Capítulo 3. Rosalie Hale
1933, Rochester NY.
—Nuestra amistad sin duda ha sido muy peculiar, señorita Hale. —dijo una voz de una mujer adulta, pero con tono bastante despreocupado.
—Sin duda alguna, amiga mía. Aunque nunca dejaré de agradecerle su ayuda humanitaria, en mi momento más oscuro. —expresó con tanta educación la rubia de esbelta figura, con aquellos ojos rojizos que tardarían en adoptar ojos dorados como los de su creador. La vestimenta de la joven mujer era nada mas que un vestido blanco de bodas, que dejaba lucir ante los rayos de luna pequeñas gotas dispersas de color bordo y rojizos que aun escurrían por la tela. Como si estuvieran frescas.
—Es parte de mi memoria. Ayudar sin mirar a quién. —sonríe dulcemente la pelirroja de ojos grisáceos.
—¿Hará algo usted a partir de hoy en más? ¿La volveré a ver, Lady Eir?—pregunta con un cariño condicional en la rubia, como si no quisiera apartarse de esa mujer adulta.
—¿Crees que sea lo correcto? El doctor Cullen te ha dado cobijo con ser responsable de tu cambio. Pero, el joven Masen sigue en shock, en lo que respecta a nuestro encuentro —admite la pelirroja tras una mueca.
—Que no te aflija Edward, eres mi amiga, y por ende, también parte de la familia. Carlisle te tiene como una vieja amiga, confirmarle sus sospechas fue una alegría, no has visto su dicha como yo sí. —admite Rosalie Hale.
La pelirroja sonríe con nostalgia ante la mención de su ex-compañero de trabajo, aunque poder ver al joven Masen sin estar postrado en cama, había sido un gran alivio al alma que seguía reviviendo la promesa silenciosa que había pedido Elizabeth Masen.
—Eres una joven soñadora, señorita Hale. Pero si es lo que necesitas ahora, intentaré cumplirlo por unos años. —acepta ante la insistencia, mientras sopla levemente al vapor de la taza de te, envuelta entre sus manos pálidas.
Ambas mujeres se encontraban sentadas observando desde un balcón el anochecer de aquel día. Había sido una noche muy movida. Debido a que se habían encargado de borrar evidencias tras la venganza de Rosalie por quiénes se habían logrado escapar sin condena por el intento de violación a su persona.
1930 ──⊙──────── 1933
↻ ◃◁ II ▷▹ ⇀
Rosalie Lilian Hale, nacida en 1915, Rochester NY. De cabellos rubios torados a dorados invaluables, figura corporal exquisita, única y envidiable, belleza y astucia se notaban a la hora de tomar decisiones, sus desos eran nobles: tener un hogar, casarse y tener una familia numerosa. Aunque detras de aquella inocencia, sus padres buscaban más riquezas, y no era para menos, después de todo, la época estaba intentando sobrevivir a la destrucción de numerables empleos y un descenso de la producción, al igual que la sequía que asoló los estados agrícolas de las Grandes Llanuras del centro y sur país; sin embargo, esto sólo fue una pequeña introducción para entender el lado de los pobres, que crecían a las sombras de la clase media –profesionales liberales, funcionarios y trabajadores cuyos empleos no peligraron– ésta clase, no se vio afectada por la depresión, pero el pesimismo sobre el futuro inmediato cundió en toda la sociedad. Dos de los indicadores sociales más sintomáticos fueron: las tasas de matrimonios y nacimientos, que disminuyeron bruscamente entre los años 1930-32.
A principios de mes de junio, un día de manera inesperada, la madre de Rosalie la había vestido para que le llevara el almuerzo a su padre a su trabajo, con la esperanza de que el hijo del dueño del banco tomara nota de Rosalie, y funcionó. Royce King II envió rosas a Rosalie y, después de hacer un comentario de que sus ojos eran como violetas, Rosalie comenzó a recibirlas, también. Su relación se basaba únicamente en la atracción física, ya que Royce a menudo estaba demasiado ocupado en el banco.
Todo parecía ir correctamente encaminado, la idea soñada de tener una familia y tener una linda casa, se hacía realidad, o al menos eso pensaba Rosalie, que no tenía mucho problema de que no estuviera en casa, mientras pudiera seguir viviendo como acostumbraba estar alagada.
Se comprometieron y una semana antes de la boda, Rosalie visitó a su buena amiga Vera, a quien Rosalie envidiaba por su bebé. En un momento, cuando el marido de Vera la besó, Rosalie finalmente se dio cuenta de la falta de amor en su relación con Royce, que era tan evidente en la de Vera. Mientras caminaba hacia su casa, sacudida por sus pensamientos acerca de su relación sin amor, Rosalie se tropezó con su novio borracho y sus amigos igual de borrachos.
—¡Oye Rose!—la había llamado, el prometido, Royce King.—Ven para acá.
Aquel hombre la había atraído hacia el grupo de amigos borrachos. Mientras que ninguno de ellos podía sentir una mirada desconocida desde su propia altura a poco menos de un metro, oculta entre un alto faro que no lograba encender. Dándole un escondite perfecto, atenta para intervenir.
—Aquí está. —había dicho Royce tras darle un beso sin previo aviso a la rubia, quién forcejea un poco ante la imprevista acción.
Rosalie no comprendía que estaba pasando, por lo que, solo le riñó sin fijarse en quiénes podían ser aquellos hombres.
—¡Royce, Royce, estás hebrio!—dijo Rosalie incómoda y carente de ganas.
—¿No es divina, Jhon?—le pregunta Royce a un amigo, tomando el rostro de Rosalie y mostrándoselo.
—No se nota mucho con toda esa ropa, Royce. —contesta el hombre de cabello elegante pero hebrio.
—¿Qué me dices Rose, porque no te quitamos algunas prendas?—dice acelerado y deseoso, el novio, moviendo parte del sacio y evidenciando algo de la ropa interior superior de Rosalie ante sus amigos.
—Royce, basta, ¡Detente!—exclama ya luchando contra la fuerza del hebrio, y preocupada por la mirada de los demas.
Rosalie golpea justo en el estómago a Royce y se suelta, quedando un poco alejada pero no lo suficiente del hebrio.
—Te veré mañana... —avisa, volviéndose a acomodar su ropa y esconder cualquier piel expuesta.—sobrio. —dandose la vuelta para marcharse hacia la acera.
Pero es agarrada de la muñeca nuevamente por Royce, quién dice:
—¿Quién te dijo que te fueras?
—¡Suéltame!
—Estas preciosa así, Rose.
—¡Te dije que me sueltes!
El forcejeo había empezado, la calle se iba vaciando y nadie parecía querer ayudarla, era una perfecta oportunidad para la cazadora que se ocultaba.
Los borrachos que tuvieron las ganas de ser primeros en quitar la ropa a la joven, que desgarraron algunas de las prendas con un pedazo roto de vidrio e hiriendola de gravedad en la zona del higado para que dejara de patear, la dejaba en una posición muy desafortunada a Rosalie, y por eso mismo; fueron los primeros en chocar contra una pared, luego otros dos con los barriles de basura y el tal John que se bebía aún la botella de vino, la había soltado al no ser capaz de entender lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos, debido a que una mancha oscura, larga y borrosa se movía como un bicho atacando a sus compañeros. Logrando que algunos quedaran con cosquillas rotas, y dos huyeran despavoridos, uno de ellos había sido Royce, mientras que él intentó huir, pero tarde fue, porque unas manos finas lo miraban con total repugnancia, sus labios y mentón de la figura que poco a poco se dejaba ver era la de una mujer de altura de casi dos metros, con colmillos en sus labios y sangre caer de los mismos.
Lo último que Rosalie Hale vio aquella noche de abril de 1933, fue como un hombre de cabellera rubia venía a auxiliarla, mientras que la figura femenina que la había salvado hacía crugir en vida el cuello de quién había comenzado su trauma a ser violada, por haber incitado a su "novio" a que la expusiera frente a ellos. Perdiendo la conciencia en el sordo golpe de un cuerpo contra el suelo, pero no sentía ningún peligro mas en las manos de esas personas que desconocía.
Aquel abril de 1933, Carlisle Cullen había decidido dar una segunda oportunidad de vida a la Joven desdichada a través de la conversión, encontrandose con una vieja amiga, y confirmando sus sospechas.
Eir Young, era un vampiro.
La enfermera que parecía humano, que parecía tener conocimientos profundos en aquel Hospital de Illinois-Chicago.
Y Edward Cullen, había quedado en shock ante la maestria, valentía y belleza de aquella mujer que había defendido a una humana sin perder el control, y mas que nada, descubriendo que la enfermera que lo atendió de enfermo al igual que a su madre, era un vampiro igual que él.
Aquello, sin duda lo había dejado en shock, no podía mover un solo músculo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro