Capítulo 13: Un paso a la vez.
Eir Young no era de viajar con mucha maleta, tampoco es que fuera de tener mucha ropa adaptada para su estatura, aunque Rosalie siempre le intentaba realizar nueva ropa para tener a su gusto pero con el encuentro de su compañero, todo su tiempo se reducía bastante. La pelirroja prefirió darle su espacio y tiempo.
Ya se estaba acercando al pueblo mas cercano, sin embargo, alguien se cruza velozmente justo frente a ella. Deteniendo su marchar justo a un metro de estrellarse con el cuerpo.
—No tienes porque hacer esto, Eir. —pide Edward con una mueca incómoda. Exigiendo que no se fuera.
—No soy muy amistosa, Joven Edward. Prefiero la paz antes que la incomodidad que sé que habrá. —contesta tratando de pasar por su lado, sin embargo Edward no se lo permite.—Por favor, necesito llegar a tiempo para apartar una cabaña.
—No es necesario, puedes quedarte con nosotros. Conmigo. —contesta colocando de su parte, el cobrizo.— Tanya estuvo muy fuera de lugar, no creí que se comportara así ante un extraño, siempre busca tener compostura entre los demás.
—Siento que quieres que me quede porque ella presiono algo en ti. No quiero que por sentirte presionado quieras que yo ceda a esto. No soy sólo un momento de adrenalina. —contesta Eir mientras intenta no temblar entre su acción de apartarlo.
Por algún extraño motivo su cuerpo quiso mostrarse débil ante su toque, con todo su esfuerzo sobrehumano estaba lidiando con las ganas de llorar. Era una sensación que parecía desear demasiado, un cobijo que nunca tuvo.
Pero su orgullo era más, que dejarse llevar por sus emociones.
Su vida y estatura la habían formado con esa actitud y carácter.
—No es un impulso de adrenalina. Te lo juro, te necesito, te prometo que ya no dejaré que nadie te menosprecie... Perdoname por mi error, Eir. —contesta desesperado Edward.
Sus manos al estar mas cerca de la pelirroja por algún motivo ya no se veía con la fuerza de alejarse de ella y no lo quería. No quería separarse más.
—Edward... Me conmueve bastante tu necesidad por aclararlo, pero no volveré. No me gusta estar dónde no soy bienvenida. —contesta tras alejarlo con toda la pena de su alma. Lleva su mano a rascarse la clavicula derecha, siempre padecía de alguna comezón cuando no cedía a sus necesidades o algo que la angustiaba.
—¿Porqué...?—pregunta angustiado por no conseguir que volviera con él— ¿Porqué tienes comezón?—aunque Edward pregunta por confusión.
—Eh... Es un tic. —contesta sin ganas de sentirse más avergonzada de sí misma. Se estaba sintiendo como si fuera que el chico que le gusta se le acercara por fin, y este al fin se diera cuenta de sus intenciones. Lo cual, si estaba pasando.—Edward, sé que habrás prometido que regresaría contigo pero yo no soy muy buena conviviendo con mucha gente así... Como vosotros.
—¿Y si tan solo lo ignoras por mi? Sé que me atraes, y te sientes atraída a mi. Quedemos juntos. Por favor.—suplica el cobrizo mientras le toma de las manos, quedando embobado al sentir la calidez del don humano de la mujer.
—No solo es atracción Edward. Ese es el problema. —sisea con molestia, sintiendo su corazón nervioso y sus mejillas arder. Sus ojos le empezaban a arder, y si lo hacían era porque el llanto no tardaría en aparecer.
—¿Entonces cuál es el problema?—pregunta Edward confundido, mientras toma suavemente las manos en caricias dulces, sin darse cuenta de la necesidad que nació involuntariamente en él.
—Temo demasiado que me rechaces. No soy lo que esperas, y ya estoy cansada de ser menospreciada. —contesta Eir con la presión en su corazón y punta de la garganta. Los nervios le estaban pasando facturas.
—¿Qué? ¿Porqué te rechazaría?—pregunta incrédulo Edward.
—Por que no soy lo que quieres, y para lo que fuiste criado. Soy una mujer muy liberal, independiente y no necesito de un hombre para ser feliz, al menos... Así era mi concepción de las cosas antes de que me tomarás las manos. —resopla a regañadientes, aceptando que estaba enloqueciendo con su cercanía.
—Te protegeré porque quiero que seas mi mujer, Eir. Te cuidaré como mi madre me enseñó a respetar a las mujeres, y si deseas el mundo te lo concedería, pero por favor, ya no huyas de mi. —contesta Edward mientras busca alguna manera para hacerla reducir de altitud, sin necesidad de estar mirando hacia arriba todo el tiempo. Si fuera humano su cuello dolería de estar mucho tiempo en esa posición, estaba seguro.
Eir Young sintió sus piernas temblar como gelatinas, ya no pudiendo ceder a las emociones fuertes que la invadían, siendo así como de sus mejillas resbalaban lágrimas silenciosas, al igual que la nariz se volvía un poco sonrosada por el llanto. Cayendo de rodillas a la nieve del prado.
—E-edward... Tengo miedo... Ya bastante me has juzgado... Yo no me voy a quedar para seguir siendo juzgada. —contesta entre hipeos, mientras sus ojos grisaceos eran entornados con venas rojas por el ardor del llanto en pleno tiempo nevoso.
—Dame el beneficio de la duda. Te prometo que no te haré sufrir como tanto temes, solo dame una oportunidad, siento que esto no es un juego... Solo que me daba miedo confundir las cosas... Siento demasiadas cosas cuando estas cerca, qué, como es la primera vez —contesta el cobrizo mientras se acuclilla para limpiarle las lágrimas, conmovido por la actitud de la pelirroja que siempre se mantenía taciturna en general.
Eir lo mira con tantas emociones, que por un momento cede a su edad real tirandose a los brazos de Edward como si fuera una joven pequeña, llorando y abrazandolo para nunca soltarlo. El llanto de la pelirroja lo mantuvo en silencio, al no poder ver nada en la mente aún con la guardia baja de la mujer, por lo que al ser aplastado por la mujer de casi dos metros solo se deja usar como un peluche para ella.
«Capaz... No sea lo que esperabas... Pero aún cuando sé que no lo soy ni seré... Quiero que sepas que te amo...como mi compañero...Edward»pensó tan fuerte Eir Young, que le llegó con tanta emoción compartida al cobrizo lector de mentes, que también quedó con la mirada cristalizada.
Los sentimientos de Eir eran tan puros y atormentados tal como lo estaban en él, por lo que esperaría poder velar por ellos hasta que fueran capaz de avanzar en dirección a una relación.
Porque ahora no lograría besarla como deseaba, ni tenerla como siempre había imaginado tener a su novia, pareja en su vida humana y ahora inmortal. Esperaría que se calmara y llorara todo lo que necesitaba.
Tal vez ese día ninguno volvió a la Casa Denali, pero Edward en la noche madrugada había avisado que no volverían para vivir, sino que irían de visita. Por que, aunque aclararan sus sentimientos, Eir no iba a ceder a sus deseos y Edward no se sentía mas capaz de obligarla a seguir sus deseos si no se sentía cómoda.
Un paso a la vez, ya estaban dando.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro