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Sospechas sobre Aaron

La Jefa seguía apuntando con su arma a Génesis y Gabriel. Una rabia incontrolable recorría sus venas y la científica temía que en cualquier momento disparase contra ella o contra su hermano. Pero reaccionó totalmente diferente. La mujer comenzó a sollozar. Bajó la pistola y comenzó a llorar sin ganas.

- No quería llegar tan lejos... -susurró-. Nuestros atentados están mal vistos pero son por un bien superior. Intentamos hacer un mundo más justo y borrar la hipocresía de la faz de la Tierra. Vivimos esclavizados pero nadie se da cuenta y nosotros debemos ayudar a que la verdad salga a la luz.

- ¿No crees que podrías haber luchado de otra forma? Mataste a muchos inocentes y morirán muchos más ahora.

- Cállate. Tu vives feliz en tu mundo de estrellas y planetas pero nosotros somos luchadores. Luchamos por la justicia y la libertad y el pueblo nos ve como a delincuentes. Por eso tenemos que escondernos... Un día, un nuevo centauro se unió a nuestro grupo y dijo que tenía un plan para someter a todos los gobiernos a nuestras peticiones. Se llamaba Aaron. Su plan era fabricar una enorme esfera de gas capaz de destruir masivamente. Y así lo hicimos. Tardamos más de dos años en crear esa maravillosa creación a la que llamamos Armageddon. Pero nos faltaba el capital para enviarlo al espacio.

- Y ahí entraba Michael.

- Sí. Su trabajo consistió en enarmorar a una joven rica, tu amiga Lizzie. Utilizamos su dinero para comprar todo lo necesario para que V-5Alfa llegara al espacio. Y el día del lanzamiento sucedió una tragedia. Vimos impotentes cómo nuestra hermosa creación se perdía en el cielo sin poder controlarla. Más tarde nos enteramos de que Armaggedon subsistía con el nombre de V-5Alfa gracias a Aaron, que estaba infiltrado en tu laboratorio. Ahora, todo se nos ha ido de las manos.

- ¿A qué te refieres? ¿Es Aaron, mi mejor amigo, el creador de esa bola destructora?

La Jefa centaura no respondió. Estaba muy triste y desesperada. Colocó su arma en el interior de su boca y tras apretar el gatillo, la bala atravesó su cavidad bucal y salió disparada por su nuca. El cuerpo inerte de la Jefa centaura cayó sin vida al suelo, rebosando sangre. Gabriel se tapó los ojos para no ver la oscuridad que había ante él. ¿Por qué se había suicidado aquella mujer? ¿Por remordimiento o por miedo? Daba igual. Génesis cogió el arma sangrante y agarró a su hermano para salir corriendo.
Daba la sensación de que aquel lugar en el que se encontraban iba a derrumbarse en cualquier momento. Los temblores eran más frecuentes y fuertes. Daba igual qué pudieran encontrarse en la superfície, Génesis no quería morir chafada junto a su hermano. Por eso corrieron para escapar de una muerte segura.

Ninguno de los dos encontraba una salida y la entrada por la que habían accedido estaba completamente derrumbada. Al fin, la científica vio una brecha en el techo por la que su hermano podía salir. Finalmente, ambos salieron a la superfície con miedo de lo que pudieran ver allí. Y para sorpresa de ambos vieron exactamente lo mismo que había antes de entrar. Todo estaba igual. ¿A qué se debían entonces, los temblores que habían vivido bajo el suelo?
Génesis cogió la mano de su hermano y salió corriendo por la carretera. Y así se adentraron en las áridas tierras que rodeaban la carretera. Ella no sabía si había tenido lugar el fin del mundo o no pero sí sabía lo peligroso que podía llegar a ser el fosgeno. Por eso quería alejar tanto como fuera posible a su hermano de los centros urbanos. Y así, tras horas deambulando bajo el sol ardiente, encontraron una pequeña caverna al pie de un barranco. En realidad era una hendidura en la caliente roca que era suficiente para aislar a la científica y a su hermano del sofocante sol.

Estando allí dejaron llegar la noche. Seguramente Gabriel estaba hambriento y sediento, pero el niño no se quejó ni una sola vez. Se quedó dormido mientras Génesis le limpiaba el sudor entre ronquidos y suspiros oníricos. La científica estaba mucho más tranquila ahora que su hermano dormía a su lado. Pero estaba preocupada. Estaba claro que el Aaron que había diseñado Armageddon era el mismo Aaron que la había estado ayudando.
Con esos pensamientos en la mente no pudo dormir. Mirando al cielo, contempló las estrellas y reflexionó sobre lo que había estado haciendo. ¿Todas aquellas veces en que creyó estar loca o idiota era porque Aaron la estaba manipulando para llevar a cabo un plan terrorista? En cualquier caso nunca fue el amigo que ella creyó y necesitó. ¿En qué podía beneficiar a alguien que el mundo llegara a su fin? La idea de crear una bola encargada de destruir el mundo era una locura. Una locura muy real. Un enorme rayo de luz atravesó el cielo. La pelinegra alzó los ojos. Una enorme bola de fuego cruzaba el firmamento nocturno a gran velocidad y estaba a punto de estrellarse contra el suelo. Aquella fatídica escena acabó con una enorme explosión no muy lejos del refugio de la astrónoma y Gabriel. Una enorme columna de humo negro se alzaba desde allí. Ni siquiera aquello fue capaz de despertar al angelical niño de su profundo sueño, por lo que la hermana mayor lo dejó allí y corrió hacia la columna humeante. A Génesis le preocupaba que aquello fuera V-5Alfa, pues de ser así acabaría asfixiada y envenenada. Pero se alivió de ver que estaba totalmente equivocada, pues el objeto caído del cielo era un avión. 

Una avioneta partida por la mitad envuelta en llamas y que había creado un pequeño cráter a su alrededor. Génesis vio un par de cadáveres chamuscados y creyó que no había supervivientes hasta que escuchó una pequeña voz. La científica no tuvo corazón suficiente para marcharse, y descendió hacia el vehículo incendiado, donde encontró a una chica. Una niña adolescente. Tenía sangre sobre ella y estaba casi inconsciente. Sin embargo, todavía albergaba vida. Rápidamente la apartó de la avioneta y la arrastró fuera del cráter. Comprobó que sus heridas eran apenas superficiales. La niña estaba prácticamente bien. Con mucho trabajo la llevó hasta la caverna donde Gabriel continuaba durmiendo. Tenía que vivir.

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