
— ¿Estás loca?. Cómo le puedes ser infiel si no estás con él...
— Pero me siento unida a él, es como que nunca me hubiera separado de él...
— Sí pero no es cierto, porque estás separada, ya no estás con él. Qué ¿lo has olvidado acaso?..
— Es que nunca deje de amarlo, a pesar de todo; siempre me sentí unida a él, en un sentimiento tan fuerte que hasta me daba miedo.
— Pero es que tienes que entender, no estás atada a él, Guillermo ya fue, ¿olvidaste lo de Martha?
— No, no lo olvido, por favor no tienes que mencionármelo. Ya sabes cómo me afecta y me mata pensar que ésa...
Un rencor arraigado se reflejaba en su rostro cuando hablaba de Martha. Cambiaba totalmente su semblante.
— Sí pero no solamente es ésa; también es Él. No lo puedes justificar siempre.
— Lo sé y no es que lo esté justificando; sino que ahora me doy cuenta que nunca deje de amarlo y que nunca terminó nuestro amor, al menos por mi parte, porque no sé la versión de Él.
Lucía estaba experimentando una situación muy crítica en su vida, ella cuando estaba con Guillermo le había pedido a gritos; pero en un lenguaje bastante silencioso ese tipo de detalles, claro que ya había cambiado algo porque lo de su cumpleaños, fue para ella algo inesperado e increíble. Sin embargo lo que esta vez le sucedía era más fuerte, cada día o cada dos días ella suspiraba y soñaba con un personaje misterioso, sin rostro ni forma más que el que provocaba con cada verso.
Lucía delineaba cuidadosamente su rostro y le daba forma a su manera en su mente, a su poeta, y mientras lo iba dibujando, siempre chocaba con la imagen de Guillermo. Ella intentaba crear a este personaje pero se mezclaba con aquella imagen, con su anhelo, con sus sueños, su deseo más fuerte, lo que ella quería y amaba, Guillermo Salinas Torres.
Lucía sentía que no podía separarse de esto, no podía dejar de asociar lo que le pasaba y sencillamente esto le llevaba a una confusión. Guillermo era el prototipo de chico que ella quería, pese a todos sus defectos. Eso estaba marcado en ella y por eso es que ella decía a sí misma que amaba a Guillermo pero que también sentía algo fuerte y tierno por su poeta.
Se sentía mal por toda esta situación, no quería aceptar el cambio, no quería dejar de aferrarse de lo que ya había tenido. Intentaba hacer un paralelo, una especie de comparación pero lo peor era que Guillermo estaba en desventaja con respecto al poeta, pues Lucía no sabía nada de Guillermo desde hace un mes. Él no hacía nada por acumular puntos a su favor, ¿será que esta vez, él había decidido alejarse definitivamente de Lucía?
Esto la aterraba y temía enamorarse de su poeta. Al principio había dicho que esta situación le había caído a pelo, porque le ayudaría con su "tormento" que era el superar la situación de Guillermo. Y Ahora estaba pidiendo balance es decir quería que Guillermo se manifestara para comparar y decidir, como si fuera un torneo.
Ella creía que no era justo pues, era como si Guillermo estaría ausente en esta extraña guerra y esta sería una batalla unilateral ya que el poeta estaba peleando sin contrincante..
A Guillermo parecía no importarle, pues Lucía no había recibido ninguna manifestación por parte de él. Éste le había dejado con la "miel en los labios" desde aquel precioso detalle del cumpleaños.
Lucía se ilusionó por un momento creyendo que ése sería el inicio de una reconquista, que luego de este detalle Guillermo haría más cosas por reconquistarla , incluso, quizá su amado al enterarse de otro pretendiente pues le pondría más atención y dedicación a ella. Entonces, ella se sentiría en las nubes porque iba a tener a dos hombres peleando por su amor; pero había sucedido lo inesperado, uno de ellos se había retirado de la lucha y más que herir su amor propio, era que ella al fin se había dado cuenta que el detalle de los versos era sólo una parte de lo que ella quería.
En conclusión, no conocía como era en realidad su romántico pretendiente, lo que ella estaba haciendo era ilusionarse demasiado con lo que él escribía y hay una gran diferencia entre lo que uno escribe y lo que en realidad es.
Además, en ningún momento el poeta le había hecho proposición alguna con claridad, sobre sus reales intenciones. Él le había dicho al inicio que ella iba a ser su musa, pero no que estaba pretendiendo su amor. Antes de que suceda algo, ya ella estaba haciendo conjeturas.
En cambio a Guillermo, sí lo conocía bien. Lo que no se explicaba era por qué se había detenido con los detalles, por qué se había alejado así, y lo peor de todo era que estaban como destinados a no encontrarse ya que cuando ella planeaba ir a visitarlo con alguna excusa; como el pedirle que le enseñe alguna materia o preguntarle sobre algún tema, se le presentaba algo de último momento y tenía que postergar su visita.
Sus amigas por muy expertas que eran en averiguar situaciones, esta vez no habían logrado nada. Las investigaciones de Margot y Rosmery no habían pasado de suposiciones y descartes sin ninguna pista sólida, ni nombre cercano al personaje.
En esto sí, había que sacarse el sombrero ante el misterioso poeta ya que hasta ahora había sabido mantener en incógnita su identidad. Se las había ingeniado, de tal manera, que aunque Margot y Rosmery trabajaban juntas tratando de descubrirlo, no lo habían conseguido.
Los días pasaban y los poemas seguían fluyendo. Guillermo no se manifestaba. Lucía estaba cada vez más confundida, luego de todo su análisis, había llegado a la conclusión de que tendría que conocer a su poeta misterioso. Así que hizo por su parte un intento, escribió una notita pidiéndole que Él le indique el día y el lugar para que se encuentren ya que ella no podía soportar más este misterio y que deseaba conocerlo. Cuando terminó de escribir, se comenzó a reír de su torpeza. ¿dónde se lo iba a entregar si no tenía ni idea de quién era y menos dónde vivía?. Lo más salomónico aunque suene a locura fue dejar la nota en la entrada de su puerta, que era el lugar donde él siempre dejaba las cartas. Sin embargo al volver a su casa ese día, no encontró el sobre, pues su papito, muy amable por cierto, le había "hecho el favor" de recogerlo y de guardarlo.
Ella no sospechaba nada ya que por la noche, como siempre, recogió el sobre para ella y entró con éste en la mano, Su padre al verla le dijo:
— Vaya, vaya, hoy estas solicitada, por la tarde encontré otro sobre supongo que era para ti, solamente que no tenía destinatario, pero no lo leí. Espérame ahora lo traigo, está en mi velador.
Lo que temía tanto, Lucía, había sucedido. Su padre había impedido que el sobre lo recoja el destinatario misterioso.
— Gracias papito
Lucía no se molestó, solamente se limitó a sonreír.
Su Papa no sabía nada, úunicamente a su mamá le había contado sobre este caso y el plan que tenía al dejar el sobre. No contaban con que su padre se iba a tomar la molestia de recoger ese detalle; además contaban con que su padre regresaría tarde y para esto ya habría venido el poeta a cumplir con su faena cotidiana. Pero no le resultó el plan...
Lucía persistió arriesgándose a que alguien recoja el sobre, dejó otro antes de la puerta de entrada, en las gradas que daban a su puerta y esta vez advirtió a los de su casa que no recogieran ningún sobre que puedan ver en la entrada o debajo de la puerta. En la nota puso algo muy puntual y preciso.
"Quiero conocerte, dime el día la hora y el lugar pero respóndeme para saber si eres tú el que ha leído esa nota". Lucía.
Al día siguiente Lucía se alegró de recibir la respuesta, estaba contentísima y nerviosa a la vez, sería en un parquecito pequeño y muy discreto que estaba situado en el Jr. Manco Cápac.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro